Τί
εἶναι τὸ Ἅγιο Πνεῦμα καὶ τί δίνει
στὸν ἄνθρωπο
Qué es el Espíritu
Santo y qué da al hombre
El SOPLO DEL ESPÍRITU
SANTO Ἡ πνοὴ τοῦ Ἁγίου Πνεύματος
San Inocencio de Moscú
San Inocencio de Moscú
Santo Monasterio
Paráclitos
a´. Qué es el Espíritu Santo y
qué da al hombre
El soplo o
aliento del santo Espíritu
El
Espíritu Santo es el Dios, la tercera persona de la Santa Trinidad,
omnipotente como el Padre y el Hijo. El Espíritu Santo da la psique,
vivifica, inspira y fortalece las criaturas. Éste da vida a los
animales, nus (espíritu humano) a los hombres y a los cristianos la
vida superior, la espiritual. Éste ilumina al hombre y le ayuda a
entrar en la realeza increada de los cielos.
El
Espíritu Santo
se da a
cada uno de
nosotros no según
el valor de
las buenas obras,
sino gratis, de
acuerdo con la
misericordia de
Dios para la sanación y salvación nuestra.
A continuación
veremos qué regala al hombre el Espíritu Santo.
1. Cuando el
Espíritu Santo habite dentro del hombre, le da fe e iluminación.
Sin el Espíritu Santo nadie puede
tener una fe verdadera y viva. Sin Su iluminación, hasta el hombre
más sabio y con estudios está ciego, sobre las obras de Dios y Su
creación. Al contrario, el Espíritu Santo puede iluminar
interiormente hasta el hombre más analfabeto y simple,
apocalipatarle=revelarle inmediatamente las obras de Dios y ofrecerle
el sabor dulce de Su realeza (estado en energía increada). El hombre
que tiene en su interior el Espíritu Santo, siente en su psique una
luz inusual (increada) que era totalmente desconocida para él.
2. El Espíritu
Santo genera al corazón del hombre la verdadera agapi.
La verdadera agapi, la increada, es como un fuego puro, una fuente de
calor que calienta el corazón. Es una raíz que germina dentro del
corazón todas las obras buenas. Para el hombre que se ha vivificado
de la verdadera agapi (amor energía increada), la divina, nada es
difícil, nada es terrible o imposible. Para éste ninguna ley es
pesada y ningún mandamiento inaplicable. Todo le es fácil.
La
fe y la
agapi increada que
el Espíritu
Santo regala al
hombre, son armas
tan grandes y
potentes que
regala en sus
manos, que si
las tiene, puede
fácilmente
recorrer con
alegría y serenidad el camino que ha andado el
Cristo.
3. El Espíritu
Santo incluso da fuerza al hombre para resistir las tentaciones del
mundo. Así, por supuesto que utiliza
los bienes terrenales, pero como viajante de paso, sin pegar su
corazón en ellas. Al contrario el hombre que no tiene en su interior
el Espíritu Santo por muchos estudios e inteligencia que tenga,
permanece siempre esclavo y cautivo del mundo.
4. El Espíritu
Santo da al hombre también sofía-sabiduría. Esto
lo vemos sobre todo en los Apóstoles, que antes de recibir el
Espíritu Santo eran hombres analfabetos y simples, pero después
nadie podía resistirlos sobre la sabiduría y la fuerza de sus
logos.
El
Espíritu Santo regala sabiduría hombre no sólo en las palabras,
sino también en sus praxis. Así, por ejemplo, aquel que tiene el
Espíritu en su interior, siempre encontrará tiempo para sus
sanación y salvación, incluso hasta dentro del ruido del mundo.
5. El Espíritu
Santo regala la verdadera alegría, la felicidad del corazón y la
paz inquebrantable. El hombre que no
tiene en su interior el Espíritu Santo, no puede alegrarse
verdaderamente y sentir la paz que endulza la psique. Es verdad que a
veces de alguna manera se alegra, pero esta alegría es momentánea,
no estable. Ocasionalmente se divierte, pero estas diversiones suyas,
son siempre vanas, vacías, sin sabor y sentido y después le domina
una tristeza aún mayor. De vez en cuando está sereno, pero esta
serenidad no es una paz espiritual de la psique sino un letargo. Y
¡ay de aquel que no intenta y no quiere despertar de este letargo!
6. El Espíritu
santo da también la verdadera humildad. El
hombre, aún hasta el más gnóstico, no puede conocerse a sí mismo,
si en su interior no tiene el Espíritu Santo. Porque sin la divina
ayuda no puede ver el estado real de su psique. ¡Si es honesto y
hace algún bien a sus semejantes, cree que es justo o en comparación
con los demás se cree que es perfecto y no necesita nada más!
El
Espíritu Santo cuando habite en nuestro interior,
nos apocalipta=revela toda nuestra pobreza y debilidad. Y entre
nuestras virtudes, proyecta todos nuestros pecados, nuestra
negligencia y nuestra indiferencia para la sanación y salvación de
los demás, aún nuestro interés propio aún hasta allí donde
parecemos magnánimos, nuestra gruesa egolatría hasta el punto que
jamás lo imaginaríamos. El Espíritu Santo en frases cortas y pocas
palabras nos lo muestra todo, tal como realmente son. Entonces
empezamos a adquirir la verdadera humildad y empezamos a perder la
confianza en nuestras fuerzas y virtudes. Entonces empezamos a
considerarnos los peores de todos los demás humanos. Así con
humildad ante el Jesús Cristo, empezamos la metania
(introspección, conversión, arrepentimiento y confesión) de verdad
y tener esperanza sólo en Aquel.
7. El Espíritu
Santo finalmente nos enseña la verdadera oración. Realmente
nadie puede hacer oración agradable a Dios sin antes recibir el
Espíritu Santo. Porque si empieza a orar sin tener a su interior el
Espíritu Santo, verá que su mente y nus no se pueden concentrar.
Además, no conoce, cómo es debido, ni así mismo, ni sus
necesidades, tampoco cómo y qué va a pedir de Dios. Más bien no
sabe ni lo qué es el Dios. Pero el que tiene en su interior el
Espíritu Santo, conoce a Dios, ve que Él es su Padre y sabe cómo
acercarse a Él, cómo va a rogarle y qué Le pedirá. Sus
pensamientos en la oración están bien ordenados, claros y atentos
sólo al Señor. Un hombre así puede con su oración conseguirlo
todo, incluso mover montañas.
He
aquí, pues, lo
qué regala el
Espíritu Santo
en aquel que Lo ha recibido. Veis que sin la ayuda y la sinergia del
Espíritu Santo, es imposible no sólo para entrar en la realeza
(estado en energía increada) increada celeste, sino no podemos hacer
ni un paso hacia el camino que conduce allí. Por eso es
imprescindible que anhelemos y pidamos el Espíritu Santo; es
imprescindible adquirirlo y tenerlo siempre en nuestro interior, tal
y como Lo tenían los apóstoles.
San Inocencio
de Moscú Fuente: http://agathan.wordpress.com
Traducido por: χΧ
jJ www.logosortodoxo.com
(en español)
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