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Τετάρτη 5 Αυγούστου 2015

La guerra invisible, san Nicodemo el Aghiorita

ΟΣΙΟΥ ΝΙΚΟΔΗΜΟΥ ΤΟΥ ΑΓΙΟΡΕΙΤΟΥ
ΑΟΡΑΤΟΣ ΠΟΛΕΜΟΣ

La guerra invisible, san Nicodemo el Aghiorita

PRIMERA PARTE

Capítulo 21: La corrección de los sentidos externos y de qué manera uno puede pasar a través de ellos a la zeoría (contemplación) y a la doxología (alabanza) de Dios.
Capítulo 22: Si las mismas cosas sensibles que hemos dicho pasan por el estudio del Logos encarnado y de los misterios de Su vida y pazos-pasión, nos son útiles como medios e instrumentos para corregir nuestros sentidos.
Capítulo 23: Cómo debemos rectificar nuestros sentidos con otras maneras cuando se nos presentan sus objetos visibles.

Capítulo 21
La corrección de los sentidos externos y de qué manera uno puede pasar a través de ellos a la zeoría (contemplación) y a la doxología (alabanza) de Dios.

Para que sean gobernados y corregidos nuestros cinco sentidos externos hace falta un gran pensamiento y ejercicio permanente; es decir, la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. Porque el deseo insensato del corazón que es como capitán de nuestra naturaleza corrupta, declina con exageración pidiendo siempre deleites y reposos y no pudiendo por sí solo, utiliza los sentidos del cuerpo como soldados y órganos naturales para captar de los objetos externos; es decir, de las cosas sensibles de las cuales pasan las imágenes agradables y las fantasías, las toma y las marca en la psique y después de esto continua el agradable deleite. Este deleite causa del parentesco que existe entre la psique y el cuerpo, se reparte en todas aquellas partes que caben en los sentidos; y de esto ocurre (por desgracia) la inmortal muerte (espiritual); y se cumple lo que se ha escrito: “Por las ventanillas subió la muerte” (Jer 9,20). Es decir, a través de los sentidos, que la psique los tiene como ventanas para disfrutar de las cosas sensibles.
Ves, pues, hermano mío, qué gran daño se te provoca por los sentidos físicos. Ten cuidado para sanarlos, es decir, ocúpate bien con diligencia y no dejes que tus sentidos vayan por donde ellos quieren, ni tampoco utilizarlos sólo para el deleite de los placeres sensibles o el hedonismo, y sólo se muevan para un propósito y fin bueno, necesario y útil. Ahora bien, sin conocer estas cosas y tus sentidos se han dado enteramente en los deleites, de aquí en adelante lucha lo que puedas para retornarlos atrás y gobernarlos tan bien, de manera que allí donde estaban antes sometidos miserablemente en los placeres vanos y destructores de la psique, después adquieran de toda creación y objeto sensible conceptos útiles y los introduzcan en el interior de la psique; dentro de estos conceptos la psique puede recogerse en sí misma y con sus potencias inmateriales estar subiendo al estudio y alabanza de Dios; (38) Por eso aquel gran Agustino decía que “las creaciones que se encuentran en el mundo, hablan con los hombres virtuosos con una lengua realmente muda y silenciosa pero muy energética, la que se escucha y se entiende fácilmente de ellos y los incita más a la agapi a Dios y de todo encuentran motivos para tener buenos y piadosos loyismí”. Y san Gregorio el Teólogo dice: “Todas las cosas glorifican a Dios con voces inenarrables; porque el Dios con todo se agrada a través de mí; y así el himno de estas se hace nuestro, de las que yo tomo el himno” (Logos en el Nuevo Domingo). Y los tres jóvenes en su himno se inspiraron de todas las creaciones para alabar a su Creador.
