Por
el Santo Monasterio Paráclitos, Oropós Atenas.
1)
Qué
es el ecumenismo
2)
Cuándo
apareció
3)
La
participación de los Ortodoxos en el movimiento ecumenista.
4)
Las
supuestas aperturas del ecumenismo
5)
La
percepción Ortodoxa sobre la Iglesia.
6)
Qué nos dicen los Ortodoxos ecumenistas
7)
Los
diálogos
8)
Los diálogos del ecumenismo.
9)
Colaboración
en temas prácticos.
10)
Intercambio
de visitas.
11)
El
desarrollo interreligioso del ecumenismo.
12)
Finalmente,
¿qué es el ecumenismo?
13)
Reacciones
al movimiento Economista.
14)
La
participación del laós-pueblo fiel al movimiento ecumenista.
Prólogo
Nuestra Iglesia
Ortodoxa es por su naturaleza católica y naturalmente ecuménica
(universal). Tiene sus brazos abiertos a todos los hombres, de cada
raza y en toda época, y les llama venir cerca de ella. El Cristo,
que es su cabeza, se dirige diacrónicamente al mundo “venid a mí
todos “, mientras paralelamente manda Sus alumnos “en todos los
pueblos” a enseñar el Evangelio de la sanación y salvación.
Esta cualidad o
característica natural y compositora de ecumenidad-universalidad hoy
la reivindican dos movimientos que expresan el espíritu de la época
actual: el Ecumenismo y la Globalización.
La
Globalización se impulsa por potentes fuerzas político-económicas
y proyecta un modelo de una humanidad unificada; en cambio el
ecumenismo se mueve en el ámbito religioso, buscando la realización
del sueño de un Cristianismo unificado, finalmente apuntando a una
religión ecuménica, una Πανθρησκεία (panzriskía,
todareligión, o interreligión).
En este folleto
intentamos apuntar el movimiento del Ecumenismo, -en el cual
participa también la Ortodoxia-, porque esto permanece desconocido a
la mayoría del laós-pueblo de nuestra Iglesia y los desarrollos en
estos puntos provocan inquietud y problemas.
Quizás esto
sea escuchado como raro, pero es un hecho que el Ecumenismo de hoy
amenaza la ecumenidad de nuestra Iglesia, porque resbala
continuamente hacia tácticas conciliadoras-sincretistas, que revocan
principios fundamentales de la fe ortodoxa. Y no olvidemos que la fe
ortodoxa es la primera y principal condición de la sanación y
salvación del hombre de acuerdo con la decisión tomada por
inspiración del Espíritu Santo de los Santos Padres. “El que
quiere sanarse y salvarse, más que nada debe tener la fe católica y
si no la mantiene sana e inmaculada, sin miedo y sin duda, en el
siglo se perderá” (San Atanasio).
Así pues, si
el mensaje sanador y salvador de nuestra Ortodoxia se pierde en los
mensajes engañosos y equivocados de los heterodoxos y de otras
religiones para la gracia y favor de una visión ecumenista utópica,
entonces se perderá también la esperanza del mundo.
1) Qué
es el ecumenismo
El ecumenismo es
un movimiento que proclama que tiene como propósito la unidad del
mundo cristiano (Ortodoxos, Papistas, Protestantes, etc.). La idea de
unión emociona a cada psique cristiana y corresponde a sus profundos
anhelos. Esta idea la hace suya también el Ecumenismo. Pero la
visión unitaria, por excelencia espiritual, lo basa principalmente
sobre los intentos humanos y no en la acción de la energía increada
del Espíritu Santo. Sólo el Espíritu Santo hace realidad esta
visión, pero cuando encuentra la metania y la humildad humanas.
La deseada
unidad, aunque cuando ocurra, no será sino un milagro de Dios.
2) Cuándo
apareció
Las raíces del
Ecumenismo se deben buscar al espacio protestante, mediados del siglo
19º. Entonces unas confesiones cristianas viendo que la gente se
marchaba de ellos a causa del aumento de indiferencia religiosa y de
los movimientos antirreligiosos organizados, fueron obligados a una
concentración y colaboración.
Esta actividad
unitaria tomó ya forma organizada, como Movimiento Ecuménico, el
siglo 20º y principalmente el año 1948 con la creación en
Ámsterdam de Holanda del Consejo Internacional de Iglesias (C.I.I)
que tiene su sede en Ginebra.
Es preciso apuntar
que el C.I.I. nunca podría tomar carácter “ecuménico” sino que
permanecería simplemente una cuestión endo-protestante, si no
hubiesen participado algunas Iglesias Ortodoxas locales. Los
romano-papistas negaron entrar y participar. Pero más tarde, sin que
ingresaran al C.I.I. también ellos entraron en este Movimiento
Ecumenista. Con el relativo decreto del 2ª Sínodo de Vaticano
(1964), inauguraron un Ecumenismo al estilo propio de ellos, que
aspira a la unión de todos los Cristianos bajo el poder papista.
