APOCALIPSIS INTERPRETACIÓN ORTODOXA DETALLADA
Yérontas Atanasio Mitilineos, el nuevo Crisóstomo, el Profeta del siglo XX
Unidad
3ª Ἑνότητα 3η
Preámbulo de la 1ª parte. Identidad del
escritor y lo escrito.
Historicidad
y elementos teológicos
Después del epígrafe
introductorio, amigos míos, sigue el preámbulo de todo el libro,
que se extiende entre los versos 4 hasta 8. Os lo expongo:
1, 4 Juan, a las siete Iglesias que están
en Asia: Jaris (Gracia, energía increada) y paz
de Dios a vosotros, del que es y el que era y el que siempre viene, y
de los siete espíritus que están delante de su trono;
1,4 Juan, a las siete Iglesias en Asia Menor:
Jaris (Gracia, energía increada) y paz de Dios Padre a vosotros, del
que es y existe perfectamente por sí mismo siempre, y el que era y
existía antes de todos los siglos sin principio y el que siempre
viene en el eterno futuro, y del Espíritu Santo que con su plenitud
y perfección de sus infinitos carismas, que está delante del trono
de Dios para la iluminación y asistencia de los hombres.
1, 5 y de Jesús Cristo el testigo y mártir,
el fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes
de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su
sangre,
1, 5 Y de Jesús Cristo que es el testigo y
mártir absoluto y ha resucitado el primero de los muertos y se hizo
el inicio de la resurrección de todos los fieles para la nueva vida.
Él es el eterno Soberano y Señor de todos los reyes de la tierra.
El que nos amó, y nos lavó y nos sanó de nuestros pecados con su
sangre por su sacrificio cruciforme,
1, 6 y nos ha dado a
conocer su propia realeza (increada) espiritual y nos hizo
reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea la gloria y el
poder por los siglos de los siglos. Amén.
1,6 y nos ha dado a conocer su propia realeza
(increada) espiritual), y nos hizo reyes y sacerdotes para ofrecer
cultos y sacrificios hacia el Dios y Padre suyo; en Él que es
Θεάνθρωπος Σωτήρας
(zénzropos y sotiras) Dios y hombre y Salvador (redentor y sanador)
pertenece la doxa (gloria, luz increada) y el poder inquebrantable
por los siglos de los siglos, amín.
7 He aquí que
viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le crucificaron y
traspasaron; y todos los linajes o naciones de la tierra se
lamentarán por él. Sí, amén.
8 Yo soy el
Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era
y que ha de venir, el Todopoderoso.
Estos cinco versos,
amigos mío, constituyen el preámbulo del libro del Apocalipsis.
Hasta aquí habíamos visto el epígrafe introductorio del libro.
En el preámbulo pues,
que es muy interesante y muy teológico, vemos el carácter epistolar
del Libro, es decir, que el libro del Apocalipsis es una epístola.
Si lo quieren, también el Evangelio de Luca, allí en el prólogo
hacia Teófilo, no se dice la palabra epístola, simplemente dice de
una manera: “Te mando el texto para que aprendas con exactitud las
cosas de la fe” (Lc 1,3), etc. Por lo tanto, esto también tiene
carácter epistolar. Así que el libro del Apocalipsis tiene
dimensiones epistolares; no sólo porque contiene las siete epístolas
que el Cristo manda a las Iglesias de Asia Menor, sino porque todo el
libro es de forma epistolar y mantiene todos los elementos de una
epístola de tipo antiguo. Es decir, se declara el escritor, que es
Juan, y los receptores que son las siete Iglesias de Asia Menor, el
saludo “jaris (gracia, energía increada) y paz de Dios”,
etcétera, y la doxología, como de costumbre, “a él la gloria
y el poder por los siglos de los siglos, amín”. Así pues,
amigos míos, el libro del Apocalipsis es una epístola. Y como os he
dicho, ojalá que el Dios permita alguna vez que sea escuchado en la
Iglesia como lectura apostólica epistolar.
“Juan, a las siete
iglesias que están en Asia” (1,4); Juan el escritor y el que
manda la epístola hacia las siete Iglesias que están en Asia Menor
que serán las receptoras de la epístola; o sea, remitente y los
receptores.
Otra vez aquí por
segunda vez –y por tercera un poquito más abajo- se apuntará el
nombre del escritor, “Juan”, sin apellido o definición, como muy
conocido a los lectores.
¡Cuáles son estas
siete Iglesias de Asia Menor hacia las que se dirige el libro del
Apocalipsis? Son la Iglesia de Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira,
Sardes, Filadelfia y Laodicea". Son
Iglesias históricas. Atención no son cosas imaginativas, ni
simbólicas, sino históricas. Son ciudades antiguas de Asia Menor,
allí donde el materialismo había alcanzado su esplendor. Es decir,
se formaron obispados y se construyeron Iglesias, y son las que se
dirige ahora el libro del Apocalipsis, desde luego con una epístola
particular para cada una de ellas.
Pero uno diría, ¿por
qué se dirigen las epístolas particularmente sólo hacia estas
siete Iglesias? Cristo dirá a Juan: “Escribe al ángel, es decir,
al obispo de la Iglesia de Éfeso, de Smirna… estas cosas y esto”.
¿Por qué? Quizás el resto de las Iglesias, como de Jerusalén, de
Antioquía, de Corinto, de Roma, ¿no eran Iglesias grandes e
importantes? Si queréis, sólo la Iglesia de Éfeso se podría
comparar con las que antes me he referido, Roma. Jerusalén, Corinto
y la gran Antioquia, todas las demás eran pequeñas ciudades de Asia
Menor. ¿Entonces, por qué las epístolas se refieren en estas siete
y no a las otras que eran grandes, honoríficas y famosas?
Escuchad el por qué:
El número siete es esquemático, expresa la variedad a la vez con la
plenitud. Es decir, se trata de toda la tripulación de la Iglesia de
entonces y hasta el fin de los siglos, por lo tanto es también el
ahora o el hoy, que se expresa con estos siete tipos representativos
de estas Iglesias. En otras palabras, estas siete iglesias son siete
facetas, casos, siete realidades de la Iglesia Una Santa, Católica y
Apostólica.
Estas epístolas, pues,
tienen dos dimensiones. Una dimensión es que cada epístola se
dirige hacia una Iglesia concreta, Iglesia histórica y lo subrayo
histórica y se refiere en casos concretos de cada Iglesia.