Esto tú lo puedes hacer de la siguiente manera. Por ejemplo, cuando con algún sentido externo te encuentres en algún objeto sensible, sea visible, sea oído, sea olfateado, saboreado o tocado con las manos, separa tu loyismós de la cosa material que tiene el espíritu inmaterial, es decir, la energía increada del Espíritu Santo; y piensa que esto por sí solo no puede tener su existencia u otra cosa de lo que se encuentra en esto; sino su existencia entera es obra de Dios, quien con su espíritu invisiblemente le da aquello que es, aquella bondad y belleza, aquella fuerza y sabiduría y cualquier otra cosa que tiene en su interior. Entonces aquí que se alegre tu corazón, porque sólo el Dios es la causa y el principio de tantas cosas exactas, distintas y admirables y que él con superioridad las contiene todas en sí mismo; y que estas perfecciones de las creaciones sensibles, no son más que un grado pequeñísimo o una sombra de las infinitas y admirables perfecciones divinas.
Y así pues, tú de esta manera te acostumbrarás a ver las creaciones y no permanecerás al exterior y sólo al fenómeno o lo que se ve, sino que con tu nus traspasarás a la oculta belleza interior; (porque según san Dionisio el Areopagita, las iconas-imágenes de las cosas concebibles o intelectuales son las cosas sensibles); entonces la belleza externa como insignificante y material, la despreciarás y pasarás a la oculta potencia y energía increada del Espíritu Santo, y fijarás tu nus alabando a Dios.
Así viendo los cuatro elementos, el fuego, el agua, el aire, la tierra y reflexionando sobre la esencia, la potencia y la energía que tienen con gran agrado dirás hacia al perfecto Creador que las ha creado de esta manera; ¡oh divina esencia! ¡oh infinita Potencia y energía increada muy deseada, cuando me alegro porque tú eres único principio y causa de toda esencia creada de los entes y todo energía y potencia! (39). Según san Máximo el Confesor, la esencia de las cosas existentes tiene como imagen al Padre, la potencia del Hijo y la energía del Espíritu Santo, así que de cualquier manera pone uno a Dios como creador, no sólo que es uno sino Tres.
Así que cuando veas los cuerpos celestes, el sol, la luna y las estrellas y pienses que han recibido la luz y la luminosidad de Dios, gritarás: ¡oh luz increada, que supera toda luz, por el que se ha creado cada luz inmaterial y material; oh admirable luz increada, el primer objeto de alegría para los Ángeles y el deleite de los santos, en el cual se nublan los querubines al ser contemplada por ellos, y en comparación con esta luz increada todas las luces sensibles se ven como oscuridad profunda, por eso te canto himnos, te glorifico y te alabo; “oh verdadera luz increada que iluminas a cada hombre que viene en el mundo” (Jn 1,9) ), hazme digno para verte espiritualmente y se alegre perfectamente mi corazón”.
Así cuando veas los árboles, las hierbas y varias otras plantas y piensas cómo viven, cómo se alimentan, crecen y paren a sus semejantes y cómo por sí solas no tienen vida ni todo lo que tienen, sino que son vivificadas sólo por el Espíritu Santo que tú no ves; así puedes decir: “¡He aquí está la verdadera vida, de la que, en la que y por la que viven, se alimentan y crecen todos; oh terapia viva de mi corazón!”. Semejante también es la elevación de tu nus a Dios por la forma de los animales, que da en ellos sentido y pueden moverse de un lugar a otro, diciendo: ¡oh primer motor, el que a pesar de moverlo todo, permanece inmóvil, eres inmóvil a ti mismo; oh cuándo me alegro y deleito por tu inmovilidad y estabilidad!
