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Τρίτη 28 Ιουλίου 2015

APOCALIPSIS INTERPRETACIÓN ORTODOXA DETALLADA,Unidad 4ª

APOCALIPSIS INTERPRETACIÓN ORTODOXA DETALLADA

Yérontas Atanasio Mitilineos, el nuevo Crisóstomo, el Profeta del siglo XX

Unidad 4ª

Preámbulo segunda parte

Los axiomas de Cristo y de los fieles. La identidad del Cristiano que anhela al Juez.
Jaris (Gracia, energía increada) y paz a vosotros… de Jesús Cristo el testigo y mártir, el fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, 1, 5 Y de Jesús Cristo que es el testigo y mártir absoluto y ha resucitado el primero de los muertos y se hizo el inicio de la resurrección de todos los fieles para la nueva vida. Él es el eterno Soberano y Señor de todos los reyes de la tierra. El que nos amó, y nos lavó y nos sanó de nuestros pecados con su sangre por su sacrificio cruciforme,
1, 6 y nos ha dado a conocer su propia realeza (increada) espiritual y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. 1,6 y nos ha dado a conocer su propia realeza (increada) espiritual), y nos hizo reyes y sacerdotes para ofrecer cultos y sacrificios hacia el Dios y Padre suyo; en Él que es Θεάνθρωπος Σωτήρας (zeánzropo y sotiras) Dios y hombre y Salvador (redentor y sanador) pertenece la doxa (gloria, luz increada) y el poder inquebrantable por los siglos de los siglos, amín.

Así termina el preámbulo del libro del Apocalipsis.
El Logos de Dios, amigos míos, el Jesús Cristo, sólo por amor fue “testigo y mártir el fiel” y “el primogénito de los muertos”. Es decir, el Logos de Dios por eso se hizo hombre y entregó Su sangre encima de la cruz y nos ha sanado, limpiado, purgado de nuestros pecados, porque nos amaba. Lo subrayo: ¡Porque nos amaba! No hay otro motivo fuera de la agapi (amor, energía increada) de Dios. Y el Dios para expresar esta agapi Suya, ha entregado en la Cruz a Su Hijo humanizado.
Pero, amigos míos, no nos ha sanado y purgado sólo de nuestros pecados, algo que constituye el aspecto negativo de la agapi de Dios, sino que el Dios avanzó también positivamente a esta ofrenda Suya; y esta ofrenda positiva es que a nosotros que hemos creído en Él y hemos recibido Su sangre para que nos sanemos y purguemos, nos constituye en “sacerdocio real”.
Queridos míos, se trata de un pasaje excepcionalmente interesante, muy teológico y os rogaría que prestemos mucha atención en esta tesis, es decir, que el Cristo a nosotros en Su Padre, nos convierte y nos hace en un “sacerdocio real” o un reinado de sacerdotes.
En principio en este pasaje vemos con mucha certeza y claridad la esencia y la obra del Cristianismo. Aquí vemos que el Cristianismo no es una religión -y que los Cristianos serán “reyes” y “sacerdotes”- que constituye la obra del Cristianismo. Si nos preguntan, ¿cuál es la esencia del Cristianismo? Responderemos: ¡Es Realeza increada! Y si nos preguntan, ¿cuál es la obra del Cristianismo? Diremos: ¡Convertir sus ciudadanos, es decir, sus fieles, en reyes y sacerdotes! (Realeza increada es un estado interior paradisíaco teniendo o participando de la Jaris energía increada y de la Doxa luz increada; Jaris y Doxa son sinónimas de un sentido parecido).
Me diréis que estas cosas son muy grandes. ¡De hecho, amigos míos, son cosas majestuosas, enormes! ¡Tan grandes como el cielo y la tierra!
Decidme pues: si alguna vez hayamos aprendido que ser Cristiano, significa que soy ciudadano partícipe de la Realeza increada de Dios o soy sacerdote y rey, como veréis a continuación del análisis, ¿entonces cómo podré estar diciendo que el Cristianismo es una religión como las llamadas religiones naturales? Y os he explicado que la religión física o natural se llama aquella que es por invención humana. Sí; ¡pero el Cristianismo no es una religión, es apocálipsis-revelación, es Realeza increada!
Por consiguiente, yo el Cristiano no soy aquel que simplemente me acomodaré en mi vida. Pues, prestemos mucha atención y cuidado a esto. Cristiano no es aquel que paga sus impuestos, no molesta la policía, ni los tribunales, es decir ciudadano bueno y útil. Desgraciadamente así nos hemos acostumbrado, creer que el Cristiano es un ciudadano bueno y útil. Esto por supuesto es una consecuencia o repercusión, es decir, que el Cristiano sea un ciudadano bueno y útil es otra cosa. ¿Pero para esto vino el Cristo al mundo, para hacernos hombres buenos y bondadosos, como decía Platón?... ¡Amigos míos, si el Cristo vino al mundo para esto, entonces os aseguro que sería innecesario y sobrante! Esto lo dicen también los Padres. ¡Sería sobrante que viniera el Cristo; ciudadanos buenos y útiles nos haría también Platón!
Pero amigos míos, el Cristianismo no es hacernos simplemente ciudadanos buenos y útiles, sino convertirnos y hacernos “reyes” y “sacerdotes” de Dios. Nunca lo imaginaron esto los que están fuera del Cristianismo, ni los mayores filósofos. Los Cristianos pues, son dignatarios, porque el Dios funda el reinado con la Realeza increada encima en la tierra para la gracia, favor y la energía increada de ellos
Aquí haré una aclaración. Algunos quizás habréis entendido que posiblemente os voy anunciar la programación de algún partido político cristiano, que ahora a la espera de las elecciones generales deberéis saber qué votar, etcétera… ¡Nada de nada, no esperéis estas cosas nuca! ¡Cuando hablamos sobre la Realeza increada y el reinado de Dios sobre la tierra para nada damos a entender la manera y modo que lo perciben y entienden los partidos políticos, es decir, instalar al Cristianismo encima de la tierra, se distancia mucho de esto! Muchas veces os lo he analizado esto y no es el momento para volver hablar de esto, sólo epigramáticamente os digo esto: Lo que se distancia oriente de occidente, tanto se distancia la teología de la Realeza increada de Dios de los partidos políticos que se forman, emprenden y aspiran supuestamente instalar la realeza y reinado de Dios encima en la tierra.
Por supuesto que conozco que quizás algunos hermanos no están de acuerdo con esto que digo. Pero no os digo esto para que estemos de acuerdo o no, sino lo que es la verdad. La verdad os digo. Además, en esta mesa estoy sentado para deciros la verdad. Porque si tuviera que deciros cosas que no son verdad sería inútil bajar cada día aquí en la ciudad (Larisa) para deciros otras cosas. No; sólo digo la verdad, tal y como los siglos la ha vivido, interpretando el logos de Dios.
Entonces, oramos en el Padre: “Venga tu realeza” (Mt 6,10) (es decir, tu energía increada) y los Cristianos correinan junto con el Cristo, se convierten en “sacerdotes” que ofrecen su culto a Dios Trinitario.
Pero preguntaremos, ¿de dónde vienen estos axiomas, y los recibimos nosotros los Cristianos? Y como se trata de axiomas os ruego presten atención especial.
En principio la fuente de los axiomas es el mismo Señor Jesús Cristo.
El Señor viniendo al mundo como hombre, fue crismado de Su Padre con un axioma triple. Atención: ¡fue crismado como hombre! El Dios Logos no se crisma nunca por el Padre, porque es Su equivalente, igual. Aquí hablamos sobre la naturaleza humana, es decir, sobre Jesús Cristo; y cuando decimos Jesús Cristo siempre entendemos la naturaleza humana. Jesús Cristo, pues, el Hijo y Logos de Dios hecho hombre, fue crismado por el Padre con un triple axioma; Profeta, Sacerdote y Rey.
