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Κυριακή 21 Δεκεμβρίου 2014

El Evangelio de San Juan Capítulo 18

ΚΑΤΑ ΙΩΑΝΝΗΝ ΕΥΑΓΓΕΛΙΟΝ
El Evangelio de San Juan
Capítulo 18
(En letra normal traducción más literal del texto original en griego clásico y en letra cursiva en griego moderno ampliando un poco el sentido de cada frase, por memorable Panagiotis Trémpelas, teólogo y catedrático, cualquier error por favor avisarnos).

1-12 Detención de Cristo en Getzsimaní. 13-18 Cristo ante Anás. 19-24 Ante Caifás y los consejeros. 25-27 La negación de Pedro. 28-32 Cristo ante Pilatos, primer interrogatorio.
1 Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos al otro lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos.
2 Judas el traidor, conocía el sitio, porque muchas veces concurría allí Jesús con sus discípulos.
3 Judas, pues, tomando una compañía de soldados del ejército Romano con su jefe y los alguaciles de los sacerdotes y los fariseos, fue allí con linternas, antorchas y armas.

4 Conociendo Jesús todo lo que iba a sucederle, salió y les dijo: «¿A quién buscáis?»
5 Aquellos le contestaron: A Jesús el Nazareno. Jesús les dijo: «Yo soy.» Estaba también con ellos Judas el traidor.
6 Cuando les dijo: «Yo soy», ellos dominados por el miedo, retrocedieron y cayeron en tierra.
7 Otra vez les preguntó: «¿A quién buscáis?» Ellos dijeron: A Jesús el Nazareno.
8 Respondió Jesús: «Ya os dije yo soy; y si me buscáis a mí, dejad ir a éstos.»
9 Esto lo dijo para proteger a sus discípulos y se cumpla el logos que había dicho antes a su Padre: «No se ha perdido ninguno de los que me diste y los he protegido, tanto de los peligros físicos, como de los espirituales
10 Entonces Simón Pedro que tenía una espada, la desenvainó e hirió a un siervo del sumo pontífice, cortándole la oreja derecha. Este siervo se llamaba Malco.
11 Entonces inmediatamente Jesús dijo a Pedro. «Mete tu espada en la vaina; el cáliz que el Padre me ha dado ¿no he de beberlo?»
12 Entonces la compañía de los soldados, el tribuno y los alguaciles de los judíos detuvieron a Jesús y le ataron.
13 Y le llevaron primero a Anás, hombre muy fuerte que había sido prelado y también era suegro de Caifás. Caifás era el sumo pontífice de aquel año.
14 Caifás era el que había aconsejado a los judíos: que convenía que muriera un solo hombre por el pueblo; Por consiguiente, Caifás ya había decidido y deseaba la muerte de Cristo.
15 Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús, (es decir, Juan.) Este discípulo era conocido del pontífice, por eso entró con Jesús en el patio del sumo sacerdote.
16 Mientras que Pedro, como desconocido, se quedó fuera, junto a la puerta, porque no se permitía la entrada. Entonces salió el otro discípulo, el que era conocido del pontífice, habló a la portera e introdujo a Pedro.
17 Entonces la portera viendo a Pedro le dijo: ¿Eres tú acaso también de los discípulos de este hombre? Él dijo: No soy.
18 Los siervos y los alguaciles del pontífice habían preparado un brasero, porque hacía frío, y se calentaban, y Pedro también estaba en pie calentándose con ellos.
19 Y el sumo pontífice interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza.
19. Y el pontífice interrogó a Jesús sobre sus discípulos, quiénes eran, por qué le siguieron, y después sobre su enseñanza, examinando si estaba de acuerdo con la ley y las tradiciones.
20 Respondió Jesús: «Yo he hablado públicamente a todo el mundo; siempre he enseñado en las sinagogas y en el templo, donde siempre concurría multitud de judíos, no hablé ni enseñé nada a escondidas y en secreto.
21 ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído, qué les he dicho; ellos saben lo que yo he dicho y enseñado.»
22 Al decir esto Jesús, uno de los guardias que estaba a su lado, le dio una bofetada, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote?
23 Jesús contestó: «Si he hablado mal, demuéstralo y cuéntalo aquí el mal ante el tribunal. Pero si he contestado bien y correctamente ¿por qué me golpeas?»
24 Entonces Anás le envió atado al sumo pontífice Caifás.
25 Entre tanto, Simón Pedro continuaba de pie calentándose y le preguntaron: ¿No eres tú también de sus discípulos?
26 Él negó, y dijo: no soy. Entonces le dijo uno de los siervos del Pontífice que era pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja: ¿Qué dices? Yo te he visto en el huerto con él.
27 Pedro lo negó de nuevo, y al instante cantó el gallo.
28 Después, llevaron a Jesús de casa de Caifás atado al pretorio. Era por la mañana, y ellos no entraron al pretorio para no contaminarse y así poder comer la cena de la pascua.
28. Mientras que los sacerdotes y el consejo durante la noche le condenaron a la muerte. Inmediatamente de madrugada llevaron a Jesús atado de casa de Caifás al pretorio, a donde permanecía y estaba juzgando el soberano romano. Era por la mañana. Ellos no entraron a la sala para no contaminarse, para poder así comer la cena de pascua. Ellos este lugar lo consideraban contaminado, porque allí entraban idólatras y se juzgaban malhechores.
29 Entonces salió Pilatos fuera y les dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre?
30 Respondieron y le dijeron: Si no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado.
31. Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra ley. Le dijeron entonces los judíos: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie.
31 Entonces les dijo Pilato: Como no tenéis ninguna acusación concreta y habláis vagamente, tomadlo vosotros y juzgadlo según vuestra ley. Le dijeron entonces los judíos: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie, mediante la cruz, sin el permiso del soberano romano.
32 Le dijeron todo esto para que se cumpliese plenamente el logos que Jesús había dicho, dando a entender de qué muerte iba a morir. (Porque los romanos condenaban a muerte por la cruz. En cambio los judíos, de acuerdo con sus leyes y cuando estaban libres, como pueblo, condenaban a muerte por apedreamiento. Mientras que los judíos acusaron a Jesús que buscaba ser rey.)
33 Entró Pilato de nuevo al pretorio y llamando aparte a Jesús, le preguntó: ¿Tú eres el rey de los judíos?
34 Jesús le respondió: ¿Dices esto por tu cuenta o es que otros te lo han dicho de mí, como acusación contra mí?
35 Pilato contestó: ¿Acaso yo soy judío para meterme en los asuntos de ellos? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí, como culpable. ¿Qué has hecho?
36 Respondió Jesús: «Mi realeza y reino no proviene de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo mis súbditos hubiesen luchado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero el poder de mi realeza no proviene de este mundo ni está basada en las armas, sino del cielo.»
37 Le dijo entonces Pilato: ¿Luego tú eres rey? Respondió Jesús: «Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio y predicar de la verdad. Y todo aquel que siente la disposición y el anhelo por la verdad, escucha, acepta y aplica mi enseñanza y así se convierte en copartícipe de mi espiritual y celeste realeza increada».
38 Le dijo Pilatos: ¿Qué es la verdad y quién puede encontrarla? Y cuando dijo esto, salió otra vez a los judíos y les dijo: “Yo no encuentro en él ningún delito.”
39 Pero vosotros tenéis la costumbre de que os suelte un preso por la pascua; ¿queréis que os suelte al rey de los judíos?
40 Entonces de nuevo gritaron, diciendo: ¡No a éste, sino a Barrabás! Barrabás era un bandido.
Traducido por: χΧ jJ www.logosortodoxo.com (en español)

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