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Τετάρτη 28 Οκτωβρίου 2015

La guerra invisible, san Nicodemo el Aghiorita,Capítulos 49,50,51

 
ΟΣΙΟΥ ΝΙΚΟΔΗΜΟΥ ΤΟΥ ΑΓΙΟΡΕΙΤΟΥ
ΑΟΡΑΤΟΣ ΠΟΛΕΜΟΣ

La guerra invisible, san Nicodemo el Aghiorita

PRIMERA PARTE
Capítulo A. 49 Forma de oración a través de la Zeotocos (la que da a luz a Dios) María.
Capítulo A. 50 Algunos pensamientos para que acudamos a la Zeotocos con fe y ánimo.
Capítulo A. 51 Cómo debe uno estudiar y orar a través de los Ángeles y de todos los Santos.

Capítulo 49
Forma de oración a través de la Zeotocos (la que da a luz a Dios) María.
Hermano mío, tienes también otra forma de estudiar y orar a través de la Santa Zeotocos María, dirigiendo tu nus, a) hacia al Padre celeste, b) hacía al Dulcísimo Jesús, y c) a la misma gloriosísima Madre suya.
Girando y dirigiendo tu nus (atención del espíritu) a Dios, piensa; primero la gran alegría que de muchos siglos antes tenía el Dios por la persona, rostro de la Zeotocos; y las virtudes y praxis, desde que nació al mundo hasta que descansó.
Esto primero estúdiatelo y medítalo de la siguiente manera: Eleva tu pensamiento por encima de todo tiempo y siglo, mas por encima de toda creación espiritual, inteligible y sensible. Y por decirlo de una manera, introduciéndote en la misma eternidad y al nus de Dios, piensa en las inefables alegrías y júbilos que recibía el Dios mediante la siempre Virgen María. (89).
Encontrando a Dios entre estos júbilos, pídele que te conceda, a causa de estas inefables alegrías y gozos, la jaris (energía increada) y potencia para que puedas someter y vencer a tus enemigos; y sobre todo aquel que entonces te está guerreando; después, calculando tantas y tantas praxis y virtudes extraordinarias de la Zeotocos, y presentándolas a Dios unas veces todas juntas y otras de una en una, por la potencia de aquellas, pídele de su infinita bondad todo aquello que necesitas y deseas.
89. Con toda razón se alegraba y también se alegraba en lo máximo la Santa Trinidad antes de la creación del mundo, conociendo de antes la siempre virgen María, según la inicial idea divina. Porque la opinión de algunos teólogos es que, supongamos que cayesen de los cielos todas las nueve legiones de ángeles y se endemoniaran; si todos los hombres, desde que se creó el mundo se convirtiesen en malos y fueran al infierno sin salvarse ninguno; si todas las creaciones, cielo, tierra, estrellas elementos, animales y vegetales desertasen de Dios y saliesen de su orden y fueran a la inexistencia, a pesar de todas estas maldades de las creaciones, comparadas con la plenitud de la Zeotocos, no podrían entristecer a Dios; porque sólo la Señora Zeotocos podía agradarle por todo, y no dejarle que se entristezca tanto por la gran pérdida de sus creaciones, en cuanto le haría alegrarse excesivamente por ella misma; porque sólo ella incomparablemente le amó más que ningún otro, porque ella más que nadie obedeció a su voluntad; porque sólo ella pudo y se hizo capaz de recibir todos aquellos carismas naturales, sobrenaturales y voluntarias que el Dios repartió en toda la creación. Y en pocas palabras, porque ella se hizo otro Segundo Mundo, incomparablemente mejor que todo el mundo sensible e inteligible y suficiente en glorificar eternamente al Creador de la belleza y variedad de sus carismas más que toda la creación del universo. De todo esto pues, sale la conclusión, que el Dios también predestinó la Zeotocos, según su pre-eterna complacencia, que no es su voluntad posterior, sino su principal voluntad anterior, tal y como lo interpreta san Gregorio Palamás el gran Obispo de Thesalónica.
De todo esto, pues, digo que sale la conclusión de que igual que se hace en el jardín para ser plantado un árbol y de nuevo el árbol se plata para el fruto, así también todo el Mundo sensible e inteligible se hizo con este propósito; es decir, la Señora Zeotocos se hizo para nuestro Señor Jesús Cristo; y así se cumplió la voluntad ancestral y el primer propósito de Dios; y que se ha recapitulado todo en Cristo y la creación se ha unido con el Creador, no por naturaleza, ni voluntariamente y con la gracia, sino por la hipostasis (base substancial); este es el grado superior de unión y que después de este no hay otro superior ni se ha encontrado ni tampoco se encontrará.
Después lo segundo, girando y dirigiendo tu nus a nuestro Señor, el Hijo de ella, recuérdale su Santísimo vientre que le tuvo durante nueve meses; la devoción con la que le reverenció, cuando nació y le conoció como verdadero Dios y hombre perfecto, Hijo y creador de ella; los ojos cariñosos de ella que le vieron tan pobre; los brazos que le recibieron, la leche que amamantó, los esfuerzos y las fatigas que sufrió por él en su vida y su muerte; y te prometo que con todas estas cosas provocarás una disposición agradable a su divino niño para obedecerte y escucharte.
Y finalmente, gira y dirija tu nus a la Panayía Zeotocos y recuérdala que fue la escogida de Dios por la perpetua providencia y bondad de Dios, como Madre de la jaris (gracia, energía increada) de la caridad y como Madre e intercesora nuestra y que después de su Hijo no tenemos refugio más seguro y fortificado para acudir que a Ella; recuérdala que todos nosotros los Cristianos, como nos ha dicho su Hijo, que no llamamos a otro padre en la tierra, porque sólo un Padre tenemos, éste que está en los cielos: “Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos” (Mt 23,9) – de la misma manera ni otra llamamos madre en la tierra, porque precisamente sólo a ella tenemos como Madre en los cielos y todos nosotros nos jactamos llamándonos hijos suyos. Por eso acudimos a ella para que nos compadezca totalmente, igual que acude el niño a su madre sin desviarse, cuando le han separado de los brazos de su madre, como se ha escrito: “Elevé psique-alma como un niño amamantado cerca de su madre” Sal 130,3.
Todavía, recuérdala las verdades que escriben los libros sobre ella, y que todos los fieles creen en las tan altas, sublimes y admirables hazañas y carismas que provocó para todo el género humano, porque sólo ella estando realmente entre el Dios y los hombres, por un lado con el Dios hizo el hijo del hombre, y por otro lado, los hombres los convirtió e hizo hijos de Dios. Que sin su intercesión nadie puede acercarse a Dios, ni hombre, ni ángel, porque sólo ella se encuentra entre la creada y la celeste creación; y que sólo ella es Dios inmediato después de Dios, y es la segunda después de la Santa Trinidad, porque verdaderamente es la Madre de Dios; y que ella no sólo es el tesorero de toda la riqueza de la Deidad (increada), sino también la administradora en todos, los ángeles y los hombres, de todos los resplandecimientos y de los carismas espirituales que se dan de Dios a la creación. Y que no hay nadie que la haya implorado y no haber sido escuchado con compasión. En definitiva, preséntale las fatigas y los pazos-pasiones de Su Hijo Unigénito que sufrió para nuestra sotiría redención, sanación y salvación, y ruégale que pida la jaris (gracia, energía increada) de él, de modo que en ti estos pazos-pasiones, emociones provoquen aquel resultado por el que ha sufrido su Hijo y esto es tu propia sotiría redención, sanación y salvación; y esto no por otra cosa, sino para su propia gracia, gloria y alegría.

