Ὁ
ὑμνογράφος
(himnografos) = compositor de himnos divinos en Espíritu Santo.
1. Recibiendo el pan: El himnografo, expresando la fe de la Iglesia, nos invita a tomar parte en la Cena mística, para comulgar de los misterios inmaculados. Nos encontramos en el centro de nuestra Iglesia, el Misterio de la Divina Efjaristía, que fue constituido exactamente este día por el Señor, durante la Cena Mística.
El
Señor en
esta Cena celebró
por primera vez
en la tierra
la Divina
Liturgia, invitando
a Sus discípulos
a comer Su santo cuerpo y beber su santa Sangre. “Tomad
y comed, porque este es mi cuerpo y bebed de este caliz todos, porque
esta es mi sangre” son las palabras
que fundan el Misterio de la Divina Efjaristía, las que se repiten
en cada correspondiente reunión de los fieles, por orden del Señor
“haced esto en memoria mía”,
perpetuando precisamente en Espíritu la Cena Mística. La Divina
Liturgia así se entiende por nuestra Iglesia: como continuación de
la Cena Mística, por eso siempre fue considerada como el centro de
la Iglesia, como hemos dicho. Sobre este Misterio fueron tejidos,
podríamos decir, también el resto de los Misterios de la Iglesia. Y
diríamos que
es lógico.
El Señor
viniendo al mundo
nos ha salvado,
en el sentido
que nos ha
incorporado en Sí
Mismo y así
nos reconcilió
con el Dios,
–algo que se
activa para el
creyente en el
momento del
bautizo y la
crismación del
nombre al Dios
Triádico- el
Mismo nos
alimenta con Su
cuerpo y sangre,
para que esta
relación nuestra
con Él sea mantenida y
vaya creciendo “hasta llegar todos en hombres perfectos, en la
medida de la plenitud de la edad de Cristo”, san Pablo.
Al mismo tiempo, al misterio de Divina Efjaristía, el
cristiano vive esto que nuestra Iglesia entiende como Παράδοση
(parádosi, santa entrega y tradición). Παράδοση
(parádosi) no es esto que ha prevalecido o prevalece como costumbre
bendita quizás en algunos espacios cristianos, esto más bien no es
la sanadora y salvadora Παράδοση
(parádosi) de la
Iglesia. La misma Divina Liturgia es por sí misma Παράδοση
(parádosi, entrega
divina), el misterio del ofrecimiento de la
vida del mismo Señor que Él entregó a Sus discípulos y ellos a
continuación lo entregaron en las futuras generaciones. San Pablo lo
describe de manera brillante en su primera Epístola a los Corintios:
“Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado:
Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y
habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi
cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.
Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo:
Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces
que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que
comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor
anunciáis hasta que él venga.”
Y
precisamente esta Παράδοση
(parádosi, divina entrega y tradición) de las especies del pan y el
vino se hace con la fuerza y la energía increada del Espíritu
Santo, que significa que la Παράδοση
(parádosi) tiene carácter divino-espiritual y dinámico, por
consiguiente es vida y requiere la vida de los hombres para su
encuentro. Uno desde este aspecto entiende cuanto engañada y fuera
de la realidad está la percepción de algunos de que la Παράδοση
(parádosi) es una situación para el museo, anticuada y de
conservadurismo: detrás de este concepto se esconde la incredulidad
y el ateísmo del hombre.
2. El
himnografo, pues,
volviendo otra vez al tema, nos invita a comulgar el
“pan”, pero recordando también las condiciones previas de esta
comunión: el temor y la limpieza, pureza de la psique. Es
decir, la participación en la Divina Comunión o Efjaristía no se
hace incondicionalmente. Una participación en los inmaculados
misterios como sea, de cualquier manera y al azar, sin la apropiada
metania (introspección, arrepentimiento y confesión) y sin
reconocimiento, crea las condiciones de la repetición de la
demonización como Judas. No olvidemos que Judas también comulgó,
pero con la traición en desarrollo y con el resultado de demonizarse
y destruirse. Y esto porque el pan bendito actúa dentro en el hombre
y energiza lo que encuentra en la psique: filoteía (amor a
Dios) o misantropía (odio al hombre). Igual que la lluvia
cayendo en la tierra fructificará sea de las semillas buenas sea de
las malas o las cizañas.
Así
que uno puede
comulgar y en
lugar de mejorar,
empeorar, en el
sentido espiritual.
Según el himnografo, pues, las condiciones son el temor a Dios y la
pureza de la psique. Las dos se vinculan inmediatamente entre sí,
revelando el funcionamiento de la metania
(introspección, conversión, arrepentimiento y confesión). Queremos
decir que el temor a Dios, que su atributo es el cumplimiento de Sus
sagrados mandamientos, conduce a la catarsis
(sanación, terapia y purgación) de la psique, y esto significa que
el hombre está listo para la participación al cuerpo y sangre del
Señor. Esta participación aumenta la pureza y así el hombre es
deificado de las deificantes energías increadas del misterio y
camina “de doxa en doxa=gloria (luz de
luces increada)”, puesto que nunca
hay fin en este proceso de metania y de su crecimiento en Dios. En
este estado el creyente se convierte y hace morada de Dios y “en
otra forma” una manifestación y revelación de Cristo dentro en el
mundo.
3. Compareciendo junto al Soberano: el himnografo, la verdad apenas referida anteriormente, la describe con la frase concreta. Lo que ocurrió en la Cena Mística funciona arquetípicamente, como arquetipo o modelo, que significa que muchos siguen, tal y como dijimos, el ejemplo de Judas: comulgó en traición y se fue para terminar esta traición. El himnoghrafo pues nos exhorta a permanecer juntos con Cristo y allí Le veremos lavar los pies de los discípulos y limpiarlos con la toalla, de modo que nosotros también nos comportemos de la misma manera con el prójimo. Es decir, la participación correcta a la Divina Efjaristía conduce al seguimiento de la vida de Cristo, que es la humildad y el servicio en agapi (amor desinteresado) a los semejantes. .
Vamos
a decirlo como lo ha descrito el gran escritor y profundo anatomo
(analista) de la psique humana, F. Dostoyevski en su última obra
“Los hermanos Karamázov”: “El
hombre ante unos pensamientos permanece confundido, principalmente
ante la contemplación del pecado, y se pregunta si quiere luchar con
la fuerza, violencia o con la humilde agapi (amor desinteresado).
Siempre debes decidir: con la humilde agapi. Si has decidido sobre
esto una vez para siempre, puedes conquistar el mundo entero. La
humildad llena de agapi es una potencia y energía tremenda: es lo
más fuerte de todas las cosas y no hay otro como ella.”
Participación
en la Divina Efjaristía y enemistad hacia el semejante o injusticia
por parte nuestra y “pisoteo” de su personalidad de cualquier
manera no pueden coexistir. El himnografo lo dice claro: Cristiano
significa contemplar y seguir a Cristo dentro de los marcos
efjarísticos, es decir, eclesiásticamente, viviendo siempre Su
humilde agapi. Cualquier otra deducción distinta significa recaída
a la falacia y traición de Judas. Amín.
παπα
Γιώργης Δορμπαράκης
ΑΚΟΛΟΥΘΕΙΝ
Padre Jorge Dorbarakis
Traducido
por: χΧ jJ
http://logosortodoxo.wordpress.com/
(En español)
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