ΠΡΑΚΤΙΚΑ
ΔΙΕΘΝΩΝ ΣΥΝΕΔΡΙΩΝ ΑΘΗΝΩΝ ΚΑΙ ΛΕΜΕΣΟΥ
SUMARIOS
DE LOS CONGRESOS INTERNACIONALES DE ATENAS Y LEMASOL DE CHIPRE
SAN GREGORIO PALAMAS EN
LA HISTORIA Y EL PRESENTE
Por Georgios Mantzaridis,
Universidad de Thesalónica
San Gregorio Palamás es el
mayor teólogo ortodoxo del siglo 14º y uno de los grandes en la
historia de la Iglesia Ortodoxa... (Omitimos
las dos páginas siguientes porque tratan de la vida de san Gregorio
y la historia del conflicto, puesto que en otro sitio lo hemos
traducido con el título «el camino de san Gregorio Palamás).
Ἡσυχία
hisijía no
significa inactividad o apraxía, sino la alerta, vigilancia continua
y preparación para acción y creación. Como la humanización de
Dios ha renovado el mundo y es un «misterio que se ha
mantenido oculto desde tiempos eterno » (Rom
16,25) y el Cristo es el Logos «que proviene del silencio» (S.
Ignacio), así también la verdad y la vida cristiana se engendran y
nacen en la hisijía. «Libraos de las cosas terrenales y conoced que
yo soy el Dios verdadero» (Sal 45,11). Con la noerá hisijía (paz y
serenidad interior del espíritu del corazón psicosomático) es
frenado el envanecimiento del nus y se restituye la unidad de las
fuerzas y energías psíquicas del hombre y se logra “la ocupación
o estudio sobre Dios”. Así ya el hombre puede ofrecerse a sí
mismo enteramente a Dios según el primero y gran mandamiento (Deu
6,5)8.
La hisijía como
«estudio y nipsis de los interiores» prepara la explosión creativa
de la fe. Esta da el tono y el aliento
a la teología ortodoxa y la vida cristiana. Por eso la hisijía
constituía desde el principio la matriz de la ortodoxia. Esta vivió,
defendió y describió san Gregorio Palamás en sus escritos.
La persona y la
enseñanza de san Gregorio Palamás se han hecho conocidas enseguida
en todo el mundo ortodoxo y fortalecieron decididamente su vida
eclesiástica y social. Es característico que de sus obras se
tradujeron gran número en serbio-slavón, mientras vivía aún el
mismo, cosa que demuestra la gran repercusión que tuvo su enseñanza
en Serbia11.
La intensa guerra y propaganda que ejercieron los latinos contra el
santo y su enseñanza durante los cuatrocientos años de esclavitud
turca, no perjudicó la piedad y devoción de los fieles hacia san
Gregorio sino que la aumentó...
Hoy la teología
hisijasta se encuentra en el epicentro de las exploraciones y
trabajos teológicos en el campo de la Ortodoxia y es el catalizador
más preciado para toda la teología cristiana de Oriente y
Occidente, a fin de que vuelva a encontrar su fondo y el dinamismo
real dentro del torbellino de provocaciones de nuestra época.
Después de san Juan
el Damasceno, que vivió el siglo 8 y resumió la enseñanza
dogmática y el contenido Cristocéntrico de la vida cristiana,
empezó un período nuevo. Esta se caracteriza, por un lado sobre más
proyección de la teología empírica o por experiencia, y por otro
lado para el desarrollo del típico conservadurismo y del humanismo
cristiano. Es decisiva la polémica de san Simeón el Nuevo Teólogo
contra los teólogos de su época, que excluían la capacidad del
hombre de conocer sensiblemente la jaris (gracia, energía increada)
que ofrece Dios.
El espíritu del
típico conservadurismo y del humanismo del siglo 14º proyectan y
ponen de relieve a Bizancio, el Barlaam de Calabria y otros teólogos
como Gregorio Akíndinos y Nikiforos Grigorás. Los últimos a pesar
de que condenaban algunas tesis de Barlaam, ellos teologizaban
estática y racionalmente. San Gregorio Palamás refutó la teología
de ellos teniendo como base la tradición viva de la Iglesia. Así la
voz de la tradición, que en esta nueva época con sus nuevos
problemas tendría que ser también nueva y se ha escuchado del
teólogo que «sufrió, padeció y experimentó lo divino», tal y
como ocurría siempre con los Padres de la Iglesia.
