APOCALIPSIS INTERPRETACIÓN ORTODOXA DETALLADA
Yérontas Atanasio Mitilineos, el nuevo Crisóstomo, el Profeta del siglo XX
Unidad 4ª
Preámbulo segunda parte
Los axiomas de Cristo y
de los fieles. La identidad del Cristiano que anhela al Juez.
“Jaris (Gracia, energía increada)
y paz a vosotros… de Jesús Cristo el testigo y mártir, el fiel,
el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la
tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su
sangre, 1, 5 Y de Jesús Cristo que es el testigo y mártir
absoluto y ha resucitado el primero de los muertos y se hizo el
inicio de la resurrección de todos los fieles para la nueva vida. Él
es el eterno Soberano y Señor de todos los reyes de la tierra. El
que nos amó, y nos lavó y nos sanó de nuestros pecados con su
sangre por su sacrificio cruciforme,
1, 6 y nos ha dado a conocer su
propia realeza (increada) espiritual y nos hizo reyes y sacerdotes
para Dios, su Padre; a él sea la gloria y el poder por los siglos de
los siglos. Amén. 1,6 y nos ha dado a conocer su propia
realeza (increada) espiritual), y nos hizo reyes y sacerdotes para
ofrecer cultos y sacrificios hacia el Dios y Padre suyo; en Él que
es Θεάνθρωπος
Σωτήρας (zeánzropo y
sotiras) Dios y hombre y Salvador (redentor y sanador) pertenece la
doxa (gloria, luz increada) y el poder inquebrantable por los siglos
de los siglos, amín.
Así termina el preámbulo del libro
del Apocalipsis.
El Logos de Dios, amigos míos, el
Jesús Cristo, sólo por amor fue “testigo y mártir el fiel”
y “el primogénito de los muertos”. Es decir, el Logos de
Dios por eso se hizo hombre y entregó Su sangre encima de la cruz y
nos ha sanado, limpiado, purgado de nuestros pecados, porque nos
amaba. Lo subrayo: ¡Porque nos amaba! No hay otro motivo
fuera de la agapi (amor, energía increada) de Dios. Y el Dios
para expresar esta agapi Suya, ha entregado en la Cruz a Su
Hijo humanizado.
Pero, amigos míos, no nos ha sanado y
purgado sólo de nuestros pecados, algo que constituye el aspecto
negativo de la agapi de Dios, sino que el Dios avanzó también
positivamente a esta ofrenda Suya; y esta ofrenda positiva es que a
nosotros que hemos creído en Él y hemos recibido Su sangre para que
nos sanemos y purguemos, nos constituye en “sacerdocio real”.
Queridos míos, se trata de un pasaje
excepcionalmente interesante, muy teológico y os rogaría que
prestemos mucha atención en esta tesis, es decir, que el Cristo a
nosotros en Su Padre, nos convierte y nos hace en un “sacerdocio
real” o un reinado de sacerdotes.
En principio en este pasaje vemos con
mucha certeza y claridad la esencia y la obra del Cristianismo. Aquí
vemos que el Cristianismo no es una religión -y que los Cristianos
serán “reyes” y “sacerdotes”- que constituye la obra del
Cristianismo. Si nos preguntan, ¿cuál es la esencia del
Cristianismo? Responderemos: ¡Es Realeza increada! Y si nos
preguntan, ¿cuál es la obra del Cristianismo? Diremos: ¡Convertir
sus ciudadanos, es decir, sus fieles, en reyes y sacerdotes! (Realeza
increada es un estado interior paradisíaco teniendo o participando
de la Jaris energía increada y de la Doxa luz increada; Jaris y Doxa
son sinónimas de un sentido parecido).
Me diréis que estas cosas son muy
grandes. ¡De hecho, amigos míos, son cosas majestuosas, enormes!
¡Tan grandes como el cielo y la tierra!
Decidme pues: si alguna vez hayamos
aprendido que ser Cristiano, significa que soy ciudadano partícipe
de la Realeza increada de Dios o soy sacerdote y rey, como veréis a
continuación del análisis, ¿entonces cómo podré estar diciendo
que el Cristianismo es una religión como las llamadas religiones
naturales? Y os he explicado que la religión física o natural se
llama aquella que es por invención humana. Sí; ¡pero el
Cristianismo no es una religión, es apocálipsis-revelación,
es Realeza increada!
Por consiguiente, yo el Cristiano no
soy aquel que simplemente me acomodaré en mi vida. Pues, prestemos
mucha atención y cuidado a esto. Cristiano no es aquel que paga sus
impuestos, no molesta la policía, ni los tribunales, es decir
ciudadano bueno y útil. Desgraciadamente así nos hemos
acostumbrado, creer que el Cristiano es un ciudadano bueno y útil.
Esto por supuesto es una consecuencia o repercusión, es decir, que
el Cristiano sea un ciudadano bueno y útil es otra cosa. ¿Pero para
esto vino el Cristo al mundo, para hacernos hombres buenos y
bondadosos, como decía Platón?... ¡Amigos míos, si el Cristo vino
al mundo para esto, entonces os aseguro que sería innecesario y
sobrante! Esto lo dicen también los Padres. ¡Sería sobrante que
viniera el Cristo; ciudadanos buenos y útiles nos haría también
Platón!
Pero amigos míos, el Cristianismo no
es hacernos simplemente ciudadanos buenos y útiles, sino
convertirnos y hacernos “reyes” y “sacerdotes”
de Dios. Nunca lo imaginaron esto los que están fuera del
Cristianismo, ni los mayores filósofos. Los Cristianos pues, son
dignatarios, porque el Dios funda el reinado con la Realeza increada
encima en la tierra para la gracia, favor y la energía increada de
ellos
Aquí haré una aclaración. Algunos
quizás habréis entendido que posiblemente os voy anunciar la
programación de algún partido político cristiano, que ahora a la
espera de las elecciones generales deberéis saber qué votar,
etcétera… ¡Nada de nada, no esperéis estas cosas nuca! ¡Cuando
hablamos sobre la Realeza increada y el reinado de Dios sobre la
tierra para nada damos a entender la manera y modo que lo perciben y
entienden los partidos políticos, es decir, instalar al Cristianismo
encima de la tierra, se distancia mucho de esto! Muchas veces os lo
he analizado esto y no es el momento para volver hablar de esto, sólo
epigramáticamente os digo esto: Lo que se distancia oriente de
occidente, tanto se distancia la teología de la Realeza increada de
Dios de los partidos políticos que se forman, emprenden y aspiran
supuestamente instalar la realeza y reinado de Dios encima en la
tierra.
Por supuesto que conozco que quizás
algunos hermanos no están de acuerdo con esto que digo. Pero no os
digo esto para que estemos de acuerdo o no, sino lo que es la verdad.
La verdad os digo. Además, en esta mesa estoy sentado para deciros
la verdad. Porque si tuviera que deciros cosas que no son verdad
sería inútil bajar cada día aquí en la ciudad (Larisa) para
deciros otras cosas. No; sólo digo la verdad, tal y como los siglos
la ha vivido, interpretando el logos de Dios.
Entonces, oramos en el Padre: “Venga
tu realeza” (Mt 6,10) (es decir, tu energía increada) y los
Cristianos correinan junto con el Cristo, se convierten en
“sacerdotes” que ofrecen su culto a Dios Trinitario.
Pero preguntaremos, ¿de dónde vienen
estos axiomas, y los recibimos nosotros los Cristianos? Y como se
trata de axiomas os ruego presten atención especial.
En principio la fuente de los axiomas
es el mismo Señor Jesús Cristo.
El Señor viniendo al mundo como
hombre, fue crismado de Su Padre con un axioma triple. Atención:
¡fue crismado como hombre! El Dios Logos no se crisma nunca por el
Padre, porque es Su equivalente, igual. Aquí hablamos sobre la
naturaleza humana, es decir, sobre Jesús Cristo; y cuando decimos
Jesús Cristo siempre entendemos la naturaleza humana. Jesús Cristo,
pues, el Hijo y Logos de Dios hecho hombre, fue crismado por el Padre
con un triple axioma; Profeta, Sacerdote y Rey.
Este axioma triple de nuestro Señor
está testimoniado tanto en el Antiguo Testamento, como
principalmente en el Nuevo. Sólo recurriré a un pasaje, este que
estamos analizando ahora, para que percibamos y entendamos que
realmente este triple axioma de Jesús Cristo está testimoniado.
