12 ΛΕΞΕΙΣ
lexis PALABRAS APOCALÍPTICAS
8.
METANIA - ΜΕΤΑΝΟΙΑ
Μετάνοια
Metánia del verbo μετά-νοώ, metá=girο, después, con, y
noó= percibo con el nus, el espíritu humano o corazón =
comprender, concebir. Μetania es introspección, alteración,
renovación, cambio, conversión, metamorfosis, renacimiento,
despertar espiritual y enjertación del nus por el Espíritu Santo.
Quiere decir giro del nus (metanús), introspección,
arrepentimiento, conversión de la conducta del hombre y sobre todo,
giro, cambio de actitud de la vida en pecado y del mal por la vida en
Cristo. La metania es la piedra angular de la vida espiritual. El
nuevo Testamento empieza y acaba con la metania, “...μετανοεῖτε
(metanoíte)» que define un tiempo continuo, sin interrupción.
Cambiad de actitudes, conductas y modo de vivir porque la Realeza
increada de los Cielos se ha acercado” (Mat. 3,2), y termina con:
“y se proclamará en su nombre la mετάνοια (metania), la
absolución y perdón de los pecados, faltas y errores en todos los
pueblos... (Luc. 24:47), y “diciendo esto les sopló en la cara
diciendo: recibid divino, santo Espíritu (energía increada, la
divina Jaris) a quien perdonéis los pecados les serán perdonados, a
quienes retengáis les serán retenidos” (Jn 20:22). Vemos aquí
que Cristo lo primero que decreta después de la resurrección es el
Misterio de la Metania que lo trajo desde el sepulcro. San Juan el
Precursor y nuestro Señor empezaron sus kerigmas (discursos)
invitando a la metania que es el alimento de nuestra vida espiritual.
Nadie puede sanarse y salvarse si no lleva a cabo la metania. Sólo
con la metania un gran ladrón “robó” hasta el paraíso.
Dios ama,
sana y salva a los pecadores que humildemente se arrodillan ante Su
Misericordia. Pero Dios no sana, ni salva a los incrédulos e
irrespetuosos, es decir, a aquellos que se auto-absuelven,
auto-ajustician y orgullosamente se oponen y rechazan su providencia,
caridad, misericordia e inmenso agapi-amor.
Metania se
llama también a uno de los Misterios de nuestra Iglesia Ortodoxa con
el cual se facilita la absolución y perdón de los pecados. La
metania es confesión, aceptación, arrepentimiento, rectificación,
terapia y sanación. El Misterio de la Santa Metania no es solamente
una premisa indispensable de la Divina Comunión sino a la vez fuente
de paz, serenidad de la psique, solución de problemas, entrada en la
nueva vida de Cristo, renovación espiritual del nus y del corazón,
su terapia e introducción a la divina energía increada de la Jaris.
Metania y confesión van unidas, la metania sin confesión no da
resultado y viceversa. Muchos utilizan este Misterio pero algunos lo
hacen unilateralmente cumpliendo solamente una parte.
Desgraciadamente tenemos personas confesadas y nunca metanoizadas
(arrepentidas y convertidas). Se confiesan por ejemplo el Miércoles
Santo para tomar la comunión el Jueves Santo y al día siguiente
siguen haciendo lo mismo. Luego durante el año en alguna gran
fiesta repiten lo mismo pero nunca cambian de actitud, ni mejoran y
convierten su conducta interior en ortodoxa. Este tipo de personas se
confiesan pero no se metanoizan (se convierten). Tenemos otros que sí
se arrepienten diciendo: “no lo volveré hacer”, “es cierto, lo
entiendo, no tengo la conciencia tranquila...”, etc, aceptando sus
pecados pero no se confiesan. No se beneficiarán de nada por este
reconocimiento. Son como las personas que saben que tienen una
enfermedad y no van al médico ni toman los fármacos ni se someten a
la operación quirúrgica y por ello morirán.
También se
llama metania a un gesto reverente que se acostumbra hacer en la
veneración Ortodoxa. Hay dos metanias distintas: una es un simple
movimiento de la cabeza hacia abajo y la otra implica una postración
reverencial arrodillándose.
De acuerdo
con la enseñanza de San Nikódimo el Ayiorita, la Metania, Confesión
debe ser:
1º)
Voluntaria, es decir, nadie puede obligarnos al Misterio.
2º) Con
recogimiento y devoción, con quebrantamiento del corazón porque
hemos fallado a Dios “sólo en ti he pecado” (Sal. 50,6).