Y otra vez viéndote a ti mismo o los demás humanos y pensando que sólo tú de los demás animales tienes forma derecha en pie, eres lógico y correcto y que eres una unión y un lazo entre las creaciones inmateriales, intangibles y materiales, tangibles, muévete en doxología, alabanza y agradecimiento a tu Dios Creador y di: “¡oh Trinidad suprasustancial, Padre, Hijo y Espíritu Santo seas glorificada por los siglos; Cuánto debo agradecerte siempre, no sólo porque me has creado de la tierra y me has hecho rey de todas las creaciones terrenales, porque me has honrado con mi naturaleza y las has hecho como imagen tuya con nus, logos y espíritu o psique vivificante de mi cuerpo (40), pero también porque me has dado la fuerza con mi libre voluntad y predisposición adquirir las virtudes a semejanza tuya, para que pueda así disfrutar de ti en los siglos!”. (40) Ver también en Filocalía el capítulo 38 de los capítulos físicos y teológicos del gran Santo de Tesalónica, Gregorio Palamás, que dice: “el vivificante Espíritu del cuerpo, es un eros-amor espiritual, el cual proviene del nus y del Logos, y que existe en el nus y en el logos y en este está el logos y el nus; y que según este Espíritu vivificante, la psique noerá (espiritual humana) y lógica es más a imagen de Dios que los Ángeles, porque los ángeles no tienen este tipo de Espíritu vivificante, porque no tienen cuerpo el cual da vida.
Ahora vengo en los cinco sentidos y te digo; hermano mío, si eres atraído por la belleza de las creaciones que ven tus ojos, separa con tu nus aquello que ves con el espíritu de ellas que no ves y piensa que toda aquella belleza que se ve externamente es del único espíritu invisible y bellísimo del cual toma forma aquella belleza externa; y pleno de agradecimiento y deleite di: “¡He aquí los riachuelos de la fuente increada; he aquí las gotas del infinito océano de toda bondad y todo bien; oh cuánto me alegro en lo más profundo de mi corazón pensando en la eterna e infinita belleza de mi Creador, que es el principio y la causa de toda belleza creada! ¡oh cuánto me deleito pensando en la inefable e inenarrable belleza de mi Dios del cual tiene el principio toda belleza!”
Cuando escuches alguna voz dulce o una armonía de sonidos y canciones, gira tu nus hacia el Dios y di: ¡oh Señor mío, armonía de las armonías!, ¡cuánto me deleito con tus infinitas perfecciones! Porque todas juntas te rinden y componen armonía supraceleste; y unidas aún con los Ángeles en los cielos y con todas las creaciones, crean una gran sinfonía; Señor mío, cuándo vendrá la hora de escuchar con mis oídos tu dulce voz a decirme: “te doy mi paz; la paz de mis pazos-pasiones; porque tu voz es deleite”, según el Asma (2,14).
Por otro lado, si hueles alguna aroma o flor perfumada, pasa de la fragancia externa a la fragancia oculta del Espíritu Santo y di: “he aquí las fragancias del todo fragante flor y de aquella mirra insaciable, la que fue dada a todas sus creaciones; según el Asma: “yo soy la flor y el lirio del campo” (2,10); y otra vez: “tu nombre es mirra que se esparce” (1,2). Según san Dionisio el Areopagita: “he aquí la fragancia que emana y se transmite de fuentes divinas y que en abundancia inunda los soplos divinos de los purísimos Ángeles hasta las últimas creaciones y las hace todas a perfumar” (Jerarquía Eclesiástica cap. 4); en relación con la fregancia, Isaac dijo a su hijo Jacobo: “la fragancia de mi hijo es como el campo fértil que el Señor ha bendecido” (Gen 27,27).
Por otro lado, cuando comes y bebes, piensa que el Dios es aquel que da en todas las comidas sabor y sólo con esto debes estar agradecido y decir: “Que te alegres psique mía, puesto que fuera de Dios no hay ningún reposo, así que fuera de Él no hay ningún sabor o dulzura. Por lo tanto sólo en Él puedes estar disfrutando, como te incita David diciendo: “Probad y ved cuan bueno es el Señor” (Sal 33,8). Y Salomón te informa diciendo en relación a esto: “Su fruto es dulce en mi garganta” (Asma 2,3).
Cuando muevas tus manos para hacer alguna obra, piensa que el Dios es la primera causa de aquella obra y no tú, y que tú no eres más que un órgano vivo de él; y elevando tu loyismós, di así: “¡Altísimo Señor mío del universo, cuánta alegría pruebo en mi interior, porque sin ti no puedo hacer ninguna cosa; realmente eres el creador primero e inicial de toda cosa!”