La vez anterior, (unidad 3) habíamos
analizado la triple definición adjetival«
el testigo y mártir el fiel, el primogénito de los muertos y el rey
de los reyes de la tierra ὁ μάρ τυς
ὁ πι στός, ὁ πρω τό το κος τῶν νε κρῶν
καὶ ὁ ἄρ χων τῶν βα σι λέ ων τῆς γῆς»,
que antes os he leído. Con la primera definición, «el
testigo y mártir el fiel ὁ μάρ τυς
ὁ πι στός», se atribuye
el axioma profético de Cristo, porque vino a dar testimonio y
martirio sobre la verdad y decir cuál es ella, es decir, vino hablar
sobre la verdad.
Profeta no es sólo aquel que habla
sobre el futuro. Es muy estrecha, corta la idea de que profeta
es aquel que habla del futuro. En el sentido amplio del término
profeta es aquel que habla de Dios; éste es el profeta. La palabra
profeta se encuentra en la filología helénica pre-cristiana;
también en Homero existe la palabra profeta.
La profecía no es siempre aquel que predice el futuro,
sino generalmente el que habla. Naturalmente, muchas veces, puede
decir algo también sobre el futuro. La palabra προ φή της
profitis profeta es del verbo πρό φη μι
prófimi, que quiere decir predigo. La
profecía no siempre es algo que predigo de antes, sino simplemente
decir. La mayor parte de la obra de los Profetas no se refiere al
futuro, sino al presente. Os lo había dicho en la introducción que
hicimos este año.
Por tanto, el Cristo es «el
testigo y mártir el fiel ὁ μάρ τυς
ὁ πι στός» -Su axioma
profético- que vino a dar testimonio y martirio para la verdad; de
hecho es el Διδάσκα λος didáskalos
Maestro de cosas celestes.
Con la segunda definición, «el
primogénito de los muertos ὁ
πρω τό το κος τῶν νε κρῶν»,
se atribuye el axioma sacerdotal de nuestro Señor, en el cual el
mismo Señor el Sacrificador (oficiante) y el Sacrificio o la
Víctima, es el Ofertante y el Ofrecido, tal y como decimos muy
característicamente en la Divina Liturgia, el que ofrece y se
ofrece. ¡Por supuesto que es incomprensible cómo es Sacrificador
(oficiante) y Sacrificio o la Víctima! Pero esto es comprensible
sólo en la naturaleza divino-humana de Cristo.
Y con la tercera definición, «el
rey de los reyes de la tierra ὁ ἄρ χων
τῶν βα σι λέ ων τῆς γῆς»,
se atribuye Su axioma real o soberano, de que es el Rey o Soberano de
los reyes o soberanos.
Estos tres axiomas de Cristo, amigos
míos, el profético, el sacerdotal y el real, nos aseguran nuestra
sanación, redención y salvación. Con el primer axioma, el
profético se apocalipta-revela el verdadero Dios. Con el
segundo, el sacerdotal, es la humanidad acreditada y aportada a Dios.
Cuando por ejemplo, tomamos el santo Cáliz y el santo Discario
o Patena, exponemos y referimos a nuestros regalos hacia Dios,
santiguándolos en forma de cruz. El verbo nos “exponemos”
significa que me elevo y los dirijo, oferto hacia el Dios. «De
los tuyos para Ti te ofrecemosΤὰ σὰ
ἐκ τῶν σῶν σοὶ προσ φέ ρο μεν».
Pero aquí hacemos una referencia a toda la humanidad. Esta
anáfora-referencia la hizo el Cristo encima de la cruz; la hizo
sacerdotalmente, es decir, como sacerdote hizo e ofició. El Cristo
encima de la cruz ofició la naturaleza humana al Padre; o más
exacto aún: al Padre, al Logos y al Espíritu Santo. Y con el tercer
axioma, el real, la creación se convierte en verdadero reinado y
Realeza increada de Dios, dominación verdadera de Dios.
Pero también con el Bautismo y el
Crisma que uno recibe, se incorpora al Cuerpo de Cristo, a la
Iglesia. De esta manera cada fiel obtiene en un grado también los
tres axiomas de Cristo. El Cristo Profeta, Sacerdote y Rey, y también
el fiel en un grado se convierte en profeta, sacerdote o cura y rey.
Así pues, esto significa que el hombre
toma estos axiomas de Cristo, el Cual los ha tomado del Padre, cuando
fue crismado con este triple axioma. Pero precisamente, puesto que
nosotros tomamos de Cristo estos tres axiomas, podemos ver y entender
esto que dice el evangelista Juan en el Apocalipsis inmediatamente
después: «nos ha dado a conocer
su propia realeza (increada) espiritual y nos hizo reyes y sacerdotes
para Dios». ¿Pero
cuándo nos hizo reyes y sacerdotes de Dios? Desde el momento que el
Cristo se hizo y se mantuvo “testigo y mártir, el fiel”,
se hizo y se mantuvo “el primogénito de los muertos” y se
hizo y se mantuvo “el rey de los reyes”.
Esta tesis ya existe en el Antiguo
Testamento. El mismo Dios dice a través de Moisés lo siguiente: “Y
vosotros me seréis un reinado de sacerdotes, y gente o nación
santa” (Ex 19,6) ¡Qué bello! ¡Podéis captar, amigos míos,
qué significa «reinado de
sacerdotes, y gente o nación santa βα σί λει ον
ἱ ε ρά τευ μα καὶ ἔ θνος ἅ γι ον»!...
Y por el profeta Isaías el Dios dice:
“Y vosotros seréis llamados sacerdotes del Señor, ministros o
servidores de nuestro Dios se os denominará; Comeréis las riquezas
de los pueblos y os adornaréis con su magnificencia” ( Is
61,6). Pero la segunda frase “comeréis las riquezas de los
pueblos y os adornaréis con su magnificencia” no significa que
obtendréis riquezas y con estas riquezas seréis los amos del mundo
y acumularéis todas las riquezas, como lo mal interpretan los
judíos, sino que os convertiréis en reyes. -¡ay benditos hombres…
oh, desgraciados… cuánto y cómo han tergiversado el logos de
Dios!- El significado correcto de “rey” y “sacerdote” se nos
dará sólo por Jesús Cristo. Si no
tenemos la presencia de Cristo, entonces, estudiando el Antiguo
Testamento sin la luz increada del Nuevo, por supuesto que entonces
fácilmente podemos interpretar la Santa Escritura de manera
chovinista, nacionalista y racista, y decir: ¡Para nosotros que
somos judíos, la Escritura dice que nos convertiremos en dueños,
amos del mundo y ricos!... ¡Cosas terribles, paranoia horrible y
mala interpretación del logos de Dios!
Sobre esta base, amigos míos, se
mueven los judíos. ¡Son deplorables y lamentables! ¡Realmente
lamentables!... Alguna vez se harán los amos del mundo pero no lo
disfrutarán. Escuchad bien: ¡se harán los amos del mundo, seguro!
Ellos traerán al anticristo. Pero apenas lo consigan se consumirán,
se desgatarán, por consiguiente no disfrutarán ni se alegrarán de
nada. Realmente en vano y en vacío se esfuerzan. Es aquello que dice
el 2º Salmo: “El que habita en el cielo se reirá, el
Señor se burlará de ellos” (Sal 2,4). Es como una expresión
humana pasional, es como si el Dios les dijera: “¡Pobres y
desgraciados hombres… Tanto esfuerzo, tantos siglos…! Tantos
siglos lucháis para ser los amos del mundo. ¿Qué habéis ganado?
Ha llegado el final y qué habéis ganado…”. No tomemos, pues, la
profecía de Isaías con este concepto. Pero vamos a avanzar.
En el Nuevo Testamento, amigos míos,
el apóstol Pedro toma las cosas del Antiguo Testamento y las renueva
con el Nuevo de la siguiente manera: “Vosotros –los
Cristianos, ya no la Sinagoga- sois linaje escogido, real
sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que
anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su
luz increada e admirable” (1Ped 2,9). Así que “el pueblo
santo” y “el sacerdocio real” no es ya para los judíos sino
para los cristianos! Esto es. Esta es la luz del Nuevo Testamento.
¡La cosa toma nueva dimensión!
¿Veis en alguna parte que haya el
elemento material? ¡En ninguna parte! Por eso diríamos exactamente
que los que querían hacer partidos políticos cristianos regresan
atrás al Antiguo Testamento; tanto si lo entienden como si no,
consciente o inconscientemente, caen al mismo error que han caído
los judíos. ¡Exactamente al mismo error!
