ΟΣΙΟΥ
ΝΙΚΟΔΗΜΟΥ ΤΟΥ ΑΓΙΟΡΕΙΤΟΥ
ΑΟΡΑΤΟΣ
ΠΟΛΕΜΟΣ
La guerra invisible, san Nicodemo el Aghiorita
PRIMERA PARTE
Capítulo A. 52 El estudio de los
pazos-padecimientos del Señor provoca varios
estados de ánimo, y varias disposiciones y emociones divinas en
nuestro corazón.
Capítulo A. 53 Beneficios que podemos
recibir por el estudio del Crucificado y la imitación de sus
virtudes.
Capítulo
52
El
estudio de los pazos-padecimientos del Señor
provoca varios estados de ánimo, y varias disposiciones y emociones
divinas en nuestro corazón.
Aquellas
cosas que he dicho más arriba sobre los pazos-pasiones del
Señor son para que oremos, nos instruyamos y estudiemos y después
para que pidamos aquella jaris (energía increada), virtud y
favor que queremos.
Ahora aquí
añadiré cómo podemos con el estudio de estas mismas pasiones
producir en nuestros corazones varios estados de ánimo y emociones
divinas. Queriendo pues, estudiar la crucifixión de Jesús Cristo,
puedes pensar los siguientes conceptos y pensamientos que siguen:
1) La hora
que nuestro Señor se encontraba encima del monte de Gólgota, con la
manía que le había desnudado aquella gente rabiosa y rasgó sus
carnes que anteriormente por las palizas estaban pegadas en sus
prendas.
2) Que de
antes de la cruz, le quitaron de su cabeza la corona de espinas, con
la que después de la crucifixión, colocándola encima de su cabeza,
fue la causa de nuevas heridas.
3) Que con
los golpes de los martillos y los clavos se fijó muy duramente
encima a la madera seca y dura de la cruz.
4) Que como
no bastaban sus miembros divinos para crucificarle, aquellos soldados
crueles y sanguinarios, los extendieron de tal manera que salieron de
su sitio todos los huesos y se podían contar uno por uno, como dice
el salmista en el pasaje: “Contaron mis huesos” (Sal 21,18).
5) Que al
momento que le colgaban en la madera seca, como no podía apoyarse en
ninguna otra parte sino sólo de los clavos, obligatoriamente con el
peso de su cuerpo se habrían más las santísimas heridas y de esto
nuestro dulcísimo Jesús sentía dolores crudos y durísimos en su
corazón..
Así de
estos u otros estudios similares, si quieres puedes provocar en ti
mismo disposición, ánimo y emoción-pasión de agapi-amor a
tu Dios, ocúpate entonces de la gnosis-conocimiento de semejantes
emociones-pasiones pasarás en mayor gnosis de la infinita e increada
bondad del Señor y su agapi (amor, energía increada) hacia
ti; y cuando en tu interior esta gnosis haya aumentado, aumentará
también la agapi-amor hacia tu Señor.
Para
recibir pues, en tu corazón dolor, tristeza, sufrimiento
(espirituales) y contrición, porque con tus pecados has afligido
tantas veces a tu Dios y con tan grande ingratitud, piensa en esta
infinita bondad y agapi que te ha mostrado el Señor del todo,
el cual ha sufrido y padecido tanto por tus ilegalidades.
Para que
seas promovido a la esperanza, piensa que un Señor sublime y
altísimo llegó al punto de ser muy fatigado, para erradicar tu
pecado, para liberarte de las cadenas del demonio y de algunos de tus
errores y para expiar a tu Padre eterno y darte el ánimo de modo que
en cada necesidad tuya acudas a él.
Para que
seas promovido e incitado a la alegría, de las fatigas que pasó y
los resultados de sus fatigas. En otras palabras, piensa que con
aquellas fatigas sana, limpia y purifica todos los pecados del mundo.