Cuando en los demás ves bondad, sabiduría, justicia y otras virtudes, haciendo con tu nus una separación, di a tu Dios: “¡oh riquísimo tesoro de la virtud, cuánta es mi alegría; porque sólo de ti y por ti proviene todo bien; oh Dios te agradezco por esto y por todo bien que has hecho a mi prójimo; pero acuérdate, Dios mío, también de mi pobreza y de la gran necesidad que tengo para la virtud”.
Y por hablar generalmente, las veces que veas en las creaciones alguna cosa que te gusta, no pares en ello, sino que pasa con tu loyismós a Dios y di: “¡oh Dios mío tus creaciones son tan buenas, tan alegres y tan queridas , y me pregunto, cuán bello, alegre y dulce serás tú el Creador de todas estas!”
Si tú, amigo mío, actúas así podrás estar disfrutando de Dios mediante tus cinco sentidos, así subiendo siempre de las creaciones al Creador, de modo que la formación de la creación se te convierta en una teología y aún encontrándote en este mundo de los sentidos, estate imaginando aquel mundo conceptual. Porque es verdad, todo el mundo, toda la creación y toda la naturaleza, no son otra cosa que una ley y un instrumento bajo del cual se encuentra invisiblemente el Creador y artista, actuando y mostrando con su arte, con las cosas vivibles y las materiales proyecta las perfecciones y sus energías increadas invisibles e inmateriales. (41) Por eso Salomón dijo: “por el tamaño y la belleza de las creaciones recibimos la idea análoga de la creación de estas” (Sab 13,5). Por otro lado, san Pablo dice: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Rom 1,20). Añadimos aquí que para este propósito fueron creadas todas las creaciones con logos y con sabiduría por un lado, y por otro lado, los hombres fueron enriquecidos con fuerza y energía lógica, estudiando los logos-razones o causas de las creaciones de modo que con esta potencia y energía lógica suban a la gnosis-conocimiento del pre-eterno y enhipostasiado-substanciado logos que por Él se hizo todo: “Todo fue hecho por él y sin él no se hizo nada de todo lo creado” (Jn 1,3). Porque de las causas conocemos los resultados, y de todo que sigue lo qué precedió; de modo que basta que uno solo conozca pensar correctamente, enseguida encuentra la fe dentro en la creación y de los logos-causas de las creaciones que ha estudiado percibe y entiende sin duda que existe Dios.

Capítulo 22
Si las mismas cosas sensibles que hemos dicho pasan por el estudio del Logos encarnado y de los misterios de Su vida y pazos-pasión, nos son útiles como medios e instrumentos para corregir nuestros sentidos.
Antes te he mostrado cómo nosotros podemos elevar nuestro nus a la zeoría-contemplación de Dios; ahora aprende otra manera para elevar tu nus al estudio del Logos encarnado, pensando en los santísimos misterios de Su vida y pazos-padecimiento. Todas las cosas sensibles del universo pueden ayudar en este estudio y contemplación, si primero reflexionas que en estas, tal como dijimos antes, al Eminente Dios como la única y primera causa que las ha dado la existencia, la fuerza, la belleza y todas las otras bellezas que tienen; y si después de esto piensas cuánto grande e infinita fue esta bondad del mismo Dios; el cual realmente siendo el principio y Señor de toda creación, quiso caer tan bajo, hacerse hombre, padecer y morir para el hombre, permitiendo sus enemigos armarse contra él para crucificarle.
Pues, cuando tú ves, o escuchas, o tocas las armas, cuerdas, palizas, columnas, espinas, clavos, martillos y otras cosas parecidas, reflexiona con tu nus que todas estas cosas fueron los instrumentos del pazos de tu Señor.
Otra vez, si ves o habitas en hogares pobres, que venga en tu memoria la cueva y el pesebre de tu Soberano. Si ves que llueve, acuérdate aquella lluvia sangrienta del sudor que caía por el cuerpo santísimo de nuestro dulcísimo Jesús en el jardín remojando la tierra. Si ves el mar y los barcos, acuérdate cómo tu Dios caminó corporalmente encima de ella, y cómo estaba de pie en los barcos enseñando la multitud. Las piedras que verás te recordarán aquellas piedras que fueron aplastadas en su muerte; la tierra te recordará aquel seísmo que hizo entonces en su pazos-padecimiento.
