ΟΣΙΟΥ
ΝΙΚΟΔΗΜΟΥ ΤΟΥ ΑΓΙΟΡΕΙΤΟΥ
ΑΟΡΑΤΟΣ ΠΟΛΕΜΟΣ
La guerra invisible, san Nicodemo el Aghiorita
PRIMERA PARTE
Capítulo A: 45 La oración
Capítulo A: 46 Qué es la oración noerá
o del corazón y cómo se debe hacer.
Capítulo A: 47 La oración que se hace a
través del estudio y la zeoría
(contemplación).
Capítulo A: 48 Otra manera de oración a
través del estudio.
Capítulo 45
La oración
Aunque la desconfianza a nosotros
mismos, la esperanza, confianza en Dios y el ejercicio y práctica
(espiritual), son tan imprescindibles para esta guerra, como se ha
demostrado hasta aquí, sin embargo más necesaria que estas tres es
la oración (que es contacto consciente con el Dios); como
hemos dicho en el primer capítulo es la cuarta arma; con la oración
podemos recibir del Señor no sólo las cosas que hemos dicho, sino
todo y cualquier otro bien. Porque la oración es el medio y el
instrumento para que recibamos todas las jaris (favores y
gracias, energías increadas) que nos inundan procedentes de aquella
fuente increada de amor y bondad de Dios; con la oración que es el
contacto consciente con Dios, pondrás el cuchillo en la mano
de Dios para que ataque, haga la guerra y venza para ti. Y para que
utilices bien esta oración, debes hacerla continua para que se
convierta en hábito, costumbre, y debes esforzarte para tener los
siguientes resultados:
1) Tener siempre un deseo vivo de
servir a Dios en cada caso y cuestión de aquella manera que es
gustada a Dios. Y para que se encienda en tu interior este deseo,
piensa bien que el Dios a causa de la bondad, grandeza, sabiduría,
belleza y otras interminables perfecciones supra-admirables y
excelentes, es supra-digno de ser servido y honrado. Y que él para
servirte, se ha fatigado y esforzado duramente durante treinta y tres
años, ha psicoterapiado sanado, curado y regalado la
salud de tus sucias heridas, que estaban envenenadas con la maldad
del pecado; no con vino, aceite y parches, sino con su preciosa
Sangre, que se ha derramado de sus santísimas venas y de sus
purísimas carnes que fueron troceadas por los látigos, los pinchos
y los clavos. Aún piensa cuánto nos interesa este servicio; porque
nos hacemos señores de nosotros mismos, superiores del Diablo e
hijos del mismo Dios.
2) Que tengas siempre una fe viva y
ardiente a Dios para darte lo necesario para su servicio y para tu
propio beneficio. Esta santa fe y esperanza es el recipiente al cual
la compasión de Dios lo llena de los tesoros de sus jaris
(regalos, energías increadas). Y cuanto esto más grande es y mayor
cobertura tiene tanto más rica convertirá la oración en nuestro
corazón o pecho. ¿Y cómo es posible que el inalterable e
omnipotente Dios pueda parar de hacernos partícipes de sus jaris,
en el momento que el mismo nos ha mandado que se las pidamos? ¡Y
prometió que nos las daría su espíritu, si se lo pedimos con fe y
paciencia! Porque dijo: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis
dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre
celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lc 11,
13); y en otra parte dice: “Y todo lo que pidiereis en la oración
con fe, lo recibiréis” (Mt 21,22).
3) Debes acercarte en la oración con
decisión firme de que deseas sólo la voluntad divina y no la tuya;
pedirla tanto lo que hace falta para que recibas lo que pides; es
decir, orar porque lo quiere el Dios; y desear que seas escuchado,
porque él así lo quiere. En brevedad, tu decisión que sea unir tu
voluntad con la voluntad de Dios, y no querer que el Dios ceda y se
someta en tu voluntad.
Y esto porque, tu voluntad realmente
afectada y contaminada de la filaftía (egolatría, excesivo amor
y honor de sí mismo y del cuerpo) muchas veces se equivoca y no
sabe lo que pide. En cambio la voluntad de Dios está siempre unida
con la inenarrable bondad y nunca puede fallar. Luego ella es la
reina y la regla de todas las voluntades y deben seguirla y
obedecerla todas las demás voluntades de las creaciones lógicas.