En la base de la
teología patrística de san Gregorio Palamás está la experiencia
de la presencia de Dios dentro en la historia. Y esta experiencia no
se aborda con búsquedas racionales, sino con aceptación θεοπρεπής
(según el modo, manera de Dios o como Dios manda) de la divina
economía.
El Yérontas
Sofronio Sajarof una de las mayores figuras patrísticas de este
siglo, decía que: sin san Gregorio Palamás hoy no podríamos
corresponder a nuestra época. La teología de san Gregorio ofrece la
base para el desarrollo de la autoconciencia ortodoxa y la expresión
del testimonio ortodoxo de nuestra época. Por eso este renacimiento
y renovación de la teología ortodoxa, que se observa desde la mitad
del siglo pasado en el mundo eslavo y en el helénico, conecta
directamente con la teología de san Gregorio Palamás. Esta
teología, encarnaban al mundo eslavo san Serafín de Sarof y San
Juan de Crostanda. Como acertadamente se ha apuntado, la escuela de
la diáspora Rusa, la escuela serbia de San Justino Pópovits y la
rumana de Dimitri Staniloae, tomaron el sobrenombre de Neopalámicas.
Finalmente en la misma teología fue basado el renacimiento teológico
también en el mundo helénico.
La actitud de la
teología romanocatólica frente a san Gregorio y su enseñanza, como
hemos dicho, fue desde el principio fanáticamente enemiga, negativa
y polémica. Su principal representante sobre todo los primeros
decenios del siglo pasado fue Martin Jugie, quien sostenía que «el
palamismo como dogma de la Iglesia heleno-rusa realmente ha muerto».
Una actitud similar, intentaron mantener más tarde teólogos
neo-escolásticos, a través del periódico Instina. Estos sostenían
que la enseñanza de san Gregorio Palamás provino de la
interpretación equivocada de la teología de los Padres de la
Iglesia, especialmente de los teólogos Capadocios y de san Máximo
el Confesor15.
Estos teólogos papistas escolásticos y nuevo-escolásticos, abordan
la enseñanza de san Gregorio Palamás con las categorías de la
teología escolástica o nueva escolástica, excluyendo el carácter
ontológico (existencial) de la zéosis del hombre. Pero así es
normal que la malinterpreten, como han malinterpretado también toda
la tradición anterior que él sigue.
Serias
interpretaciones malas de la teología de san Gregorio Palamás, se
han presentado también por parte protestante, pero se
reestructuraron no sólo por ortodoxos sino también por teólogos
protestantes y romanocatólicos.16
Es muy característico que muchos engaños y errores de antiguos
teólogos romanocatólicos han sido examinados y se derogados con
atrevimiento dentro de los marcos de la misma teología papista o
romanocatólica. Así tenemos estudios serios por teólogos
romanoocatólicos que manifiestan un progreso esencial en la
interpretación de la enseñanza de san Gregorio Palamás.17
Es importante este fenómeno, porque aquí no se trata de una
diferencia cualquiera sino «para el misterio de la kinonía-comunión
y unión con Dios y el hombre, que se encuentra en el corazón del
mensaje cristiano»18,
como acertadamente se recalca por un teólogo romanocatólico.
Pero cuando se
considera como hecho que la enseñanza de san Gregorio Palamás
concierne esto que se encuentra en el corazón del mensaje cristiano,
y acto seguido, esta enseñanza se acepta como correcta y acorde con
la anterior tradición patrística, se hace la siguiente pregunta
fundamental: ¿Puede esta enseñanza calificarse simplemente igual de
lícita con aquella que la rechaza, es decir, la occidental? O
¿pueden estas dos tradiciones occidental y oriental considerarse
como dos maneras distintas de acercamiento a un misterio, es decir,
al misterio de la zéosis
kinonía- unión y comunión con Dios y el hombre, que se encuentra
en el corazón del mensaje cristiano?