Este axioma triple de nuestro Señor está testimoniado tanto en el Antiguo Testamento, como principalmente en el Nuevo. Sólo recurriré a un pasaje, este que estamos analizando ahora, para que percibamos y entendamos que realmente este triple axioma de Jesús Cristo está testimoniado.
La vez anterior, (unidad 3) habíamos analizado la triple definición adjetival« el testigo y mártir el fiel, el primogénito de los muertos y el rey de los reyes de la tierra ὁ μάρ τυς ὁ πι στός, ὁ πρω τό το κος τῶν νε κρῶν καὶ ὁ ἄρ χων τῶν βα σι λέ ων τῆς γῆς», que antes os he leído. Con la primera definición, «el testigo y mártir el fiel ὁ μάρ τυς ὁ πι στός», se atribuye el axioma profético de Cristo, porque vino a dar testimonio y martirio sobre la verdad y decir cuál es ella, es decir, vino hablar sobre la verdad.
Profeta no es sólo aquel que habla sobre el futuro. Es muy estrecha, corta la idea de que profeta es aquel que habla del futuro. En el sentido amplio del término profeta es aquel que habla de Dios; éste es el profeta. La palabra profeta se encuentra en la filología helénica pre-cristiana; también en Homero existe la palabra profeta. La profecía no es siempre aquel que predice el futuro, sino generalmente el que habla. Naturalmente, muchas veces, puede decir algo también sobre el futuro. La palabra προ φή της profitis profeta es del verbo πρό φη μι prófimi, que quiere decir predigo. La profecía no siempre es algo que predigo de antes, sino simplemente decir. La mayor parte de la obra de los Profetas no se refiere al futuro, sino al presente. Os lo había dicho en la introducción que hicimos este año.
Por tanto, el Cristo es «el testigo y mártir el fiel ὁ μάρ τυς ὁ πι στός» -Su axioma profético- que vino a dar testimonio y martirio para la verdad; de hecho es el Διδάσκα λος didáskalos Maestro de cosas celestes.
Con la segunda definición, «el primogénito de los muertos ὁ πρω τό το κος τῶν νε κρῶν», se atribuye el axioma sacerdotal de nuestro Señor, en el cual el mismo Señor el Sacrificador (oficiante) y el Sacrificio o la Víctima, es el Ofertante y el Ofrecido, tal y como decimos muy característicamente en la Divina Liturgia, el que ofrece y se ofrece. ¡Por supuesto que es incomprensible cómo es Sacrificador (oficiante) y Sacrificio o la Víctima! Pero esto es comprensible sólo en la naturaleza divino-humana de Cristo.
Y con la tercera definición, «el rey de los reyes de la tierra ὁ ἄρ χων τῶν βα σι λέ ων τῆς γῆς», se atribuye Su axioma real o soberano, de que es el Rey o Soberano de los reyes o soberanos.
Estos tres axiomas de Cristo, amigos míos, el profético, el sacerdotal y el real, nos aseguran nuestra sanación, redención y salvación. Con el primer axioma, el profético se apocalipta-revela el verdadero Dios. Con el segundo, el sacerdotal, es la humanidad acreditada y aportada a Dios. Cuando por ejemplo, tomamos el santo Cáliz y el santo Discario o Patena, exponemos y referimos a nuestros regalos hacia Dios, santiguándolos en forma de cruz. El verbo nos “exponemos” significa que me elevo y los dirijo, oferto hacia el Dios. «De los tuyos para Ti te ofrecemosΤὰ σὰ ἐκ τῶν σῶν σοὶ προσ φέ ρο μεν». Pero aquí hacemos una referencia a toda la humanidad. Esta anáfora-referencia la hizo el Cristo encima de la cruz; la hizo sacerdotalmente, es decir, como sacerdote hizo e ofició. El Cristo encima de la cruz ofició la naturaleza humana al Padre; o más exacto aún: al Padre, al Logos y al Espíritu Santo. Y con el tercer axioma, el real, la creación se convierte en verdadero reinado y Realeza increada de Dios, dominación verdadera de Dios.
Pero también con el Bautismo y el Crisma que uno recibe, se incorpora al Cuerpo de Cristo, a la Iglesia. De esta manera cada fiel obtiene en un grado también los tres axiomas de Cristo. El Cristo Profeta, Sacerdote y Rey, y también el fiel en un grado se convierte en profeta, sacerdote o cura y rey.
Así pues, esto significa que el hombre toma estos axiomas de Cristo, el Cual los ha tomado del Padre, cuando fue crismado con este triple axioma. Pero precisamente, puesto que nosotros tomamos de Cristo estos tres axiomas, podemos ver y entender esto que dice el evangelista Juan en el Apocalipsis inmediatamente después: «nos ha dado a conocer su propia realeza (increada) espiritual y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios». ¿Pero cuándo nos hizo reyes y sacerdotes de Dios? Desde el momento que el Cristo se hizo y se mantuvo “testigo y mártir, el fiel”, se hizo y se mantuvo “el primogénito de los muertos” y se hizo y se mantuvo “el rey de los reyes”.
Esta tesis ya existe en el Antiguo Testamento. El mismo Dios dice a través de Moisés lo siguiente: “Y vosotros me seréis un reinado de sacerdotes, y gente o nación santa” (Ex 19,6) ¡Qué bello! ¡Podéis captar, amigos míos, qué significa «reinado de sacerdotes, y gente o nación santa βα σί λει ον ἱ ε ρά τευ μα καὶ ἔ θνος ἅ γι ον»!...
Y por el profeta Isaías el Dios dice: “Y vosotros seréis llamados sacerdotes del Señor, ministros o servidores de nuestro Dios se os denominará; Comeréis las riquezas de los pueblos y os adornaréis con su magnificencia” ( Is 61,6). Pero la segunda frase “comeréis las riquezas de los pueblos y os adornaréis con su magnificencia” no significa que obtendréis riquezas y con estas riquezas seréis los amos del mundo y acumularéis todas las riquezas, como lo mal interpretan los judíos, sino que os convertiréis en reyes. -¡ay benditos hombres… oh, desgraciados… cuánto y cómo han tergiversado el logos de Dios!- El significado correcto de “rey” y “sacerdote” se nos dará sólo por Jesús Cristo. Si no tenemos la presencia de Cristo, entonces, estudiando el Antiguo Testamento sin la luz increada del Nuevo, por supuesto que entonces fácilmente podemos interpretar la Santa Escritura de manera chovinista, nacionalista y racista, y decir: ¡Para nosotros que somos judíos, la Escritura dice que nos convertiremos en dueños, amos del mundo y ricos!... ¡Cosas terribles, paranoia horrible y mala interpretación del logos de Dios!
Sobre esta base, amigos míos, se mueven los judíos. ¡Son deplorables y lamentables! ¡Realmente lamentables!... Alguna vez se harán los amos del mundo pero no lo disfrutarán. Escuchad bien: ¡se harán los amos del mundo, seguro! Ellos traerán al anticristo. Pero apenas lo consigan se consumirán, se desgatarán, por consiguiente no disfrutarán ni se alegrarán de nada. Realmente en vano y en vacío se esfuerzan. Es aquello que dice el 2º Salmo: El que habita en el cielo se reirá, el Señor se burlará de ellos” (Sal 2,4). Es como una expresión humana pasional, es como si el Dios les dijera: “¡Pobres y desgraciados hombres… Tanto esfuerzo, tantos siglos…! Tantos siglos lucháis para ser los amos del mundo. ¿Qué habéis ganado? Ha llegado el final y qué habéis ganado…”. No tomemos, pues, la profecía de Isaías con este concepto. Pero vamos a avanzar.
En el Nuevo Testamento, amigos míos, el apóstol Pedro toma las cosas del Antiguo Testamento y las renueva con el Nuevo de la siguiente manera: “Vosotros –los Cristianos, ya no la Sinagoga- sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz increada e admirable” (1Ped 2,9). Así que “el pueblo santo” y “el sacerdocio real” no es ya para los judíos sino para los cristianos! Esto es. Esta es la luz del Nuevo Testamento. ¡La cosa toma nueva dimensión!