3) La
participación de los Ortodoxos en el movimiento ecumenista.
Debemos de
confesar que un empuje esencial a la creación del movimiento
ecumenista lo ha dado también el Patriarcado Ecuménico de
Constantinopla, especialmente con el mensaje de 1920, donde, tal como
se demostró constituyó la base y el Mapa de la participación de
los Ortodoxos al movimiento ecumenista.
Este mensaje fue
una cosa que por primera vez se conocía en la Iglesia, porque por
primera vez un texto oficial ortodoxo calificaba todas las
Comunidades heterodoxas de Occidente como “iglesias”, “como
parientes y familiares en Cristo y también coherederos y del mismo
cuerpo de la promesa de Dios”. Así derogaba la eclesiología
ortodoxa. Y por no referirnos épocas antiguas, basta con recordarnos
unos años antes (1895) el mismo Patriarcado, en una circular ponía
al papismo fuera de la Iglesia, porque introducía enseñanzas
heréticas y novedosas. Por eso llamaba a los Cristianos Occidentales
a regresar en el seno de la una Iglesia, es decir, a la Ortodoxia.
En el mensaje de
1920 teniendo como modelo la “intercomunión de Naciones”,
propuso una conjunción y comunión entre las Iglesias con sus
objetivos principales: a) la revisión de las diferencias dogmáticas
en sentido de conciliación, b) la aceptación de calendario
unificado (que su parcial aplicación desgraciadamente trajo división
en el festejo ortodoxo), y c) la composición de congresos
intercristianos.
Además del
Patriarca Ecuménico, progresivamente pidieron entrar casi todas las
Iglesias Ortodoxas como miembros del C.I.I.., SIN EMBARGO, mas tarde
algunas fueron obligadas a revisar y abandonar, puesto que por una
parte observaron con decepción su degradación y por otra parte
estaban presionadas de las fuertes reacciones anti-ecumenistas de sus
pueblos. Buenamente el pueblo hacía la pregunta: “¿Cómo puede
ser que la Ortodoxia sea integrada como “miembro” en “algo”,
en el momento que el “todo”, el Cuerpo de Cristo, llama a todos
que se hagan Sus miembros?
Además, la
presencia de las Iglesias Ortodoxas en los congresos del C.I.I., a
causa de la forma de composición y funcionamiento, siempre era
escueta, incompleta y decorativa. Sus decisiones siempre se formaban
y tomaban exclusivamente de votos de protestantes que eran mayoría.
Cierto que desde 1961, las reuniones Ortodoxas Generales presentaban
manifiestos particulares y – algunas constituyen textos
confesionales colosales y memorables - como representantes de la Una
Iglesia Santa y Apostólica.
4) Las
supuestas aperturas del ecumenismo
El ecumenismo para
hacer realidad sus propósitos se esfuerza en omitir, dejando de lado
y reconsiderando algunos puntos básicos de la Ortodoxia.
Proyecta la falsa
percepción de la “Iglesia ampliada”, de acuerdo con la cual la
Iglesia es una pero contiene a todos los cristianos de cada confesión
desde el momento que aceptaron el bautizo. Así todas las confesiones
cristianas son entre sí “Iglesias Hermanas”.
Dentro del mismo
espíritu se mueve también la idea de la “Iglesia universal
visible”. La Iglesia que presuntamente aparece ”invisiblemente”
y está compuesta de todos los cristianos, se manifestará también
en su dimensión visible con los esfuerzos comunes unitarios.
En estas
percepciones también influyó mucho la
teoría de ramas
de los protestantes, según la cual la Iglesia es un “árbol” con
“ramas” en todas las confesiones cristianas y cada una contiene
sólo parte de la verdad.
Pues, añadimos
también la teoría de dos “pulmones” que fue desarrollada por
algunos ecumenistas ortodoxos y los papistas. Según esta falsa
teoría la Ortodoxia y el Papismo son dos pulmones con los que
respira la Iglesia. Para empezar presuntamente otra vez a respirar
correctamente, deberán los dos pulmones sincronizar su respiración.
Finalmente a los
métodos que utiliza el ecumenismo para el acercamiento de los
Cristianos es también el minimalismo dogmático. Se trata de un
intento de minimizar los dogmas en las cosas más necesarias para que
sean superadas las diferencias dogmáticas entre las confesiones.
Pero el resultado es la omisión o tergiversión del dogma, su
minimización y desprecio de su importancia y significado. ¡Dicen
que se unan primero los cristianos y después los teólogos (tiólogos
de academia) discutirán sobre los dogmas! Está claro que con este
método del minimalismo dogmático quizás sea fácil que se unan los
cristianos ¿Pero, pueden ser ortodoxos, como este tipo de
cristianos?
5) La
percepción Ortodoxa sobre la Iglesia.