Creemos que la
respuesta aquí es evidente, no puede ser positiva. El misterio de
kinonía
unión y comunión de Dios y el hombre, no es un fenómeno
objetivamente observable que puede ser considerado y descrito de
distintas fases, formas o abarcamientos. Este misterio es personal o
kinonía-comunión
existencial que se realiza o no se realiza. Si es verdad la tesis de
san Gregorio Palamás que existe comunión-kinonía
pragmática, verdadera con Dios y el hombre y que esta comunión
pragmática es posible, puesto que el Dios aparte de la esencia
increada que es inabordable, inaccesible, no participe e invisible,
también tiene energías increadas que son abordables, accesibles,
visibles y participes por el hombre, entonces no puede ser verdad la
opción de los occidentales. Y si es verdad la opción de los
occidentales que a causa de la sencillez divina, tal como ella se da
a entender en la filosofía y la teología escolástica, no existe
discernimiento de esencia y energía a Dios, y que la comunión del
hombre y el Dios se realiza con el refuerzo de las fuerzas naturales
del hombre, entonces no puede ser verdad la enseñanza de san
Gregorio Palamás. De todos modos, la comunión de Dios y el hombre
es un hecho ontológico y comunión-kinonía
existencial, entonces no se agota y concluye en cualquier
perfeccionamiento ético. Y si se realiza y concluye en cualquier
perfeccionamiento ético, entonces no puede ser un hecho ontológico
y una comunión existencial.
Finalmente el
misterio de la kinonía-comunión
de Dios y el hombre no es teórico sino un hecho eclesiástico. No se
realiza y concluye en el espacio de la teología teórica, sino en la
vida de la Iglesia. Esencialmente se identifica con el mismo misterio
de la Iglesia. El acercamiento justo y correcto a la teología de san
Gregorio Palamás que ha empezado de emprender Occidente, es normal
que alegre la Iglesia Ortodoxa. Pero la impresión de que esta
teología se puede aislar de su base eclesiológica y ser utilizada
como complementaria, paralela y añadida a una otra eclesiología, no
se reconcilia ni aviene con su correcta compresión y aplicación.
La diferencia entre
la teología hisijasta y antihisijasta o de tipo oriental u
occidental consiste en la aceptación o no de la comunión pragmática
de Dios y el hombre. Consiste en la aceptación o no de la Iglesia,
como comunidad de kinonía-comunión y unión, es decir, de zéosis
(o glorificación, deificación, por la jaris energía increada).
Utilizando lo subrayado de san Simeón el Nuevo Teólogo, lo que hizo
sobre la teología humanística de su época, podríamos decir que en
la opción y opinión de los anti-hisijastas no tenemos sólo una
simple desviación o herejía, sino plena derogación, falsificación
y degradación de la obra de la divina economía. «Herejía» dice
san Simeón, es «la desviación y falsificación de los textos de
nuestros dogmas sobre nuestra fe ortodoxa», en cambio la opción y
opinión de que no existe una comunión pragmática con Dios «deroga
y anula la economía entera de Dios y nuestro Salvador Jesús Cristo
y niega claramente la renovación de la corrompida y desgastada
imagen del hombre...»19.
Estas dos
aproximaciones, pues, sobre el misterio no son alternativas. Más
exacto aún, aquí no se trata de dos aproximaciones, sino de una
aceptación de la vivencia y experiencia del misterio y de un intento
de aproximación intelectual al misterio que resulta a la frustración
de la aceptación de la experiencia y su vivencia. San Gregorio luchó
hasta la saciedad para la aceptación, viabilidad y experiencia del
misterio de la Iglesia. Así sostuvo la Ortodoxia. Defendió la
auténtica tradición de la Una Iglesia indivisible que había desde
el principio en Oriente y Occidente. Por eso su presencia en la
historia y el presente de la teología cristiana tiene un lugar muy
importante e interesante.