Por consiguiente cada fiel que está
bautizado y crismado con la santa Mira, es profeta, sacerdote y rey.
¿Pero qué significa que yo, el
Cristiano, que me he bautizado y crismado soy “profeta, sacerdote y
rey”? ¿Qué significa esto?
Primero, sobre el axioma del
“profeta”.
Significa que tengo inspiración del
Espíritu Santo y múltiples carismas. Por eso el evangelista Juan en
su 1ª Epístola universal asegura a los nuevo-iluminados y dice:
“Vosotros tenéis el crisma o crismación del Espíritu Santo y
lo conocéis todo” (1Jn 2,20). ¿Qué conoce uno exactamente?
Aquellas cosas que son para su sotiría (redención, sanación
y salvación). Conoce el engaño del mundo, conoce los métodos del
Diablo, conoce las trampas de sí mismo, y se le está abriendo el
camino para ver su interés y sobre todo su interés y beneficio
espiritual.
El Espíritu Santo, pues, que Lo
recibimos con el Crisma y así tenemos el axioma del “profeta”,
es nuestro Maestro interior que nos abre la mente para que entendamos
la salvíficas verdades y nos ayuda a liberarnos de los engaños del
mundo y entender sus malas astucias y trampas.
Cuánto importante es esto, amigos
míos, -¡no sé lo fuerte que tengo que gritarlo para que lo
escuchéis!- lo entendemos cuando vemos cómo actúan algunos hombres
que están fuera del Cristianismo o son Cristianos que han apagado el
Espíritu Santo (1Tes 5,19) y han anulado el Crisma que han recibido;
y lo han anulado porque viven, se mueven y piensan secularmente,
mundanamente. Y uno ve las cosas absurdas, tontas, peligrosas y
destructivas que imprudentemente transcurren, y dice: “¿No tienen
cabeza estos hombres?... ¿No ven?... ¿No entienden?...
Hoy me he fijado en un pasaje del Salmo
118, y es la tercera vez que lo digo hoy, y dice allí: “He
visto los hombres permanecer imprudentes e insensatos y comencé a
fundirme en mi interior” (Sal 118,158). ¡Realmente se funde
uno cuando ve que domina la nimiedad y la insensatez en su alrededor!
Si vierais, por ejemplo, uno subir y
acomodarse en la rama de un árbol sentado cómodo y seguro, y con
una sierra cortando la rama, ¿qué diríais?... ¡Tomamos pues, esta
cosa un poco agrandada: como país heleno, estamos cortando la rama
que estamos sentados o no! ¡Pues amigos míos, la estamos cortando!
¡Echad una ojeada a la Παι δεί α
(pedía) enseñanza, educación veréis la profunda crisis que
pasa! ¡Echad una ojeada a las costumbres y los valores que se
introducen diariamente en nuestra vida social y particular, cómo
empieza a pensar y vivir el Nuevo-heleno. Todos estos elementos que
han vivido los pueblos cuando entraron al espacio de la decadencia.
¡Todo esto son señales y signos de decadencia!
Ya se han recalcado estas cosas por los
filósofos, es decir, hombres que podían observar un poco a Europa,
ya desde el siglo pasado veían una Europa estando en muerte lenta,
moribunda. ¡Y nosotros tomamos todas estas cosas y las copiamos como
último progreso y prosperidad!... ¿Aquí exactamente uno ve que
nosotros vamos hacia la muerte, hacia el precipicio!... ¡Y los
hombres no lo ven esto… no lo ven!... y te sobrecoge un sentimiento
raro y curioso! ¡Realmente te fundes en tu interior cuando ves
actuar con la forma que actúan los hombres y como sociedad yendo
hacia el precipicio!
De aquí entendemos qué quiere decir
“tengo el crisma del Espíritu Santo, soy profeta”, siempre en el
sentido amplio de la palabra. En otras palabras, ¡tengo como Maestro
el Espíritu de Dios, y puedo ver y juzgar correctamente, teniendo
por lo menos este nus común, diríamos, que me regala el
Espíritu de Dios! ¡Pero nosotros no tenemos ni siquiera el nus
común!... Y la mayoría de veces hablamos con una sobrante
sabiduría, mientras que se trata de tontería y nimiedad; un
atontamiento profundo, según Pablo: “el Señor atonta aquel que
quiere perderse”. ¡Se ve que el Dios ha decidido permitir nuestra
destrucción. Realmente nos hemos convertido en tontos, y esto porque
hemos abandonado a Dios!
Lo he dicho simplemente como un ejemplo
para que entendáis qué quiere decir tengo el axioma del “profeta”,
es decir, tengo como Didáscalos-Maestro el Espíritu Santo que me
ilumina cómo debo avanzar.
Segundo, sobre el axioma de
“sacerdote” o sacerdocio real.
Aquí se debe hacer una aclaración.
Este sacerdocio, santidad general que hay en los fieles, según lo:
“y nos ha dado a conocer su propia realeza (increada) espiritual
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios”, donde cada bautizado
es también un “sacerdote”, este sacerdocio general no sustituye
el Sacerdocio litúrgico o funcional, por lo tanto no se aparta el
Misterio del Sacerdocio, como desgraciadamente hacen los
protestantes. Ellos aceptan un sacerdocio general sin tener el
especial, por eso también han anulado el Misterio o Ministerio del
Sacerdocio.
Debo deciros que el Misterio del
Sacerdocio es misterio de la Iglesia y como tal es misterio de la
sotiría (sanación, redención y salvación); por eso el
Misterio del Sacerdocio se celebra durante la Divina Liturgia. La
Divina Liturgia proviene del Sacerdocio, está contenido por el
Sacerdocio y a la vez consiste el Sacerdocio. Por favor, atención a
este punto. Es decir, el sacerdote celebra la Divina Liturgia con la
potencia del Sacerdocio y a la vez dentro en la Liturgia se obtiene
el Sacerdocio o Santidad. Por eso el Misterio del Sacerdocio se
discierne pero a la vez se identifica con el misterio de la Iglesia.
Se discierne y se identifica. ¿Es muy importante esto!
Exactamente esto han anulado los
protestantes. Por eso en realidad no tienen Iglesia, porque han
anulado el sacerdocio. Los protestantes no son Iglesia, son
comunidades cristianas. Lo repito: no son Iglesia. Y si hablan de
Iglesia protestante mienten o hablan fraudulentamente. Y no son
Iglesia, lo repito una vez más- porque no tienen el Misterio del
Sacerdocio con el significado especial de la palabra.
Como habéis visto lo he recalcado
bastante. Espero que haya explicado claramente el sacerdocio general
y el sacerdocio especial.
¡Pero tanto el sacerdocio general como
el especial, comienzan de Cristo y acaban en Cristo; pero cada uno
tiene su propio camino. Por ninguna razón uno sustituye al otro!
El fiel como “sacerdote” con el
sentido general del sacerdocio, contribuye al sacrificio del santo
Altar. En principio contribuye con sus ofrendas materiales.
Cuando el fiel trae en el templo su
prósforo o pan de ofrenda y su vino, estos los dona al sacerdote,
así con esta ofrenda contribuye a la ofrenda del sacerdote en
sentido especial, que se hará a Dios. Cuando el sacerdote tome el
santo Discario que dentro está el cordero, es decir, el pan, -aún
es pan, no es Cuerpo de Cristo- y dirá “de lo tuyo para ti te
ofrecemos”, esto amigos míos se lo han traído los fieles.
Es decir, tenemos una cadena de
ofrendas: el fiel ofrece el pan; lo amasa, lo ha asado y lo trae en
la Iglesia. A continuación lo toma el sacerdote y hace la anáfora
definitiva. La primera anáfora, pues, la hace el fiel en el sentido
general, en cambio la definitiva, la hace el sacerdote con el sentido
especial. Así pues, vemos que el fiel con el sentido general de
sacerdote, él ofrece también sus regalos materiales.
El fiel contribuye al sacrificio del
santo Altar todavía más con su colaboración espiritual con el
sacerdote. Es decir, lo que ofrece el fiel lo ofrece especialmente
por y junto con el sacerdote. Atención, por el sacerdote, es decir,
con las manos del sacerdote y junto con él. Para que me entendáis
mejor, esto que decimos ahora os lo mostraré de hecho o en praxis.