Según la
eclesiología Ortodoxa, la Iglesia y la Ortodoxia se identifican. Sin
duda la Iglesia es también Ortodoxa, es la Una Iglesia, Santa,
Católica y Apostólica, el Cuerpo de Cristo. Y como el Cristo es
Uno, entonces también la Iglesia es Una. Por eso nunca se entiende
división en la Iglesia. Sólo tenemos separación de la Iglesia. Es
decir, en momentos concretos históricos los heréticos y los
cismáticos se separaron de ella y así dejaron de ser sus miembros.
La Iglesia
contiene la plenitud de la verdad, pero no una verdad abstracta, sino
una manera de vivir que sana y salva al hombre de la muerte y le hace
“Dios por la jaris (gracia, energía increada)”. Al contrario la
herejía constituye negación total o parcial de la verdad, un
fraccionamiento de ella, y así toma el carácter y la patología de
una ideología. Separa al hombre de la forma de existencia que ha
dado el Dios a Su Iglesia y le asesina espiritualmente.
También los
dogmas contienen las verdades trascendentales de nuestra fe, no son
concepciones de conceptos intelectuales, ni mucho más, un
oscurantismo de la edad media o el escolasticismo teológico.
Expresan la vivencia y la experiencia de la Iglesia. Por eso, cuando
hay una diferencia en los dogmas, sin duda hay también una
diferencia de la manera de vivir. Y aquel que subestima la exactitud
de la fe no puede vivir la plenitud de la vida en Cristo.
El cristiano debe
aceptar todo lo que ha apocaliptado (revelado) el Cristo. No “un
mínimum” sino el total. Porque en la totalidad y la integridad de
la fe se salvan y se mantienen la catolicidad-universalidad y la
ortodoxia de la Iglesia.
Así se explican
las luchas, hasta con sangre, de los santos Padres para la
conservación de la fe de la Iglesia, como también el esfuerzo de
ellos, por la iluminación del Espíritu Santo, para la formulación
de los “términos” de los Sínodos Ecuménicos. Estos “términos”
no significan otra cosa que las fronteras, que son fronteras de la
verdad, para que los creyentes puedan discernir la Iglesia como
Ortodoxia de la herejía.
Los heterodoxos,
con negar la plenitud de la verdad, se separaron de la Iglesia. Por
eso son heréticos. Por lo tanto están privados de la santificadora
jaris (gracia, energía increada) del Espíritu Santo, y sus
Misterios-Sacramentos son inválidos. Pues, el bautismo que realizan
no puede introducir a la Iglesia de Cristo.
El canon 68 de los
Santos Apóstoles nos dice: “...porque, no es posible que sean
creyentes o clérigos los bautizados y ordenados por los heréticos”.
Y san Nicodemo el Aghiorita añade: “El bautismo de todos los
heréticos es impío, blasfemo y no tiene ninguna kinonía-comunión,
conexión con el de los Ortodoxos”.
6) Qué
nos dicen los ecumenistas ortodoxos
...Algunos
ecumenistas ortodoxos atrevidos hablan de la “reformación” de la
Iglesia mediante la unión de todos los Cristianos. Un jerarca
ortodoxo apunta que tenemos necesidad de un nuevo Cristianismo que
estará basado totalmente en percepciones y términos nuevos. El tipo
de religión que hemos recibido no podemos enseñar a las
generaciones futuras...
7) Los
diálogos
El ecumenismo,
para impulsar sus planes utiliza muchos medios. El más importante de
todos es el diálogo.
Nadie ignora que
la Iglesia Ortodoxa es por su naturaleza abierta al diálogo. El Dios
siempre conversa con el hombre y los Santos de la Iglesia no negaron
nunca la comunicación dialéctica con el mundo.
Los Santos,
teniendo autoconciencia de la kinonía (comunión, unión, conexión)
con Dios, intentaban con el diálogo transmitir la experiencia de la
verdad que estaban viviendo. Para ellos la verdad no era objeto de
investigación. No la buscaban, ni la negociaban, sino que la
ofrecían. Si el diálogo no conducía a los heterodoxos a la
negación de sus errores y engaños y a la aceptación de la fe
ortodoxa, no lo continuaban.
San Marcos el
Amable dialogaba dos años continuos con los papistas en el
Pseudosínodo de Ferara de Florencia (1438-1439). Pero viendo la
arrogancia, la intolerancia y la persistencia en el engaño por parte
papista, cortó toda relación con ellos incitando a los ortodoxos
creyentes: “Evitad a los papistas como cuando uno evita la
serpiente”.
El diálogo
teológico lo había empezado también el Patriarca ecuménico
Jeremías II el Grande, con los protestantes teólogos de Tibingui
(1579). Pero cuando comprobó que el diálogo no fructificaba lo
cortó y les escribió: “Os rogamos que no nos canséis más...
Sino caminad por vuestro camino. Si queréis podéis escribirnos,
pero ya no sobre los dogmas de la fe”.
8)
Los diálogos del ecumenismo.
Los contemporáneos
diálogos ecumenistas se diferencian radicalmente de los diálogos de
los Santos, porque se hacen con base los principios de la Iglesia
ampliada y el minimalismo dogmático.
