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Σάββατο 4 Μαΐου 2013

JUEVES SANTO POR LA NOCHE (MAITINES DEL VIERNES SANTO)-ΜΕΓΑΛΗ ΠΕΜΠΤΗ ΕΣΠΕΡΑΣ (ΟΡΘΡΟΣ Μ. ΠΑΡΑΣΚΕΥΗΣ)

 
ΜΕΓΑΛΗ ΠΕΜΠΤΗ ΕΣΠΕΡΑΣ (ΟΡΘΡΟΣ Μ. ΠΑΡΑΣΚΕΥΗΣ)
JUEVES SANTO POR LA NOCHE (MAITINES DEL VIERNES SANTO)
Tus santos pazos-padecimientos veneramos, Cristo”
῾Προσκυνοῦμέν Σου τά πάθη, Χριστέ᾽
1. “Los santos, sanadores, salvadores y terribles Pazos del Señor y Dios y Salvador nuestro” que celebramos el Viernes Santo y Grande, son el punto culminante de todos los Pazos del Señor. Porque Su vida entera es un Pazos-Padecimiento, desde el principio de Su venida al mundo -recordemos los acontecimientos de Su Nacimiento- pero también posteriormente. Por lo tanto, estas cosas que ocurren los últimos días de Su vida en la tierra y principalmente Su sacrificio por la cruz culminan Sus Pazos. Y aún más, el Apóstol Pablo es el que recalca otra dimensión mística del Pazos del Señor y después la resurrección: la continuación de Este Pazos dentro de los padecimientos de los miembros de Su cuerpo vivo, de los cristianos particularmente, es un acontecimiento que significa que el Señor finalmente está siempre en la Cruz hasta el final de los siglos. “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1,24);