¿Puede el sacerdote celebrar solo? Es
decir, ¿puede tomar el pan de ofrenda, abrir el templo, entrar y
decir, “Bendita sea la realeza de Dios” y empezar la Divina
Liturgia? No puede. No por razones técnicas, -es decir, quién va a
psalmodiar, y quién de fuera va a decir el “Amén” y “Kirie
eleison”- sino por razones eclesiológicas. Está prohibido que el
sacerdote celebre solo la Divina Liturgia sin que haya por lo menos
un fiel. ¡Se prohíbe! Lo vuelvo a decir, no por razones técnicas,
sino por eclesiológicas. Sin embargo cuáles son estas razones
eclesiológicas? Todo esto que os estoy diciendo tanto rato.
Es decir, yo el sacerdote, por un
momento decir que no puedo celebrar sólo la Divina Liturgia. No;
debes estar también tú, el laico, porque mi Sacerdocio y el tuyo
deben juntos celebrar la ofrenda a Dios. En otras palabras, el
elemento laico que tiene el sacerdocio general debe estar presente.
Por eso el laós-pueblo comulga también del Cuerpo y Sangre de
Cristo, igual que el sacerdote.
¿Sabéis por qué lo digo esto? ¡En
la iglesia Romanocatólica los fieles no comulgan con Sangre de
Cristo sino sólo con Cuerpo! (Por favor informaos y formaos para que
sepamos dónde nos encontramos. Antes os hablé de los protestantes y
ahora os hablo sobre los romanocatólicos). ¿Qué significa esto?
Significa que dan privilegios al clero que el laós-pueblo no los
recibe. Por eso el sacerdote romanopapista puede celebrar solo, cada
día, en su habitación, pocos minutos, unos diez –además diez
minutos hasta una hora es la Liturgia de los romanocatólicos
papistas, ¡en diez minutos celebrar la Liturgia, comulgar solo e ir
a su trabajo!
Estas cosas nuestra Ortodoxia no las
conoce. Al contrario, los romanocatólicos han avanzado erróneamente
e ignoraron el pueblo-laós. ¡Pero la presencia del laós, del
elemento laico es de importancia fundamental! Y nuestra Iglesia lo
expresa esto de la siguiente manera: eh sacerdote, no puedes celebrar
la liturgia si no hay otro en el interior, por lo menos que esté
presente otro. ¿Veis cuán importantes son estas cosas!... Pero
avanzo.
Debo deciros aún que la lengua de la
Iglesia se ha compuesto en primera persona plural. ¿Qué significa
esto? ¿Quizás signifique que el tipo o forma de la Liturgia
pretende tener más que un liturgo o ministro, al estar compuesta en
primera persona plural? No. Significa que está presente el
laós-pueblo; significa que todo el mundo clero y pueblo, la Iglesia
entera ofrece su anáfora a Dios.
El apóstol Pedro llama a los fieles
“rocas o piedras vivas”, quienes se edifican, como dice en su
primera epístola, de manera que sean la “casa espiritual” (1Ped
2,5). Y el apóstol Pablo llama a los fieles “¡templos del
Espíritu Santo!...” (1Cor 2,5). Guardad esto: “¡Soy templo del
Espíritu Santo!...”. ¿Qué quiere decir soy templo del
Espíritu Santo? Quiere decir que en este “templo vivo de Dios”
cada fiel es para sí mismo el “templo”, su guardián y su
sacerdote! ¡Cada fiel es “templo del Dios vivo”! Muchas veces
nos lo ha dicho esto el apóstol Pablo (1 Cor 3,16·.17 · 6,19 ·
6,16, etc.). ¡Cuando habla sobre templo, da a entender también al
sacerdote; yo soy templo, yo soy sacerdote y yo también soy guardián
del templo de Dios, es decir, de mi mismo! ¿Entendéis qué
significa esto?
En el Antiguo Testamento, amigos míos,
el sacrificio que se ofrecía tenía su sentido; substituía al
culpable. El hombre tomaba una oveja, iba y la ofrendaba en
sacrificio, en vez de sacrificarse el mismo. Es decir, se derramaba
la sangre del animal. Y de esta manera se hacía la ofrenda del
culpable, el sacrificio; se sacrificaba la oveja que no tenía
ninguna culpa, en vez de sacrificarse el hombre. Así se debería
hacer; se derramaba la sangre de un animal, porque de otra manera los
hombres deberían suicidarse., algo que naturalmente el Dios no lo
quería. Pero aquí ahora tenemos un sacrificio mucho más allá del
que había al Antiguo Testamento. Entonces tomaban una oveja y la
sacrificaban y estaban conformes ante el Dios. Pero ahora no. ¡El
sacrificio del culto que sacrificamos ahora a Dios es nuestro propio
yo!
Escuchad cómo lo dice esto el apóstol
Pablo en la epístola a los Romanos: “Hermanos, os ruego, por la
misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como sacrificio
vivo y consagrado, agradable a Dios; éste es el culto lógico que
debéis ofrecer” (Rom 12,1).
Sobre todo el verbo ofrendar tiene
dimensión litúrgica. Es exactamente como el prósforo o pan de
ofrenda que traerán los hombres para presentarlo aquí a Dios, yendo
allá a la Entrada Norte. Antiguamente se entregaba en la Bella
Entrada, y sobre todo el momento que se iba a leer la lectura
Apostólica. Lo que queda de esta ofrenda del pueblo es cuando el
sacerdote sale en la Bella Entrada e inciensa; porque las cosas que
ofrecen los fieles las inciensa el sacerdote. Esto pues es ofrendar,
ofrecer, hago una presentación de mis regalos. Por eso el apóstol
Pablo utiliza la palabra ofrenda; es de una dimensión litúrgica y
es del Antiguo Testamento (Num 23:3·15)
¿Pero qué vais a ofrecer? Vuestras
ofrendas (prósforos, pan de ofrenda) y vuestros vinos; Pero
atención; ¡nuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable
a Dios, nuestro culto lógico y espiritual! De modo que me ofrezco a
mí mismo, soy sacerdote.
Dice también el apóstol Pablo:
“vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa
espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales
aceptables a Dios por medio de Jesús Cristo” (1Ped 2,5).
Así pues, el sacrificio del fiel que
hace de sacerdote, en el sentido general sacerdote, es decir, todos
los laicos, es:
Primero, “sacrificio de alabanza”
y el “fruto de nuestros labios” que escribe en la epístola a
los Hebreos.
Dice allí: “Así que, ofrezcamos
siempre a Dios, por medio de Jesús Cristo, sacrificio de alabanza,
himnos con nuestra boca, es decir, fruto de labios que confiesan su
nombre” (Heb 13,15). Es decir, cantos, alabanzas y psalmodias a
Dios y confesamos Su santo nombre. También vemos que no dice “fruto
de nuestro corazón”, sino “fruto de nuestros labios” o sea
cantar a Dios con nuestros labios.
Segundo, sacrificio de justicia.
Dice el Salmo 50: “Tú no quieres
ofrendas, ni holocaustos, si te los ofreciera, no los aceptarías. El
sacrificio que Dios quiere es un espíritu contrito, un corazón
contrito y humilde, tú, oh Dios no lo desprecias… Entonces
aceptarás los sacrificios justos –holocaustos y ofrendas
perfectas- entonces se ofrecerán novillos en tu altar” (50:18,19,
21). Es decir, si realmente quisieras sacrificio, te lo daría, dice
el fiel. Pero Tú aunque Te ofreceremos holocaustos que son animales
que ponemos al altar para quemar, no te agradarás. Sacrificio
gustado a Dios es el espíritu contrito, quebrantado por la verdadera
metania. El corazón que se ha quebrantado y humillado por la
verdadera metania el Dios nunca lo expulsará. Entonces te
agradarás y querrás y aceptarás también el sacrificio de justica
y el sacrificio de la anáfora-afrenta y los holocaustos.
¿Qué es pues, este sacrificio de
justicia? Todo el pasaje nos dice lo siguiente: es sacrificio de
metania, ¿esto es un gran sacrificio hacia el Dios! Es el
sacrificio de la metania, porque con nuestro pecado hemos
despreciado y agligido a Dios y el Espíritu Santo (Ef 4,30).
Además “justicia” quiere decir
virtud; es el sacrificio de la virtud. ¡Al sacrificadero con los
carbones, los carbones de mi ofrenda que me están quemando dentro,
pondré mis virtudes para que se hagan incienso para subir al cielo!