Cuando por ejemplo dice que “Yo conozco tus obras, que ni eres
frío ni caliente” (Apo 3,15), “has dejado tu primer amor…
recuerda, por tanto, de dónde has caído” (Apo 2,5), esto es
un defecto concreto de cada Iglesia en concreto. Es decir, las
epístolas en primer plano tienen carácter histórico, y estos
elementos que contienen son reales. Pero en segundo plano, estos
elementos conciernen toda la Iglesia. Por lo tanto, tenemos dos
dimensiones entrelazadas: la histórica, que es la local y en tiempo
concreto; y la diacrónica, que está extendida en toda la historia
de la Iglesia y se refiere a toda la Iglesia y no a un lugar
concreto. Así que si leemos las cosas que
el Cristo escribe para la Iglesia de los Efesios o de los Esmirneos,
entendemos que todos estos elementos existen dentro en la Iglesia de
Cristo.
Lo digo una vez más –
como somos helenos (griegos) y estas Iglesias estaban en ciudades
griegas y Asia Menor entonces era Grecia- digo que las siete Iglesias
y estas epístolas no son solamente diacrónicas, sino a la vez
históricas, con un pedestal histórico.
¿Sabéis porque lo
recalco esto? Por supuesto que cuando venga su momento os lo volveré
a decir; pero os lo diré también ahora. El Cristo dirá a un
“ángel”, es decir, al obispo: “te quitaré el candelabro de
su puesto” (Apo 2,5) -cada Iglesia es representada con un
“candelabro”, con una vela. ¿Esto sabéis lo que significa? ¡Que
te trasladaré! Y se llevó las Iglesias y las ha trasladado!...
¿Decidme, qué Iglesia histórica existe hoy en Asia Menor?
¡Ninguna! Ni de la gran ciudad de Efeso, ni la de Esmirna, ni la de
Laodicea, ni la de Filadelfia… No hay actualmente ninguna Iglesia
de estas. ¡Los “candelabros” se movieron definitivamente el año
1922! Por eso os he recalcado que el elemento histórico es muy
importante, pero volveré sobre esto cuando hablaremos especialmente
para cada una de estas epístolas del texto.
Así que aquí vemos
que tenemos la variedad y a la vez también la plenitud; es decir,
tenemos muchas facetas y a la vez todos los casos que existen dentro
en la Iglesia.
Dice san Andrés de
Kesarea: “Con el número siete, con las siete Iglesias, da a
entender todas las Iglesias” (Interpretación del Apocalipsis
221D). Tal y como exactamente la semana es considerada como un
símbolo de la creación del mundo o de nuestra vida, de la misma
manera también aquí se simboliza con el número siete la plenitud
de la Iglesia.
Por eso las cosas de
estas siete epístolas que analizaremos son importantísimas, os
ruego que no penséis que conciernen sólo aquellas siete Iglesias
históricas; conciernen la Iglesia que siempre existe hasta el final
de los siglos.
Continuamos, pues con
la frase «jaris (gracia, energía
increada) y paz en vosotros χά ρις
ὑ μῖν καὶ εἰ ρή νη» (Apo 1,4). Es
un saludo cristiano de carácter litúrgico fuerte.
Este saludo de Juan el
Evangelista en el Apocalipsis es una abreviación del saludo del
Apóstol Pablo en su segunda epístola a los Corintios: “La jaris
(gracia, energía increada) del Señor Jesús Cristo, la agapi (amor
energía increada) de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean
con todos vosotros” (2Cor 13,13). ¡Veis, el Dios Trinitario!
Cierto que este tipo de
saludo Juan no lo toma de Pablo, ni Pablo de Juan; se ve que había
en la Iglesia y tenía el carácter litúrgico. Así que de la
Iglesia lo toman, Juan y el apóstol Pablo y también los apóstoles
Pedro y Judas. Sin embargo esta forma o tipo existe hasta hoy en día.
Lo dice el sacerdote en el preámbulo de la oración de la santa
Anáfora, cuando sale a saludar al pueblo. Por lo tanto, queridos
míos, es un saludo con carácter litúrgico intenso.
Debido que la jaris
(gracia energía increada) -como bondad de Dios, que emana del
sacrificio de la muerte de Cristo- y la paz provienen de Dios Padre -
«del que es y el que era y el
que siempre viene, ἀ πὸ ὁ ὢν καὶ
ὁ ἦν καὶ ὁ ἐρ χό με νος»,
que dice inmediatamente después; y proceden también del Espíritu
Santo ,“de los siete espíritus”; pero también del
Hijo “y de Jesús Cristo”; este saludo se convierte en
símbolo de confesión de Fe; pero simultáneamente también es un
símbolo de Fe.
Esto nos recuerda a
Diácono Felipe que dijo al Etíope eunuco que: “Si confiesas de
todo corazón que Jesús Cristo es el Hijo de Dios bien puedes ser
bautizado. Y respondiendo el Etíope, dijo: Creo que Jesús Cristo es
el Hijo de Dios” (Hec 8,37). Confesión de Fe. Cuando más tarde
aparecerán muchas herejías, el símbolo de Fe se hará más
detallado. Es el conocido Símbolo de Fe o Credo de Nicea: “Creo en
un Dios, Padre, Pantocrator…”, etcétera.
Así pues, aquí vemos
este saludo de san Juan el Evangelista, que como os he dicho, es un
saludo de carácter litúrgico intenso. Tenemos un elemento litúrgico
antiquísimo de confesión litúrgica; es decir, confesamos nuestra
Fe dentro al espacio litúrgico. Habéis visto que el Símbolo de Fe
lo decimos en el espacio litúrgico. Cuando vamos a celebrar la
Divina Liturgia, cuando tratamos de comulgar, debemos confesar
nuestra Fe ortodoxa, la correcta.
“Juan, a las siete Iglesias que están en Asia:
Jaris (Gracia, energía increada) y paz de Dios a vosotros, del que
es y el que era y el que siempre viene, y de los siete espíritus que
están delante de su trono; y de Jesús Cristo el testigo y mártir,
el fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes
de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su
sangre, y nos ha dado a conocer su propia realeza (increada)
espiritual y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él
sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén” (Apo
1,4-6)
Aquí amigos míos,
como veremos, tenemos una referencia admirable al Santo Dios
Trinitario “Jaris (Gracia, energía increada) y paz de Dios a
vosotros, del que es y el que era y el que siempre viene, y de los
siete espíritus que están delante de su trono” (Apo 1,4).