El sol te recordará la oscuridad que entonces oscureció; las aguas te recordarán aquel agua que corrió de su santa costilla, cuando la traspasó el soldado con su lanza. Si bebes vino u otra bebida, acuérdate del vinagre que dieron a tu Soberano. Si estás atraído de las fragancias, corre conceptualmente al mal olor que sentía Jesús en el monte Gólgota, el cual fue el lugar de condena donde cortaban las cabezas de los hombres y por eso estaba sucio y olía mal (42). Por dos logos-razones la colina de Gólgota fue llamada lugar de Cráneo; primero, según san Basilio, san Crisóstomo y san Teofilacto, es por la tradición que dice que allí estaba enterrado el cuerpo de Adán. Y el monje Epifanio en su libro sobre Siria y Jerusalén dice: “En el Gólgota está la pequeña casa o templo de Adán con su cráneo, por eso se llama lugar de Cráneo”; la segunda opción es de Coresio y otros historiadores, es que de allí no faltaban los cráneos esparcidos de los malhechores que les cortaban la cabeza y por eso se llamó lugar de Cráneo.
Cuando te vistes, recuerda que el eterno Logos se ha vestido de carne del hombre para vestirte a ti con deidad. Si por otro lado, te estás desvistiendo, piensa que el Cristo permaneció desnudo para ser azotado y clavado en la cruz a cuenta tuya. Si te aparece alguna voz dulce y sabrosa pasa a la agapi (amor, energía increada) de tu Salvador, de quien se derramó la jaris (gracia, energía increada), según el Salmo: “Se derramó la jaris de tus labios” (Sal 44,3); y de la dulzura de su lengua estaba suspenso el laós-pueblo, según el Evangelista Luca: “el pueblo estaba suspenso oyéndole” (Lc 19,48). Si escuchas tumultos y gritos del pueblo, piensa en aquellos gritos ilegales de los judíos: “aprisa, aprisa, como sea, crucifíquenle”, que se escucharon fuertemente en sus oídos divinos. Si ves algún rostro guapo, recuerda que el bellísimo Jesús que está por encima de todos los hombres, se deformó y fue despreciado y deshonrado sin ninguna belleza encima de la cruz para tu agapi. Cada vez que toca el reloj, que venga en la memoria de tu nus aquella lipotimia del corazón que sintió Jesús cuando en el jardín comenzó a temer la hora de su pazos-padecimiento y de su muerte que se acercaba; o creer que escuchas aquellos golpes duros que se escuchaban por los martillos cuando clavaban los clavos en la cruz. Y por decir simplemente, en cada tribulación que te encuentre o encuentra a otros, piensa que no es nada cada aflicción y prueba en relación y similitud con las increíbles pruebas que lesionaron y aplastaron el cuerpo y la psique de tu Señor.

Capítulo 23
Cómo debemos rectificar nuestros sentidos con otras maneras cuando se nos presentan sus objetos visibles.
Cuando ves cosas bonitas y tierra fértil, piensa que todas son insignificantes y como abono en comparación con las bellezas y las riquezas del cielo, las cuales disfrutarás después si desprecias todo el mundo; y girando tu mirada entera hacia el sol pensando que tu psique es más brillante que él, si te quedas en la jaris (gracia, energía increada) de tu Creador; de lo contrario la psique está tenebrosa y repugnante por la oscuridad infernal.