¿Veis en alguna parte que haya el elemento material? ¡En ninguna parte! Por eso diríamos exactamente que los que querían hacer partidos políticos cristianos regresan atrás al Antiguo Testamento; tanto si lo entienden como si no, consciente o inconscientemente, caen al mismo error que han caído los judíos. ¡Exactamente al mismo error!
Por consiguiente cada fiel que está bautizado y crismado con la santa Mira, es profeta, sacerdote y rey.
¿Pero qué significa que yo, el Cristiano, que me he bautizado y crismado soy “profeta, sacerdote y rey”? ¿Qué significa esto?
Primero, sobre el axioma del “profeta”.
Significa que tengo inspiración del Espíritu Santo y múltiples carismas. Por eso el evangelista Juan en su 1ª Epístola universal asegura a los nuevo-iluminados y dice: “Vosotros tenéis el crisma o crismación del Espíritu Santo y lo conocéis todo” (1Jn 2,20). ¿Qué conoce uno exactamente? Aquellas cosas que son para su sotiría (redención, sanación y salvación). Conoce el engaño del mundo, conoce los métodos del Diablo, conoce las trampas de sí mismo, y se le está abriendo el camino para ver su interés y sobre todo su interés y beneficio espiritual.
El Espíritu Santo, pues, que Lo recibimos con el Crisma y así tenemos el axioma del “profeta”, es nuestro Maestro interior que nos abre la mente para que entendamos la salvíficas verdades y nos ayuda a liberarnos de los engaños del mundo y entender sus malas astucias y trampas.
Cuánto importante es esto, amigos míos, -¡no sé lo fuerte que tengo que gritarlo para que lo escuchéis!- lo entendemos cuando vemos cómo actúan algunos hombres que están fuera del Cristianismo o son Cristianos que han apagado el Espíritu Santo (1Tes 5,19) y han anulado el Crisma que han recibido; y lo han anulado porque viven, se mueven y piensan secularmente, mundanamente. Y uno ve las cosas absurdas, tontas, peligrosas y destructivas que imprudentemente transcurren, y dice: “¿No tienen cabeza estos hombres?... ¿No ven?... ¿No entienden?...
Hoy me he fijado en un pasaje del Salmo 118, y es la tercera vez que lo digo hoy, y dice allí: “He visto los hombres permanecer imprudentes e insensatos y comencé a fundirme en mi interior” (Sal 118,158). ¡Realmente se funde uno cuando ve que domina la nimiedad y la insensatez en su alrededor!
Si vierais, por ejemplo, uno subir y acomodarse en la rama de un árbol sentado cómodo y seguro, y con una sierra cortando la rama, ¿qué diríais?... ¡Tomamos pues, esta cosa un poco agrandada: como país heleno, estamos cortando la rama que estamos sentados o no! ¡Pues amigos míos, la estamos cortando! ¡Echad una ojeada a la Παι δεί α (pedía) enseñanza, educación veréis la profunda crisis que pasa! ¡Echad una ojeada a las costumbres y los valores que se introducen diariamente en nuestra vida social y particular, cómo empieza a pensar y vivir el Nuevo-heleno. Todos estos elementos que han vivido los pueblos cuando entraron al espacio de la decadencia. ¡Todo esto son señales y signos de decadencia!
Ya se han recalcado estas cosas por los filósofos, es decir, hombres que podían observar un poco a Europa, ya desde el siglo pasado veían una Europa estando en muerte lenta, moribunda. ¡Y nosotros tomamos todas estas cosas y las copiamos como último progreso y prosperidad!... ¿Aquí exactamente uno ve que nosotros vamos hacia la muerte, hacia el precipicio!... ¡Y los hombres no lo ven esto… no lo ven!... y te sobrecoge un sentimiento raro y curioso! ¡Realmente te fundes en tu interior cuando ves actuar con la forma que actúan los hombres y como sociedad yendo hacia el precipicio!
De aquí entendemos qué quiere decir “tengo el crisma del Espíritu Santo, soy profeta”, siempre en el sentido amplio de la palabra. En otras palabras, ¡tengo como Maestro el Espíritu de Dios, y puedo ver y juzgar correctamente, teniendo por lo menos este nus común, diríamos, que me regala el Espíritu de Dios! ¡Pero nosotros no tenemos ni siquiera el nus común!... Y la mayoría de veces hablamos con una sobrante sabiduría, mientras que se trata de tontería y nimiedad; un atontamiento profundo, según Pablo: “el Señor atonta aquel que quiere perderse”. ¡Se ve que el Dios ha decidido permitir nuestra destrucción. Realmente nos hemos convertido en tontos, y esto porque hemos abandonado a Dios!
Lo he dicho simplemente como un ejemplo para que entendáis qué quiere decir tengo el axioma del “profeta”, es decir, tengo como Didáscalos-Maestro el Espíritu Santo que me ilumina cómo debo avanzar.
Segundo, sobre el axioma de “sacerdote” o sacerdocio real.
Aquí se debe hacer una aclaración. Este sacerdocio, santidad general que hay en los fieles, según lo: “y nos ha dado a conocer su propia realeza (increada) espiritual y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios”, donde cada bautizado es también un “sacerdote”, este sacerdocio general no sustituye el Sacerdocio litúrgico o funcional, por lo tanto no se aparta el Misterio del Sacerdocio, como desgraciadamente hacen los protestantes. Ellos aceptan un sacerdocio general sin tener el especial, por eso también han anulado el Misterio o Ministerio del Sacerdocio.
Debo deciros que el Misterio del Sacerdocio es misterio de la Iglesia y como tal es misterio de la sotiría (sanación, redención y salvación); por eso el Misterio del Sacerdocio se celebra durante la Divina Liturgia. La Divina Liturgia proviene del Sacerdocio, está contenido por el Sacerdocio y a la vez consiste el Sacerdocio. Por favor, atención a este punto. Es decir, el sacerdote celebra la Divina Liturgia con la potencia del Sacerdocio y a la vez dentro en la Liturgia se obtiene el Sacerdocio o Santidad. Por eso el Misterio del Sacerdocio se discierne pero a la vez se identifica con el misterio de la Iglesia. Se discierne y se identifica. ¿Es muy importante esto!
Exactamente esto han anulado los protestantes. Por eso en realidad no tienen Iglesia, porque han anulado el sacerdocio. Los protestantes no son Iglesia, son comunidades cristianas. Lo repito: no son Iglesia. Y si hablan de Iglesia protestante mienten o hablan fraudulentamente. Y no son Iglesia, lo repito una vez más- porque no tienen el Misterio del Sacerdocio con el significado especial de la palabra.
Como habéis visto lo he recalcado bastante. Espero que haya explicado claramente el sacerdocio general y el sacerdocio especial.
¡Pero tanto el sacerdocio general como el especial, comienzan de Cristo y acaban en Cristo; pero cada uno tiene su propio camino. Por ninguna razón uno sustituye al otro!
El fiel como “sacerdote” con el sentido general del sacerdocio, contribuye al sacrificio del santo Altar. En principio contribuye con sus ofrendas materiales.
Cuando el fiel trae en el templo su prósforo o pan de ofrenda y su vino, estos los dona al sacerdote, así con esta ofrenda contribuye a la ofrenda del sacerdote en sentido especial, que se hará a Dios. Cuando el sacerdote tome el santo Discario que dentro está el cordero, es decir, el pan, -aún es pan, no es Cuerpo de Cristo- y dirá “de lo tuyo para ti te ofrecemos”, esto amigos míos se lo han traído los fieles.
Es decir, tenemos una cadena de ofrendas: el fiel ofrece el pan; lo amasa, lo ha asado y lo trae en la Iglesia. A continuación lo toma el sacerdote y hace la anáfora definitiva. La primera anáfora, pues, la hace el fiel en el sentido general, en cambio la definitiva, la hace el sacerdote con el sentido especial. Así pues, vemos que el fiel con el sentido general de sacerdote, él ofrece también sus regalos materiales.