La sintaxis de la frase
«ἀ πὸ ὁ ὢν καὶ ὁ ἦν καὶ
ὁ ἐρ χό με νος- del que es y el que era y
el que siempre viene» es
sólika*, es decir, una frase sin sintaxis. Igual es sóliko* en
grado superior también el «ὁ ἦν
el era». El “«ὁ
ἦν el era»
es gramáticamente Imperfecto del verbo irregular
εἰ μί (imí-soy) y quiere decir era. Pone
artículo en el verbo, como si dijéramos: el escribo, el tengo…!
Está totalmente sin sintaxis y desconocido en nuestra lengua.
*(Σόλοικο
sólico o solikismo agramatical, sin coherencia sintáctica, es el
que en los textos se equivoca sintáctica y gramáticamente, en este
caso san Juan y los santos escritores muchas veces lo hacen
intencionadamente para indicar lo difícil e inexpresable que es el
Dios o lo divino increado).
Pero se trata, amigos
míos, de un solikismo intencionado, que no quiere hacer más que
provocar el interés del lector. De que no proviene de un hombre
analfabeto y que se trata de un solikismo, se ve también de la
sintaxis posterior que es muy correcta. En cambio «ἀ πὸ
ὁ ὢν καὶ ὁ ἦν καὶ ὁ ἐρ χό με νος-
del que es y el que era y el que siempre viene»
que se refiere antes, falta la coherencia sintáctica, (es decir es
sóliko).
Uno percibe que el
escritor sagrado quiere de esta manera expresar lo gramáticamente
indeclinable, y lo inalterable, lo eterno de la Deidad, que aquí es
representada por el Padre. Lo mismo manifestaba también el nombre
Yahvé, este nombre sagrado y misterioso, que quiere decir Señor o
el ὁ Ὢν el que es o el
Existente. Los setenta los traducen como Kirios=Señor, pero
igual se refieren también del ὁ Ὢν
el Que Es o el Existente (Ex 3,14).
Este elemento
sobrenatural, por un lado en el logos se expresa con un solikismo y
por otro lado, en el espacio de la hagiografía se expresa con un
anti-realismo. Por eso veréis muchos iconos del Pantocrator que
están pintadas en las cúpulas o en iconos manuales, que tengan algo
sobrenatural, algo no natural. ¡Es característico el Pantocrator
del Monasterio de Dafne, que tiene una mano desarticulada, una mano
con nudos o callos, ancha, terrible! No es aquella mano natural,
bella sino aquella mano desarticulada.
¿Quizás sea de verdad
un error del hagiógrafo o pintor y una ignorancia grande del que lo
ha puesto pintando? ¡Nada de nada, lo hace expresamente! Con esta
mano desarticulada quiere expresar una mano sobrenatural, que bendice
sobrenaturalmente y que no es una mano humana sino divina. Por eso
pues, que no nos extrañe que con la expresión del elemento
sobrenatural en el Apocalipsis encontremos el solikismo, lo
agramatical, o falta de coherencia sintáctica, este «ἀ πὸ
ὁ ὢν καὶ ὁ ἦν καὶ ὁ ἐρ χό με νος-
del que es y el que era y el que siempre viene».
San Andrés de Kesarea
escribe en relación lo siguiente: “Jaris (gracia, energía
increada) y paz de la Deidad trishipostata (de tres bases
substanciales)”. Es decir: saludos a vosotros los receptores que
sois las siete Iglesias de Asia Menor, es: la“Jaris (gracia,
energía increada) y la paz de la Deidad trishipostata (de tres
bases substanciales)”; o sea lo «ἀ πὸ ὁ
ὢν καὶ ὁ ἦν καὶ ὁ ἐρ χό με νος-
del que es y el que era y el que siempre viene»,
son exactamente las tres Personas de la Santa Trinidad. Y
explica san Andrés: “Porque mediante el ὁ
ὢν el que es o el existente se manifiesta el
Padre; el que dijo a Moisés YoSoY el ὁ ὢν
existente; por el ὁ ἦν
el que era, manifiesta al Logos el ὁ
ἦν que era y existía en Dios (Jn 1,2).
Y mediante el ὁ ἐρ χό με νος
el que si empre viene, manifiesta al Paráclitos, el que siempre
se infunde en los hijos de la Iglesia a través del santo Bautismo”
(San Andrés de Kesarea: En el Apocalipsis logos A´). ¡Muy bien lo
dice san Andrés, admirablemente!
Así que la expresión
«ἀ πὸ ὁ ὢν καὶ ὁ ἦν καὶ
ὁ ἐρ χό με νος- del que es y el que era y
el que siempre viene»,
es de una manera la explicación de la palabra Dios. Esto es. Y
realmente escuchadlo más analíticamente:
Cuando Moisés pregunta
a Dios para saber Su nombre, Él le responde: «ἐ γώ
εἰ μι ὁ ὤν YoSoY el ser o el existente».
Lo vemos en el libro del Éxodo capítulo 3º verso 14. Es
digno mencionar este pasaje, por favor de todo el Antiguo Testamento,
como el de Génesis capítulo 6º y también de Isaías capítulo 6º
que son paralelos. Pregunta pues, Moisés: “Señor, cuál es Tu
nombre, qué voy a decir a mis paisanos cuando vaya a Egipto y me
digan: ¿quién Dios te ha mandado”; y responde el Señor: «ἐ γώ
εἰ μι ὁ ὤν YoSoY el ser o el existente».
Si se supone, pues, que
allí habla el Padre, entonces aquí cuando dice «ἐ γώ
εἰ μι ὁ ὤν YoSoY el ser o el existente»,
es el Padre. Cuando dice «ὁ
ἦν el que era»,
recuerda aquello que escribe el mismo santo Evangelista, que
dice: “«Ἐν ἀρ χῇ ἦν ὁ Λό γος
(en arjí in el Logos) junto en el principio de la creación era,
existía y está el Logos»,
por lo tanto este «ἦν»
se refiere al Hijo. Y cuando dice «ὁ
ἐρ χό με νος el que siempre viene»,
se refiere al Paráclitos, al Espíritu Santo, el Cual ha
venido y permanece a la Iglesia y santifica los hijos de Dios a
través del santo Bautismo. (Ἐν
ἀρ χῇ el “junto con
el principio” se refiere al Espíritu Santo, por eso no es
casualidad que esté en declinación dativa, según los santos
Padres).