Por eso no son ortodoxos y están sin frutos. La demostración es que
en los casi cien años de diálogos no han ofrecido nada digno de
valor para la unidad del mundo cristiano. ¡Al contrario han
conseguido dividir a los Ortodoxos!
Las principales
patologías de los diálogos actuales son las siguientes:
a) La
falta de confesión, testimonio y reconocimiento ortodoxos.
En los diálogos,
algunos ortodoxos, no expresan la firme e inamovible convicción de
la Iglesia Ortodoxa, en que ella constituye la una y única Iglesia
de Cristo encima de la tierra. Tampoco proyectan la santa tradición
y la experiencia espiritual de la Ortodoxia que se diferencia de las
tradiciones del cristianismo Occidental. Sólo con una actitud
confesional de este tipo se podría hacer fructífera y valida la
presencia ortodoxa en los diálogos.
b) la
falta de franqueza y sinceridad.
La falta de
testimonio ortodoxo en combinación con la mentira demostrada y la no
franqueza de los heterodoxos, estorba más el diálogo intercristiano
y le convierte infructuoso. Por eso muchas veces sea porque se
observan recíprocos retrocesos superficiales, sea porque se utiliza
un lenguaje y terminología diferente con tan de que se recubran las
diferencias.
En principio los
romanocatólicos, si fueran honestos y francos, deberían recalcar
con claridad en los círculos ecumenistas esto que recalcan a sus
propios creyentes, es decir, su entrega total a la primicia y lo
infalible del papa. Así está claro que se vería también como
piensan la unión de los cristianos: no como unión de fe, sino bajo
la sumisión al poder papista. Además, se verificaría que la
institución papista por una parte constituye la alteración más
trágica del Evangelio de Cristo y por otra parte utiliza los
diálogos únicamente para satisfacción de su extensión política.
Principal
expresión de la falsedad y mentira papista constituye el
mantenimiento y fortalecimiento de la Unía*. Se trata de una
institución muy zorra y mala astuta, por la cual el papismo utilizó
y continua utilizando como modelo de unión, a pesar de las fuertes
protestas de los Ortodoxos y a pesar de que hoy la unía constituye
el impedimento básico en los diálogos bilaterales.
Por otra parte,
los de múltiples nombres Protestantes, si fueran honestos y francos,
deberían manifestar directamente con rectitud que para nada están
dispuestos a retroceder de sus principios básicos protestantes, y
finalmente, son otras las causas que vienen al diálogo. Además,
esto manifiesta también el gran bajón que tienen sus “Iglesias”
(sacerdocio femenino, bodas de homosexuales, etc.)
*Unía
es un sistema politicoreligioso que fue inventado por el papismo para
la occidentalización de los Cristianos de Oriente. Se aprovechó de
la coincidencia de dificultades históricas de estos Cristianos y les
obligó a someterse al poder papista. No obstante, los animó a que
no cambien sus costumbres eclesiásticas (prendas de los sacerdotes,
tipikó litúrgico, etc.) de manera que crean confusión y promuevan
la propaganda papista.
c) la
enfatización de la agapi (amor)
Como la mentira,
la no franqueza y los fines interesados, envenenaron los diálogos
que acabaron en inagotables e infructuosas discusiones teológicas,
se ha intentado un giro. Ahora los diálogos se llamaron “diálogos
de la agapi” por la razón tanto para impresionar como para que se
desvíe el escollo de los conflictos dogmáticos. Dicen e insisten
que “la agapi tiene prioridad” y “la agapi impone que nos
unamos, aunque existan diferencias dogmáticas”.
Por eso también
en la práctica de los diálogos actuales es que no se discutan las
cosas que nos separan, sino las que nos unen, de manera que se crea
una falsa sensación y un autoengaño de unión y fe común. Pero en
los Sínodos Ecuménicos los Padres siempre discutían sobre las
cosas que separaban. Lo mismo ocurre también hoy en cualquier
diálogo entre partes que tienen diferencias: discuten las cosas que
separan –además, por eso se hace el diálogo- y no las que nos
unen.
Para nosotros los
Ortodoxos la Agapi y la Verdad son dos conceptos inseparables.
Diálogo de agapi sin la verdad es un diálogo falso, anormal y no
natural. En cambio agapi “en la verdad” significa: Dialogo con
los heterodoxos por agapi para indicarles donde se encuentran sus
errores y cómo serán conducidos a la verdad. Si realmente les amo,
debo decirles la verdad por mucho que eso sea difícil o doloroso.
d) el
desgaste de los criterios ortodoxos.
En la patología
de los diálogos pertenece también el desgaste de los criterios
teológicos ortodoxos, que se produce de una “amistad gentileza
ecumenista”, de relaciones personales con los teólogos
heterodoxos. La fe no se considera la verdad que sana y salva, sino
un conjunto de verdades teóricas que admiten conciliaciones.