Por eso siempre debes pedir aquellas
cosas que gustan a Dios. Pero si tienes alguna duda que alguna cosa
de estas no gusta a Dios, lo pedirás con la decisión de que, lo
quieres, si el Dios quiere que lo tengas. Y aquellas cosas que
conoces que seguro son gustadas a Dios, como son las virtudes, las
pedirás más para servir y agradecer a él solamente por ninguna
otra razón y fin, aunque sea espiritual.
4) No debes ir a la oración adornado
con análogas obras para tus peticiones y cuestiones; y después de
la oración que te esfuerces más para que seas receptivo de la jaris
(energía increada) y la virtud que pides de Dios. Porque de
otra manera el que uno pida una virtud de Dios, y después no utiliza
las maneras y las obras para que sea receptivo de la jaris de
la virtud que pide de Dios, sino que muestra indiferencia, esto
significa que se burla, toma el pelo a Dios y no le ruega; (porque el
ejercicio y práctica de la oración debe ser acompañada siempre de
la lucha de vencernos a nosotros mismos, de modo que se ayuden entre
sí y una siga la otra). Por eso san Santiago dijo: “¿Está alguno
entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante
alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los
ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el
nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el
Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán
perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por
otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede
mucho” (Sant 5, 13-16). (83)
83. Según
san Máximo el Confesor, oración energetizada u operativa es aquella
que es acompañada de las obras imprescindibles a la oración, tanto
de aquel que ora, como del otro por el que uno ora.
5) En tu oración debes mantener
aquellas cuatro cosas que dijo san Basilio el Grande: primero, alabar
a Dios; segundo, agradecer por la dádivas que te ha concedido;
tercero, confesarte en él de que eres pecador e infractor de sus
logos, mandamientos; y cuarto, pedir siempre aquello que es
imprescindible para tu sotiría (redención, sanación y
salvación).
Por ejemplo, puedes orar de la
siguiente manera: “Señor y Dios mío, te alabo y te agradezco por
tu doxa-gloria natural y tu infinita grandeza, y te agradezco
porque me has creado sólo a causa de su bondad y me has redimido
tantas y muchas veces, que yo mismo no lo conozco y me has liberado
de las manos de mis enemigos; sí, lo confieso que yo siempre he sido
transgresor de tus santos mandamientos e ingrato ante todas las
beneficencias me has hecho y dádivas que me has dado. Pero tú Dios
mío, no te ofendas de mi ingratitud, pero ayúdame también ahora y
no me niegues esto que te pido para la sotiría (redención,
sanación y salvación) de mi psique”. Y si estás practicando
en alguna virtud, también de la misma manera pídela de Dios; y si
alguien te aflige de algo, no olvides agradecer a Dios por esta cosa
contraria que te ha dado. Porque esto no es pequeña beneficencia.
6) Para que la oración reciba su
fuerza y el Dios cumpla nuestros deseos, tanto a causa de su bondad
natural y compasión, como por los méritos de la vida y pazos
de Su Hijo Unigénito y a causa de la promesa suya de que seremos
escuchados, así acabarás tu oración con una o más de las
siguientes palabras: Dios mío concédeme la energía increada de
esta virtud mediante tu compasión excesiva, por los méritos de la
vida y pazos-padecimiento de tu Hijo amado, para conseguir
esta jaris que te pido; Señor, acuérdate que prometiste que
nos escucharás, diciendo que: “Mientras aún estés hablando, te
diré: he aquí estoy ante vosotros” (Is 58,9). Y otras veces
todavía pedirás jaris y favores a la Siempre Virgen María a
causa de su franqueza y los demás Santos que tienen gran fuerza
cerca de Dios y son honrados por él, porque en esta vida ellos han
honrado mucho Su divina Majestuosidad.
7) Debes orar siempre y con paciencia.