Pero podríamos aún
apuntar las siguientes: Cuando dice «ὁ ὢν
el que es y el
ὁ ἦν y el ὁ
ἐρ χό με νος que siempre viene,»,
es decir, Éste que siempre existe, Éste que ha existido y Éste
que siempre viene, estas tres contienen el total del tiempo, tienen
en su interior el presente, el pasado y el futuro. Pero como aquí
tenemos el nombre «ὁ ὢν καὶ ὁ ἦν
καὶ ὁ ἐρ χό με νος- del que es y el que
era y el que siempre viene,»,
es decir, Éste que siempre existe, Éste que siempre existía y Éste
que siempre viene, vemos de una manera más analítica que está
incluido el total del tiempo, es decir, presente, pasado y futuro. En
este tiempo se mueve el Dios. Pero me diréis: ¿el Dios no se mueve
dentro en el tiempo?... Sí, pero le transciende, sobrepasa. El Dios
está fuera del presente, del pasado y del futuro, porque para el
Dios no existe el tiempo. Por lo tanto esta expresión crónica o de
tiempo quiere indicar que el Dios es ὑ πέρ χρο νος
hipércronos extra crónico o supra crónico o supratiempo.
Incluso esta
denominación que se da por el evangelista Juan, «ὁ
ὢν καὶ ὁ ἦν καὶ ὁ ἐρ χό με νος-
del que es y el que era y el que siempre viene»,
toma totalmente un matiz especial y extraordinario; es decir, cuando
dice «ὁ ὢν καὶ ὁ ἦν -
el que es y que era»,
que indica el interminable presente e interminable pasado, es decir,
lo siempre o lo perpetuo, esto expresa a Dios dentro en la eternidad,
expresa la perpetua naturaleza divina. Cuando dice «ὁ
ἐρ χό με νος- el que siempre viene»
aquí expresa a Dios dentro en la Historia. Por supuesto
que el Dios no se desplaza. Correctamente Aristóteles, en su libro
Metafísica, había dicho «τὸ
πρῶ τον κι νοῦν ἀ κί νη τον
Primer Motor Inmóvil», es
decir, Él mueve todo, es el Principio del movimiento y el
Principio del todo; pero Él, el Dios permanece inmóvil. ¿Qué
quiere decir inmóvil? Puesto que completa todo no es posible que se
mueva. Porque moverse quiere decir que ocupo un punto del
espacio, mientras que otro punto no lo ocupo y me voy yendo del
primer punto al segundo para ocuparlo. Entonces camino, voy, vengo.
Pero como comprenderéis
el Dios es Omnipresente, está en todas partes, y para el Dios no
existe el ir y venir. El ir y venir se refiere sólo para el
humanizado-encarnado Hijo de Dios. Por lo tanto, «el
ὁ ἐρ χό με νος que siempre viene»
se refiere a la divina naturaleza que toma la naturaleza humana,
al Logos de Dios que se hace hombre. Es aquello que el Señor dijo a
Sus Discípulos y está en el Evangelio de Juan:
«ὑ πά γω καὶ ἔρ χο μαι me voy y
vendré» (Jn 14,28).
Este es el voy y vendré de Dios y este es el
movimiento de Dios dentro a la historia, pero siempre con Su
naturaleza humana.
Además es
característico, amigos míos, que mientras el Dios es siempre el ὁ
ὢν el que existe, el Existente, -en tiempo Presente
(gramáticamente) que indica duración – a la vez es también «el
ὁ ἐρ χό με νος que
siempre viene»-gramáticamente
en participio de tiempo Presente también aquí- que
indica que siempre viene. Así vemos
que nunca el Dios, el eterno Dios, el ὁ ὢν
el que existe, y el que siempre viene, nunca ha abandonado
al mundo y la historia, porque el Dios siempre viene.
Pero este siempre
viene, que expresa que «el
ὁ ἐρ χό με νος erjómenos»,
tiene también sus casos excepcionales. Esto lo vemos en la
epístola a los Hebreos de la siguiente manera: “Porque dentro
de poco, muy poco tiempo, el ὁ
ἐρ χό με νος que siempre viene llegará
sin retrasos” (Heb 10,37). Escuchad expresiones: ¡ὁ
ἐρ χό με νος ἥ ξει el que siempre viene,
vendrá!… ¿Pero cómo vendrá, puesto que siempre viene?... ¡Y
sobre todo no tardará!... ¿cómo no tardará, puesto que siempre
viene?...
Pues, «el
ὁ ἐρ χό με νος que
siempre viene» indica a Dios
que siempre viene dentro en la historia. Por supuesto que el Dios
siempre está en la historia, y controla, supervisa el mundo y los
universos, “todo está en la mano de Dios”
(Sab. Sirac 10,4· Sal 118,91: Is 62,3),
pero aquello de que vendrá son las apariciones
extraordinarias del humanizado Logos de Dios.
También la descripción
“paz de Dios a vosotros, del que es y el que era y el que
siempre viene” (Apo 1,4), san Andrés de Kesarea otra vez dice:
«esto significa sólo a Dios Padre que
es el Principio de todo; y que el principio, el medio y lo último de
todas las cosas, están contenidas dentro de Él»,
(Interpretación Apocalipsis, logos 1). Veis que de cualquier manera
que lo miremos el tema es muy rico.
Más abajo veremos
también otro nombre de Dios «τὸ Α
alfa καὶ τὸ Ω omega»,
donde A alfa quiere decir principio, y Ω
omega quiere decir el fin o final o finalidad. Por lo tanto
“YoSoY el Alfa y el Omega” significa que lo que tiene
principio existe de mí, y lo que tiene fin también existe de mi; de
mi comienza todo y en mí termina todo.
Y realmente si toda la
frase se refiere al Padre, entonces la “paz de Dios” significa un
Dios Trinitario, donde se diferencian las personas particulares. Por
eso, tal y como veremos más abajo, vemos que son referidos “los
siete espíritus” (Apo 1,4), es decir, el Espíritu Santo; y a
Jesús Cristo se pone claramente último por distinción, para hacer
destacar. Ya que más abajo se refiere al Espíritu Santo y más
abajo a Jesús Cristo, por tanto el «ὁ ὢν
καὶ ὁ ἦν καὶ ὁ ἐρ χό με νος-
el que es y el que era y el que siempre viene»,
la frase entera se puede referir sólo al Padre.
Y continuamos el
análisis: “…y de los siete espíritus que están delante de
su trono” (Apo 1,4). Se entiende que jaris (gracia, energía
increada) y paz,, siempre permanece como un saludo; es decir,
“Jaris (Gracia, energía increada) y paz de Dios Padre a
vosotros, …y de los siete espíritus que están delante de Su
trono”
Aquí se trata de la
tercera Persona de la Santa Trinidad, y que aquí precede de la
segunda. El divino Evangelista pone en principio la primera persona y
después la tercera, y al final la segunda persona. La segunda la
pone última como os dije antes, por distinción, para hacer destacar
el humanizado o encarnado Hijo de Dios, pero también porque más
abajo se ocupará ampliamente con la segunda persona de la Santa
Trinidad que es también el epicentro del libro entero del
Apocalipsis.