Dice en nuestro conocido Salmo: “Señor
he clamado- que mi oración sea dirigida como incienso ante tu
presencia” (150, 2). No Te ofrezco incienso, Te ofrezco mi oración.
Señor, si quieres Te ofrezco también incienso junto con mi oración.
Pero tal y como en este momento sube el incienso, así que suba
también mi oración, así que suban también mis oraciones, es
decir, mi santidad.
Así que el sacrificio de justicia es
sacrificio de las virtudes, ofrecerlas para que yo sea hombre santo.
Y finalmente el sacrificio de la
misericordia.
Dice el apóstol Pablo a los Hebreos:
“Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de
tales sacrificios se agrada Dios” (Heb 13,16). Así que esto es
sacrificio y sobre todo agradable a Dios.
Por lo tanto, amigos míos, tenemos el
sacrificio de “alabanza” y “fruto de los labios”, el
sacrificio de justicia, o sea, de la metania y de las
virtudes, y el sacrificio de la caridad. Por consiguiente tenemos
este amplio sacerdocio general.
Y tercero, sobre el axioma de “rey”.
En el Bautismo recibimos el lazo o
arras de nuestra promesa o herencia, el sello del Espíritu Santo (Ef
1,13). Lo escuchamos característicamente allí cuando el sacerdote
dice: “Sello regalado por el Espíritu Santo” (Oficio del
Bautismo). Pero sello quiere decir algo que se marca encima de
nosotros. Esto es la marca; en el Apocalipsis más abajo, mucho más
tarde, quizás el año que viene, no lo sé, cuando el Anticristo,
“la bestia” estará poniendo su propia marca (Apoc 13, 16-18),
veremos que los fieles también tendrán su propia marca (Apoc 7,3 ·
9,4). ¿Cuál es esta marca?
No os digo ahora cuál es la marca de
la bestia o del Anticristo; os digo sólo la marca del fiel: es la
cruz, con la que se marca espiritualmente el hombre y toma el sello
del Espíritu Santo. Esto por supuesto con su libre elección,
bautizarse y hacerse Cristiano.
Así que cuando recibimos este sello
del Espíritu Santo, entonces nos hacemos hombres que recibimos una
promesa, unas arras de que nos convertiremos y nos haremos reyes. ¡No
sirvientes sino reyes! ¿Queréis verlo?
En el libro del Apocalipsis dice: “Y
alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los
tronos a veinticuatro presbíteros, vestidos de ropas blancas, con
coronas de oro en sus cabezas” (Apoc 4,4). ¿Por qué
veinticuatro? Es dos veces el doce, que significa la multitud y son
todos los fieles. ¡Para mostrar la madurez de la santidad! “Y
vi sentados en los tronos veinticuatro presbíteros, vestidos de
ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas” (Apoc 4,4).
(¡Cuando venga la hora avanzaremos en las visiones de san Juan el
Evangelista, y veréis allí qué grandeza de esto!) ¡Por
consiguiente, el fiel no es sirviente o esclavo sino coronado! ¡Está
coronado, es rey!
Esto lo dice también el Señor: “Los
justos brillarán como el sol en la realeza increada del padre de
ellos” (Mt 13,43).
¿Pero qué significa que aquí en la
tierra tenemos el axioma real? Me diréis: En el Cielo sí, de
acuerdo. ¿Pero aquí en la tierra qué sentido tiene esto? Significa
que reinamos sobre nuestros pazos y ser señores de toda la
creación entera.
Cuando el Dios dijo a los primeros en
ser creados que sean señores de la creación y la dominen (Gen
1,28), no daba a entender conquistar la creación en el sentido que
lo decimos y conquistamos hoy. ¡Atención a este punto; porque hoy
la conquista de la creación es la apertura de nuestra tumba! Cuando
conquisto la energía atómica, abro mi tumba, me enfermo y muero de
cáncer, porque la radiactividad mata. Cuando conquisto los secretos
de la creación y los exonero, libero para utilizarlos, ellos me
matan. ¿Tiene duda? ¡Esto que respiramos, comemos y bebemos, mata!
Antes estas cosas no nos mataban; pero ahora que conquistamos los
secretos de la naturaleza, estos nos matan. No es esto pues; sería
extraño que el Dios dijera que nos hiciésemos conquistadores de la
creación, y que esta conquista nuestra al final nos mata. No es
esto. Domino, conquisto la creación quiere decir que: Yo soy el
puntal, la cúspide de la creación. No existe ninguna creación que
está más arriba que yo. Todo esto está más bajo que yo. Soy el
superior de la creación.
Mirad y veréis que cualquier asceta
nuevo o antiguo, no tiene ninguna propiedad; y a pesar de esto es el
dueño o señor de la creación. ¿Por qué es el señor de la
creación? ¡Porque hasta las bestias se someten a él, toda la
creación entera!
Dice el libro Gerontikón, por ejemplo,
que una vez cuando unos visitantes fueron al Abad Moisés el Etíope
y allí al desierto no tenía agua para ofrecerlos; quería hervir
unas legumbres para ofrecerlas, ¿pero cómo iba hacerlo? Sale fuera
de la tienda, pone un recipiente y dice: Señor, mándame un poco de
agua. Inmediatamente vino una nube y llenó de agua el recipiente. Lo
tomó. Hirvió las legumbres y las dio a los visitantes.
Esto quiere decir que soy rey de la
creación. Por supuesto que no de manera autónoma, que libere los
secretos de la naturaleza y que ellos me estén matando. ¿Qué
quiere decir de manera autónoma? Quiere decir que opero como si no
existiera el Dios. Soy pues, señor de la creación, pero debo
conocer que por encima de mí está el absoluto Señor, el Dios.
Pero tengo el axioma real aquí en la
tierra, significa que soy señor también sobre mis pazos.
¿Quién gobierna mis pazos? ¡El soberano nus! “Y
con espíritu hegemónico, soberano apóyame, sostenme” (Sal
50,14). Soberano quiere decir rey. Por lo tanto, con nus
como rey, sostenme. Que sea mi nus rey y él gobierne mi
existencia. Que no me convierte esclavo de los hombres, ni esclavo de
las ideas, ni tampoco esclavo de la materia. Esto pues, quiere decir
tener el axioma de rey desde la vida presente.
* * *
Pero el Cristo, amigos míos, Quien nos
hace reyes y sacerdotes, viene. “He aquí viene…” ¿Cómo se
escucha esta palabra “viene”. Para los fieles es una apertura:
¡“Viene”!
“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los
que le crucificaron y traspasaron con la lanza; y todos los linajes o
naciones de la tierra se lamentarán por él. Sí, amén. Yo soy el
Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y el que
era y el que siempre viene, y vendrá, el Todopoderoso”
(Apoc 1, 7-8).
Los reglones 7 y 8 que os he leído
ahora, amigos míos, cierran el preámbulo y constituyen también la
idea central de la epístola. Lo mismo sucede muchas veces también
en las epístolas del apóstol Pablo, que al principio tienen la idea
central de la epístola.
¿Cuál es la idea central del libro
del Apocalipsis? Es la Segunda Presencia de Cristo. Este es punto
céntrico, sobre el cual se giran todas las cosas que nos dirá el
libro del Apocalipsis. “¡El Cristo viene, el Cristo viene!…”
Con la introducción del “he aquí”
quiere llamarnos la atención en esta idea central. Esto lo
acostumbra mucho la Santa Escritura. “He aquí” dicen los santos
Evangelistas, es decir !he aquí…pasó esto, sucedió lo otro!
Esto, como os he dicho, es la parte principal del libro del
Apocalipsis.
“He aquí que viene con las nubes
del cielo, y todo ojo le verá, y los que le crucificaron y
traspasaron con la lanza a Cristo, ellos se estarán golpeando sus
cabezas y sus pechos viendo a Quién traspasaron la lanza”;
¡Con esta descripción exactamente tenemos una admirable imagen del
Cristo que viene, y a la vez una imagen terrible!
Aquí se encuentran dos profecías
cristológicas. Las dos pertenecen al Antiguo Testamento, y aquí
están en combinación. Una pertenece al profeta Daniel 7,13 y la
otra al profeta Zacarías 12, 10-14. Estas dos profecías son el
detonante o causa de la descripción de esta visión y a la vez
profecía que el evangelista Juan nos expone y cierra su preámbulo.