Porque la humilde paciencia vence al invencible Dios y atrae su
misericordia increada. Y si la perseverante e inflexible paciencia de
la viuda del Evangelio, hizo al juez ceder a sus peticiones, y sobre
todo al juez que estaba lleno de injusticias y vilezas, según la
descripción evangélica, la parábola que el Señor la dijo
expresamente, para que no cedamos y retrocedamos, sino que
perseveremos en la oración: “También les refirió Jesús una
parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar” (Lc
18,1). Si el juez injusto cedió a las peticiones de la viuda, ¿cómo
no va a ceder en nuestras súplicas el Dios que es la cúspide,
plenitud y súmmum de los bienes? Así que, si alguna vez en tu
oración el Dios tarda en contestarte, y sobre todo si te muestra
signos de que no te escucha, luego tú sigue orando, teniendo firme y
viva la esperanza de su ayuda. Porque a Dios, nunca faltan, más bien
sobran en un grado excesivo todas aquellas cosas que le obligan a
donar y beneficiar a los otros.
Por eso, si la carencia y la causa no
proviene de ti mismo, estate seguro que recibirás aquello que
pedirás; pero si no lo recibes, es porque no te conviene, sepas que
entonces todavía has recibido, quizás más que aquello que pedías
y que de este fracaso tendrás mayor beneficio. Y cuanto más no eres
escuchado, tanto más humilde estarás haciendo ante los ojos de
Dios; y pensando tu indignidad y basado siempre sobre la compasión
de Dios, aumentar siempre tu ánimo y esperanza en Él. Esta
esperanza cuanto más gustada será al Señor, tanto más atacada es
del enemigo.
Por encima de todas las cosas agradecer
siempre a Dios, confesando y reconociéndole como bondadoso, sabio y
amado benefactor tuyo, tanto cuando no recibes algunas cosas que
pides, como cuando te es dado todo aquello que has pedido (84),
permaneciendo en cada petición tuya siempre firme y alegre bajo de
la sumisión, sugestión a Su divina providencia.
84. De
acuerdo con estas cosas dice también san Crisóstomo (Logos 1, a los
Andriantas): “La oración es un bien grandioso cuando se hace con
diania
(mente, intelecto, cerebro)
agradecida y agradable. Debemos instruirnos a nosotros mismos
agradecer a nuestro Dios, no sólo cuando recibimos sino cuando no
recibimos; porque unas veces da y otras no, pero siempre para nuestro
interés. Así que tanto si recibes, como si no, pues, has recibido;
tanto si has conseguido, como si no, entonces, has conseguido; porque
algunas veces es más beneficioso para uno no recibir. Porque si no
fuera beneficioso muchas veces en no recibir, nos lo daría; de modo
que uno fracase según su interés, esto es un éxito.
Capítulo 46
Qué es la oración
noerá o del corazón y cómo se debe hacer.
La oración del corazón y noerá
(con el nus) o oración de Jesús, según los Santos Padres
los llamados Nípticos (sobrios), es la concentración del nus
humano (es decir, la energía y atención de la mente, cerebro y
corazón) principalmente al corazón, y sin hablar con la boca, con
sólo el logos interior e innato (contacto consciente con la vocecita
interior de la conciencia), que se habla y comienza al corazón,
decir esta oración breve y monóloga: «Κύριε, Ἰησοῦ
Χριστέ, Υἱὲ τοῦ Θεοῦ, ἐλέησόν με
Kirie Iisú Jristé, eleisón me, Señor, Jesús Cristo,
eleisón me, compadécete de mí o ten misericordia o compasión de
mí», deteniendo un poco también la respiración (O con la
energía del cerebro o mente acompañando la respiración y
manteniendo la atención y contacto consciente allí al fondo del
corazón y así se disuelven los pensamientos circulares y
compulsivos que están en la mente, cerebro y nos impiden estar
serenos en mente y corazón, unir este cortocircuito que es provocado
por los pensamientos enfermizos circulares y compulsivos). Pero a
veces abusivamente se dice ampliamente también cualquier otra
súplica que no se hace por la boca, sino con el logos interior,
innato del corazón, como que se ha referido.
85. Muchos
y grandes carismas y virtudes produce, genera esta divina y noerá
oración, la que enumeran los Padres santos y teoforos
(portadores de la luz increada de Dios), los llamados Nípticos,
ver también Filocalía. Pero yo aquí me voy a referir al más
importante y general de todos los demás. El hombre es y se llama
como o a imagen de Dios, teniendo nus,
logos y espíritu vivificante del cuerpo, es decir, la natural
agapi-amor
y voluntad. Pero como el Dios es uno y tres, y el hombre que es como
imagen de Dios debe convertirse en tres y uno, para que se asemeje
con su prototipo (modelo original) y a continuación unirse con esto.