3º).
Contundente, es decir, autocrítica y autoreproche. Aquel que vive la
verdadera metania, mientras avanza en la virtud más pecador se
considera. La verdadera metania trae el luto a la psique y a la vez
una profunda alegría y paz que no puede ninguna tentación y
tristeza de este mundo reducir. Es el luto alegre del que hablan a
menudo los Padres de la Iglesia.
4º) Recta.
Es necesario que confesemos nuestros pecados con rectitud y
exactitud, sin rodeos ni medias tintas. Es indispensable el
autoconocimiento tanto para la confesión como para la catarsis
(sanación, limpieza).
5º) Sin
vergüenza. La vergüenza es un sentimiento que lo usa el diablo para
su beneficio. Cuando se trata de pecar, lo debilita y cuando
decidimos a confesarnos lo agrava.
6º)
Decidida. La metania y confesión es sincera, cuando tenemos tomada
la decisión consolidada no repetir los mismos pecados. Pero la
recaída no debe ser el argumento para evitar la confesión, “si
voy a recaer para que voy”. “Un hermano se confesó al Abad
Sisois: He caído Padre. ¿Qué haré ahora? Levántate le dijo el
Santo Yérontas con su sinceridad característica. Me levanté Padre
y otra vez caí le dijo con tristeza el Hermano. ¿Qué te impide
levantarte otra vez le dijo? ¿Hasta cuándo? Le preguntó el
Hermano. Hasta que te encuentre la muerte en la caída o en el
levantamiento. ¿No está escrito que a donde te encontraré allí te
juzgaré? Explicó el Yérontas. Sólo reza a Dios que te encuentre
en tu último momento levantado en la santa Metania”. Paralelamente
en nuestra lucha, en el trabajo de la metania hay que tener siempre
como aliada la monóloga oración “Jesús Cristo Hijo de Dios
compadécete de mí que soy pecador”
7º)
Continua. Para que tengamos frutos en nuestra vida espiritual es
necesaria nuestra frecuente aproximación al Misterio de la Confesión
y no sólo cuando hemos hecho un pecado grande.
San Juan
Crisóstomo dice al respecto: “... porque la metania es un
consultorio terapéutico del pecado o enfermedad, es regalo celeste,
fuerza admirable, Jaris, increada energía que vence las
consecuencias de las leyes. Por eso no rechaza al alcohólico, no
suspende al fornicador, no hecha al adúltero, no se asquea del
idólatra, no aleja al malhablado, no hecha al blasfemo, sino que a
todos los transforma, porque la metania es el crisol fundidor del
pecado”.
San Antonio
de Kiev escribe sobre el gran Misterio de la Metania: "Nunca el
hombre es tan bello y querido por Dios, como cuando mata su orgullo
ante Dios y su Guía confesor, la soberbia esa Eva que nos traiciona
y trae a su gemela: la autojustificación. Enseguida se destruye el
principal enemigo de nuestra sanación y salvación, el enemigo de
Dios, la muralla que nos separa de Él, es decir, la soberbia,
orgullo. Inmediatamente la psique del confesado se abre para recibir
los más divinos pensamientos, deseos, disposiciones y decisiones."
Escribe
sobre ella San Isaac: “La metania es la más alta de todas las
virtudes y su ejercicio no puede terminar sino sólo a la hora de la
muerte. Por eso es necesaria siempre para todos y no existe límite
de consumación o terminación. Porque el perfeccionamiento de los
perfeccionados también es interminable. Por eso la metania no se
debe limitar a ciertos tiempos definidos ni a ciertas praxis (actos),
y debe durar hasta la hora de la muerte”.
San Juan el
Clímaco en el cap.5º de su obra, “La Escalera”. Manifiesta
que: “Metania quiere decir renovación del bautizo. Metania es
acuerdo con Dios para una vida nueva y adquiridora de humildad...