Aquí, amigos míos, el
Espíritu Santo se llama: “los siete espíritus que están
delante de su trono”. Encima del trono por supuesto que
se entiende el Padre; el número siete manifiesta la plenitud y la
perfección del Espíritu Santo.
Esta distinción (o
destacamento) septenaria de cualidades, carismas o energías
increadas del Espíritu Santo, se expresa muy bellamente en el
capítulo 11º del libro del profeta Isaías. Tendríais envidia si
escucharais las cosas que dice el profeta, y las utilizamos durante
el día del Pentecostés. Allí el sagrado compositor de los
troparios (cánticos) toma de la Santa Escritura todas estas cosas
para honrar y alabar el Espíritu Santo. Escribe pues, Isaías:
“espíritu de sabiduría y prudencia, de voluntad y de poder, de
conocimiento y de piedad y espíritu de temor a Dios” (Is 11,2-3 y
Zac 12,10). El mismo Espíritu Santo, uno e indivisible, divide los
carismas, pero Éste permanece uno e indivisible.
Así, pues, el Espíritu
Santo aquí se expresa como “siete Espíritus”. Por lo
tanto os habéis enterado por qué el libro del Apocalipsis habla de
los siete Espíritus; y es un Espíritu Santo.
Aquí haremos un
pequeño paréntesis hermenéutico (interpretativo). Como sabréis,
la Santa Escritura interpreta la Santa Escritura. Este es un método
que utilizan también los Santos Padres de nuestra Iglesia. Por
ejemplo decimos la frase: “siete espíritus”, ¿quizás está en
alguna otra parte en la santa Escritura? ¿Y qué dice allí? ¿Y
cómo se refiere? Sólo así podemos interpretar real y correctamente
el logos de Dios.
¿Pero, por qué el
Espíritu Santo se expresa como siete espíritus?
Primero, para que se
muestre la prontitud y la inmediatez del Espíritu Santo -puesto que
está delante del trono del Padre celeste- para que sea enviado al
mundo con el propósito de la santificación. Es decir, el Espíritu
de Dios espera en todo momento lanzarse –y expresamente utilizo la
palabra lanzarse; acordaos en el Pentecostés que se escuchó como
viento, “como soplo de viento impetuoso” – y está preparado a
lanzarse al mundo para conceder Sus carismas, ¡por la agapi-amor
excesiva que tiene el Espíritu Santo hacia el mundo! ¿Pero qué
espera? Espera la voluntad de Dios Padre y el camino que abrirá el
Hijo. ¡Las tres personas de la Santa Trinidad trabajan la sotiría
(redención, sanación y salvación) del mundo!
Acordaos de aquello
maravilloso que otra vez os dije, que el Espíritu de Dios se
movía sobre las aguas, sobre el abismo, cuando se hizo el
mundo. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la
tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la
faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las
aguas” (Gen 1,1-2)… ¿Habéis visto? ¡El espíritu de Dios!...
Tal y como apareció en el Bautismo como imagen de paloma que viene a
incubar la vida en las aguas- porque realmente la primera vida
apareció dentro en las aguas- y de una manera el Espíritu Santo
abraza las aguas, las calienta, incuba, empolla… y salta la vida de
dentro de las aguas! ¡Qué bello!
Cuando el evangelista
Juan aquí dice “Jaris (Gracia, energía increada) y paz de Dios
Padre a vosotros… y de los siete espíritus que están delante de
Su trono”, quiere indicar esto; que ahora por el Espíritu de
Dios vendrá en vosotros la jaris (gracia, energía increada) y la
paz.
Segundo, el Espíritu
de Dios se envía tanto por el Padre como también por el Hijo. Lo
mismo dice el Señor: “Pero cuando venga el Paráclitos, Espíritu
Santo, al que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu Santo
de la verdad que la transmite a los hombres, el cual procede
del Padre, como un río emana de su fuente, él os dará
testimonio de mí” (Jn 15,26). Así que el Espíritu Santo es
enviado por el Padre y el Hijo, pero procede solamente del Padre.
Si me preguntáis
amigos míos, “qué quiere decir se envía”; os diré que
no entiendo nada. Si mi diréis “qué quiere decir procede”,
os contestaré que no entiendo nada. Dice san Gregorio el Teólogo:
“Si llegas a comprender qué quiere decir que el Hijo nace del
Padre, igual percibirás y comprenderás que el Espíritu Santo
procede del Padre” (Sobre el dogma y los obispos p.11).
Permanecemos, pues, queridos míos, sólo en las expresiones, las
cuales constituyen una doxología a Dios, porque expresan una
exactitud sobre la relación de las tres personas de la Santa
Trinidad, pero no sabemos cómo exactamente se entienden todas estas
cosas en la vida de la Santa Trinidad.
Aún el mismo libro del
Apocalipsis allí donde el Cristo se dirige a Juan, nos dice:
“Escribe al ángel de la Iglesia de Sardes: Esto es lo que dice
el que tiene los siete espíritus de Dios…”. Aquel que tiene
los siete Espíritus, es decir, que tiene el Espíritu Santo, el Cual
envía Sus carismas.
Otra vez en el capítulo
5º nos escribe el Evangelista: “Entonces, junto al trono, vi un
cordero rodeado de los cuatro animales, y de los ancianos. Estaba de
pie y como degollado. Tenía siete cuernos y siete ojos, los cuales
son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra”
(Apo 5,6). El Cordero estaba en pie y degollado, pero cómo
estaba de pie y degollado lo analizaremos cuando lleguemos a este
punto. Tenía siete cuernos y siete ojos, son imágenes
majestuosas, terribles… que quieren indicar cómo el Espíritu de
Dios se envía en plenitud de Sus carismas. El número siete es
simbólico y esquemático y quiere indicar la multitud o cantidad y
plenitud. ¡El Espíritu de Dios viene cargado para donar Sus regalos
al mundo!
Y tercero, el Espíritu
Santo está delante del trono de Dios como “siete
espíritus” porque es penetrativo, es decir, penetra en todas
partes. Acordaos lo que dice el apóstol Pablo: “El Espíritu Santo
investiga todo, y también hasta las profundidades de Dios” (1Cor
2,10). ¡Precisamente porque penetra también dentro en la misma
usía-esencia de Dios!
Dice otra vez el libro
del Apocalipsis: “Del trono salían rayos, voces y truenos.