El fiel contribuye al sacrificio del santo Altar todavía más con su colaboración espiritual con el sacerdote. Es decir, lo que ofrece el fiel lo ofrece especialmente por y junto con el sacerdote. Atención, por el sacerdote, es decir, con las manos del sacerdote y junto con él. Para que me entendáis mejor, esto que decimos ahora os lo mostraré de hecho o en praxis.
¿Puede el sacerdote celebrar solo? Es decir, ¿puede tomar el pan de ofrenda, abrir el templo, entrar y decir, “Bendita sea la realeza de Dios” y empezar la Divina Liturgia? No puede. No por razones técnicas, -es decir, quién va a psalmodiar, y quién de fuera va a decir el “Amén” y “Kirie eleison”- sino por razones eclesiológicas. Está prohibido que el sacerdote celebre solo la Divina Liturgia sin que haya por lo menos un fiel. ¡Se prohíbe! Lo vuelvo a decir, no por razones técnicas, sino por eclesiológicas. Sin embargo cuáles son estas razones eclesiológicas? Todo esto que os estoy diciendo tanto rato.
Es decir, yo el sacerdote, por un momento decir que no puedo celebrar sólo la Divina Liturgia. No; debes estar también tú, el laico, porque mi Sacerdocio y el tuyo deben juntos celebrar la ofrenda a Dios. En otras palabras, el elemento laico que tiene el sacerdocio general debe estar presente. Por eso el laós-pueblo comulga también del Cuerpo y Sangre de Cristo, igual que el sacerdote.
¿Sabéis por qué lo digo esto? ¡En la iglesia Romanocatólica los fieles no comulgan con Sangre de Cristo sino sólo con Cuerpo! (Por favor informaos y formaos para que sepamos dónde nos encontramos. Antes os hablé de los protestantes y ahora os hablo sobre los romanocatólicos). ¿Qué significa esto? Significa que dan privilegios al clero que el laós-pueblo no los recibe. Por eso el sacerdote romanopapista puede celebrar solo, cada día, en su habitación, pocos minutos, unos diez –además diez minutos hasta una hora es la Liturgia de los romanocatólicos papistas, ¡en diez minutos celebrar la Liturgia, comulgar solo e ir a su trabajo!
Estas cosas nuestra Ortodoxia no las conoce. Al contrario, los romanocatólicos han avanzado erróneamente e ignoraron el pueblo-laós. ¡Pero la presencia del laós, del elemento laico es de importancia fundamental! Y nuestra Iglesia lo expresa esto de la siguiente manera: eh sacerdote, no puedes celebrar la liturgia si no hay otro en el interior, por lo menos que esté presente otro. ¿Veis cuán importantes son estas cosas!... Pero avanzo.
Debo deciros aún que la lengua de la Iglesia se ha compuesto en primera persona plural. ¿Qué significa esto? ¿Quizás signifique que el tipo o forma de la Liturgia pretende tener más que un liturgo o ministro, al estar compuesta en primera persona plural? No. Significa que está presente el laós-pueblo; significa que todo el mundo clero y pueblo, la Iglesia entera ofrece su anáfora a Dios.
El apóstol Pedro llama a los fieles “rocas o piedras vivas”, quienes se edifican, como dice en su primera epístola, de manera que sean la “casa espiritual” (1Ped 2,5). Y el apóstol Pablo llama a los fieles “¡templos del Espíritu Santo!...” (1Cor 2,5). Guardad esto: “¡Soy templo del Espíritu Santo!...”. ¿Qué quiere decir soy templo del Espíritu Santo? Quiere decir que en este “templo vivo de Dios” cada fiel es para sí mismo el “templo”, su guardián y su sacerdote! ¡Cada fiel es “templo del Dios vivo”! Muchas veces nos lo ha dicho esto el apóstol Pablo (1 Cor 3,16·.17 · 6,19 · 6,16, etc.). ¡Cuando habla sobre templo, da a entender también al sacerdote; yo soy templo, yo soy sacerdote y yo también soy guardián del templo de Dios, es decir, de mi mismo! ¿Entendéis qué significa esto?
En el Antiguo Testamento, amigos míos, el sacrificio que se ofrecía tenía su sentido; substituía al culpable. El hombre tomaba una oveja, iba y la ofrendaba en sacrificio, en vez de sacrificarse el mismo. Es decir, se derramaba la sangre del animal. Y de esta manera se hacía la ofrenda del culpable, el sacrificio; se sacrificaba la oveja que no tenía ninguna culpa, en vez de sacrificarse el hombre. Así se debería hacer; se derramaba la sangre de un animal, porque de otra manera los hombres deberían suicidarse., algo que naturalmente el Dios no lo quería. Pero aquí ahora tenemos un sacrificio mucho más allá del que había al Antiguo Testamento. Entonces tomaban una oveja y la sacrificaban y estaban conformes ante el Dios. Pero ahora no. ¡El sacrificio del culto que sacrificamos ahora a Dios es nuestro propio yo!
Escuchad cómo lo dice esto el apóstol Pablo en la epístola a los Romanos: “Hermanos, os ruego, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y consagrado, agradable a Dios; éste es el culto lógico que debéis ofrecer” (Rom 12,1).
Sobre todo el verbo ofrendar tiene dimensión litúrgica. Es exactamente como el prósforo o pan de ofrenda que traerán los hombres para presentarlo aquí a Dios, yendo allá a la Entrada Norte. Antiguamente se entregaba en la Bella Entrada, y sobre todo el momento que se iba a leer la lectura Apostólica. Lo que queda de esta ofrenda del pueblo es cuando el sacerdote sale en la Bella Entrada e inciensa; porque las cosas que ofrecen los fieles las inciensa el sacerdote. Esto pues es ofrendar, ofrecer, hago una presentación de mis regalos. Por eso el apóstol Pablo utiliza la palabra ofrenda; es de una dimensión litúrgica y es del Antiguo Testamento (Num 23:3·15)
¿Pero qué vais a ofrecer? Vuestras ofrendas (prósforos, pan de ofrenda) y vuestros vinos; Pero atención; ¡nuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, nuestro culto lógico y espiritual! De modo que me ofrezco a mí mismo, soy sacerdote.
Dice también el apóstol Pablo: “vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesús Cristo” (1Ped 2,5).
Así pues, el sacrificio del fiel que hace de sacerdote, en el sentido general sacerdote, es decir, todos los laicos, es:
Primero, “sacrificio de alabanza” y el “fruto de nuestros labios” que escribe en la epístola a los Hebreos.
Dice allí: “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de Jesús Cristo, sacrificio de alabanza, himnos con nuestra boca, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre” (Heb 13,15). Es decir, cantos, alabanzas y psalmodias a Dios y confesamos Su santo nombre. También vemos que no dice “fruto de nuestro corazón”, sino “fruto de nuestros labios” o sea cantar a Dios con nuestros labios.
Segundo, sacrificio de justicia.
Dice el Salmo 50: “Tú no quieres ofrendas, ni holocaustos, si te los ofreciera, no los aceptarías. El sacrificio que Dios quiere es un espíritu contrito, un corazón contrito y humilde, tú, oh Dios no lo desprecias… Entonces aceptarás los sacrificios justos –holocaustos y ofrendas perfectas- entonces se ofrecerán novillos en tu altar” (50:18,19, 21). Es decir, si realmente quisieras sacrificio, te lo daría, dice el fiel. Pero Tú aunque Te ofreceremos holocaustos que son animales que ponemos al altar para quemar, no te agradarás. Sacrificio gustado a Dios es el espíritu contrito, quebrantado por la verdadera metania. El corazón que se ha quebrantado y humillado por la verdadera metania el Dios nunca lo expulsará. Entonces te agradarás y querrás y aceptarás también el sacrificio de justica y el sacrificio de la anáfora-afrenta y los holocaustos.
¿Qué es pues, este sacrificio de justicia? Todo el pasaje nos dice lo siguiente: es sacrificio de metania, ¿esto es un gran sacrificio hacia el Dios! Es el sacrificio de la metania, porque con nuestro pecado hemos despreciado y agligido a Dios y el Espíritu Santo (Ef 4,30).