Mirando con tus ojos al cielo pasa con los ojos de tu psique más alto, al cielo candente (43), y allí concéntrate con tu loyismós como si el cielo te fuera preparado para el feliz hogar eterno, cuando hayas vivido aquí en la tierra con inocencia. Durante la primavera, escuchando los cantos de los pájaros y otras canciones melódicas, eleva tu nus en aquellos cantos melódicos del Paraíso y piensa que allí se escucha incesantemente el Aleluya y otras doxologías-alabanzas angelicales (44) y ruega a Dios hacerte digno de alabarle para siempre junto con aquellos espíritus celestes; “Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación, honra, gloria y poder son del Señor Dios nuestro” (Apo 19,1). (44) Tres son las alabanzas y los himnos exquisitos con los que alaban la Santa Trinidad las nueve órdenes y las tres Jerarquías de Ángeles. La primera jerarquía Tronos, Querubín y Serafín, es el mismo himno “Yel, yel” el cual sale de los círculos de los Querubín según Ezequiel (1,13), y manifiesta reciclaje, según san Dionisio el Areopagita (Jerarquías celestes cap.15). De la Segunda Jerarquía, Dominaciones, Virtudes y Potestades, el himno es “Santo, santo, santo (Is 6,3). Y de la tercera Jerarquía, Principados, Arcángeles y Ángeles, el himno es “Aleluya, aleluya, aleluya”, según Nikitas Stizatos (Filocalía cap.3 cen.3).
Cuando percibes que vas a sentir deleite por la belleza de las creaciones, piensa que allí un poquito más allá del deleite está la serpiente infernal muy atenta y dispuesta a matarte o herirte, y di contra la serpiente: “¡oh maldita serpiente, cómo esperas así con tu trampa puesta para devorarme!”; y después gira hacia el Dios y di: “¡Bendito eres Señor que me has manifestado mi enemigo y me has liberado de su rabiosa garganta y su anzuelo!”. Y después inmediatamente acuda a las heridas del crucificado, concéntrate en ellas y piensa lo que ha sufrido el Señor con su santísimo cuerpo para liberarte del pecado y hacerte odiar los placeres de la carne, o el hedonismo.
Te recuerdo también una otra cosa para que evites este peligroso placer y deleite de la carne o hedonismo y es esta: piensa y ahonda bien con tu nus en reflexionar después de la muerte qué pasará con aquella persona que entonces te había gustado; es decir, se pudrirá y se llenará de gusanos y suciedad; cuando caminas, en cada paso que haces, acuérdate que de esta manera te vas acercando en la tumba. Cuando ves los pájaros del cielo, o las aguas correr, piensa que tu vida con mayor velocidad va hacia su final. Cuando en invierno se levantan vientos fuertes o hay rayos y truenos en el cielo, entonces recuerda el terrible día del Juicio; y doblando tus rodillas, reverencia a Dios y ruégale que te administre jaris (gracia, energía increada) y tiempo para prepararte bien para presentarte entonces ante la Suprema Majestuosidad.
Si te ocurren varios acontecimientos ejércete de esta manera; cuando por ejemplo, estás triste con algún dolor o melancolía o tienes fiebre, resfriado o sufres cualquier cosa lamentable, trae en tu nus la voluntad de Dios a quien le pareció bien y para tu propio bien sufras con esta medida y en este tiempo esta enfermedad y aflicción, por la que tu alegrado por la agapi que te muestra el Dios, y por el motivo que te da para que sirvas más aquellas cosas que gustan a Dios y di con tu corazón: “He aquí, se cumple en mi la voluntad de Dios, la que ha mandado Dios para sufrir con agapi este dolor; bendito sea siempre mi Soberano”. Y si viene en tu nus algún loyismós bueno gira otra vez hacia el Dios y conociendo que vino de Él, agradécele.
Cuando lees, crea que ves a Dios bajo estas palabras, y acéptalas como si vinieran de la boca divina. El tiempo que ves que se está poniendo el sol y viene la noche recógete y ruega a Dios que no caigas a la eterna oscuridad. Viendo la cruz, piensa que es una bandera de tu expedición y tu guerra, y si te alejas de él te entregarás en las manos de los enemigos, pero si le sigues llegarás al cielo cargado de gloriosos premios.