Siete lámparas de fuego ardían delante del trono que son los siete
espíritus de Dios” (Apo 4,5), el Espíritu Santo.
Muy bonito nos lo dice
esto también el profeta Ezequiel. Pero atención: ¿por qué a veces
me refiero al profeta Isaías y otras al profeta Ezequiel? Para que
veamos, amigos míos, que estas imágenes son comunes también en el
Antiguo Testamento y para ver exactamente que hay similitud entre
ellas. Dice pues: “En medio de estos cuatro seres se veían como
carbones de fuego encendidas, a modo de antorchas que se agitaban de
acá para allá entre ellos. Resplandecía el fuego, y del fuego se
desprendían relámpagos” (Ez 1,13).
¿Qué indica esto “que
se agitaban, las antorchas de fuego”? Indica que el Espíritu
Santo penetra en todo, no se Le escapa nada. ¡Y naturalmente es muy
característica esta cualidad de infiltración o penetración, tal y
como nos la apunta el profeta Ezequiel, porque muestra la
omnisciencia de Dios, y que el Dios conoce todo, el Espíritu Santo
que es Dios, todo lo conoce!
Acordaos del Antiguo
Testamento que delante del arca del testamento había un
candelabro con siete lámparas, (Ex 25,37). El arca del
testamento es tipo o modelo de los “siete Espíritus de Dios”, es
decir, del Espíritu Santo, que está preparado a ser enviado en el
mundo para donarle Sus carismas.
Y continuamos: “y
de Jesús Cristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y
el soberano de los reyes de la tierra” (Apo 1,5).
Y de Jesús Cristo,
se da a entender la Jaris (gracia,
energía increada) y la paz. Es decir: Tenéis la jaris y la paz
del Dios Padre, «del que es y el que era y el que siempre
viene-ἀ πὸ ὁ ὢν καὶ ὁ ἦν καὶ ὁ ἐρχόμενος»;
y del Espíritu Santo - los siete espíritus; y de Jesús Cristo.
¿Lo veis? Entra último
el Cristo, aunque es la segunda persona de la Santa Trinidad, por
distinción, para hacer destacar. Pero claramente la frase entera se
refiere a Dios Trinitario.
Pero prestad atención:
aquí se observa un nuevo solikismo, agramatical o incoherencia
gramatical. Lo escrito correctamente sería: “«καὶ
ἀ πὸ Ἰ η σοῦ Χρι στοῦ, τοῦ μάρ τυ ρος
τοῦ πι στοῦ y de Jesús Cristo del testigo y
mártir fiel».
Pero dice: ¡«καὶ
ἀ πὸ Ἰ η σοῦ Χρι στοῦ, ὁ μάρ τυς ὁ
πι στός y de Jesús Cristo el testigo y
mártir, el fiel»!
Pone declinación gramática Nominativa y no declinación
Genitiva o caso genitivo. Esto se hace otra vez por destacar una
nueva denominación trinitaria, que se refiere a Jesús Cristo.
¿Cuál es esta
denominación adjetival trinitaria? Es el Cristo: primero “ὁ
μάρ τυς ὁ πι στός el testigo y mártir,
el fiel”; segundo, “el primogénito de los muertos”
y tercero, “el soberano de los reyes de la tierra”. Y
estos tres predicados-nombres se refieren a Jesús Cristo. Pero
prestad atención: Se refieren a Su naturaleza humana, no a la
divina. Además no dice: “y también del Hijo de Dios”,
sino “y también del Jesús Cristo”. Estos
predicados, pues, se refieren a la naturaleza humana del humanizado o
encarnado Hijo de Dios. Porque el Evangelista allí quiere llegar;
quiere presentarnos expresivamente a Jesús Cristo que es el Centro
de la Historia y de todos los acontecimientos, que tomarán lugar
como acontecimientos históricos, y nos describirá con visiones en
el libro del Apocalipsis.
El primer nombre
pues: «El testigo
y mártir el fiel ὁ μάρ τυς
ὁ πι στός».
¿Por qué se llama el
Jesús Cristo «testigo
y mártir fiel μάρ τυς πι στός».
En principio quiere decir testigo verídico, igual que diríamos en
un tribunal que tenemos un testigo fidedigno y significa que lo que
dice este testigo es verdadero.
Pero como “testigo
y mártir fiel” se refiere el Dios en el Antiguo Testamento.
Por ejemplo en el Salmo 88, 38 dice: “como la luna que subsiste en
el siglo, en testigo fiel en el cielo".
Así que aquí ¿quién
es el testigo fiel? Es el Yahvé. Pero cuando el Apocalipsis
dice, ¿quién es el Jesús Cristo? ¡Es el Yahvé, el
Kirios-Señor!... Dónde están los milenaristas o testigo de Jehová
que dicen que Jesús Cristo no es el Jahvé, no es el Señor-Kirios,
sino que es creación… ¡Ay qué hombres más blasfemos! ¡Hombres
blasfemos, terrible!
Pero el Cristo, amigos
míos, se llama “testigo y mártir fiel” por dos razones:
primero porque él ha dado testimonio y martirio por la verdad, es
decir, la ha apocaliptado-revelado.
Os acordaréis cuando
Pilatos preguntó al Señor: “Quién eres”, y Él le
respondió: «Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y
para esto he venido al mundo, para dar testimonio y predicar de la
verdad»; para apocaliptar-revelar la verdad (Jn 18,37).
En aquello de Pilatos,
“qué es la verdad” (Jn 18,38), que el año pasado lo
hemos analizado, y dijeron algunos: “Qué pena… no se sentó
Pilatos a escuchar de Cristo qué es la verdad”. Porque el gran
problema es exactamente esto: “Qué es la verdad”. En este
momento que os veo, ¿de verdad que sois vosotros? Y en este momento
que me veis, ¿soy yo de verdad? ¿Es verdad? Picaros un poco la
mano; quizás estáis durmiendo y viendo algún sueño.
Me diréis: ¡Qué fantasmadas nos estás diciendo, Padre!
Pues, no son locuras. De verdad no sabemos lo qué es la verdad.
¡Para ella luchamos, para la verdad!
Cuando el Pilatos salió
fuera -¡oh qué desgraciado!- preguntó, qué es la verdad. Se le
podría decir no lo qué es la verdad sino ¿quién es la verdad?
¡Tenía delante de él la Verdad!... La verdad no es un concepto
abstracto; la verdad es una persona. “YoSoY la verdad” (Jn
14,6). No dijo “He aquí he venido para deciros una cuantas
cositas”, sino que: ¡YoSoY la verdad y la vida!