Esta unión y semejanza con el Dios no se hace de otra manera sino
sólo con esta oración. Cuando, pues, el nus
tiene toda su atención puesta al innato logos interior (aquella
vocecita interior de la conciencia que avisa) que está dentro al
corazón y este logos interior dice: «Κύριε, Ἰησοῦ
Χριστέ, Υἱὲ τοῦ Θεοῦ, ἐλέησόν με
Kirie Iisú Jristé, eleisón me,
Señor, Jesús Cristo, eleisón
me, compadécete de mí o ten misericordia o compasión de mí»,
mientras que el Espíritu y la voluntad natural con toda su fuerza
ama y se dedica a estas las palabras de la oración, entonces estas
tres fuerzas o energías, permaneciendo tres se hacen uno o una
unificada. Y el hombre se convierte tres permaneciendo uno. Y esto
significa aquello que dice breve el gran Gregorio de Salónica, san
Palamás, aquel obrero grande y maestro de la Oración Noerá
o del Corazón: “Cuando lo uniforme del nus
se hace tres permaneciendo uno uniforme, entonces se une con la
Primera Divina Monada Trinitaria, excluyendo todo tipo de entrada del
engaño, y se encuentra por encima de todo dominio de la carne y del
diablo”. Y a continuación dice el santo que, como esta unión de
los tres con la oración es lo más agotador que cualquier otro
esfuerzo por la virtud, sin embargo proporciona los inefables
misterios y las apocalipsis-revelaciones
de Dios, cuando uno persiste mucho tiempo en este trabajo y unión. Y
en pocas palabras, de otra manera no puede el hombre guardar el
primer mandamiento, es decir, “amar al Señor tu Dios con toda tu
psique, con toda tu mente, con todo tu corazón y con toda la fuerza
de tu voluntad”, como lo manda el Señor en Luca 10,27, sino a
través de la Oración Noerá
o del Corazón.
Incluso, para
aquellos que son contrarios a la manera de esta oración apunto lo
siguiente, que es la decisión que tiene el Tomo Sinódico, contra
Barlaam y Akíndinos en tiempo del Rey Andrónico Paleologo ante el
Senado y los jueces Romanos. Y dice lo siguiente: “Se ha demostrado
que las cosas que ha dicho Barlaam que blasfema y habla malamente y
equivocadamente para La Luz increada de Tabor, (la Luz increada de la
Metamorfosis) y para aquellos monjes y para la sagrada oración noerá
o del corazón que ellos pronuncian. Los monjes se ha demostrado que
son de categoría superior que él, como es debido, siendo estables
en las explicaciones y tradiciones de los Santos Padres… Por eso…
el mismo Barlaam… y cualquier otro que aparezca hablando con
blasfemias y malamente con base aquellas blasfemias que dijo él y se
dirigen contra los Monjes, mejor dicho, contra la Iglesia, o
cualquiera que aparezca ocupándose en general con cosas similares,
tendrá la misma condena y será excluido y cortado éste también de
la Ortodoxa
Iglesia Católica de Cristo y del Ortodoxo sistema de los cristianos.
Entonces hermano mío, si quieres que
la oración sea escuchada más fácilmente de Dios y recibir aquello
que pides, lucha a la medida que puedes en esta oración del corazón
o noerá, suplicando a Dios con todo tu nus, tu corazón
y la fuerza de tu voluntad para que tenga misericordia, compasión de
ti y te conceda aquellas cosas que son imprescindibles e interesantes
para tu sotiría (redención, sanación y salvación). Porque,
cuanto más esfuerzo y cansancio tiene esta oración noerá de
aquella que se dice con la boca oralmente, tanto más la escucha el
Dios, quien escucha mejor el rugido noeró (interior
espiritual) del corazón, en vez de las voces fuertes. Por eso decía
a Moisés que sólo noeramente (espiritualmente) y con el
corazón suplicaba para los hebreos: “¿Por qué gritas fuertemente
hacia mí?”.