Viendo el icono de la Panayía (Santísima Madre), dedica tu corazón a ella que reina al Paraíso y agradécela, porque permaneció siempre preparada para la voluntad de tu Dios, porque ha dado a luz, ha amamantado y criado al Redentor del mundo, y porque en nuestra guerra invisible no falta la protección y la ayuda de ella. Los iconos de los Santos que proyecten en tu nus de que tienes tantos garantes y mediadores en Dios y que ruegan por ti; estos tirando con fortaleza sus lanzas y mientras han caminado abriendo el camino, te han abierto tu camino por el cual tú caminando serás coronado también junto con ellos en la eterna doxa (gloria, luz increada).
Cuando veas las Iglesias, entre otros pensamientos devotos, piensa que tu psique es el templo de Dios, según “vosotros sois templos del Dios vivo” (2Cor 6,16) y debes mantenerla sana, limpia y pura. Pensando en la reverencia del Ángel a la Virgen Madre de Dios, haz estos pensamientos: a) agradece a Dios por aquel mensaje que envió del cielo a la tierra y fue el motivo de nuestra sotiría (sanación, redención y salvación); b) alégrate junto con la siempre Virgen María por la cantidad de sus grandezas, en las que se elevó con su honor excepcional y su profunda humildad; y c) reverencia junto con la Madre feliz y con el Arcángel Gabriel el bebé divino, que inmediatamente fue concebido en su vientre; esto debes repetirlo tres veces al día, por la mañana, por el mediodía y por la noche.
En cambio, el jueves por la noche piensa sobre el sufrimiento de la Zeotocos, por su sudor ensangrentado que corrió de su Hijo amado en el Jardín que oraba, cuando fueron los soldados con Judas y le captaron y sobre la tristeza que tenía su Hijo toda aquella noche; por la mañana del Viernes, piensa los sufrimientos, los dolores y las aflicciones que sufrió por la presentación de su Hijo unigénito al Pilatos y al Herodes, sobre la decisión de la muerte y sobre la elevación de la reliquia de la Cruz; al mediodía hasta el Sábado piensa el dolor de esta dignísima Señora que traspasó en su corazón como de una espada por la crucifixión y la muerte de su unigénito hijo amado, sobre el duro traspaso de la lanza en su santa costilla y sobre su entierro, etcétera. Y en pocas palabras, que estés siempre despierto, vigilante y cuidadoso en gobernar tus sentidos, y en todo acontecimiento que te suceda, alegre o penoso, lucha para que te muevas y vayas no detrás de las cosas terrenales por amor u odio, sino sólo para la voluntad de Dios y estas cosas aceptarlas o evitarlas tanto cuanto quiere el Dios.
Pues, sepas que las maneras anteriores que te he presentado sobre el gobierno de los sentidos, no te las he dado para que te ocupes continuamente con ellas; porque tienes obligación casi siempre tener tu nus concentrado y recogido en tu corazón para que estés junto con tu Señor, el cual quiere que vigiles y venzas a tus enemigos y tus pazos, tanto con la resistencia y refutación, como con las praxis para las virtudes contrarias, como te he dicho al anterior capítulo 13; pero te lo he interpretado para que conozcas a gobernarte a ti mismo, cuando alguna necesidad lo precisa. Porque muchos ascetas antiguos y nuevos, y otros con fantasías similares fueron engañados y perdidos por el diablo, el cual conoce y acostumbra a metamorfosearse, transformarse en ángel de luz para engañar al hombre, como ha dicho Pablo: “Porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (Cor 11,14).
Sepas también esto que mientras del sentido surge la fantasía, así viceversa de la fantasía surge el sentido o sensación, es decir, que la fantasía se engorda tanto en algunos hombres provoca las mismas energías y tiene los mismos resultados que tiene el sentido. Por eso muchos hipocondríacos y fantasiosos tienen el mismo miedo de sus fantasías como de sus sentidos; incluso se endulzan y sufren y algunos mueren únicamente de estas personas y cosas que fantasean, igual que si estuvieran presentes, sensibles y reales. ¡Así pues, quién no ve el gran mal que es la fantasía y cuánto debemos evitarla!
San Nicodemo el Aghiorita
Traducido por: χΧ jJ www.logosortodoxo.com (en español)


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