Metania significa pensamiento de autocrítica, despreocupación de
todo y ocupación de nuestra sanación y salvación. Es hija de la
esperanza, repudio de la desesperanza y liberación de la infamia...
reconciliación con el Señor y catarsis de la conciencia... castigo
duro de la gula”
Los santos
Kálisto e Ignacio del 5º t. de la Filocalía c. 79: recomiendan que
se debe uno mismo hacer la metania rápidamente por las faltas que le
ocurren, así se previene sabiamente para el futuro. “El Señor
dijo: Si estás ofreciendo tu regalo al altar y allí mismo recuerdas
que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu regalo delante del altar
y ves primero y reconcíliate con tu hermano y después vuelve a
ofrecerlo” (Mat.5, 23-24). El Apóstol Pablo dice: “Que cada
disgusto, enfado, ira, odio, grito e insulto esté lejos de vosotros,
como también cada maldad y que seáis entre vosotros compasivos,
misericordiosos, perdonando el uno al otro, tal como Dios a través
de Cristo os perdonó” (Efes.4, 31-32) y “Cuando os enfadéis no
lleguéis hasta el pecado. La puesta de sol que no os encuentre
todavía enfadados o con resentimientos”, y “no busquéis
vosotros mismos la venganza, queridos míos, sino dejad lugar a la
ira de Dios... no te venza el mal sino que lo venzas con el bien”
(Rom.12, 19-21). En el capítulo 80 los mismos santos nos hablan
sobre la caída y la metania. Mencionan a San Isaac que dice: “No
suframos si hemos resbalado en algo, porque el resbalo nos ocurre
muchas veces, incluso hasta a los perfeccionados; pero la
perseverancia en ello es la muerte total. La divina Jaris increada
sana y restablece nuestras caídas y elimina el sufrimiento causado
por ellas. Aquel que recae esperando en la metania, camina frente a
Dios con perversidad. A éste viene la muerte de repente y no le da
tiempo a completar las obras de la virtud tal como esperaba. Debemos
tener en cuenta continuamente que durante todo el día tenemos
necesidad de la metania. El significado de ésta, tal como hemos
aprendido es una súplica sin interrupción a Dios, mediante una
oración llena de recogimiento y devoción para la absolución de
nuestros anteriores pecados, con espíritu de sacrificio para
prevenirnos de los futuros. La metania es la Jaris energía increada
que se dio a los hombres después del bautismo. La metania es el
segundo bautizo y renacimiento a Dios. Metania es la puerta de la
compasión y misericordia. Está abierta para aquellos que la buscan
y la piden. Por esta puerta nos introducimos en la divina
Misericordia increada. Fuera de esta entrada no encontraremos
misericordia, porque todos pecaron, según la Divina Escritura (Rom.
3, 23-24). Hay absolución gratis por la Jaris increada de Dios. La
metania es la segunda Jaris increada y nace en el corazón por la fe
y el temor. Este último es la vara paternal de Dios, que nos
gobierna hasta que lleguemos al paraíso espiritual. Y cuando
lleguemos allí nos dejará y volverá atrás. El Paraíso es la
agapi (amor, energía increada) de Dios dentro del cual está
contenido el hedonismo espiritual, el placer que prometen todas las
bienaventuranzas... Cuando llegamos a la agapi, alcanzamos a Dios y
se termina nuestro camino llegando a la isla que se encuentra
enfrente del mundo donde están el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo.
Ierózeos
Vlajos, en la Psicoterapia Ortodoxa, nos enseña que: “Hablando
sobre el regreso del nus al corazón, es decir, de la energía del
nus al corazón, debemos de hablar para los tres movimientos del nus:
el cíclico, el directo y el espiral. El movimiento cíclico es “la
introducción de sí mismo del exterior hacia su interior, el
uniforme recogimiento y recolección de las fuerzas o energías”.
Durante este movimiento la psique mediante el nus
hacia el corazón primero se vuelve a sí mismo y reúne todas las
energías. De esta manera se eleva hacia la eternidad de Dios que es
el Superior de todas las existencias. Este camino es inconfundible,
no da la posibilidad al nus
que se confunda y así concentrado se eleva a Dios. El nus
se libra de todo lo creado, expulsa cualquier noción de la creación,
de cada fantasía, se une con el corazón por la metania y allí se
apocalipta (revela) Dios, puesto que se hace la unión del nus
con Dios. Éste es el movimiento cíclico de la llamada teología
apofática siendo teología en el sentido heleno ortodoxo, como
ciencia terapéutica. Este movimiento cíclico del nus
se consigue con la oración del corazón por la cual el atleta lucha
“girando el nus
hacía sí mismo que es un movimiento cíclico e inconfundible”
(San Gregorio Palamás). De este método terapéutico, por la
metania, sus primeros frutos son la apacia (sin pazos,
impasibilidad), paz y serenidad interior activa. De este modo cuando
vienen las tristezas, ansiedades, fatigas y contrariedades se alegra
y cuando llegan las alegrías se autocontiene y se autodomina,
entonces siente y vive la pena alegre. Esta apacia es la
mortificación vivificadora del Señor que se consigue por la energía
increada de la Jaris del Espíritu Santo (San Nikitas Stizatos,
Filocalía).