Los ortodoxos
ecumenistas sostienen que: “¡hacemos diálogos, no cambiamos
nuestra fe!” Está claro que el diálogo como “salida
agapítica-amorosa” hacia al otro es querida de Dios. Pero el
diálogo ecumenista que se hace hoy no es un encuentro en la verdad,
sino un “reconocimiento recíproco”. Esto significa que
reconocemos las comunidades heterodoxas como Iglesias y aceptamos que
las diferencias dogmáticas constituyen “expresiones legales” de
la misma fe. Pero, así caemos en la trampa del sincretismo: ponemos
al mismo nivel la verdad y el engaño, igualamos la luz con la
oscuridad.
e) oraciones
conjuntas.
Los ortodoxos
ecumenistas con el desgaste de sus criterios teológicos, es muy
natural que participen sin suspensiones en cocelebraciones y
oraciones en común con los heterodoxos, que muchas veces se realizan
en el marco de los encuentros intercristianos. Creen que con este
espiritualismo conjunto ecumenista se cree el clima adecuado que se
requiere para el avance del esfuerzo unionista.
Pero los santos
Cánones de nuestra Iglesia nos prohíben estricta y severamente las
oraciones conjuntas con los heterodoxos. Porque los heterodoxos no
tienen la misma fe con nosotros. Creen en un Cristo distinto y
tergiversado. Por eso también san Juan el Damasceno los que no están
en la Tradición de la Iglesia les llama increyentes.
La oración en
común, pues, se prohíbe tajantemente porque manifiesta
participación en la fe del co-orante y da en él la falsa sensación
de que no se encuentra en el engaño, por lo tanto no hace falta que
regrese a la verdad.
f) la
intercomunión.
Si los santos
Cánones prohíben las oraciones en común con los heréticos, mucho
más, excluyen la participación nuestra en los Misterios de ellos.
Pero tampoco en este punto los Ortodoxos hemos sido consecuentes.
El 2º sínodo
vaticanea, que se hizo dentro de los marcos de “apertura”,
propuso la Intercomunión con los Ortodoxos: Los papistas podrán
tomar la kinonía-comunión en templos ortodoxos y los Ortodoxos en
los papistas. De esta manera tanto los papistas como los ortodoxos
ecumenistas creen que gradualmente “de facto” vendrá la unión
de papistas y ortodoxos, a pesar de sus diferencias dogmáticas.
Si para los
papistas una tesis así se justifica por la percepción que tienen
sobre la Iglesia y los Misterios (jaris-gracia creada, etc.), para
nosotros los Ortodoxos en anormal, paradójico e inaceptable. Nuestra
Iglesia nunca consideró la divina Efjaristía como medio de unión,
sino siempre como su sello y corona.
Además, el Cáliz
común presupone fe común. Es decir, si un Ortodoxo toma la comunión
en un templo papista, esto significa que acepta también la fe
papista.
9) Colaboración
en temas prácticos.
Otro medio que
utilizan para la consecución del propósito del Ecumenismo es la
colaboración intercristiana en sectores prácticos. Los ecumenistas
aparentan que están interesados en los problemas contemporáneos
(sociales, morales, medioambientales, etc,) que deben unirnos.
Está claro que la
Iglesia mostraba y muestra siempre una gran sensibilidad sobre los
problemas humanos, sin embargo, el planteamiento en común con los
heréticos presenta los siguientes defectos:
a) La voz de la
Iglesia cuando se hace una con otras voces cristianas pierde su
clarividencia y se debilita en comunicar al hombre actual su única
manera de vivir es zeantropocéntrica (centro dios), al contrario que
la humanocentrica
manera de vivir de los heterodoxos.
b) La Iglesia
sucumbe a la tentación de la secularización (mundanación),
utilizando en su obra social prácticas secularizadas, mundanizadas
de otras confesiones en perjuicio del mensaje sotiriológico (sanador
y salvador). Pero aquello que tiene necesidad el hombre actual, no es
el mejoramiento de su vida mediante un cristianismo secularizado,
aunque este pueda eliminar todas las heridas sociales, sino su
liberación del pecado y su zeosis dentro del verdadero Cuerpo de
Cristo, la Iglesia Ortodoxa.
c) El creyente
Ortodoxo, viendo que los heterodoxos están colaborando con sus
pastores, toman una impresión de que ellos pertenecen a la Iglesia
de Cristo, a pesar de las diferencias dogmáticas.
10) Intercambio
de visitas
Los últimos años
la política ecumenista se ejerce también con el intercambio de
visitas oficiales entre las confesiones, las cuales se realizan por
grados altos, principalmente de clérigos. Estas contienen discursos
alabantes, abrazos, cambios de regalos, banquetes y oraciones
comunes, declaraciones conjuntas, etc.
Estos encuentros,
desgraciadamente no son simplemente visitas típicas. Además, los
mismos ecumenistas confiesan que con los festejos comunes, se
manifiesta un tipo de comunión eclesiástica con reconocimiento
recíproco.