Pero el tema es muy grande. Antes de
avanzar me gustaría deciros algo. Cuando alguna vez sentamos y
percibamos que el “Cristo viene”, pero que llegue, que no sea un
sentimiento emocional, que sea una cosa allegada al corazón,
¡entonces nace un anhelo, una esperanza, una nostalgia!... ¡entonces
nada nos detiene en la vida presente! No es que deseamos morir e
irnos; no; sino simplemente que… ¡“el Cristo viene”! Esta es
una esperanza muy profunda, muy honda…
Es una cancioncita bella de las
Escuelas Catequéticas que dice que el Cristo viene otra vez en la
tierra. Las veces que escucho esta cancioncita de verdad me emociono.
Queridos míos, debemos empezar a
sentir esta experiencia en nuestro interior: ¡“El Cristo viene”!
Esta era la experiencia de los primeros cristianos. Con esta
experiencia vivió la Iglesia, con esta experiencia ha dado Mártires
y Santos. ¡Pero también con esta experiencia, amigos míos, volverá
a dar Mártires y Santos! ¡Lo deseo con todo mi corazón!
Como hemos dicho, pues, este fragmento
contiene dos profecías cristológicas del Antiguo Testamento; una
del profeta Daniel y la otra del profeta Zacarías.
Sobre
la primera, la profecía de Daniel que vivió el 6º siglo a. C., no
vio sólo la primera venida de Cristo sino también la segunda. En
concreto el ojo profético penetra a los ésjatos-últimos
tiempos de la historia, y al capítulo 7º nos dice las siguientes
cosas: “Miraba, contemplaba yo en
la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno
como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le
hicieron acercarse delante de él” (Dan 7,13).
Por lo tanto, aquí tenemos la primera
Presencia de Cristo, pero la Segunda Presencia la vemos como “hijo
del hombre”, es decir, el encarnado o humanizado Hijo de Dios, que
llega “hasta el Anciano de días”, es decir, a Dios Padre.
Pero también el mismo Señor cuando
conversaba con Caifás, esto lo certificó con juramento, -porque
Caifás conjuró al Señor- diciendo: “Entonces el sumo
sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si
eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has
dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre
sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del
cielo” (Mt 26, 64). Es decir,
vosotros ahora me condenáis, pero a partir de aquí veréis al hijo
del hombre –se refiere a sí mismo- sentarse a la derecha de la
Potencia, Potencia es la Deidad, el Dios Padre- viniendo con las
nubes del cielo. ¡En otras palabras, yo vendré a juzgaros!
Lo que cuando venga como Juez y que
estos logos del Señor se refieren a Su cualidad como Juez y no como
Redentor, lo vemos también en el libro del Apocalipsis al capítulo
14º, que dice las siguientes: “Miré, y he aquí una nube
blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que
tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda”
(Apoc 14,14).
Esto de que viene como una hoz en Sus
manos, nos recuerda exactamente que no viene como Redentor, sino como
Juez. Al contrario en Su primera venida no vino como Juez sino como
Redentor. Así que la primera Presencia conecta con la redención, en
cambio la Segunda Presencia está vinculada con el juicio. Además lo
dijo el mismo Señor: “No he venido para juzgar al mundo, sino
para redimir, sanar y salvar al mundo” (Jn 12,47). Pero el
mismo dijo también: “Cuando venga el hijo del hombre a juzgar
el mundo…” (Mt 25,34), etcétera.
Así pues tenemos estas dos cualidades
del Señor, como Redentor y como Juez, que conectan con Sus dos
Presencias.
También el que el Señor tenga en su
mano la hoz, recuerda algo aquel logos que dijo san Juan el Bautista:
“Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su
trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se
apagará” (Mt 3,12 Lc 3,17).
Todavía recuerda también la parábola
de las cizañas (Mt 13,26-30), que el mismo Señor dijo: “Dejad
crecer juntamente el trigo y la cizaña hasta el final…
De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en
el fuego, así será en el fin de este siglo”;
esta palabra “συν τέ λεια
sintélia fin de siglo” (13,40) la utiliza el Señor.
Entonces se hará el ajuste de cuentas, y el trigo irá al granero y
las cizañas al fuego, es decir, los hombres buenos, los fieles,
piadosos irán en la Realeza increada de Dios, en cambio los impíos
en el infierno eterno.
Todas estas cosas se refieren a la
primera profecía de Daniel; porque os dije que el pasaje del
Apocalipsis que os he leído es en combinación con las dos
profecías.
Y ahora vamos a la profecía del
Zacarías, que en el capítulo 12, 10-14, dice las siguientes cosas:
“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de
Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a
quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito,
afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. En
aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de
Hadadrimón en el valle de Meguido. Y la tierra lamentará, cada
linaje aparte; los descendientes de la casa de David por sí, y sus
mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por sí, y
sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Leví por sí, y
sus mujeres por sí; los descendientes de Simei por sí, y sus
mujeres por sí; todos los otros linajes, cada uno por sí, y sus
mujeres por sí” (Zac 12, 10-14).
Es decir, en la casa de David daré
abundantemente la gracia y la misericordia (energías increadas); es
la primera Presencia de Cristo, “no he venido para juzgar sino
para redimir, sanar y salvar.” (Jn 12, 47). Y girarán a
mirarme y empezarán a burlarse. Pero se arrepentirán cuando me vean
encima de la cruz y empezarán a golpearse las cabezas y los pechos y
estarán arrancándose los pelos, igual que se lamenta uno para una
persona querida; y sufrirán mucho como cuando muere un hijo
primogénito; y se lamentará la tierra. ¿Cuál tierra? Atención:
la tierra de Judea. No la tierra entera, sólo la de Judea.
Es decir, vendrá el Mesías, vendrá
la jaris (gracia, energía increada). Le verán los hombres
–los hombres de Palestina. Se reirán y se burlarán de Él. Pero
quién es, se darán cuenta después, con el Pazos-pasión
encima de la Cruz y las señales de la Cruz y Su Resurrección.
Entonces se darán golpes en sus cabezas.
Pero esto es una micrografía en
respecto con lo que va a suceder al final de la historia. Escuchadlo
cómo.
Os acordáis del ecatóntarco o
centurión que vio el seísmo, vio el oscurecimiento del sol, vio
tantas cosas, y escuchó los logos de Jesús, ¡logos sublimes encima
de la Cruz! “Padre, perdónales que no saben lo que hacen”,
etcétera, y cuando vio cuan bueno y sin maldad que era Jesús, y que
no maldecía, ni insultaba, ni nada de nada, a pesar de los horribles
dolores de la Cruz, entonces confesó: “¡Realmente este era
hijo de Dios!” (Mt 27,14 Mrc 15,39). “Y toda la multitud de los
que estaban presentes en este espectáculo, allí en la cruz viendo
lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho” (Lc
23, 47-48). Es decir, esto era una muestra de metania
arrepentimiento, penitencia, a pesar de que el Israel no Le creyó.
¡Qué hemos hecho… a quién hemos crucificado!...
Pero el cómo vino durante Su primera
Presencia y cómo aquellos que le vieron y entendieron finalmente
quién era el Cristo y empezaron a “golpearse”, todo esto fue una
micrografía de Su segunda venida.
Pues amigos míos, el evangelista Juan
dice ahora que: Cuando vuelva a venir el Cristo, -seguro que vendrá,
entonces vendrá con las nubes del cielo, tal y como lo dice también
la profecía de Daniel, y le verán todos los ojos sin excepción
alguna, y, también le verán los que le traspasaron con la danza.
Aquí el texto tiene una coma para que entendamos el significado. “He
aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le
crucificaron y traspasaron; y todos los linajes o tribus de la tierra
se lamentarán por él” (Apoc 1,7). Ahora bien, ¿quiénes son
todas estas tribus de la tierra? Amigos míos, es toda la humanidad.
En el primer plano de la realización
de Zacarías, en la micrografía, tenemos las doce tribus de Israel;
pero en el segundo plano tenemos toda la tierra, el mundo entero.
¡Es muy característico que verán
aquel que han traspasado con la lanza! Está claro que aquel que le
traspasó con la lanza es el Kentiríon; un hombre le traspasó con
la lanza, porque naturalmente era uno de sus deberes comprobar la
muerte del ejecutado. Pero todas estas cosas se hicieron porque los
judíos querían condenarle. ¿Pero ahora qué significa que Le verán
todos aquellos que le “traspasaron con la lanza”? Es decir, ¿sólo
algunos?... Pero aquí dice todos aquellos de toda la tierra. Pues,
son todos aquellos que negaron a Jesús Cristo. ¡Esto indica que
aquel que niega a Cristo, traspasa con lanza a Cristo!