Sepas aún que, como también la
misericordia increada de Dios, es un Nombre universal y que contiene
todas las jaris (energías increadas) y favores (86)
que nosotros también pedimos de Dios, y el Dios nos las concede, por
eso en cada jaris, (gracia energía increada), favor y
cuestión que pides de Dios, puedes utilizar dicha oración breve y
concisa: «Κύριε, Ἰησοῦ Χριστέ, Υἱὲ τοῦ
Θεοῦ, ἐλέησόν με Kirie Iisú Jristé, eleisón
me, Señor, Jesús Cristo, eleisón me, compadécete de mí o ten
misericordia o compasión de mí». Porque el nus también con
ella se recoge y concentra más fácilmente, en cambio en las otras
oraciones muchas más amplias, el nus se dispersa. Pero si
deseas orar durante varias cuestiones y favores que pides, aquí te
expongo algunas oraciones, para que las tengas como ejemplo. Por
ejemplo cuando pides un favor y jaris, puedes decir con tu
corazón los siguientes logos: “Señor, Dios mío, concédeme esta
jaris y virtud para el honor y la doxa-gloria tuya”;
o “Señor mío, yo creo que te gusta y es tuya la doxa-gloria
el que yo te pida y reciba esta jaris; concédeme este deseo
según tu voluntad”. Cuando estás atacado y guerreado
fehacientemente por los enemigos, orarás así: “Dios mío, corre
rápido a ayudarme para que no sea vencido de mis enemigos; o Dios
mío, mi refugio y la fuerza de mi psique, ayúdame rápidamente para
no caer”.
86. La
jaris
(energía increada que da el Dios en esta vida, como la doxa
(gloria, luz increada) que dará en la otra vida, por las que David
dijo que “dará jaris
y doxa”
(Sal, 83,12), las dos se llaman misericordia (increada). Igual
también la doxa
que dará a los santos en los cielos y la corona se llaman
misericordia, y de misericordia se da, como dice el salmista: “Él
que te corona con misericordia” (Sal 102,4). Esto interpretándolo
san Juan Crisóstomo, dice: la corona es resultado de la jaris
y la filantropía.
Cuando sigue la batalla, sigue tú
también esta manera de oración, resistiendo valientemente en aquel
que te está haciendo la guerra. Después cuando haya concluido la
dureza del combate, gira hacia Dios y presenta ante él al enemigo
que te ha hecho la guerra y tu debilidad para resistirle, diciendo:
“He aquí Señor, lo creado con la bondad de tus manos, la
recompensa con tu Sangre. He aquí tu enemigo que busca a extinguirlo
y devorarlo; en ti acudo, en ti sólo tengo esperanza que eres
omnipotente y bondadoso; y mira mi debilidad y con qué rapidez me
someto y subordino voluntariamente, si tú no me ayudas; ayúdame,
pues, tú que eres el poder, la fuerza y la esperanza de mi psique”.
Te recuerdo también lo siguiente:
Cuando te cansas orar con el nus (espiritualmente) y con el
corazón, puedes decir la oración también oralmente y con la boca,
tanto la oración noerá «Κύριε, Ἰησοῦ Χριστέ,
Υἱὲ τοῦ Θεοῦ, ἐλέησόν με Kirie Iisú
Jristé, eleisón me, Señor, Jesús Cristo, eleisón me,
compadécete de mí o ten misericordia o compasión de mí», como
dicen los santos Padres, como también las otras oraciones que
quieras. Pero ocúpate entonces tener recogido tu nus para que
estés concentrado y atento en contacto consciente con las palabras
de la oración.