Por eso se ha formulado la opinión teológica que el Pazos del Señor sobre la tierra debe ser relacionado también con Sus cualidades, como la Segunda Persona de la Santa Trinidad, algo que ciertamente interpreta también la causa de la encarnación de la Persona en concreto y no de algún otro.
2. Los pazos-padecimientos, pasiones del Señor y sobre todo Su sacrificio por la cruz, van más allá de los límites de la lógica humana. Su Cruz es un misterio, porque exactamente Éste que sufre no es una persona humana común, sino el Dios encarnado. Padece el Mismo Dios en lo humano. Por eso no podemos comprender lo que se desempeña con la medida de nuestras fuerzas, con nuestra lógica e intuición y aún con nuestras emociones. Vemos un hombre sufrir sobre la Cruz, pero se nos escapa Su fondo y la escondida realidad. ¿Qué es aquello que puede, aunque sea parcialmente, ayudar en este acercamiento del misterio”. Sólo la fe que está iluminada, por supuesto de la jaris (gracia, energía increada) de Dios. Si el mismo Dios no nos iluminara y no transformase nuestras capacidades, de modo que los ojos (espirituales) reforzados por el Espíritu Santo puedan ver los acontecimientos, permaneceríamos siempre dentro de la oscuridad de la dimensión horizontal y en noche espiritual. Y aquello que es requerido para esta iluminación es la metania (introspección, conversión, arrepentimiento y confesión) acercamiento en Cristo y Su Pazos, que limpia y sana los ojos (espirituales) y energetiza, activa los sentidos espirituales en general. “Bienaventurados los sanados y purificados del corazón, porque estos conocerán y contemplarán a Dios”.
3. ¿Qué podemos, pues, tocar de manera espiritual? ¿Y qué podemos por lo tanto decir sobre el misterio de la Cruz, conducidos excelentemente de personas portadoras del espíritu, que son los santos de nuestra Iglesia? Por supuesto que no esto que se ha empeñado la teología escolástica de Occidente, expresada por la boca de Anselmo de Canterbury; es decir, que el pazos-padecimiento de Cristo es una expiación de la Justicia de Dios, que buscaba la satisfacción a causa de los pecados del hombre; porque una cosa así aboga a sucumbir exactamente en la trampa que hemos dicho: el acercamiento a la Cruz con la lógica, razón, por lo tanto en la falsificación y alteración de su sentido, su significado y su contenido. A Dios en este sentido le convierte como imagen del hombre, y sobre todo del hombre caído al pecado. La teología ortodoxa de nuestros Padres, con posición de infinito respeto hacia el misterio, “ha visto” principalmente dos cosas y estas dos destacaron primeramente:
a) el abismo del pecado humano, de tal manera que debería sacrificarse un Dios, algo que significa la impotencia de la redención humana, por lo tanto la condena de cualquier tipo de mesianismo basado en los discursos humanos y sólo en las capacidades humanas.
b) la infinita agapi de Dios, que sevacía, kénosisa Sí Mismo, “declina los cielospara tomar encima Suyo nuestro pecado Él y ofrecernos la dulzura de nuestra terapia y Su justicia. Con otras palabras, la justicia de Dios funcionó y funciona de manera distinta que la del hombre, quien requiere el castigo del culpable y la absolución del inocente. Con base la justicia de Dios, el inocente Cristo es castigado, mientras que el hombre culpable es absuelto y justificado, y desde este aspecto uno entiende que el castigo de Dios, para la humanidad caída al pecado, fue su terapia. ¡Así nos castiga el Dios: sanándonos! Dice san Justino Popovits: ¡El hombre crucificó a Dios y Dios le ha condenado a la inmortalidad!
 4. El hecho que el Cristo encima de la Cruz “quita el pecado del mundo” se precisa que: encima de la Cruz no sólo se borraron los pecados de la época de Cristo, sino también los de antes y después que esta. No hubo, ni hay y tampoco habrá hombre después de la Cruz Cristo que no se encuentre alzado sobre la Cruz, hecho que se había predicho de los profetas del A. Testamento y sobre todo de Isaías, y esta fe de las profecías pedía el Señor de los Judíos, e incluso de Sus discípulos. El Señor “debe padecer” precisamente por las razones que nos hemos referido: el levantar el pecado de los humanos, y este acontecimiento es lo que más consuela de todo lo que se ha escuchado jamás en la historia del género humano. Y esto porque después de la Cruz no existe pecado sin ser perdonado. Haga lo que haga el hombre, cualquier tipo de pecado que cometa, ante la agapi crucificada el pecado es borrado y se pierde. Y desde entonces se considera pecado la duda o negación de la infinidad de esta agapi (amor, energía increada). Es decir, aquel que contando sus muchos y grandes pecados ponga interrogación a la capacidad de perdón por Cristo, esencialmente blasfema directamente Su Cruz y revela simplemente su incredulidad y su ateísmo. En este caso se pone en primer lugar la lógica humana frente a la voluntad y la energía (increada) de Dios. Vamos a describirlo con palabras de san Juan el Crisóstomo: Todo el pecado de los hombres si se junta por un lado y la agapi de Dios por otro, el pecado es como una gota frente a un océano. ¿Qué puede hacer una gota sobre el océano? Y este ejemplo no es absolutamente correcto, porque el océano tiene algunos límites, en cambio la agapi (amor, energía increada) de Dios es ilimitada.
 5. Por lo tanfo, la única posición y actitud del creyente delante de la Cruz es la veneración. “¡Veneramos tus pazos-padecimientos, Cristo! Es decir:
-en fe aceptamos y creemos,
- nos arrodillamos en contrición y devoción ante la agapi de Cristo y tocamos nuestro pecho, como el publicano, por la magnitud de nuestro pecado
-Le rogamos con humildad para reforzarnos a seguir Sus huellas con el sentimiento de nuestro corazón,
-ante todo venimos siempre en metania (introspección, arrepentimiento y confesión) para comulgar Su cuerpo y sangre, tal y como dice otra vez san Crisóstomo: Cuando vienes a comulgar, debes venir con la convicción de que comulgas de la costilla atravesada por la espada en del crucificado Cristo, donde fue derramado sangre y agua.
Finalmente la veneración de los Pazos del Señor se identifica como una disposición por lo menos con la vivencia del apóstol Pablo: “Ya no vivo yo en mí, sino Cristo en mí”. A la medida que vivimos la Cruz, vemos también la viva presencia de Cristo en nuestras vidas.
Pero esto significa también la contemplación de su Resurrección. “Enséñanos Tu gloriosa Resurrección”. Amín.
παπα Γιώργης Δορμπαράκης ΑΚΟΛΟΥΘΕΙΝ Padre Jorge Dorbarakis
Traducido por: χΧ jJ http://logosortodoxo.wordpress.com/ (En español)


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