Capítulo 50

Algunos pensamientos para que acudamos a la Zeotocos con fe y ánimo.
Queriendo acudir a la Zeotocos con fe y ánimo para cada necesidad tuya, puedes conseguirlo cuando pienses: a) Que todos aquellos recipientes, como sabrás de tu experiencia, donde se pone el incienso o cualquier otro aroma precioso, a pesar de que el aroma de ellos no está en sus interiores, estas vasijas o conductos mantienen la fragancia de aquel aroma. Y estos cuando más tiempo permanece el aroma dentro en el recipiente tanto más mantienen la fragancia; y sobre todo desprenden más fragancia cuanto más tiempo permanece el aroma en sus interiores; a pesar de que aquel aroma o incienso son de una fuerza limitada y restringida. De la misma manera pensar también que, cuando uno está parado cerca de un gran incendio mantiene el calor también después de alejarse del fuego bastante tiempo. Y como estas cosas son verdaderas, ¿entonces de qué fragancia de filantropía inenarrable, de qué fuego de agapi y de qué pensamientos de misericordia y compasión podemos decir que están llenas las entrañas de la Zeotocos? ¡Ella que durante nueve meses tuvo en sus entrañas a Cristo, la mirra insaciable que mantiene siempre en su seno y su agapi-amor, el Hijo de Dios que la misma auto-agapi y la misma autocompasión y no de fuerza restringida y limitada sino increada, ilimitada e infinita!
Así que, igual que aquel que toca los recipientes recibe la mirra o el aroma encima suyo, también el que se acerca a un gran incendio, no puede recibir otra cosa que el calor del fuego, así también mucho más cada pobre que está necesitado y se acerca con humildad y fe al aroma o mirra celeste (la energía increada), al fuego de la agapi (amor, energía divina increada), de la misericordia increada y la compasión, que siempre desprende fragancia y siempre enciende el seno de la Virgen, por supuesto, seguro que recibirá ayudas, beneficencias, favores y energías increadas, tanto más, cuanto más a menudo y con mayor fe y ánimo se acerca.
B) Que ninguna creación amó tanto a Jesús Cristo, el Hijo de Dios, ni se amoldó tanto con Su voluntad, como su Panayía (Santísima) Madre, por una parte, porque ha dado a luz sola sin varón, y por otra parte, ha dado a luz sólo a él y a nadie más, y así no compartió con otro su agapi-amor; Si pues, éste, el Hijo de Dios e Hijo amado de la Virgen, ha entregado toda su vida y su existencia para las necesidades de nosotros los pecadores y ha dado su madre como madre nuestra e intercesora para ayudarnos, y después de esto constituye un medio para nuestra sotiría redención, sanación y salvación , ¿cómo y de qué manera alguna vez esta amada madre suya y nuestra intercesora, podrá ser desertora de la voluntad de su Hijo tan amado y no ayudarnos?
Por eso amigo mío, para cada necesidad tuya corre y acuda con ánimo a la Panayía Zeotocos (Santísima Madre de Dios). Porque esta confianza y ánimo que muestras en ella, es rica, bienaventurada y refugio seguro y siempre concede en tu corazón las jaris (energías increadas) y las caridades.