Algunos de hecho dicen que la oración
noerá se dice aún de la siguiente manera; Cuando el hombre
una vez haya recogido, concentrado todas las fuerzas y energías
noerás (espirituales, emocionales, mentales e
intelectuales) de su psique dentro al corazón, sin decir ninguna
palabra ni con el logos innato e interior, y sólo con su nus
piensa y reflexiona intransitivamente que el Dios está en presencia
de él; y que está parado ante él unas veces con respeto y temor
como un condenado, y otras veces con fe viva para recibir su ayuda; y
otras veces con agapi-amor y alegría para servirle continuamente
para siempre. Y esto es aquello que dice David: “Veía siempre al
Señor ante mío” (Sal 15,8). Puede esta oración hacerse también
sólo con un guiño intransitivo del nus, de luto y rogativo
hacia el Dios, el cual guiño es como un recordatorio y aviso
silencioso de aquella jaris (energía increada) y favor que le
habíamos pedido anteriormente con el logos y la oración del
corazón. Por eso, como esta oración puede hacerse fácilmente en
cualquier lugar y por cualquier motivo y cuestión, mantenla en tus
manos y en tu mente, como un arma potente y serás muy ayudado.
Capítulo 47
La oración que se hace
a través del estudio y la zeoría
(contemplación).
El término
teológico ortodoxo, añadido por el traductor:
Θεωρία
zeoría
teoría, contemplación
o vida zeorítica (contemplativa),
del verbo Θεωρώ
Zeó-oró Dios-veo,
contemplo con el nus
y lo describo lo considero con la diania
(mente, intelecto y cerebro) y el logos. En la faceta mundana, laica
significa teoría, consideración, abstracción o especulación.
El significado
más simple heleno-ortodoxo, quiere decir, que uno no se quede como
simple observador de las celebraciones, sino que considere y
profundice en significados espirituales de las zeorías,
experimentándolas y estudiándolas espiritualmente de corazón.
Zeoría
es la percepción o contemplación, visión divina por la sinergia
(cooperación) de la iluminadora Jaris
y la oración pura mediante la cual el hombre adquiere gnosis
increada espiritual. En la terminología Patrística Helénica esta
experiencia por la observación de las energías increadas del
Espíritu Santo se llama zeoría.
Con el significado más profundo la zeoría
se fundamenta en el recogimiento orante y carismático de la psique a
los "altísimos, sublimes espirituales" misterios, que
existen por excelencia en la divina Trinidad, pero también en el
hombre y en la esencia de lo creado por Dios en su divina creación.
Según la
etapa personal del desarrollo espiritual, hay dos niveles: uno puede
ser zeoría
visión sentimiento, intuición perceptiva de energías interiores o
principios de los seres creados y el otro más alto nivel y forma
teológica de la vida espiritual es la visión de la luz divina,
"participación" de Dios respecto a Sus divinas energías o
la visión-experiencia, zéosis
de la gloria de Su rostro. La zeoria
tiene distintos grados (resplandor, visión y continua visión). La
vida zeorítika
contemplativa es la forma teológica más alta. El hombre que se
encuentra en esta situación se llama zeoritikós
contemplativo.
Como también la διάνοια
(diania, mente, intelecto, cerebro) con la que el nus
contemplativamente pasa de un concepto a otro y hace sus silogismos,
razonamientos se llama logos intelectual o mental; por eso también
el estudio y la contemplación, cuando se hacen con el semejante
logos intelectual sobre los conceptos divinos y espirituales, se
consideran como oración por los santos padres (87),
y cuando al final de semejante estudio pedimos a Dios para que nos
conceda alguna jaris (energía increada), favor y virtud que
deseamos, con la fuerza de aquellos conceptos que hemos estudiado.
87. Dice san Isaac
el Sirio: “Hermanos míos, debéis saber también lo siguiente: que
cada conversación que se hace ocultamente en secreto y cada
ocupación de diania
(mente, intelecto, cerebro) bondadosa en Dios y cada estudio de
lecturas espirituales está determinado por el nombre de oración y
está escondida en este nombre; sea que te refieras en distintas
lecturas, o voces por la boca o alabanza de Dios, o aflicciones que
presentas a Dios, sea prosternaciones, sea cantos de versos de los
salmos y todo lo demás, de lo que se constituye la enseñanza de la
verdadera oración” (Logos 35).