Dos cosas interesaban,
interesan e interesarán siempre al hombre: el gran tema de la verdad
y el gran tema de la vida. La verdad y la vida son dos polos del eje,
diríamos, donde gira siempre toda la humanidad y anhela. Sin embargo
este eje con los dos polos es el Jesús Cristo; ¡YoSoY la verdad
y la vida! “He venido para hablaros de la verdad y dar
testimonio de ella”. ¿Y cuál es la verdad Señor? ¡YoSoY la
verdad!
Pero esto
“YoSoY la verdad” significa que: “esto
que os digo y que os estaré apocaliptando-revelando será siempre
verdadero”. Y en este caso es la verdad sobre el Dios, sobre el
hombre y sobre el mundo; pero también lo que de ella proviene, el
culto y la agapi (amor, energía increada) del verdadero Dios.
¡Por eso, amigos míos,
sepan que fuera de Jesús Cristo hay profunda oscuridad! Veis lo que
hacen los filósofos; luchan, luchan e intentan dar respuestas. Y no
sólo son contradictorios entre ellos, sino cada uno es
contradictorio con el sí mismo. No saben que: “…se apartaron
a vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni
lo que hablan ni lo que afirman” (1Tim 1,7). No obstante, si no
sabemos y no tenemos nuestra opinión y no conocemos a Cristo,
entonces nos encontramos en la profunda oscuridad. Tenemos que ser
felices porque podemos conocer a Cristo, o por lo menos que estamos
en el camino de conocerle.
Además el Cristo en el
libro del Apocalipsis es “el testigo y mártir fidedigno”
de lo que dirá, en general y especialmente. Lo mismo dice también
el apóstol Pablo: “Fiel el logos de Dios y digno de ser recibido
en plenitud por todos” (1Tim 1,15 · 4,9 · 2Tim 2,11 · Tit 3,8).
En muchas partes en el
Apocalipsis, el Cristo se llama “testigo y mártir verdadero”.
En concreto, vale la pena decirlo ahora, en el capítulo 3º dice: “Y
escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el
testigo y mártir fiel y verdadero…” (Apo 3,14). Aquí vemos
tres nombres de Jesús Cristo: “el Amín”, “el
testigo fiel” y “el verdadero”. Pero mirad, otro
solikismo, incoherencia gramatical: ¡el Amín! La palabra amín es
hebrea y no toma artículo; ¡pero pone artículo! Artículo pondrá
también el Apóstol Pablo y dirá para el Cristo que “el Sí”,
“el amín”, “el cierto” (2 Cor 1,19-20, Heb 2,2). Amín en
hebreo quiere decir, así sea, ojalá que sea, esto es, tal como es,
ciertamente. Así que aquí vemos tres sinónimos por acumulación,
que indican la certeza de la fidelidad del Cristo.
Pero el Cristo,
queridos míos, es “testigo fiel” también por una segunda razón:
porque padeció el martirio, martirio por la cruz; subió encima de
la cruz gracias al testimonio de la verdad.
Porque el testimonio de
la verdad implica padecimientos y sufrimientos por parte del mundo
dominado por el demonio, por esta razón la palabra martirio se
convierte idéntico con la confesión de la verdad y también con los
padecimientos. Así que cuando decimos mártir, entendemos que
decimos y testificamos la verdad y que sufrimos martirio. Veis que la
verdad cuando se ofrece al mundo se ofrece con el martirio. Por eso
la verdad y el pasarlo mal están vinculados estrictamente, de modo
que la misma palabra expresa las dos cosas.
Por eso el Evangelista
escribirá en el libro del Apocalipsis: “Cuando el cordero abrió
el quinto sello, vi debajo del altar vivos a los que habían sido
degollados por proclamar el logos de Dios y por μαρ τυ ρί αν
(martiría) testimonio y martirio que habían dado” (Apo
6,9). ¿Por qué fueron degollados? ¡Para el logos de Dios!
Porque dieron testimonio y martirio para el Logos de Dios, por eso
fueron degollados. Mucho más antes fue degollado Jesús Cristo, el
Cual es el absoluto “mártir y testigo fiel”, porque nos
ha traído la plenitud de la verdad, y gracias a ella fue el
Protomártir (primer mártir y testigo), puesto que sufrió el
martirio encima de la cruz.
El segundo nombre de
Cristo es “el primogénito de los muertos”.
¿Habéis pensado,
amigos míos, cuántos nombres tiene el Cristo? Muchísimos, multitud
de nombres. Se llama “puerta” (Jn 10,9), se llama “ladrón”
(Apo 3,3 · 16,15 · Tes 5,3-4 · 2Ped 3,10), se llama “pastor”
(Mt 25,32 Jn 10, 11 y 14), y “mártir y testigo fiel”, se
llama “el Amín” y “el verdadero” (Jn 14,16)...
¡Multitud de nombres dentro en la Santa Escritura! Todos estos
nombres se refieren a la persona de Jesús Cristo. Aquí pues tenemos
un nuevo nombre: “el primogénito de
los muertos”.
Aquí se da un
testimonio extremadamente interesante: se certifica la identidad de
éste que revela y habla a Juan. ¿Quién le está hablando? El Jesús
Cristo. ¿Y qué le dice? Cierto que no nos dice esto, sino que nos
dice que “tenéis la jaris (gracia, energía increada) y la paz
de Jesús Cristo que es el primogénito de los muertos”. Pero
más abajo el Cristo dirá a Juan: “YoSoY… el que siempre
vive, y me hice muerto, y he aquí vivo o siempre vivo” (Apo
1,18). ¿Pero, Señor cómo es que vives?... “¡Resucité!” -pero
siempre sobre Su naturaleza humana.
Así que, ¿quién es
“el primogénito de los muertos”? Es el eterno Dios, que
se ha hecho hombre, murió encima de la cruz, resucitó y vive
eternamente como Θεάν θρω πος
(zeánzropos) Dios y hombre.
De hecho en el pasaje
18 del mismo capítulo escribe lo siguiente: “YoSoY el primero y
el esjatos-último y el vivo o el que siempre vive”. Aquí otro
nombre de Cristo: “el primero y el ésjatos-postrero”.
Pero cuando dice “YoSoY el primero y el esjatos-último y el
vivo o que siempre vive”, habla como Dios, porque ningún
hombre es “el primero y el ésjatos-postrero”, también el
“A alfa y el Ω omega”
no existe en ningún hombre sino sólo a Dios. (Apo 1,18). Nunca un
hombre está en tiempo eterno presente viviente sino sólo el Dios.