Propicia la ira de su Padre. Confunde al príncipe de las tinieblas.
Mata la muerte. Con las psiques-almas de los santos reubica el lugar
de los Ángeles caídos y provoca alegría a Su Padre Anárquico (sin
principio ni fin) y a su Espíritu Consubstancial, ganando la Virgen
María y toda la Iglesia triunfante en los cielos y la Iglesia
militante en la tierra.
Para que
odies tus pecados, pues, que utilices todos los loyismí
pensamientos y reflexiones que estudiarás sólo para este propósito;
es decir, que nuestro Señor no padeció por otra razón sino sólo
para hacerte odiar tus pecados y tus malos deseos; y sobre todo aquel
deseo que más te domina y es contrario a la grandeza de Dios.
Para que te
advengas en admiración y sorpresa, piensa qué cosa puede ser mayor
que esta, es decir, ver al Creador de todo, que proporciona la vida
en todo, que sea condenado a la muerte por sus creaciones; que veas
pisoteada y despreciada la sublime majestuosidad; la justicia
condenada; la belleza escupida; que sea odiada la agapi del
Padre Celeste; ver aquella luz increada e inefable que resulte al
poder de las tinieblas; ver que el bienestar, la autogloria y la
felicidad sean consideradas deshonor y desprecio por el género
humano y llegue al mayor sufrimiento y agonía.
Para que te
entristezcas y sufras (espiritualmente) junto con tu entristecido
Señor, dejando sus fatigas y torturas exteriores, piensa en otras
incomparablemente superiores que le torturaban interiormente.
¡Porque, si te entristeces por las torturas exteriores, mucho más,
por supuesto cómo no se va a romperse, quebrantarse tu corazón por
la tristeza y aflicción de sus padecimientos y tormentos interiores!
Es decir, cuando pienses que la psique-alma de Cristo, viendo
claramente a Dios encima de la tierra con aquella divina visión
bienaventurada, tal y como ahora le ve al cielo (91),
y entonces le conocía como el más superior y digno de todo honor y
servicio, por eso también deseaba que todas las creaciones con todas
sus fuerzas le atribuyan este honor. Por eso el Dios ahora viendo lo
contrario, al haber sido tan malamente atacado, calumniado e
insultado de los innumerables errores y las repugnantes ilegalidades
del mundo, inmediatamente quedaba herido por los dolores y tormentos;
estas fatigas y tormentos tanto más le fatigaban y atormentaban,
cuanto mayor era la agapi y el deseo de ser honrada y servida
la Sublime Majestuosidad por todos. Así pues, como uno no puede
entender la magnitud de esta agapi y deseo, lo mismo uno no
puede entender cuánto duro y fuerte era por esto la tristeza y el
sufrimiento interior del Crucificado Jesús.
91.