Además “justicia” quiere decir virtud; es el sacrificio de la virtud. ¡Al sacrificadero con los carbones, los carbones de mi ofrenda que me están quemando dentro, pondré mis virtudes para que se hagan incienso para subir al cielo!
Dice en nuestro conocido Salmo: “Señor he clamado- que mi oración sea dirigida como incienso ante tu presencia” (150, 2). No Te ofrezco incienso, Te ofrezco mi oración. Señor, si quieres Te ofrezco también incienso junto con mi oración. Pero tal y como en este momento sube el incienso, así que suba también mi oración, así que suban también mis oraciones, es decir, mi santidad.
Así que el sacrificio de justicia es sacrificio de las virtudes, ofrecerlas para que yo sea hombre santo.
Y finalmente el sacrificio de la misericordia.
Dice el apóstol Pablo a los Hebreos: “Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios” (Heb 13,16). Así que esto es sacrificio y sobre todo agradable a Dios.
Por lo tanto, amigos míos, tenemos el sacrificio de “alabanza” y “fruto de los labios”, el sacrificio de justicia, o sea, de la metania y de las virtudes, y el sacrificio de la caridad. Por consiguiente tenemos este amplio sacerdocio general.
Y tercero, sobre el axioma de “rey”.
En el Bautismo recibimos el lazo o arras de nuestra promesa o herencia, el sello del Espíritu Santo (Ef 1,13). Lo escuchamos característicamente allí cuando el sacerdote dice: “Sello regalado por el Espíritu Santo” (Oficio del Bautismo). Pero sello quiere decir algo que se marca encima de nosotros. Esto es la marca; en el Apocalipsis más abajo, mucho más tarde, quizás el año que viene, no lo sé, cuando el Anticristo, “la bestia” estará poniendo su propia marca (Apoc 13, 16-18), veremos que los fieles también tendrán su propia marca (Apoc 7,3 · 9,4). ¿Cuál es esta marca?
No os digo ahora cuál es la marca de la bestia o del Anticristo; os digo sólo la marca del fiel: es la cruz, con la que se marca espiritualmente el hombre y toma el sello del Espíritu Santo. Esto por supuesto con su libre elección, bautizarse y hacerse Cristiano.
Así que cuando recibimos este sello del Espíritu Santo, entonces nos hacemos hombres que recibimos una promesa, unas arras de que nos convertiremos y nos haremos reyes. ¡No sirvientes sino reyes! ¿Queréis verlo?
En el libro del Apocalipsis dice: “Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro presbíteros, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas” (Apoc 4,4). ¿Por qué veinticuatro? Es dos veces el doce, que significa la multitud y son todos los fieles. ¡Para mostrar la madurez de la santidad! “Y vi sentados en los tronos veinticuatro presbíteros, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas” (Apoc 4,4). (¡Cuando venga la hora avanzaremos en las visiones de san Juan el Evangelista, y veréis allí qué grandeza de esto!) ¡Por consiguiente, el fiel no es sirviente o esclavo sino coronado! ¡Está coronado, es rey!
Esto lo dice también el Señor: “Los justos brillarán como el sol en la realeza increada del padre de ellos” (Mt 13,43).
¿Pero qué significa que aquí en la tierra tenemos el axioma real? Me diréis: En el Cielo sí, de acuerdo. ¿Pero aquí en la tierra qué sentido tiene esto? Significa que reinamos sobre nuestros pazos y ser señores de toda la creación entera.
Cuando el Dios dijo a los primeros en ser creados que sean señores de la creación y la dominen (Gen 1,28), no daba a entender conquistar la creación en el sentido que lo decimos y conquistamos hoy. ¡Atención a este punto; porque hoy la conquista de la creación es la apertura de nuestra tumba! Cuando conquisto la energía atómica, abro mi tumba, me enfermo y muero de cáncer, porque la radiactividad mata. Cuando conquisto los secretos de la creación y los exonero, libero para utilizarlos, ellos me matan. ¿Tiene duda? ¡Esto que respiramos, comemos y bebemos, mata! Antes estas cosas no nos mataban; pero ahora que conquistamos los secretos de la naturaleza, estos nos matan. No es esto pues; sería extraño que el Dios dijera que nos hiciésemos conquistadores de la creación, y que esta conquista nuestra al final nos mata. No es esto. Domino, conquisto la creación quiere decir que: Yo soy el puntal, la cúspide de la creación. No existe ninguna creación que está más arriba que yo. Todo esto está más bajo que yo. Soy el superior de la creación.
Mirad y veréis que cualquier asceta nuevo o antiguo, no tiene ninguna propiedad; y a pesar de esto es el dueño o señor de la creación. ¿Por qué es el señor de la creación? ¡Porque hasta las bestias se someten a él, toda la creación entera!
Dice el libro Gerontikón, por ejemplo, que una vez cuando unos visitantes fueron al Abad Moisés el Etíope y allí al desierto no tenía agua para ofrecerlos; quería hervir unas legumbres para ofrecerlas, ¿pero cómo iba hacerlo? Sale fuera de la tienda, pone un recipiente y dice: Señor, mándame un poco de agua. Inmediatamente vino una nube y llenó de agua el recipiente. Lo tomó. Hirvió las legumbres y las dio a los visitantes.
Esto quiere decir que soy rey de la creación. Por supuesto que no de manera autónoma, que libere los secretos de la naturaleza y que ellos me estén matando. ¿Qué quiere decir de manera autónoma? Quiere decir que opero como si no existiera el Dios. Soy pues, señor de la creación, pero debo conocer que por encima de mí está el absoluto Señor, el Dios.
Pero tengo el axioma real aquí en la tierra, significa que soy señor también sobre mis pazos. ¿Quién gobierna mis pazos? ¡El soberano nus! “Y con espíritu hegemónico, soberano apóyame, sostenme” (Sal 50,14). Soberano quiere decir rey. Por lo tanto, con nus como rey, sostenme. Que sea mi nus rey y él gobierne mi existencia. Que no me convierte esclavo de los hombres, ni esclavo de las ideas, ni tampoco esclavo de la materia. Esto pues, quiere decir tener el axioma de rey desde la vida presente.
* * *
Pero el Cristo, amigos míos, Quien nos hace reyes y sacerdotes, viene. “He aquí viene…” ¿Cómo se escucha esta palabra “viene”. Para los fieles es una apertura: ¡“Viene”!
He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le crucificaron y traspasaron con la lanza; y todos los linajes o naciones de la tierra se lamentarán por él. Sí, amén. Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y el que era y el que siempre viene, y vendrá, el Todopoderoso” (Apoc 1, 7-8).
Los reglones 7 y 8 que os he leído ahora, amigos míos, cierran el preámbulo y constituyen también la idea central de la epístola. Lo mismo sucede muchas veces también en las epístolas del apóstol Pablo, que al principio tienen la idea central de la epístola.
¿Cuál es la idea central del libro del Apocalipsis? Es la Segunda Presencia de Cristo. Este es punto céntrico, sobre el cual se giran todas las cosas que nos dirá el libro del Apocalipsis. “¡El Cristo viene, el Cristo viene!…”
Con la introducción del “he aquí” quiere llamarnos la atención en esta idea central. Esto lo acostumbra mucho la Santa Escritura. “He aquí” dicen los santos Evangelistas, es decir !he aquí…pasó esto, sucedió lo otro! Esto, como os he dicho, es la parte principal del libro del Apocalipsis.
He aquí que viene con las nubes del cielo, y todo ojo le verá, y los que le crucificaron y traspasaron con la lanza a Cristo, ellos se estarán golpeando sus cabezas y sus pechos viendo a Quién traspasaron la lanza”; ¡Con esta descripción exactamente tenemos una admirable imagen del Cristo que viene, y a la vez una imagen terrible!