Pero nuestro
pueblo, cuando, por medio de los medios audiovisionales, sigue las
visitas, siente una sorpresa desagradable, se escandaliza, se amarga
y se problematiza o inquieta, sobre todo si escucha a sus pastores
que hablen sobre la lengua de los santos padres y en un lenguaje
ortodoxísimo, y otras veces los ve entre los heterodoxos a
comportarse diplomáticamente. ¿Pero una conciliación de este tipo
en el espacio de la verdad de la Iglesia, no será pagada a un precio
caro y doloroso?
11) El
desarrollo interreligioso del ecumenismo.
La profunda crisis
de orientación que muy tempranamente apareció en el movimiento
ecumenista, lo obligó en principio a girar sobre el planteamiento de
los problemas sociopolíticos de los hombres, abandonando la teología
como camino de unión, y después realizar una apertura hacia las
religiones no cristianas. Acepta que todas las religiones constituyen
caminos distintos de sanación y salvación, paralelos al
Cristianismo, y que el Espíritu Santo energiza también en ellas. Su
lema contiene el axioma de la “new age-nueva era”: “Cree lo que
quieras, sólo no reivindiques la exclusividad de la verdad y el
camino de la salvación”.
Convoca, pues,
encuentros intercristianos, los cuales no son simples congresos
científicos como proclaman sus organizadores, sino reuniones de
confesión, de unión con base la fe a un Dios. Por eso continuamente
contienen también manifestaciones de cultos comunes, en los cuales
oran conjuntamente ortodoxos, heterodoxos y otras religiones. Pero el
Dios Trinitario de los Ortodoxos, el verdadero y autoapocaliptado
(autorevelado) no es el mismo que cualquier “Dios” de los
heterodoxos y de otras religiones, es decir, con un “Dios”
fanático, que creó y mantiene la necesidad religiosa del hombre
post caída.
Desgraciadamente,
esta apertura interreligiosa comparten también algunos jerarcas
ortodoxos ecumenistas, los cuales expresan opiniones como las
siguientes:
“En el fondo el
movimiento ecumenista, aunque tiene procedencia cristiana, debe de
ser movimiento de todas las religiones... Todas las religiones sirven
a Dios y al hombre. No existe sino solamente un Dios.
“En el fondo una
iglesia o un santuario aspiran a la misma consagración espiritual
del hombre”.
“El Islam, en el
Corán habla sobre Cristo y la Panayía (Santísima) y nosotros
también debemos de hablar sobre Mohamet con atrevimiento y ánimo.
Ver su historia y su oferta, el kerigma de un Dios y la vida de sus
alumnos, que son alumnos de un Dios...”
“Romanopapistas
y Ortodoxos, Protestantes y Judíos, Musulmanes e Hindúes, Budistas
y Comfuquianos... deberemos de contribuir todos en el fomento de los
principios del ecumenismo, la hermandad y la paz. Pero esto sólo se
podrá hacer si estamos unidos en el espíritu de un Dios”.
La pretensión
básica de los encuentros interreligiosos es la creación de puntos
de encuentro entre religiones, de modo que sea facilitado el
tratamiento común de los problemas sociales e internacionales. Esta
pretensión la aprovechan durante algún tiempo también los
soberanos potentes del mundo, movilizando las religiones a la
fomentación de sus intereses ilegales. Esto se ha visto claramente
después del 11 de Septiembre del 2001, cuando se hicieron “por
mandato” multitud de encuentros interreligiosos.
Pero así, nuestra
Iglesia en vez de ser “juez” y “control” de la ilegalidad, se
convierte en su soporte y conservación. Se encierra en la
perspectiva mundana de distintas religiones y se degrada al nivel de
una religión mundana de carácter utilitario y materialista. A la
vez se ve obligada de rechazar su misión y el deber
santo-apostólico, puesto que se da por aceptado sobretodo de sus
representantes oficiales, que todas las religiones constituyen
“caminos de salvación queridos por Dios”.
Además, algunos
ecumenistas ortodoxos llegan hasta el punto de hablar de paz,
justicia, libertad, agapi-amor y sobretodo de bienes espirituales en
un lenguaje mundano puro y duro. Se callan el que estos bienes
constituyen los frutos del Espíritu Santo, regalos divinos que se
proporcionan por el ejercicio espiritual “en Cristo Jesús” y no
por los encuentros o congresos interreligiosos.
Está claro que se
debe de recalcar que la Ortodoxia nos es una religión, ni si quiera
la mejor. Es Iglesia. Es la autoapocalipsis (autorevelación) y
aparición de Dios en la historia. Tiene conciencia de la
Ecumenicidad y contiene la Verdad de Cristo, por eso no tiene miedo
en sus relaciones con los no Cristianos. Conoce los límites de estas
relaciones, tal como los ha formado la Tradición santo-patrística y
su experiencia mistiríaca (sacramental). Por ejemplo san Gregorio
Palamás, bajo condiciones severas de prisión dialogó con los
Turcos Otomanos. Sin embargo, no dudó con peligro de su vida en
decir la verdad y examinar el engaño de ellos. Además, ¿cómo
afrontaban los Mártires a los idólatras y los santos Neomártires a
los Mahometanos? ¿No confesaban la verdad? ¿Podemos imaginarlos
orando junto con ellos? ¡Entonces no tendríamos Mártires!