Todos los santos cuando se encontraban en la
tierra se hicieron dignos de ver a Dios como en un espejo en enigma,
como dice Pablo en I Corintios 13; pero subiendo hacia el cielo y
haciéndose bienaventurados, dichosos, ven a Dios cara a cara o
persona a persona, es decir, de inmediato y claramente, como también
dice Pablo. Pero la psique-alma de Cristo, siendo realmente unida en
hipostasis (base substancial) con el Dios Logos y teniendo la Deidad
de esta misma extrema concepción suya, como nos enseñan los santos
teólogos, a continuación tenía también esta absoluta visión,
contemplación de esta primera unión. Y mientras el Cristo estaba
aún encima de la tierra, veía con su nus
inmediata y claramente a Dios, a su bienaventurada visión
contemplación sentía júbilo y deleite, incluso cuando se
encontraba en estos dolorosos pazos-padecimientos
de la cruz, los cuales sentía sólo sobre su naturaleza y sentido
humano. Esta bienaventurada
contemplación de Cristo se ve y llega de la conclusión también de
muchas otras cosas, especialmente del versículo: “Nadie ha subido
al cielo, sino sólo el hijo del hombre que se encuentra al cielo”
(Jn 3,12), lo que significa que el Cristo estaba al cielo con esta
bendita visión o contemplación, que se da al cielo. Porque los
teólogos dicen que la psique de Cristo tenía tres
gnosis-conocimientos; esta bendita o bienaventurada, como hemos
dicho, la de inspiración de Dios, que tenían también los Profetas,
con la que el Cristo conocía también los pensamientos ocultos de
los hombres, como se dice: “Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos
y de los conceptos finos de sus enseñanzas, porque él los conocía
muy bien a todos, (es decir, la
inestabilidad de sus caracteres y sus imperfecciones),
y no necesitaba que le informasen de nadie, porque él conocía y
conoce muy bien qué había y qué hay en el interior de cada hombre
(Jn 2,24-25); y la adquirida, es decir, la filosofía natural de los
seres o existencias, la que por supuesto que estaba derramada en la
psique-alma de Cristo, tal y como estaba también en Salomón, pero
sobre su naturaleza e hipostasis (base substancial) es y se llama
adquirida, porque se adquiere con el dolor y el aprendizaje.
Junto con
todo esto piensa que el Señor amando excesivamente todas sus
creaciones, analógicamente con esta agapi-amor suya ha
sufrido, entristecido y afligido excesivamente por todos los pecados
de ellas, por los cuales iban a separarse de él. Porque por cada
pecado mortal, más los que iban hacer los hombres, los que han
nacido y los que nacerían, y por decirlo más sencillo, las veces
que va a pecar uno, tantas veces se separa del Señor, con el cual
podría estar unido con la agapi-amor. Pero esta separación,
fue más dura para Jesús que la separación de sus miembros
corporales, cuando se separan y se sacan de su lugar natural, cuanto
la psique-alma siendo realmente un espíritu limpio es más noble y
perfecta que el cuerpo y a continuación más cabida del dolor. Entre
estos pazos-padecimientos del Señor que probó por las
creaciones, más duro es aquello que sufrió por los pecados de los
infernados, que no pudiendo a unirse junto con él, van a sufrir
inexplicables tormentos eternos y fatigas.
Hermano
mío, si tu psique-alma no ha sentido dolor de dichas fatigas y
tormentos de tu amado Jesús, que avances un poco más con tu
loyismós pensamiento y reflexión y encontrarás en él
tormentos y fatigas más y mucho más duras para compadecerle. Porque
el Señor fue maltratado y con los innumerables dolores saldó la
deuda, no sólo de los pecados que se han hecho, sino también de
aquellos que se cometerán por los hombres (92);
y por supuesto que aquellos pecados los ha perdonado, pero los otros
nos ha dado poder y fuerza para evitarlos.
92.
Tan abundante y rico fue el pago de nuestros
pecados por el Señor, de modo que parezca un inmenso océano y todos
los pecados de los hombres, pasados, presentes y futuros parezcan
como una gota al océano. Así teologiza sobre esto san Juan el
Crisóstomo: “El Cristo ha pagado mucho más de lo que debíamos;
tanto como se compara un inmenso océano con una gota de agua”. Por
eso Pablo decía: “La jaris
(energía increada) que ha traído Cristo, no es comparable con la
transgresión” (Rom 5,15), y de nuevo: “mas cuando el pecado
abundó, allí la jaris
(energía increada) de Dios sobreabundó” (Rom 5,20). Y
san Gregorio el Teólogo dice: “Si el sabor del fruto condenó a
los hombres, mucho más los ha justificado y ha hecho justicia el
pazos
de Cristo”. Y algunos teólogos dicen que sería suficiente que el
hijo de Dios, pagar los pecados de todos los hombres, incluso si
sintiera un dolor tan pequeño, como cuando uno le quitan un pelo de
la cabeza. Pero como recibió y aceptó tantos dolores y derramó
toda su sangre, hasta su última gota y murió de una muerte tan
deshonrosa, piensa tú cuán rica e infinita es tu satisfacción y el
pago que se hizo a nuestro favor.