Para demostraros que esto no es un
juego de palabras, os diré dos ejemplos; uno es del apóstol Pablo y
el otro de la Santa Tradición.
El apóstol Pablo escribe a los
Filipenses: “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije
muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la
cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es
el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo
terrenal” (Fil 3,18-19), es decir, que han hecho dios al
hedonismo. ¡Son cristianos pero han hecho dios a su hedonismo, los
placeres! Estos, como dice a los Hebreos –atención la frase-
“crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y
exponiéndole a vituperio” (Heb 6,6); es exactamente lo mismo
con lo “¡traspasaron con la lanza!”.
Así pues, ¡cuándo yo me considero
también que he tomado parte al traspaso con lanza a Cristo y Le veré
cuando venga? Cuando habré renunciado y negado Su naturaleza
divino-humana, que es lo primero y principal, pero también cuando
como cristiano persisto vivir en el pecado. Y aquí el Apóstol Pablo
no se refiere en temas de fe, sino en temas de vida; Eran cristianos
bautizados, pero sus vidas no eran de acuerdo con el espíritu
crucificante del Evangelio.
El segundo ejemplo es de san Pedro,
obispo de Alejandría. Vivió la época que estaba Arrio.
Naturalemente a Arrio le afrontó san Atanasio el Magno. Pero Pedro
tuvo una visión. Esta visión existe también en fresco en la pared.
En nuestro monasterio en la pared está en fresco pintada –por
supuesto desgastada, pero se salva- con la visión que ve san Pedro.
¿Cuál es la visión? Pues, vio a Jesús como un niño con un manto
roto, como trapo. Entonces san Pedro pregunta a Jesús: ¿Quién te
ha roto el manto? Y responde el Señor: ¡es el Arrio! Es decir, la
herejía de Arrio que negaba la naturaleza divino-humana de Jesús
Cristo.
Veis, pues, qué quiere decir “traspaso
con lanza”. Y puesto que históricamente uno solo traspasó con la
espada al Señor, y los instigadores del Consejo de los Judíos,
¿cómo es posible ahora toda la tierra traspasar con la lanza? Es
decir, todos aquellos hombres que vivirán en la tierra, en toda la
historia hasta el final de ella, y naturalmente de nuestra época
–ojalá deseo que no haya nadie de los presentes aquí- ¿cómo es
posible verLe y decir que “yo he traspasado con la lanza a
Jesús?... He aquí cómo es posible: con la negación de Jesús
Cristo, sea como fe, sea como vida práctica; cuando niego a Jesús
Cristo.
Es característico que “le
traspasaron con la lanza”, se refiere como punto de reconocimiento.
El mismo Señor dice: cuando vendrá, “entonces con las nubes del
cielo” y “entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el
cielo” (Mt 24,30 Mrc 24,62); ¿Cuál es este signo? ¡Es la Cruz!
Es exactamente este instrumento el cual a través de los siglos los
heréticos y los burladores estarán burlando. ¡Entre ellos también
están los milenaristas o testigos de Jehová, los cuales se burlan
de la Cruz!
Atención, diríamos aún que signo es
también la misma presencia de Cristo padecido.
Me diréis: ¿Pero Cristo ha
resucitado, cómo es posible que sea padecido, sufridor?
¡El Cristo, amigos míos, en el Cielo
siempre está padeciente, con las heridas! Son aquellas heridas, las
incurables que tocó Tomás. ¡Son las insignias del Señor! Son las
demostraciones y convencimientos de quién es el Cristo, y realmente
el que vendrá será Aquel, al Cual “han traspasado con la lanza”.
¡Las heridas permanecen y permanecerán no sólo lo que dura la
historia, sino más allá de la historia!
Iremos más abajo en el Apocalipsis, si
Dios quiere, y el evangelista Juan nos presentará estas heridas con
una imagen admirable, la cual es muy curiosa. Verá al Logos e Hijo
de Dios como “cordero degollado estando en pie” (Apo 5, 6
·12), porque se sacrificó, -porque por costumbre sacrificaban
un corderito. Esto es totalmente contradictorio: ser degollado y
estar en pie. ¿Pero cómo está en pie si está degollado?... Esto
muestra las heridas y a la vez vive. Es aquello que más abajo dirá
el Cristo a Juan, y lo veremos, si Dios quiere, la próxima vez: “…y
estuve muerto, mas he aquí que vivo… (Apo
1,18).
¡Veis, pues, que las heridas
permanecen! Son insignias de la gran hazaña del Hijo de Dios, que
con estas ha salvado al mundo, y a la vez los terribles
convencimientos para aquellos que Le crucificaron, no creyendo dentro
en la historia, que realmente es el Jesús, el humanizado o encarnado
Hijo de Dios.
Pero “Le verá todo ojo”.
¡Sí, amigos míos, cada ojo verá a Cristo cuando venga! Los fieles
se alegrarán, y los infieles se lamentarán, estarán llorando y
gimiendo. Mirad cómo están las cosas ahora; ahora están al revés;
se lamentan los fieles y esperan al Señor y dicen: “¿Señor
cuándo vendrás, no ves cómo nos encontramos?... y se alegran los
infieles. Recuerda aquellas cosas que dijo el Cristo a Sus
Discípulos, en Su primera Presencia, las cuales constituyen una
micrografía de Su Segunda Presencia: “En verdad de verdad os
digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis por mi muerte y el
mundo, el alejado de Dios se alegrará, pero vuestra pena y tristeza
se convertirá en alegría y gozo” (Jn 16,20). ¿En cuánto
tiempo? En poco tiempo, dos, tres días; ¡Jueves por la noche se lo
dice a ellos y el Domingo el luto se fue!
Veis que las cosas no tienen un
carácter eterno, porque están colocadas dentro al tiempo. Y el
tiempo cuenta y pasa. Pasa el tiempo y estas cosas no tienen un
carácter eterno para que permanezcan como de piedra. ¡Por tanto el
Cristo viene! Entonces los fieles se alegrarán y los infieles
estarán llorando.
Estas cosas que el evangelista Juan nos
apunta en su libro del Apocalipsis, el mismo Señor nos las dice de
la siguiente manera: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del
Hombre en el cielo; y entonces lamentarán y gemirán todas las
tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las
nubes del cielo, con poder y gran doxa (gloria, luz increada)”
(Mt 24,30).
¡Veis, por favor, la concordancia de
los evangelios con el Apocalipsis! No hay ningún punto en el libro
del Apocalipsis que no esté de acuerdo y en concordancia con los
evangelios; Ninguno. Existe absoluta armonía y concordancia en el
espíritu, y algunas veces también en la letra entre el libro del
Apocalipsis y los cuatro evangelios.
Pero aquello que dice aquí el
Evangelista, de que el Señor vendrá “con las nubes del cielo”,
existe un sellado y es el siguiente: “sí, amén”. Este
“sí, amén” es un doble sellamiento de dimensión
litúrgica, helénica y semítica. El “sí” quiere decir que
termina la confirmación; y el amén es semítico, es decir, hebreo,
y tiene carácter litúrgico. Esto significa que existe una
confirmación y una bendición. El “sí” manifiesta confirmación,
en cambio el “amén” quiere decir sí y a la vez “así sea”,
manifiesta bendición. Es como si el evangelista Juan dijera; “Esto
que he escrito, sí, ojalá que se haga pronto”. Hay pues, el
sellamiento litúrgico en las dos lenguas la helénica y la semítica.
El mismo plano literal nos lo dirá
también el apóstol Pablo en la segunda epístola a los Corintios:
“Porque el Hijo de Dios, Jesús Cristo, que entre vosotros ha
sido predicado…no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él; porque
todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio
de nosotros, para la gloria de Dios” (2Cor 1,19-20).
Es decir, Jesús Cristo, el Hijo de Dios no vino al mundo como
sí o como no – que manifiesta inseguridad: quién es, qué hace o
es de otra manera;- sino que vino como el “Sí”, y Sus promesas
son “sí y amín”; o sea que, ¡todas las cosas que dijo el
Cristo se realizarán, y no cambia nada!
¡Observad cómo combinan y están de
acuerdo y en concordancia sobre el espíritu los libros!... ¡Puesto
que, amigos míos, muchas veces vemos que un escritor escribiendo en
distinto tiempo, -por no decir a veces sobre el mismo libro- cae en
contradicciones; cómo no entonces escritores diferentes!