Aquí se encuentran dos profecías cristológicas. Las dos pertenecen al Antiguo Testamento, y aquí están en combinación. Una pertenece al profeta Daniel 7,13 y la otra al profeta Zacarías 12, 10-14. Estas dos profecías son el detonante o causa de la descripción de esta visión y a la vez profecía que el evangelista Juan nos expone y cierra su preámbulo.
Pero el tema es muy grande. Antes de avanzar me gustaría deciros algo. Cuando alguna vez sentamos y percibamos que el “Cristo viene”, pero que llegue, que no sea un sentimiento emocional, que sea una cosa allegada al corazón, ¡entonces nace un anhelo, una esperanza, una nostalgia!... ¡entonces nada nos detiene en la vida presente! No es que deseamos morir e irnos; no; sino simplemente que… ¡“el Cristo viene”! Esta es una esperanza muy profunda, muy honda…
Es una cancioncita bella de las Escuelas Catequéticas que dice que el Cristo viene otra vez en la tierra. Las veces que escucho esta cancioncita de verdad me emociono.
Queridos míos, debemos empezar a sentir esta experiencia en nuestro interior: ¡“El Cristo viene”! Esta era la experiencia de los primeros cristianos. Con esta experiencia vivió la Iglesia, con esta experiencia ha dado Mártires y Santos. ¡Pero también con esta experiencia, amigos míos, volverá a dar Mártires y Santos! ¡Lo deseo con todo mi corazón!
Como hemos dicho, pues, este fragmento contiene dos profecías cristológicas del Antiguo Testamento; una del profeta Daniel y la otra del profeta Zacarías.
Sobre la primera, la profecía de Daniel que vivió el 6º siglo a. C., no vio sólo la primera venida de Cristo sino también la segunda. En concreto el ojo profético penetra a los ésjatos-últimos tiempos de la historia, y al capítulo 7º nos dice las siguientes cosas: “Miraba, contemplaba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él” (Dan 7,13).
Por lo tanto, aquí tenemos la primera Presencia de Cristo, pero la Segunda Presencia la vemos como “hijo del hombre”, es decir, el encarnado o humanizado Hijo de Dios, que llega “hasta el Anciano de días”, es decir, a Dios Padre.
Pero también el mismo Señor cuando conversaba con Caifás, esto lo certificó con juramento, -porque Caifás conjuró al Señor- diciendo: “Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo” (Mt 26, 64). Es decir, vosotros ahora me condenáis, pero a partir de aquí veréis al hijo del hombre –se refiere a sí mismo- sentarse a la derecha de la Potencia, Potencia es la Deidad, el Dios Padre- viniendo con las nubes del cielo. ¡En otras palabras, yo vendré a juzgaros!
Lo que cuando venga como Juez y que estos logos del Señor se refieren a Su cualidad como Juez y no como Redentor, lo vemos también en el libro del Apocalipsis al capítulo 14º, que dice las siguientes: “Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda” (Apoc 14,14).
Esto de que viene como una hoz en Sus manos, nos recuerda exactamente que no viene como Redentor, sino como Juez. Al contrario en Su primera venida no vino como Juez sino como Redentor. Así que la primera Presencia conecta con la redención, en cambio la Segunda Presencia está vinculada con el juicio. Además lo dijo el mismo Señor: “No he venido para juzgar al mundo, sino para redimir, sanar y salvar al mundo” (Jn 12,47). Pero el mismo dijo también: “Cuando venga el hijo del hombre a juzgar el mundo…” (Mt 25,34), etcétera.
Así pues tenemos estas dos cualidades del Señor, como Redentor y como Juez, que conectan con Sus dos Presencias.
También el que el Señor tenga en su mano la hoz, recuerda algo aquel logos que dijo san Juan el Bautista: “Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará” (Mt 3,12 Lc 3,17).
Todavía recuerda también la parábola de las cizañas (Mt 13,26-30), que el mismo Señor dijo: “Dejad crecer juntamente el trigo y la cizaña hasta el final… De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo”; esta palabra “συν τέ λεια sintélia fin de siglo” (13,40) la utiliza el Señor. Entonces se hará el ajuste de cuentas, y el trigo irá al granero y las cizañas al fuego, es decir, los hombres buenos, los fieles, piadosos irán en la Realeza increada de Dios, en cambio los impíos en el infierno eterno.
Todas estas cosas se refieren a la primera profecía de Daniel; porque os dije que el pasaje del Apocalipsis que os he leído es en combinación con las dos profecías.
Y ahora vamos a la profecía del Zacarías, que en el capítulo 12, 10-14, dice las siguientes cosas: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido. Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de David por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Leví por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de Simei por sí, y sus mujeres por sí; todos los otros linajes, cada uno por sí, y sus mujeres por sí” (Zac 12, 10-14).
Es decir, en la casa de David daré abundantemente la gracia y la misericordia (energías increadas); es la primera Presencia de Cristo, “no he venido para juzgar sino para redimir, sanar y salvar.” (Jn 12, 47). Y girarán a mirarme y empezarán a burlarse. Pero se arrepentirán cuando me vean encima de la cruz y empezarán a golpearse las cabezas y los pechos y estarán arrancándose los pelos, igual que se lamenta uno para una persona querida; y sufrirán mucho como cuando muere un hijo primogénito; y se lamentará la tierra. ¿Cuál tierra? Atención: la tierra de Judea. No la tierra entera, sólo la de Judea.
Es decir, vendrá el Mesías, vendrá la jaris (gracia, energía increada). Le verán los hombres –los hombres de Palestina. Se reirán y se burlarán de Él. Pero quién es, se darán cuenta después, con el Pazos-pasión encima de la Cruz y las señales de la Cruz y Su Resurrección. Entonces se darán golpes en sus cabezas.
Pero esto es una micrografía en respecto con lo que va a suceder al final de la historia. Escuchadlo cómo.
Os acordáis del ecatóntarco o centurión que vio el seísmo, vio el oscurecimiento del sol, vio tantas cosas, y escuchó los logos de Jesús, ¡logos sublimes encima de la Cruz! “Padre, perdónales que no saben lo que hacen”, etcétera, y cuando vio cuan bueno y sin maldad que era Jesús, y que no maldecía, ni insultaba, ni nada de nada, a pesar de los horribles dolores de la Cruz, entonces confesó: “¡Realmente este era hijo de Dios!” (Mt 27,14 Mrc 15,39). “Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, allí en la cruz viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho” (Lc 23, 47-48). Es decir, esto era una muestra de metania arrepentimiento, penitencia, a pesar de que el Israel no Le creyó. ¡Qué hemos hecho… a quién hemos crucificado!...
Pero el cómo vino durante Su primera Presencia y cómo aquellos que le vieron y entendieron finalmente quién era el Cristo y empezaron a “golpearse”, todo esto fue una micrografía de Su segunda venida.
Pues amigos míos, el evangelista Juan dice ahora que: Cuando vuelva a venir el Cristo, -seguro que vendrá, entonces vendrá con las nubes del cielo, tal y como lo dice también la profecía de Daniel, y le verán todos los ojos sin excepción alguna, y, también le verán los que le traspasaron con la danza. Aquí el texto tiene una coma para que entendamos el significado. “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le crucificaron y traspasaron; y todos los linajes o tribus de la tierra se lamentarán por él” (Apoc 1,7). Ahora bien, ¿quiénes son todas estas tribus de la tierra? Amigos míos, es toda la humanidad.
En el primer plano de la realización de Zacarías, en la micrografía, tenemos las doce tribus de Israel; pero en el segundo plano tenemos toda la tierra, el mundo entero.
¡Es muy característico que verán aquel que han traspasado con la lanza! Está claro que aquel que le traspasó con la lanza es el Kentiríon; un hombre le traspasó con la lanza, porque naturalmente era uno de sus deberes comprobar la muerte del ejecutado. Pero todas estas cosas se hicieron porque los judíos querían condenarle. ¿Pero ahora qué significa que Le verán todos aquellos que le “traspasaron con la lanza”? Es decir, ¿sólo algunos?... Pero aquí dice todos aquellos de toda la tierra. Pues, son todos aquellos que negaron a Jesús Cristo. ¡Esto indica que aquel que niega a Cristo, traspasa con lanza a Cristo!