No faltarán
también otros pensamientos para que compadezcas al Crucificado.
Porque el Señor encima de la cruz sufrió y sintió, sin excepción
alguna, todos los tipos de dolores que podría pasar cada ser humano
desde Adán hasta el fin del mundo. Así que las tentaciones, los
insultos, las calumnias, las durezas y toda aflicción y prueba de
todos los hombres del mundo, atormentaron y fatigaron la psique-alma
de Cristo mucho más fuerte, de lo que pasaron aquellos que los
sufrieron. Porque con las tristezas y los sufrimientos, grandes y
pequeños, tanto de la psique como del cuerpo que probaron los
hombres durante el espacio de sus vidas, hasta un pequeño dolor de
cabeza y un pinchazo de una aguja, todos estos los ha sufrido hasta
al final; y por su infinita agapi (amor, energía increada)
quiso compadecer y marcar en su corazón el caritativo Señor
nuestro, porque él era el nuevo Adán y Padre espiritual de todos
los hombres.
Pero no es
posible para uno describir cuándo afligieron los dolores a Su
Santísima Madre, porque ella también de una manera y por todos los
motivos que maltrataron a su Hijo, junto co-padeció y co-sufrió en
un grado muy grande. Así estos dolores de Su Panayía (Santísima)
Madre renovaron en su Niño bendito sus heridas interiores y el
dulcísimo corazón quedó como si no se hubiera herido por las
incontables flechas candentes; y este corazón suyo por tantas
fatigas y tormentos, que os he dicho, y por otras cosas incontables y
desconocidas en nosotros, uno podía decir fácilmente que era un
hades caritativo de voluntarias fatigas y tormentos, como se
acostumbraba a llamar al Crucificado una psique-alma piadosa con
sencillez divina.
De todos
modos, amigo mío, si piensas bien la causa de todas las fatigas y
tormentos que sufrió nuestro Redentor y Señor que hemos referido,
no encontrarías otra cosa que el pecado. “Él cargó nuestras
tristezas y sufrimientos y sufrió nuestros propios dolores” (Is
53,5). Así que el resultado está claro, el que tu co-padezcas
realmente con tu Dios Crucificado y recompenses las beneficencias que
él te pide, tú estás obligado hacerlo sin ninguna excusa y
pretexto, y es el que sufras realmente para su agapi porque tú
le has afligido, es el que odies más que cualquier otra cosa el
pecado y luches valientemente contra todos sus enemigos y contra
todas tus malas inclinaciones y voluntades, para así de esta manera
quitar de encima tuyo al viejo hombre junto con sus praxis-acciones y
vestirte al nuevo, adornando tu psique-alma con las virtudes
evangélicas.
Capítulo
53
Beneficios que podemos recibir por el estudio del
Crucificado y la imitación de sus virtudes.
Junto con
los demás beneficios que puedes recibir de este divino estudio del
Crucificado son:
1) El que
te entristezcas y te duela no sólo por los pecados pasados, sino por
los pazos y emociones malignas que aún viven en tu interior,
los cuales han puesto en la cruz tu Señor.
2) Pedir
perdón por tus culpas y errores y jaris, (energía increada
gracia) para que odies perfectamente tu mal carácter, y así ya no
le entristecerás más. De hecho por la recompensa de tantos
padecimientos suyos, en adelante amarle y servirle perfectamente,
esto es una cosa que no se puede hacer sin este divino y santo odio
espiritual de tus pecados.
3) Expulsar
de tu interior cada inclinación mala y mal hábito, por muy pequeños
que sean.
4) Luchar
con toda tu fuerza a imitar las virtudes de tu redentor, que ha
padecido no solo para sanarnos y salvarnos de nuestros pecados, sino
también para darnos con su ejemplo a seguir sus divinas huellas.