Porque de una manera aquel movimiento
transitorio del nus y la zeoría (contemplación) y
sobre todo aquella que se hace con alguna contrición y con los
pazos-padecimientos divinos del corazón, es una voz y oración
concebible de la que el Señor es el primer Nus y creador de
los nus o espíritus humanos. Por eso tú queriendo orar por
un período de tiempo, por ejemplo, por media, una hora o más,
puedes añadir en tu oración también un estudio o lectura
espiritual, como es la vida y la pasión de Jesús Cristo, refiriendo
y poniendo siempre sus praxis en aquella virtud que tú pides y
deseas; como por ejemplo, si deseas y quieres recibir la virtud de la
paciencia, estudiarás de alguna manera el Misterio de los Látigos y
las Palizas del Señor con la siguiente manera:
1) Que después de la orden de Pilatos,
Jesús permaneció en el lugar determinado, arrastrado por los
sirvientes de la injusticia con gritos y burlas para fustigarle.
2) Que permaneció desnudado de ellos
que estaban muy rabiados y la purísima Carne permaneció desnuda y
destapada.
3) Que sus manos que nunca fueron
culpables, fueron apretadas con cuerda fuerte y permanecieron atadas
en la columna.
4) Que su cuerpo permaneció muy herido
y destruido de los latigazos y palizas, y así Su Sangre divina cayó
en la tierra como agua del río.
5) Que las palizas, añadidas una
detrás de otra y al mismo lugar, le cortaron y así empeoraron y
pincharon más sus heridas, donde antes habían sus Inmaculados
Miembros.
Estos estudios o otros similares, en
principio hará sentir las disposiciones e intenciones anímicas
interiores de tu psique, lo más que puedas, vivamente las
amarguísimas inquietudes y los duros tormentos que sufrió tu Amado
Señor en todas las partes de su santísimo Cuerpo y en todas juntas;
y a continuación, te traerán la disposición y la gana para
adquirir la paciencia. Después de las heridas externas del Cuerpo,
pasa a su santísima Psique y piensa, a medida que puedas y pueda
caber en tu nus, la paciencia y la apacibilidad con las que
sufrió tantos dolores y sufrimientos, sin saciarse nunca de la sed
que tenía para sufrir más y mayores tormentos para la doxa-gloria
de su Padre y para tu propia beneficencia.
Después piensa que el mismo tiene un
deseo vivo en que tú también quieras sufrir y aguantar la prueba o
tentación que tienes; y que ruega a su Padre, para que te conceda
también a ti la jaris (gracia, energía increada), para que
aguantes la tentación con paciencia la cruz, el sufrimiento y el
dolor que te está haciendo sufrir a ti y cualquier otro ser humano.
Así por estos estudios y zeorías (contemplaciones), acepta
tú también a sufrir con un corazón paciente cualquier cosa. Y
después, girando tu nus hacia al Padre celeste, agradécele
que sólo para tu agapi ha mandado al mundo Su Hijo Unigénito,
para sufrir tan duros castigos y fatigas y está rogando siempre para
ti; después pídele la virtud de la paciencia con la fuerza de las
obras y las súplicas de Su Hijo.
Capítulo 48
Otra manera de oración
a través del estudio.
Todavía una manera que puedes orar
también es estudiando sobre los mismos Pazos (Pasiones,
padecimientos) del Señor, para que recibas lo que pides. Por
ejemplo; una vez que hayas reflexionado con atención las
pasiones-pazos de nuestro Señor y con tu loyismós
pensamiento reflexión ver la disposición y ánimo de Su corazón
que sufrió y aguantó todas estas cosas, como hemos dicho más
arriba, de la magnitud de sus fatigas y su paciencia, así pasarás
en otras dos reflexiones: Una es su mérito, es decir, los
innumerables salarios que el Jesús causó por estos
pazos-padecimientos suyos y su paciencia, tanto para sí mismo
como hombre y también para todo el género humano. La otra reflexión
es la alegría y la doxa (gloria, luz increada) de su Padre,
la que recibió por su perfecta sumisión y obediencia de Su Hijo que
sufrió estos pazos-padecimientos, pasiones.
Estas dos reflexiones presentándoles
en la Divina Majestuosidad, a causa de la potencia de estas, pedirás
la jaris (gracia, energía increada) y también la
virtud que deseas. Y esto puedes hacerlo, no sólo en cada tipo de
los pazos del Señor, sino también en cualquier otra praxis
parcial, interior y exterior, que él hizo en toda su vida.
San Nicodemo el Aghiorita
Traducido por: χΧ
jJ www.logosortodoxo.com
(en español)
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