Cristo dijo
“Pedid y se os dará, buscad y encontraréis”(Mt 7,7). Debemos de
pedirle con devoción y recogimiento para que nos guíe a encontrar
un buen, experimentado e iluminado Yérontas (guía espiritual) el
cual al conocer la síntesis de nuestra psique nos dará el remedio
adecuado. San Juan el Damasceno dice: “si quieres busca un buen
intermediario, médico y consejero para que te indique bondadosamente
las maneras adecuadas de la metania. Como un consejero bueno te dará
buenos consejos para la psique. Como médico te ofrecerá el remedio
adecuado para tu herida. Como intercesor con su oración y presencia
personal aplacará a Dios en tu beneficio”.
Cap. IV
DESPUÉS DE LA CONFESIÓN
(Tomado del
libro: “Instrucción para la Metania”, del Archimandrita
Atanasio, Abad del Santo Monasterio Gran Meteoro de Meteoros).
“Aquel que
verdaderamente hace la metania y acude al Misterio de la Confesión
con todas las condiciones necesarias no le basta solo con evitar el
pecado, sino que emprende una lucha incesante contra sus pazos
(padecimientos por las pasiones, apegos, emociones, y malas
costumbres, vicios, patologías). La psique para que sea convertida
en habitáculo de la Jaris (energía increada) del Espíritu Santo
debe de catartizarse (sanarse, limpiarse) de la suciedad de los
pazos.
Este cese de
los pazos se exige una lucha diaria con conocimiento y firmeza. Con
el estudio del divino Logos y de los Santos Padres se ilumina el nus
y vemos con nuestra diania (mente, cerebro, intelecto) no sólo
nuestras debilidades y pazos manifestados, sino también nuestras
disposiciones interiores y los resortes para discernir las difíciles
energías operativas.
En nuestra
guerra contra el pecado y los pazos, el lugar primordial lo tiene la
vigilancia de los loyismí (pensamientos simples o compuestos unidos
con la fantasía, ideas, reflexiones), todos los pecados empiezan por
ellos. El pecado primero se piensa y después se desea y a
continuación se puede o no, caer en el mismo.
Los demonios
alimentan y remueven los pazos con varios estímulos. Pero sería
nuestra responsabilidad si no rechazáramos inmediatamente el
perverso loyismós (pensamiento) y por el contrario, empezáramos a
conversar con él, es decir, si empezamos a maquinar el pecado en
nuestro cerebro y nos deleitamos con su meditación hasta la decisión
de ponerlo en práctica.
Concretamente
en este punto hace referencia el Señor en (Mat.15:19) cuando dice:
“Desde el corazón del hombre salen pensamientos y meditaciones
perversas, homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos
testimonios, insultos y blasfemias”. El corazón será semillero de
pazos, pensamientos y meditaciones perversas, si no combatimos para
conseguir que sea catartizado (sanado, limpiado) desarraigando los
pazos o mejor aún, convirtiéndolos en virtudes. ¿De qué manera
llegaremos a la anhelada apazia (sin pazos)?
La vía de
la Iglesia Ortodoxa que es el Camino, nos ofrece modos prácticos
para nuestra sanación y salvación. No se limita solo a la
absolución de los pecados, sino que ofrece también la terapia y
sanación. Nos recibe como pecadores, sucios y enfermos y nos
convierte en saludables, limpios y santos gracias al Misterio de la
Metania y de la Confesión que es el olvidado por muchos como el
fármaco y baño espiritual de nuestra psique (alma).
Yérontas
Sofronio Sajarof: «La metania conecta con la teología. Siempre en
el hombre existe la metania, pero cambia de forma. Al principio es
metania, porque se ha alejado de Dios, después por la pérdida de la
divina Jaris y a continuación para encontrar más Jaris. Cuando uno
se metanoiza (o hace la metania) recibe Jaris de Dios. Cuando recibe
la Jaris-la Luz increada, entonces ve mucho más sus pecados, hasta
llegar a la Luz increada y convertirse él mismo luz. En la visión,
expectación de la Luz increada, se ve como creado, construido, ve su
corruptibilidad, su mortandad y desarrolla mayor metania. Así la
metania conduce a la teología y se inspira de ella. La metania no se
detiene ni termina nunca».Amín.
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