“Pues también Cristo sufrió por vosotros, y os dejó ejemplo para
que sigáis sus pasos” (1 Ped 2,21).
Y aquí te
muestro una forma de estudio que utilizarás para imitar las virtudes
del Señor y manifestarlas, como se refiere: “para anunciar las
grandezas del que os ha llamado de las tinieblas a su maravillosa luz
increada” (1 Ped 2,9).
Para
adquirir, pues, la virtud del no tener resentimiento y no tener odio
y rencor hacia tus enemigos, sino quererlos, tienes que perdonarlos y
orar por ellos con toda tu psique-alma a Dios para que él los
perdone, incluso si te han insultado, perjudicado, y tu vida ha
peligrado hasta la muerte, entonces mira una vez a tu Señor
ensangrentado clavado encima de la cruz. Observadle cómo con la
corona de espinas en su cabeza, con rostro humillado y con los labios
secos, clama y ruega al Padre: “Padre perdónales” (Lc 23,24), ¡a
pesar de que podía dar la orden a la tierra que les tragase
inmediatamente! ¡Pues, de esto pensad lo siguiente: Si Él,
Soberano y Omnipotente perdonó el pecado de los asesinos mortales
tan grandes, qué cosa importante es, si tú que no eres nadie, si tú
sucio e ínfimo gusano de la tierra, imitas aquel y perdones tus
enemigos con tu corazón!
Para que
adquieras la virtud de la obediencia a tus padres espirituales y
tengas humildad en tu corazón, piensa a éste Logos del Padre
pre-eterno y consubstancial, que sólo con un guiño creó todo, cómo
se hizo obediente a la voluntad paternal y tan humilde, de modo que
aceptó la muerte, y de hecho muerte en la cruz, como dijo Pablo: “y,
en su condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil 2,8). Con la
palabra cruz muestra la muerte más deshonrada, injusta y maldita,
que ha recibido el Señor- “Aquel que es colgado es maldito de
Dios” (Deut 21,23). Tipo de muerte que jamás ha recibido hombre en
la historia del mundo.
Y en breve,
fíjate a las deshonras que sufrió en los siguientes
acontecimientos: ¡Es traicionado por un discípulo suyo; otro le
niega; el resto de los discípulos y los apóstoles se marchan y le
abandonan sólo! Estas cosas fueron para nuestro Señor los motivos
de una gran deshonra. Porque todo el mundo hablaba contra él, es
decir, que era un hombre de mal carácter, de modo que el mismo
discípulo suyo le odió por sus maldades y le traicionó; y el otro
le negó como falso y mentiroso. Y después todo el resto de
discípulos, porque no amaban con agapi verdadera, sino
hipócritamente, después le odiaron, le abandonaron y se marcharon.
¡De pie delante muchos y distintos criterios de Annás, del Caifás,
del Pilatos y de Herodes! ¡El archiladrón Barrabás es considerado
mejor que Jesús y es preferido por el pueblo, y todas estas cosas
son una gran deshonra! ¡Es burlado por Herodes, puesto que le
vistió con la vestimenta brillante de púrpura y está acompañado
por el ejército real. ¡Es burlado por Pilatos con la vestimenta de
púrpura, con la corona de espinas y con la caña en la mano derecha
es reverenciado supuestamente como rey falso! ¡Es escupido! ¡Es
tapado su rostro y así es azotado y recibe golpes. Cada uno ve lo
desastrosas y deshonrosas que son todas estas cosas. ¡Levanta la
cruz solo en sus hombros, pero con clavos y corre en medio de
Jerusalén al lugar llamado Cráneo! Es desnudado y crucificado como
ladrón con los ladrones, no sin clavos (94),
sino con clavos para que crean aquellos que le estarán viendo de que
era un hombre matón, maligno y desertor y provocador de rebeliones!