La descomposición
de la teología de la experiencia y la autonomización de la vida
cristiana de la Iglesia que hemos tenido en los nuevos tiempos han
paramorfoseado, transfigurado al Cristianismo y han beneficiado la
mundanación (el humano-centrismo o secularización). Y como la
mundanación se ha consagrado primero en Occidente, para luego
divulgarse como importación también en Oriente, la superioridad en
este aspecto de los occidentales es obvia. Por eso era normal que las
en-mundanizadas sociedades de Oriente se mantengan en desventaja con
las mundanizadas sociedades de Occidente y muchas veces por tener
necesidad en que sean enseñadas de ellas (a nivel de lo creado,
tecnología, energías y luces creadas etc., y no de lo increado, luz
increada y energías increadas).
Esto se ha observado
también en el espacio de la teología. La teología académica que
empezó a cultivarse desde el siglo anterior con la creación de la
primera escuela teológica de Thesalónica, empezó a cultivar los
modelos de las escuelas Occidentales, especialmente las alemanas.
Parecida fue también la tendencia de la teología en el más amplio
espacio ortodoxo. Con el principal cuidado la diferenciación típica
de la Ortodoxia de las restantes confesiones occidentales o
simultáneamente con la polémica contra el romanocatólicismo y el
protestantismo, que se hacía en su mayoría con argumentos que
provenían de sus contrarios de cada época; así se ha desarrollado
una teología ortodoxa peculiar con metodología occidental. Pero si
en cualquier ciencia la metodología define hasta cierto punto
también su contenido, en la teología esta elección es totalmente
decisiva. Si desde el principio se rechaza la capacidad de gnosis
empírica o por experiencia de Dios y se reconoce sólo una
aproximación simbólica, tal como sostenían Barlaam y sus aliados,
entonces toda la teología se coloca en una base totalmente distinta.
La exclusión de la metodología
empírica altera la naturaleza de la teología.
Cuando la teología
no está unida y conectada con experiencia de la Iglesia y se cultiva
como ciencia intelectual con sus particulares objetivos gnósticos,
que a menudo son independientes entre sí o inconexos, no sólo se
recorta y se desvía de su fuente, sino que peligra en perder su
seriedad desde la clara opción metodológica. Y esto ocurre porque
no es posible entenderse, conceptuar y presentar correctamente el
objeto de una investigación, cuando esto se separa y se aleja de su
marco natural.
La teología
académica estuvo en la mayoría de los casos indiferente o a veces
burlona frente a la teología empírica. Cierto que no dudó
directamente el dogma ortodoxo, pero ni se interesó particularmente
sobre sus presuposiciones y los términos de su mantenimiento. Los
Escritos y las colecciones de los Padres de la Iglesia se afrontaron
en su mayoría como textos histórico-filológicos. La dogmática, la
ética y generalmente la llamada teología sistemática se formó
según los modelos occidentales. Los dogmas se afrontaron como
conceptos que se conciben con el pensamiento del hombre y no tienen
una relación particular con su vida. Correspondientemente la ética
se ha presentado con conceptos que no tienen ninguna relación con el
dogma cristiano, es decir, con la esencia de la fe.
En este camino se
encontró también la Escuela Teológica de la Universidad de
Thesalónica, que fue creada el 1942. Sin embargo, el interés sobre
los estudios y la amplia propagación de los textos patrísticos,
particularmente la ocupación y estudio sobre los textos de san
Gregorio Palamás, formaron un clima nuevo y contribuyeron en el
despertar de la autoconciencia ortodoxa. Esto se hizo muy sensible
también con la renovación teológica de la década de los sesenta.
Esta renovación
teológica conecta con el giro hacia la tradición patrística. Pero
esencialmente se delimitó en la utilización repetida de la
tradición y en la proyección selectiva de las enseñanzas básicas
de la Ortodoxia, -como discernimiento de esencia y energía en Dios,
participación de la divina energía increada, contemplación o
expectación de la increada luz, la zéosis- ya en contraposición
con occidente. En este clima se ha formado también la llamada
“neoortodoxia”, que emprende combinar la enseñanza dogmática y
la ascética de la Ortodoxia con la contemporánea mundanación o
secularización.