Para demostraros que esto no es un juego de palabras, os diré dos ejemplos; uno es del apóstol Pablo y el otro de la Santa Tradición.
El apóstol Pablo escribe a los Filipenses: “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal” (Fil 3,18-19), es decir, que han hecho dios al hedonismo. ¡Son cristianos pero han hecho dios a su hedonismo, los placeres! Estos, como dice a los Hebreos –atención la frase- “crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio” (Heb 6,6); es exactamente lo mismo con lo “¡traspasaron con la lanza!”.
Así pues, ¡cuándo yo me considero también que he tomado parte al traspaso con lanza a Cristo y Le veré cuando venga? Cuando habré renunciado y negado Su naturaleza divino-humana, que es lo primero y principal, pero también cuando como cristiano persisto vivir en el pecado. Y aquí el Apóstol Pablo no se refiere en temas de fe, sino en temas de vida; Eran cristianos bautizados, pero sus vidas no eran de acuerdo con el espíritu crucificante del Evangelio.
El segundo ejemplo es de san Pedro, obispo de Alejandría. Vivió la época que estaba Arrio. Naturalemente a Arrio le afrontó san Atanasio el Magno. Pero Pedro tuvo una visión. Esta visión existe también en fresco en la pared. En nuestro monasterio en la pared está en fresco pintada –por supuesto desgastada, pero se salva- con la visión que ve san Pedro. ¿Cuál es la visión? Pues, vio a Jesús como un niño con un manto roto, como trapo. Entonces san Pedro pregunta a Jesús: ¿Quién te ha roto el manto? Y responde el Señor: ¡es el Arrio! Es decir, la herejía de Arrio que negaba la naturaleza divino-humana de Jesús Cristo.
Veis, pues, qué quiere decir “traspaso con lanza”. Y puesto que históricamente uno solo traspasó con la espada al Señor, y los instigadores del Consejo de los Judíos, ¿cómo es posible ahora toda la tierra traspasar con la lanza? Es decir, todos aquellos hombres que vivirán en la tierra, en toda la historia hasta el final de ella, y naturalmente de nuestra época –ojalá deseo que no haya nadie de los presentes aquí- ¿cómo es posible verLe y decir que “yo he traspasado con la lanza a Jesús?... He aquí cómo es posible: con la negación de Jesús Cristo, sea como fe, sea como vida práctica; cuando niego a Jesús Cristo.
Es característico que “le traspasaron con la lanza”, se refiere como punto de reconocimiento. El mismo Señor dice: cuando vendrá, “entonces con las nubes del cielo” y “entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo” (Mt 24,30 Mrc 24,62); ¿Cuál es este signo? ¡Es la Cruz! Es exactamente este instrumento el cual a través de los siglos los heréticos y los burladores estarán burlando. ¡Entre ellos también están los milenaristas o testigos de Jehová, los cuales se burlan de la Cruz!
Atención, diríamos aún que signo es también la misma presencia de Cristo padecido.
Me diréis: ¿Pero Cristo ha resucitado, cómo es posible que sea padecido, sufridor?
¡El Cristo, amigos míos, en el Cielo siempre está padeciente, con las heridas! Son aquellas heridas, las incurables que tocó Tomás. ¡Son las insignias del Señor! Son las demostraciones y convencimientos de quién es el Cristo, y realmente el que vendrá será Aquel, al Cual “han traspasado con la lanza”. ¡Las heridas permanecen y permanecerán no sólo lo que dura la historia, sino más allá de la historia!
Iremos más abajo en el Apocalipsis, si Dios quiere, y el evangelista Juan nos presentará estas heridas con una imagen admirable, la cual es muy curiosa. Verá al Logos e Hijo de Dios como “cordero degollado estando en pie” (Apo 5, 6 ·12), porque se sacrificó, -porque por costumbre sacrificaban un corderito. Esto es totalmente contradictorio: ser degollado y estar en pie. ¿Pero cómo está en pie si está degollado?... Esto muestra las heridas y a la vez vive. Es aquello que más abajo dirá el Cristo a Juan, y lo veremos, si Dios quiere, la próxima vez: “…y estuve muerto, mas he aquí que vivo… (Apo 1,18).
¡Veis, pues, que las heridas permanecen! Son insignias de la gran hazaña del Hijo de Dios, que con estas ha salvado al mundo, y a la vez los terribles convencimientos para aquellos que Le crucificaron, no creyendo dentro en la historia, que realmente es el Jesús, el humanizado o encarnado Hijo de Dios.
Pero “Le verá todo ojo”. ¡Sí, amigos míos, cada ojo verá a Cristo cuando venga! Los fieles se alegrarán, y los infieles se lamentarán, estarán llorando y gimiendo. Mirad cómo están las cosas ahora; ahora están al revés; se lamentan los fieles y esperan al Señor y dicen: “¿Señor cuándo vendrás, no ves cómo nos encontramos?... y se alegran los infieles. Recuerda aquellas cosas que dijo el Cristo a Sus Discípulos, en Su primera Presencia, las cuales constituyen una micrografía de Su Segunda Presencia: “En verdad de verdad os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis por mi muerte y el mundo, el alejado de Dios se alegrará, pero vuestra pena y tristeza se convertirá en alegría y gozo” (Jn 16,20). ¿En cuánto tiempo? En poco tiempo, dos, tres días; ¡Jueves por la noche se lo dice a ellos y el Domingo el luto se fue!
Veis que las cosas no tienen un carácter eterno, porque están colocadas dentro al tiempo. Y el tiempo cuenta y pasa. Pasa el tiempo y estas cosas no tienen un carácter eterno para que permanezcan como de piedra. ¡Por tanto el Cristo viene! Entonces los fieles se alegrarán y los infieles estarán llorando.
Estas cosas que el evangelista Juan nos apunta en su libro del Apocalipsis, el mismo Señor nos las dice de la siguiente manera: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán y gemirán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran doxa (gloria, luz increada)” (Mt 24,30).
¡Veis, por favor, la concordancia de los evangelios con el Apocalipsis! No hay ningún punto en el libro del Apocalipsis que no esté de acuerdo y en concordancia con los evangelios; Ninguno. Existe absoluta armonía y concordancia en el espíritu, y algunas veces también en la letra entre el libro del Apocalipsis y los cuatro evangelios.
Pero aquello que dice aquí el Evangelista, de que el Señor vendrá “con las nubes del cielo”, existe un sellado y es el siguiente: “sí, amén”. Este “sí, amén” es un doble sellamiento de dimensión litúrgica, helénica y semítica. El “sí” quiere decir que termina la confirmación; y el amén es semítico, es decir, hebreo, y tiene carácter litúrgico. Esto significa que existe una confirmación y una bendición. El “sí” manifiesta confirmación, en cambio el “amén” quiere decir sí y a la vez “así sea”, manifiesta bendición. Es como si el evangelista Juan dijera; “Esto que he escrito, sí, ojalá que se haga pronto”. Hay pues, el sellamiento litúrgico en las dos lenguas la helénica y la semítica.
El mismo plano literal nos lo dirá también el apóstol Pablo en la segunda epístola a los Corintios: “Porque el Hijo de Dios, Jesús Cristo, que entre vosotros ha sido predicado…no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él; porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios” (2Cor 1,19-20). Es decir, Jesús Cristo, el Hijo de Dios no vino al mundo como sí o como no – que manifiesta inseguridad: quién es, qué hace o es de otra manera;- sino que vino como el “Sí”, y Sus promesas son “sí y amín”; o sea que, ¡todas las cosas que dijo el Cristo se realizarán, y no cambia nada!
¡Observad cómo combinan y están de acuerdo y en concordancia sobre el espíritu los libros!... ¡Puesto que, amigos míos, muchas veces vemos que un escritor escribiendo en distinto tiempo, -por no decir a veces sobre el mismo libro- cae en contradicciones; cómo no entonces escritores diferentes!