¡Es burlado encima de la cruz en Jerusalén, siendo realmente una
ciudad con mucha gente que entonces puede ser que tuviera más de dos
millones de habitantes! Frente a estos como si se hiciese un teatro,
le pusieron el título de rey en tres lenguas (95)
escrito encima de la cruz, y en vez de darle agua por su sed le
dieron vinagre. No terminaron aquí las deshonras. ¡Después de su
muerte recibe la lanza en su costilla, se proclama como falso y
engañoso, su Sepulcro se sella supuestamente para que no sea robado!
Por supuesto que podría quedarse sin ser sepultado por aquellos
hombres sin piedad, si el bendito José de Arimatea no le compadecía
y no se atreviese pedir pera enterrarlo.
94.
La crucifixión con clavos era costumbre Romana
y no para todas las personas, sino para los más condenados y
malhechores, como se ve por la decisión de Pilato contra Cristo. Por
eso muchos tienen la opinión de que los dos ladrones no fueron
crucificados con clavos como Jesús, sino que fueron atados con
cuerdas.
95.
El título fue escrito en tres lenguas, romana,
hebrea y helena, que supuestamente Jesús era apóstata o desertor
del reino y quiso sólo por sí mismo hacerse rey.
Ahora bien,
que te avergüences tú también hermano mío, y no te enorgullezcas
más, en general no dejes pasar ni el más mínimo y fino pensamiento
y entre en tu psique-alma, pensando en la tan grande humildad de tu
Dios.
De todas
formas para que adquieras la virtud de la paciencia e imites a Cristo
piensa:
1) Que la
psique-alma de Cristo teniendo toda su atención al Dios Logos,
estaba sorprendida cuando veía aquella grandeza incomprensible e
infinita, ante la cual todas las cosas del mundo son como un cero,
sufrir encima de la tierra tantas y tantas deshonras para el hombre,
por el cual no ha recibido más que insultos e infidelidades. Porque
las deshonras e insultos que provocó el hombre a la humanidad de
Cristo, las hizo a este mismo Dios Logos con el cual estaba unido en
hipostasis (en base substancial).
2) Piensa
que el Dios y Padre quiso e instó la psique de Jesús Cristo, es
decir, de su Hijo, a sufrir para nosotros semejantes pazos; es
decir, golpes, azotes, blasfemias, pinchos y muerte en la cruz,
manifestando en ella de que le gusta verla llena de todo tipo de
sufrimientos y vergüenzas.
3) Piensa
que viendo con su iluminadísimo nus, cuánto gustado es esto
a Dios y amando con absoluta agapi su divina grandeza, apenas
recibiendo la llamada a padecer para nuestra agapi y para
nuestro ejemplo, aceptó con alegría y quiso con ánimo obedecer a
su santa voluntad; ¡y quién puede pasar con su pensamiento dentro
de aquellos profundos deseos que tenía para esto aquella psique, la
más bondadosa y pura de todas! (96).
Ella se encontraba allí como si estuviese en un laberinto de
fatigas, buscando siempre y no encontraba nuevas maneras y nuevos
caminos de pazos-padecimientos. Y por eso entregó libremente
todo el sí mismo y sus carnes inocentes en el matadero y a la
destrucción de los hombres ilegales y a las fuerzas del hades, para
que hagan aquello que quieran.
96.