Nuestra Iglesia,
pues, niega a sacrificar su singularidad al altar de otras
intencionalidades y aceptar la consigna ecumenista que “en todas
las religiones y detrás de nombres distintos se venera el mismo
Dios”, según lo apostólico: “Y no hay sanación y salvación en
ningún otro; pues, no se nos ha dado a los hombres ningún otro
nombre debajo del cielo para salvarnos” (He 4,12).
12) Finalmente,
¿qué es el ecumenismo?
Después de sus
sucesivos desarrollos y su alejamiento continuo de sus intenciones
iniciales, está justificado que los creyentes Ortodoxos se
pregunten: “¿Acaso no se ve claro que la finalidad del ecumenismo
no es la unión de los Cristianos, sino el predominio de la
Interreligión, el aplastamiento de todo y la transformación de la
Iglesia de Cristo en un “Club de hombres religiosos”, en un
organismo mundano como la ONU, in-espiritualizado e insensibilizado?
¿Cómo nuestra
Ortodoxia tradicional revaloriza al ecumenismo?
“Al ecumenismo
actual realmente ha predominado en señalarlo por el término herejía
y está claro y cierto que es una herejía, porque significa la
negación de las cualidades básicas de la fe ortodoxa, como por
ejemplo, la aceptación de la teoría de ramas; es decir, que cada
Iglesia tiene una parte de la verdad y debemos unirnos todas las
iglesias poniendo en la mesa todos los trozos de la verdad para
constituir la totalidad. Nosotros creemos que la Ortodoxia es Una
Iglesia Santa, Católica y Apostólica. Se acabó, esto no entra en
discusión; por lo tanto cualquiera que promulga lo contrario se
puede llamar ecumenista y por lo tanto es herético.” (24/ 5/
1998/ Cristódulos, obispo de Atenas).
“El ecumenismo
es un nombre común para los pseudocristianos y las pseudoiglesias de
Europa Occidental... Todos estos pseudocristianismos y pseudoiglesias
no son otra cosa que una herejía a lado de la otra. Su nombre común
es παναίρεση
(Paneresi, toda herejía o la jefa de las heregías.)
¿Por qué? Porque en el espacio del tiempo de la historia distintas
herejías cambiaban algunas características o cualidades del
Zeántropos (Dios y hombre) y Señor Jesús; pero estas herejías
europeas alejan totalmente al Zeántropo y en su lugar colocan el
antropo (hombre) Europeo” (San Justino Popovits.)
El ecumenismo no
es sólo herejía y παναίρεση
(toda herejía o jefa que contiene todas las herajías) tal
como se caracteriza por costumbre. Es algo peor que todo esto. Las
herejías eran enemigos claros de la Iglesia, pero ella podía luchar
contra ellas y derrotarlas. Pero el ecumenismo actual es indiferente
sobre los dogmas y las diferencias dogmáticas de las Iglesias. Es
trascendencia, perdón y obvia las herejías por no decir que las
legaliza y las da la razón. Es un enemigo muy sutil. Exactamente
desde aquí proviene el peligro mortal. (Profesor,
Andreas Theodoru).
13) Reacciones
al movimiento Ecumenista.
Hoy en el espacio
ortodoxo cada vez más aumentan las reacciones contra el ecumenismo y
los que le expresan. Muchos artículos y críticas salen a la luz
donde se manifiesta con dolor y agonía la opinión de que caminamos
a base de un “plan” y una “línea” hacia el aprisionamiento
babilónico de la Ortodoxia por la herejía multicolor, multinombre y
de muchas caras.
No son pocos los
iluminados clérigos y teólogos que proponen la retirada inmediata
de la Ortodoxia del movimiento ecumenista y sus congresos, porque
consideran que la participación en ellos, no sólo es infructuosa,
sino que es muy perjudicial y peligrosa.
Algunas Iglesias
ya se han retirado del C.I.I., mientras que otras ven un problema
grande y se inquietan intensamente sobre su participación. Esta
problematización e inquietud se expresó también en el congreso
interortodoxo en Thesalónica el 1998, donde entre otras cosas se
observó que “después de un siglo de participación ortodoxa en el
movimiento ecumenista y medio siglo al C.I.I..., el abismo entre
Ortodoxos y Protestantes se hace mayor”.
14) La
participación del laós-pueblo fiel al movimiento ecumenista.
Conocemos que el
criterio de la Ortodoxia permanece el laós-pueblo fiel y piadoso.
Nadie, ni Patriarcas, ni Sínodos puede tergiversar, desviar y
amordazar su conciencia. Por eso “no debe hacer ningún diálogo o
tomar ninguna decisión, si no está de acuerdo esta conciencia
vigilante de la Iglesia, (carismáticos clérigos, laicos y
monjes)”. (Metropolita, Ieroteo Vlajos.)