Capítulo 51
Cómo debe uno estudiar y orar a través de los Ángeles y de todos los Santos.
Dos formas o maneras puedes utilizar para que recibas la ayuda y la protección de los santos celestes. Una es dirigirte hacia al Padre Celeste y mostrarle la agapi con la que es amado y los cantos o himnos con los que es alabado de todos los santos del cielo; más las luchas y fatigas que sufrieron estos santos encima de la tierra para la doxa-gloria de él; así con la fuerza de estas cosas pedir de la Majestuosidad aquello que te hace falta. La otra forma es acudir a los mismos espíritus de los Ángeles y de los Santos, porque ellos desean no sólo nuestra sanación y salvación terrenal y la perfección, sino también nuestra doxa-gloria en los cielos y pedir a que te ayuden contra todos tus malos enemigos y te protejan incluso en la hora de tu muerte. Piensa alguna vez también en estos Santos del cielo las muchas y excepcionales jaris (energías increadas) y favores que ellos recibieron de Dios, excitando y encendiendo en tu interior una potente alegría y agapi-amor por ellos, porque están enriquecidos con carismas tan sobrenaturales, los cuales tienes que calcular como si fueran tuyos. Sobre todo, si es posible alegrarte más porque los tienen ellos y no tú, porque esto es la voluntad de Dios que es bendito y admirable. Y para hacer este ejercicio con facilidad y orden, divide las legiones de Santos del día con el siguiente orden: Lunes rogar las nueve Legiones de los Ángeles; Martes a San Juan el Bautista; Miércoles a los Patriarcas y Profetas; Jueves los Apóstoles; Viernes a los mártires; Sábado los Jerarcas con los demás Santos; y Domingo las Vírgenes junto con las demás Santas.
Pero diariamente no ceses de acudir a la Zeotocos, la Reina de todos los Santos/as, a tu Ángel de la guarda, al Arcángel Miguel y a todos los Santos que son tus intercesores y ayudantes. Rogar diariamente a la Siempre Virgen María, a Su Hijo, nuestro Señor Jesús Cristo y a su Padre celeste, para que te hagan digno de esta jaris y donación; es decir, para que te den como intercesor y protector universal y principal a José el justo. Después acuda a este mismo José el justo con súplicas y ánimo para que te reciba en su amparo y protección. Porque fueron innumerables las beneficencias y los favores que recibieron de él aquellos que le tenían devoción y acudían a él, no sólo cuando tenían necesidades espirituales, sino también materiales, especialmente que les conduzca cómo deben orar y estudiar correctamente. Porque si a los demás Santos los ama Dios, porque honraron y se sometieron en él, ¿cuánto más debemos creer que ama a este humilde y santo? ¡Y cuánto valen sus súplicas ante el Dios, puesto que tenía tanto honor del mismo Dios, cuando corporalmente estaba en la tierra y quiso sujetarse a él y obedecerle como Padre suyo, como dice el divino Evangelio (Lc 2,51), y servirle en lo que fuera necesario!, como claramente lo demuestra san Basilio en su libro “la Ascética”. (90) Los logos de san Basilio el Grande son los siguientes: “Durante los primeros años de su vida fue subordinado a sus padres, cada esfuerzo corporal lo realizaba con apacibilidad y obediencia. Porque realmente siendo hombres justos y piadosos, pero pobres sin tener las cosas necesarias (esto lo demuestra el pesebre como divino nacimiento), naturalmente trabajando ganaban para sí mismos las cosas imprescindibles. Y Jesús subordinado en ellos, como dice la Escritura, indicó que en sus esfuerzos y labores mostraba la obediencia necesaria.
San Nicodemo el Aghiorita
Traducido por: χΧ jJ www.logosortodoxo.com (en español)


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