Igual que del humo conocemos el fuego, así
también de algunos signos exteriores podemos entender humildemente
el fuego interior del inmensurable deseo que tenía el Señor para
padecer; estos signos en breve resumen son: cuando controló a Pedro
y le llamó Satanás, porque le impedía viajar a Jerusalén para que
no padeciera: “!Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres
tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las
de los hombres” (Mt 16,23); por su excesiva tristeza antes del
pazos-pasión, es decir, cuándo vendría la hora para padecer;
porque esto significa lo “de un bautismo tengo que ser bautizado; y
!cómo me angustio y desespero hasta que se cumpla!“ (Lc 12,50); lo
de llamar el pazos y la muerte, cáliz o copa, según san Teofilacto,
muestra la alegría, el placer y la fiesta que tienen los que beben
vino. “la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” (Jn
18,11); lo de correr a medianoche pasando por el torrente de Cedros y
se ocupe de venir al jardín, al cual Judas conocía y que muestre
con esto que voluntariamente viene al pazos-pasión, como interpreta
san Juan el Crisóstomo. Allí había un jardín donde entró Jesús
y sus discípulos. Este lugar también lo conocía Judas (Jn 18,1-2);
el que salga sólo y diga a los soldados “yo soy” (Jn 18,5) para
que le capten, tal como interpreta también Salomón en el cantar, la
pasión voluntaria del Señor y dijo: “Me iré al monte de la
mirra” (4,6), es decir, el de la muerte y de la necrosis, porque
así se convirtió el monte Gólgota, según interpretan san Máximo,
san Nilo y san Gregorio de Nicea. El que sus ojos estén alegres
cuando estaba colgado en la cruz, según lo que dijo Jacob: “Sus
ojos están alegres del vino” (Gen 48,12), según interpreta san
Cirilo. La infinita agapi
y deseo que tenía el Cristo en estar padeciendo y muriendo siempre
para nosotros, con manera especial y énfasis nos lo indican estas
dos cosas: a) la entrega de los divinos misterios (sacramentos), en
los cuales el Cristo mistéricamente o sacramentalmente y
espiritualmente siempre muere y padece, pero también resucita; b) la
historia que refiere san Dionisio Areopagita en su carta a Teófilo;
dice que el apóstol Carpo estando en Creta, se entristecía y rogaba
a Dios a infernar a un hombre impío, infiel e irrespetuoso que había
conducido a un cristiano al engaño y a la impiedad. Allí pues, que
estaba rogando, bajó el Señor con multitud de ángeles y cuando le
extendió la mano derecha, le dijo que le pegara; porque a pesar que
los hombres le pegan y se infiernan, él está preparado a morir para
la salvación de los hombres muchas veces; “pégame, pues, porque
otra vez estoy preparado a morir para los hombres que de nuevo
quieren salvarse, y esto es muy amado de mí…”
4) Después
de todo esto mira a tu Jesús que con ojos caritativos y serenos gira
hacia ti y dice: “¡He aquí hijo mío, que tú al no haber querido
resistir un poco a tus pazos, dónde me han llevado tus deseos
caóticos y perversos, mira cuánto sufro para tu agapi y con
cuánta alegría, para darte ejemplo de verdadera paciencia! Te
ruego, pues, hijo mío, por todos mis dolores que tú también
voluntariamente aguantes tu cruz y cualquier otra cosa que yo quiero,
dejándote en las manos de aquellos hombres que te persiguen, por los
cuales yo recompensaré según tu honor y según tu cuerpo. ¡Ojalá
que conocieras cuánto me alegraría por esto! ¡Y esto lo puedes ver
en estas heridas mías, las que he aceptado y recibido con excesiva
alegría, como cosas preciosas y amadas para adornar con virtudes
preciosas tu pobre psique, que es amada de mí tanto que no lo puedes
comprender! Y si yo he sufrido para ti tantos pazos, ¿por qué
tú querida psique, novia mía, no quieras sufrir algo para sanar y
endulzar las heridas que me ha provocado tu desesperación y me ha
producido mayor amargura que mis propias heridas?