Aquí uno ve esto que dijo el Cristo, “El cielo y la tierra pasarán, pero mis logos no pasarán“ (Mt 24, 35) y “porque de verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una i (yiota) ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mt 5,18), significa que todo lo que dijo el Señor se realizará. La “i” que utilizamos también en álgebra, es la i hebraica, fenicia y semítica y es la letra más pequeña del alfabeto hebreo. Y una tilde no caerá, es el acento, y esto significa que esto es imposible que no se realice. Es decir, “de verdad en verdad os digo: ni una i ni un acento de todo lo que os he dicho es imposible que no se realice, y estas cosas que parecen irrebatibles, inamovibles y enormes se marcharán de su posición, pero mis logos-mandamientos permanecerán”. Por lo tanto, puesto que Cristo dijo que volverá, esto lo da a entender y lo asegura. Y aquí está Su fiabilidad, porque “es fiel el logos y digno de ser recibido y aceptado por todos (1Tim 1,15 · 4,9), como dice el apóstol Pablo. ¡Por tanto el Cristo volverá a venir!
Amigos míos, un corazón fiel cuando siente todas estas cosas, tiene en su interior una esperanza cierta, y vive con la esperanza en Cristo, una esperanza que verdaderamente vivifica.
«Sí, amén. Yo soy el Alfa y el Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y el que era y el que siempre viene, el Todopoderoso. Ναί, ἀ μήν. Ἐ γώ εἰ μι τὸ Α καὶ τὸ Ω, λέ γει Κύ ρι ος ὁ Θε ός, ὁ ὢν καὶ ὁ ἦν καὶ ὁ ἐρ χό με νος, ὁ παν το κρά τωρ.» ¡Maravilloso, qué grandioso, majestuoso!…
Amigos míos, yo soy un hombre pobre. No sé… qué voy a deciros. La lengua humana no puede describir. ¡Aún el léxico humano es muy pobre, las palabras… todo es muy pobre! Qué va a decir una voz… qué va a describir… Por lo que percibiréis de este vocabulario pobre, ¡podéis percibir la majestuosidad del libro! ¡Podéis vivir esta majestuosidad! Mirad: ¡Sí, amén!... ¡YoSoY el A alfa y el Ω omega dice el Señor!... ¡El que es y el que era y el que siempre viene, el pantocrátor u omnipotente!...
Este “si” y este “amín”, ¿sabéis quién lo confirma y asegura? ¡Pues, Éste que es el Alfa y el Omega, el Dios Padre celeste!
Así que tenemos un nombre más de Dios: “el Alfa y el Omega”, “YoSoY el Alfa y el Omega” dice el Dios. Así pues, “YoSoY el Alfa y el Omega” es uno de los múltiples nombres de Dios.
Y otra vez os dije, y lo sabéis muy bien esto, que el Dios tiene muchos nombres, porque exactamente no tiene nombre. No se puede atribuir un nombre a Dios, porque la atribución de un nombre empequeñece mucho a Dios. No olvidemos que desde el momento que el hombre pondrá un nombre, ya ha dado también una definición; y cuando decimos definición y nombre, significa que hemos puesto límites a Dios. Pero el Dios no tiene límites.
Por eso en la pregunta del Moisés: “¿Cuál es tu nombre Señor, para decirlo a los hebreos en Egipto?, dijo: «YoSoY el ser o el existente ἐ γώ εἰ μι ὁ ὢν». No ha dado nombre. Pero esto exactamente YoSoY el ser o el existente constituye un nombre, porque exactamente no tiene nombre, el Dios es anónimo y poliónimo (multinombre).
¡Qué tontos son los testigos de Jehová… tontos!... insisten y nos dicen, por qué no decís en nombre Iahvé (que en hebreo quiere decir Señor). Pues lo decimos esto también. Pero este es el nombre de Dios, te dicen; pero no es sólo esto, “es el nombre sublime; pero no tiene importancia, porque la Escritura toma y atribuye multitud de nombres cuando habla de Dios. De hecho aquí, amigos míos, como vemos hay una acumulación de nombres; pero esto lo veremos a continuación.
¿Qué significa «YoSoY el Alfa y el Omega Ἐ γώ εἰ μι τὸ Α καὶ τὸ Ω»; Quiere decir que YoSoY el comienzo de toda la creación formada y YoSoY el fin o la finalidad de ella. Igual que el Alfa que comienza el alfabeto y termina con el omega. Es decir, en mí pertenece la existencia y la inexistencia o el ser y el no ser. Es decir, en Dios pertenece cada principio de la creación y en Él pertenece también una posible anulación, eliminación de ella; otra cosa, claro está, que el Dios no quiera eliminar la creación. Es el único que crea de la nada, es realmente el Principio.
Aquello«junto en el principio era y es el Logos Ἐν ἀρ χῇ ἦν ὁ Λό γος» (Jn 1,1), significa que es el A alfa. Es decir que el Logos era y estaba cuando comenzó hacerse la creación “ex nihilo”, de la nada. Pero el Dios puede llevar el A alfa al Ω omega, el “ser” al “no ser”, es decir, conducir la creación a la inexistencia. Porque sólo el Dios no tiene relación con el cero. Ninguna creación tiene relación con el cero; ni hombre lógico, ni ángel. Nadie puede llevar a la existencia algo de la nada o del cero, y tampoco puede conducir algo a la nada o al cero; es imposible. Y no es simplemente imposible, sino imposible por nosotros hasta pensarlo y conceptuarlo.
Así que, ya que el Dios es el A alfa y el Ω omega, en Sí Mismo contiene todo. Por consiguiente cuando dice que «YoSoY el Alfa y el Omega Ἐ γώ εἰ μι τὸ Α καὶ τὸ Ω» es como si dijera que YoSoY el Señor del tiempo y del espacio. El “A alfa y el Ω omega” no son cualidades de Dios. Atención a esto: no son cualidades o atributos; el Dios no es el Alfa y el Omega, sino que dentro en el Dios existe el Alfa y el Omega, es decir, el principio y fin de la creación. La creación tiene principio y también fin. Por tanto el Alfa y el Omega están dentro de Dios, y por consiguiente el Dios es el Señor del espacio y del tiempo.
En este último reglón del preámbulo, que es majestuoso cierra el preámbulo y tenemos una acumulación de nombres. El primer nombre es “YoSoY el Alfa y el Omega”. Segundo: “Kirios-Señor”, esto que los milenaristas dicen Iahvé, Señor. Tercer nombre es: “el Dios”. Cuarto: “el que es, el que era y el que siempre viene”. El quinto es: “Pantocrátor u Omnipotente”.
Con la acumulación de estos nombres divinos, vemos que la fuente de todas las apocalipsis-revelaciones es el Dios, por lo tanto, lo que se refiere al libro del Apocalipsis es fidedigno. Atención: ¡es fidedigno! El Dios es quien apocalipta-revela, no algún hombre. ¡Y lo maravilloso es que cuando vemos que se está realizando lo que el Dios apocalipta-revela en el progreso de los siglos, entonces decimos que el libro del Apocalipsis es de divina procedencia, es realmente inspirado de Dios!
Aquí amigos míos termina el preámbulo de todo el libro. Hemos visto que se desenrolle ante nosotros, a la medida de lo posible, su fondo teológico, que es digno para un gran teólogo de nuestra Iglesia, de san Juan que escribe este libro. Continúa el tema principal en el que se describe la aparición de Jesús Cristo delante del asustado y sorprendido Juan, para mostrarle el camino futuro de Su Iglesia, cuáles son sus peripecias, sus incidencias, sus luchas y guerras y la victoria final de ella. Estas cosas constituyen el tema principal del libro del Apocalipsis.

Yérontas Atanasio Mitilineos

Copyright: Monasterio Komnineon de “Dormición de la Zeotocos” y “san Demetrio” 40007 Stomion, Larisa, Fax y Tel: 0030. 24950.91220
Traducido por: χΧ jJ www.logosortodoxo.com (en español)

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