Pero los fenómenos
importantes durante este período fueron la recuperación del
monaquismo de la Santa Montaña de Athos con pionero el Yérontas
José el Hisijasta y la imperiosa presencia de grandes Padres
espirituales en la Iglesia Ortodoxa, como los Yérontas o Starets
espirituales Porfirios, Paísios, Efrem, Jacobo, Justino, Sofronio…
que encarnan la auténtica teología. Estos Yérontas han ejercitado
una gran influencia a la tripulación de la Iglesia, en cambio
algunos de ellos, los que más estudios tenían, influyeron y siguen
influyendo con sus escritos teológicos también a la teología
académica.
En todo caso dentro
del clima de mundanación o secularización que se desarrolló en la
segunda mitad del siglo pasado, era natural que se debilitaran las
diferencias dogmáticas de los Cristianos de Oriente y de Occidente.
Sobre todo en relación con esta persecución del nuevo ideal de
sociedad mundanizada, secularizada y humanocéntrica que fue
proyectado después de la segunda guerra mundial y tomó dimensiones
universales, el ideal de desarrollo económico, casi todo el mundo
ortodoxo se encontró en la cola. El espíritu de bienestar material
y el indomable hedonismo, que fueron cultivados en los países
desarrollados económicamente, fueron transmitidos a nivel
internacional. Con estos datos no es difícil entender la amplia
propagación del sincretismo y el minimalismo dogmático también
entre los teólogos ortodoxos.
¿Qué interés y
significado puede tener el discernimiento de esencia y energía sobre
Dios, o la enseñanza de la zéosis del hombre por la Jaris (gracia
energía increada), cuando el único interés de todos es el ingreso
monetario por cabeza? ¿Qué sitio puede tener la conducta ascética
de la Iglesia, dentro en la apoteosis del bien estar material y la
voluptuosidad o el hedonismo corporal? El clima de nuestra época que
cultiva el pazos de la autodeificación o endiosamiento no se
reconcilia con el anhelo de la zéosis. A continuación este clima de
hoy oscurece el nus (el espíritu del corazón de la psique),
mortifica (espiritualmente) su espíritu y le conduce a la plenitud
de la mentira, la falsedad y el autoengaño.
Exactamente esta
impugnación a la falsa autodeificación o endiosamiento, hace actual
y oportuna en nuestros días la verdad de la zéosis que propone la
Iglesia Ortodoxa y defiende san Gregorio Palamás. La zéosis no
constituye una teoría nublosa o un concepto metafísico, sino un
atributo, cualidad y particularidad de la Iglesia. La Iglesia es
comunidad de kinonía-comunión
y unión, es decir, de zéosis. Cuando deja de funcionar como
comunidad de zéosis, deja de existir también como Iglesia. El
hombre no se sana ni se salva cuando mejora éticamente, sino cuando
supera y se libera ontológicamente de la corrupción y la muerte que
torturan su naturaleza. La verdadera participación en la
incorruptibilidad y la inmortalidad no se realiza con consejos éticos
o teorías dogmáticas, sino con participación personal en la divina
vida increada. Por eso también este discernimiento de esencia y
energía (increadas) de Dios que hace posible esta participación es
de importancia capital. Sin este discernimiento nos conducimos a la
creada metafísica filosófica y resultamos en la mundanación,
secularización (no hay unión y comunión de lo increado con lo
creado mediante la increada energía de Dios Trina).
La enseñanza de san
Gregorio Palamás defiende y salvaguarda la capacidad del hombre para
la zéosis, frente al acecho del peligro de la autodeificación. Este
peligro dentro en la historia se ha fortalecido por la teología
humanocéntrica y escolástica y hoy es una amenaza seria en conducir
a una tragedia universal. La teología de san Gregorio Palamás
mantiene abiertos los horizontes de la zéosis y es la única que
anula esta tragedia y nos libera de ella. La humildad y la
inmensurable agapi-amor que presupone la zéosis, son los antídotos
auténticos para la arrogancia y el egocentrismo de la
autodeificación que caracteriza nuestra época. Y el camino de la
zéosis es aquel que puede cambiar la confusión y la multi-división
del mundo en unificación y perdón de la persona humana según su
prototipo o modelo el Θεάνθρωπος (Zeánzropos, Dios y
hombre) Cristo.
G. Mantzaridis,
profesor de la Universidad de Thesalónica.
Traducido por: χΧ
jJ www.logosortodoxo.com
(en español)
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