“…y me hice muerto, y he aquí vivo o siempre vivo
por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la
muerte y del hades”. Me hice muerto, ¿Pero cómo?, como
hombre, he aquí estoy vivo, es decir, resucité, ¿pero cómo?, no
como Dios ni como hombre, sino como Θε άν θρω πος
(zeánzropos) Dios y hombre; y vivo por los siglos de los
siglos, que tengo las llaves de la muerte y del hades, es decir,
soy el vencedor de la muerte y del Hades.
El Cristo se llama “el
primogénito de los muertos”, y como dice muy bien Zigavinós,
“como el primero del vientre explotado del hades en
resurrección de vida otra vez y en vida eterna”, es decir, como si
hubiera salido del vientre del Hades puesto que el vientre explotó.
Diríamos como una mujer que da a luz no fisiológicamente, sino con
una cesárea; o permitidme decirlo más violentamente aún, con una
patada al vientre y el niño sale fuera. Esto indica la palabra
“explotado”; es Aquel que ha bajado al Hades y destruyó
“las cadenas de las entradas (o puertas) eternas” (Sal 106,16 y
Jn 2,7), es decir, destruyó al hades que estaba allí encerrado y
nadie podía salir de allí. Por lo tanto, el Cristo es el primero
que salió del vientre explotado, de forma violenta del vientre de
Hades.
Como “primogénito
de los muertos”, describe a Cristo también el apóstol Pablo
en su epístola a los Colosenses: “Él es también la cabeza del
cuerpo, de la Iglesia, siendo el principio, el primogénito entre los
muertos, para ser el primero en todo” (Col 1,18). ¿Por qué
primero? Porque él es el primero en todo “todo fue hecho por
Él” (Jn, 1,3) y nosotros seguimos: es el primer muerto que
resucita y nosotros detrás, segundos, terceros…
Y se llama
“primogénito”, como dice otra vez el apóstol Pablo, en la
epístola a los Corintios como “primicia” y garante también de
nuestra resurrección. “Pero Cristo ha resucitado de entre los
muertos como primicias de los que mueren (1Cor 15, 20). Por qué
el Cristo se hizo primicia de los muertos o dormidos? Se hizo
primicia, inicio, comienzo, primogénito, para que sigan
muchos.
Y finalmente, el tercer nombre de
Cristo: “el soberano de los reyes de la tierra”.
Este título-nombre es
una repercusión de aquella famosa confesión del Señor delante del
Pilatos, de que es realmente Rey. El evangelista Juan nos dice que el
Señor responde a Pilatos: “36 Respondió Jesús: «Mi realeza
increada y reinado no proviene de este mundo. Si mi realeza fuera de
este mundo mis súbditos hubiesen luchado para que yo no fuera
entregado a los judíos. Pero el poder de mi realeza no proviene de
este mundo ni está basado en las armas, sino del cielo.» Le dijo
entonces Pilato: ¿Luego tú eres rey? Respondió Jesús: «Tú dices
que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al
mundo, para dar testimonio y predicar de la verdad. Y todo aquel que
siente la disposición y el anhelo por la verdad, escucha, acepta y
aplica mi enseñanza y así se convierte en copartícipe de mi
espiritual y celeste realeza increada». Le dijo Pilatos: ¿Qué
es la verdad y quién puede encontrarla? Y cuando dijo esto, salió
otra vez a los judíos y les dijo: “Yo no encuentro en él ningún
delito” (Jn 18, 36-38).
Por lo tanto, amigos
míos, el Cristo es el Rey… es el Soberano de la Historia… es el
Triunfador. Y exactamente este Su último nombre, “soberano de
los reyes de la tierra” constituye también el tema del
Apocalipsis y la idea central del libro.
Dice el apóstol y
evangelista Juan: Estos aliados de la bestia “pelearán contra
el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de
señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y
elegidos y fieles” Apo 17,14).
Aquí, hermanos míos,
hemos visto tres adjetivas determinaciones-nombres de Jesús Cristo,
que constituyen entre sí una escalera natural. “El que ha venido a
dar testimonio y ser mártir de la verdad”, “El que ha muerto
gracias a ella y el que murió, resucitó y venció la muerte” no
solo para Sí Mismo, sino para todos los hombres; y “el que
finalmente como Θε άν θρω πος
zeánztopos Dios y hombre se hace el Rey triunfador y Señor de
todos los reyes y soberanos de la tierra.
Estos tres nombres de
Jesús Cristo marcan en breve toda la trayectoria de Dios Logos en la
Historia. Viene, da testimonio, sufre
martirio y sale de la Historia, puesto que la lleva Consigo con Su
resurrección y Su ascensión o mejor dicho, la metamorfosea,
transforma en Realeza increada de Dios!... Atención a esto que os he
dicho: ¡Entra en la Historia, da testimonio y sufre martirio para la
verdad, se resucita, y con el Juicio final toma toda la creación y
la convierte en Realeza increada de Dios!... Decidme por favor: ¿qué
libro fuera del Apocalipsis, que se ha escrito alguna vez en la
filología universal, se podría comparar y ser más majestuoso, una
obra de arte como este?... ¡Qué libro fuera del Apocalipsis?...
¡Temas enormes, grandiosos!
Amigos míos, si
permanecemos en puntos teológicos y persistimos en ellos -lo diré
por enésima vez- es porque debemos formarnos, articularnos,
elevarnos y subir a lo alto. No nos quedemos sólo en pensar y decir
simplemente “que soy un hombre bueno”, y así de esta manera
vivir en una autosuficiencia espiritual, la cual no es otra cosa que
una continua muerte por inanición. Sabéis que en el lenguaje de la
Economía mundana existe este límite de inanición llamado
starvation limit. Si hay este límite en nuestra vida
espiritual es porque lo ponemos nosotros. Y ponemos el límite a esta
inanición espiritual cuando queremos permanecer felices con las
migajas de alguna gnosis (conocimiento) religiosa.
¡No, hermanos míos,
NO! ¡Los hijos de Dios deben saciarse de pan de Dios! Y el pan de
Dios es el pan bajado del cielo (Jn 6,33·41), el Dios
Logos que se ha dado a Sí Mismo como “comida”(Jn, 6,55),
comida sensible, pera que podamos dentro de esta comida
del “Pan celeste” ver a Dios Logos.
Por eso amigos míos,
no protestéis si se os ofrece un poco más de teología. No es
mucha, es poca teología, pero la que es el “Pan” que alimenta a
los hijos de Dios. Amín.
Yérontas Atanasio Mitilineos
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Traducido por: χΧ
jJ www.logosortodoxo.com
(en español)
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