5) ¡Piensa
bien quién es aquel que habla junto a ti de esta manera y verás que
es Éste Rey de la Doxa (gloria luz increada), Cristo verdadero Dios
y hombre perfecto! ¡Piensa la magnitud de los tormentos, fatigas e
insultos que no merecía ni siguiera el peor ladrón del mundo! ¡Mira
al Señor estando de pie entre tantas fatigas, no sólo inamovible y
con admirable paciencia, sino alegrarse como si estuviese en sus
bodas! ¡Y cómo con poca agua enciende más el fuego, así con el
aumento de las fatigas que eran pequeñas delante de la rica agapi
suya, sobraba más y más la alegría y el deseo de sufrir aún
mayores!
6) Después
piensa la razón o motivo por lo que el caritativo Señor sufrió
todo esto, no sin su voluntad, sino voluntariamente por la agapi-amor
hacia ti; pues, era para que te ejercites tú también imitando a él
en la virtud y en la paciencia, para que pases a través de aquello
que él quiere de ti y de la alegría que te dará, si luchas para
esta virtud, para que aguantes tu cruz no sólo con paciencia, sino
con ardiente agapi y alegría, y así en cada tristeza, dolor
y sufrimiento imitarás mejor a tu Dios, así le agradarás y más le
harás reposar. Así poniendo delante de tus ojos las vergüenzas y
las amarguras que saboreó el Señor para ti y su paciencia y
fortaleza, debes sentirte vergüenza y repugnancia por todos tus
dolores, sufrimientos y aflicciones en comparación con aquellos del
Señor, y toda tu paciencia en comparación con aquella paciencia no
es verdadera sino una sombra de paciencia; y que te asustes si aún
existe en tu corazón un pequeño loyismós de no querer
sufrir por la agapi-amor de tu Señor.
Este Señor
crucificado, hijo mío, es el libro que te entrego para que estudies
a continuación, del cual puedes aprender y tener la imagen de cada
virtud. Porque él, al ser el libro de la vida, no sólo enseña al
nus con palabras, sino que con ejemplo vivo calienta la
voluntad. El mundo está lleno de libros. Pero a pesar de esto, no
pueden todos estos libros juntos a enseñarte la manera y forma que
podrás lograr todas las virtudes, tal y como te enseña Jesús.
Hijo mío,
en él, al crucificado, te aconsejo que recurras y con lágrimas en
los ojos besarle y con calor abrazarle cada vez que te muerdan las
serpientes espirituales de las tentaciones demoníacas y humanas; y
seguro que serás curado de tus heridas, igual que una vez los
hebreos se curaban de las mordeduras de verdaderas serpientes, cuando
veían sobre la madera que estaba colgada la serpiente de bronce, que
pre-tipificaba a nuestro Señor, tal y como decía el mismo: “Tal y
como Moisés en el desierto colgó alto la serpiente de cobre para
que la vean con fe los Israelitas y sean salvados del veneno mortal
de las serpientes del desierto, así, según el sabio plan de Dios,
es necesario que sea colgado también encima de la cruz el hijo del
hombre; para que todo aquel que en él cree, gane y tenga la vida
eterna; y no sea condenado a la perdición eterna.” (Jn 3,14).
Sepas
también esto hijo mío, aquellos que gastan muchas horas llorando
por cada pazos de nuestro Señor y meditan la paciencia y
después en las desgracias, las enfermedades, las pruebas, las
deshonras y los insultos que les suceden son impacientes, pues, ellos
se parecen a los soldados cobardes del mundo, que antes de empezar el
combate, bajo de sus tiendas prometen grandes cosas, luchan y ganan
por sí solos; pero cuando aparezcan los enemigos, abandonan las
armas y huyen. ¿Qué cosa puede ser más estúpida y digno de
desprecio y burla que uno medite sobre las virtudes del Señor y
amarlas y después olvidarlas totalmente o no valorarlas cuando venga
el tiempo de práctica o ejercicio? Fin de la 1ª parte.
San
Nicodemo el Aghiorita
Gloria y
gracias a Dios hemos terminado la primera parte, continuamos a la
segunda.
Traducido
por: χΧ jJ www.logosortodoxo.com
(en español)
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