Los diálogos
ecumenistas, tal como se realizan, principalmente están favorecidos
de ciclos académicos de teología y de otros órganos eclesiásticos
no institucionales que aspiran en concretos beneficios políticos,
económicos, proyección y relaciones internacionales. No constituyen
una petición del cuerpo eclesiástico sino que se imponen del
“exterior y de “arriba o superiores”. Este hecho hoy muestra un
fenómeno de autonomización de las instituciones gubernamentales de
las Iglesias Ortodoxas. El gobierno eclesiástico está separado del
pensamiento teológico, de las inquietudes y de la experiencia del
cuerpo eclesiástico.
Así ocurre que el
laós-pueblo de Dios no participa enérgicamente ni se informa
responsablemente ni objetivamente sobre los diálogos. Además, las
decisiones no siempre llevan el sello del auténtico modo de sínodo,
sino que se toman por costumbre de “profesionales” especiales del
ecumenismo. Un jerarca ortodoxo dice característicamente: “El
laós- pueblo Ortodoxo no conoce nada sobre el movimiento
ecumenista... quizás tiene mucha suerte el movimiento ecumenista que
el laós-pueblo ortodoxo no conoce lo que se cuece en Ginebra”.
15) Nuestro
deber
Sin duda vivimos
en un período de cambios universales. Los acontecimientos ya
dirigidos, corren a un ritmo inapelable. El ecumenismo se desarrolla
dentro de una perspectiva apisonadora de la Globalización que
imponen centros potentes político-económicos. Ya nadie cree
seriamente que el ecumenismo puede ofrecer una solución visible a la
unión cristiana.
Como Cristianos
Ortodoxos, no debemos estar por los aires, tampoco en quietud. Si
respetamos realmente la vida de los hombres, si sentimos el dolor del
mundo Occidental apresado en tradiciones religiosas sin salida, y
también el mundo Oriental apresado dentro de engaños demoníacos,
tenemos el deber de permanecer fijados a nuestra Santa Iglesia.
Guardar pura, sin mezclas nuestra fe, entregada por nuestros santos
padres, viviendo auténticamente dentro de nuestra lucha diaria pera
nuestra santificación y zéosis o glorificación personal. La fe
Ortodoxa y la vida exacta nos harán capaces de dar testimonio de la
Ortodoxia- y porqué no- también para el martirio, si y cuando los
tiempos lo requieran...
La persistencia
en la Ortodoxia, es decir, la autenticidad de la vida, y la
persistencia en la verdad que libera, sana y salva, no es egoísmo,
ni fanatismo, ni sectarismo o intolerancia. Expresa la dimensión
ecuménica de la agapi-amor y la folantropía (amistad al hombre) de
la Iglesia Ortodoxa. También constituye la última posibilidad para
un cambio espiritual radical al espacio de Occidente, pero también
una salida para Oriente de la prisión de los falsos dioses.
Santo Monasterio Paráclitos.
Por un anónimo
Qué
debemos de conocer sobre la epidemia que provoca el virus del
ecumenismo.
1) Qué es el
virus del ecumenismo.
Es un movimiento por la “Unión de la Iglesias” y a continuación de todas las religiones.
2) ¿Cuánto debemos inquietarnos?
Es un movimiento por la “Unión de la Iglesias” y a continuación de todas las religiones.
2) ¿Cuánto debemos inquietarnos?
Todos se mantienen
en la posición de espera. En cada caso cada vez se expresan mayores
miedos sobre traiciones de la fe.
La secularización
o mundanación y la agapología (charlatanería de amor) son de los
primeros síntomas que deben inquietarnos.
3) ¿Cuáles son
los síntomas?
El nuevo virus tal
como dijimos se manifiesta: a) Con fiebre alta de agapología. b) Con
confusión de cualquier cosa Hagiográfica, Tradicional y Patrística.
c) También pueden aparecer con tendencia de repulsión para los que
se caracterizan como persistentes en la tradición.
Al contrario que
las demás virulencias se manifiestan enseguida.
Al principio
engañan porque tienen características de ortodoxia, pero
rápidamente se desarrollan y conducen a la Unitis.
4) Qué es la
Unitis
Se trata de una
enfermedad seria de la que más peligran los patriarcas, obispos y
profesores de universidad.
5) ¿Cuáles son
los grupos de peligro alto?
La mayoría de las
personas que ha infectado al nuevo miembro cambiado por el virus son
jóvenes de edad media que padecen también del virus de proyección
personal.
6) ¿Cómo se extiende el virus?
6) ¿Cómo se extiende el virus?
Exactamente como
todos los microbios.
7) ¿cómo puedo protegerme?
7) ¿cómo puedo protegerme?
Movimientos
sencillos que pueden protegernos de la infección
a) Continuo
rebautizo por la enseñanza de la Santa Escritura y los textos de los
Padres de nuestra Iglesia.
b) Uno debe evitar
de frecuentar donde se ha manifestado la Unitis.
c) Aislamiento de
los que se han infectado por el virus. Amín. Un anónimo.
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