Aquí uno ve esto que dijo el Cristo,
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis logos no pasarán“ (Mt
24, 35) y “porque de verdad os digo que hasta que pasen el cielo y
la tierra, ni una i (yiota) ni una tilde pasará de la ley,
hasta que todo se haya cumplido” (Mt 5,18), significa que todo lo
que dijo el Señor se realizará. La “i” que utilizamos también
en álgebra, es la i hebraica, fenicia y semítica y es la letra más
pequeña del alfabeto hebreo. Y una tilde no caerá, es el acento, y
esto significa que esto es imposible que no se realice. Es decir, “de
verdad en verdad os digo: ni una i ni un acento de todo lo que os he
dicho es imposible que no se realice, y estas cosas que parecen
irrebatibles, inamovibles y enormes se marcharán de su posición,
pero mis logos-mandamientos permanecerán”. Por lo tanto,
puesto que Cristo dijo que volverá, esto lo da a entender y lo
asegura. Y aquí está Su fiabilidad, porque “es fiel el logos y
digno de ser recibido y aceptado por todos” (1Tim 1,15 ·
4,9), como dice el apóstol Pablo. ¡Por tanto el Cristo volverá
a venir!
Amigos míos, un corazón fiel cuando
siente todas estas cosas, tiene en su interior una esperanza cierta,
y vive con la esperanza en Cristo, una esperanza que verdaderamente
vivifica.
«Sí, amén. Yo soy el Alfa
y el Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y el que era y
el que siempre viene, el Todopoderoso. Ναί,
ἀ μήν. Ἐ γώ εἰ μι τὸ Α καὶ τὸ Ω, λέ γει
Κύ ρι ος ὁ Θε ός, ὁ ὢν καὶ ὁ ἦν καὶ ὁ
ἐρ χό με νος, ὁ παν το κρά τωρ.»
¡Maravilloso, qué grandioso, majestuoso!…
Amigos míos, yo soy un hombre pobre.
No sé… qué voy a deciros. La lengua humana no puede describir.
¡Aún el léxico humano es muy pobre, las palabras… todo es muy
pobre! Qué va a decir una voz… qué va a describir… Por lo que
percibiréis de este vocabulario pobre, ¡podéis percibir la
majestuosidad del libro! ¡Podéis vivir esta majestuosidad! Mirad:
¡Sí, amén!... ¡YoSoY el A alfa y el Ω
omega dice el Señor!... ¡El que es y el que era y el que siempre
viene, el pantocrátor u omnipotente!...
Este “si” y este “amín”,
¿sabéis quién lo confirma y asegura? ¡Pues, Éste que es el Alfa
y el Omega, el Dios Padre celeste!
Así que tenemos un nombre más de
Dios: “el Alfa y el Omega”, “YoSoY el Alfa y el Omega” dice
el Dios. Así pues, “YoSoY el Alfa y el Omega” es uno de los
múltiples nombres de Dios.
Y otra vez os dije, y lo sabéis muy
bien esto, que el Dios tiene muchos nombres, porque exactamente no
tiene nombre. No se puede atribuir un nombre a Dios, porque la
atribución de un nombre empequeñece mucho a Dios. No olvidemos que
desde el momento que el hombre pondrá un nombre, ya ha dado también
una definición; y cuando decimos definición y nombre, significa que
hemos puesto límites a Dios. Pero el Dios no tiene límites.
Por eso en la pregunta del Moisés:
“¿Cuál es tu nombre Señor, para decirlo a los hebreos en
Egipto?, dijo: «YoSoY el ser o
el existente ἐ γώ εἰ μι ὁ ὢν».
No ha dado nombre. Pero esto exactamente YoSoY el ser o
el existente constituye un nombre, porque exactamente no tiene
nombre, el Dios es anónimo y poliónimo (multinombre).
¡Qué tontos son los testigos de
Jehová… tontos!... insisten y nos dicen, por qué no decís en
nombre Iahvé (que en hebreo quiere decir Señor). Pues lo decimos
esto también. Pero este es el nombre de Dios, te dicen; pero no es
sólo esto, “es el nombre sublime; pero no tiene importancia,
porque la Escritura toma y atribuye multitud de nombres cuando habla
de Dios. De hecho aquí, amigos míos, como vemos hay una acumulación
de nombres; pero esto lo veremos a continuación.
¿Qué significa «YoSoY
el Alfa y el Omega Ἐ γώ εἰ μι τὸ
Α καὶ τὸ Ω»; Quiere
decir que YoSoY el comienzo de toda la creación formada y YoSoY el
fin o la finalidad de ella. Igual que el Alfa que comienza el
alfabeto y termina con el omega. Es decir, en mí pertenece la
existencia y la inexistencia o el ser y el no ser. Es decir, en Dios
pertenece cada principio de la creación y en Él pertenece también
una posible anulación, eliminación de ella; otra cosa, claro está,
que el Dios no quiera eliminar la creación. Es el único que crea de
la nada, es realmente el Principio.
Aquello«junto
en el principio era y es el Logos Ἐν
ἀρ χῇ ἦν ὁ Λό γος» (Jn 1,1),
significa que es el A alfa. Es decir que el Logos era y estaba cuando
comenzó hacerse la creación “ex nihilo”, de la nada. Pero el
Dios puede llevar el A alfa al Ω
omega, el “ser” al “no ser”, es decir, conducir la
creación a la inexistencia. Porque sólo el Dios no tiene relación
con el cero. Ninguna creación tiene relación con el cero; ni hombre
lógico, ni ángel. Nadie puede llevar a la existencia algo de la
nada o del cero, y tampoco puede conducir algo a la nada o al cero;
es imposible. Y no es simplemente imposible, sino imposible por
nosotros hasta pensarlo y conceptuarlo.
Así que, ya que el Dios es el A
alfa y el Ω omega, en Sí
Mismo contiene todo. Por consiguiente cuando dice que «YoSoY
el Alfa y el Omega Ἐ γώ εἰ μι τὸ
Α καὶ τὸ Ω»
es como si dijera que YoSoY el Señor del tiempo y del
espacio. El “A alfa y el Ω omega” no
son cualidades de Dios. Atención a esto: no son cualidades o
atributos; el Dios no es el Alfa y el Omega, sino que dentro en el
Dios existe el Alfa y el Omega, es decir, el principio y fin de la
creación. La creación tiene principio y también fin. Por tanto el
Alfa y el Omega están dentro de Dios, y por consiguiente el Dios es
el Señor del espacio y del tiempo.
En este último reglón del preámbulo,
que es majestuoso cierra el preámbulo y tenemos una acumulación de
nombres. El primer nombre es “YoSoY el Alfa y el Omega”. Segundo:
“Kirios-Señor”, esto que los milenaristas dicen Iahvé, Señor.
Tercer nombre es: “el Dios”. Cuarto: “el que es, el que era y
el que siempre viene”. El quinto es: “Pantocrátor u
Omnipotente”.
Con la acumulación de estos nombres
divinos, vemos que la fuente de todas las apocalipsis-revelaciones es
el Dios, por lo tanto, lo que se refiere al libro del Apocalipsis es
fidedigno. Atención: ¡es fidedigno! El Dios es quien
apocalipta-revela, no algún hombre. ¡Y lo maravilloso es que
cuando vemos que se está realizando lo que el Dios apocalipta-revela
en el progreso de los siglos, entonces decimos que el libro del
Apocalipsis es de divina procedencia, es realmente inspirado de Dios!
Aquí amigos míos termina el preámbulo
de todo el libro. Hemos visto que se desenrolle ante nosotros, a la
medida de lo posible, su fondo teológico, que es digno para un gran
teólogo de nuestra Iglesia, de san Juan que escribe este libro.
Continúa el tema principal en el que se describe la aparición de
Jesús Cristo delante del asustado y sorprendido Juan, para mostrarle
el camino futuro de Su Iglesia, cuáles son sus peripecias, sus
incidencias, sus luchas y guerras y la victoria final de ella. Estas
cosas constituyen el tema principal del libro del Apocalipsis.
Yérontas Atanasio Mitilineos
Copyright: Monasterio Komnineon de
“Dormición de la Zeotocos” y “san Demetrio” 40007 Stomion,
Larisa, Fax y Tel: 0030. 24950.91220
Traducido por: χΧ
jJ www.logosortodoxo.com
(en español)
Δεν υπάρχουν σχόλια:
Δημοσίευση σχολίου