Λάμπρος
Σκόντζος, Απόστολος Θωμάς: Ο δύσπιστος
μαθητής του Κυρίου
Apóstol
Tomás: el desconfiado discípulo de Cristo
Lambros
Skontzos Teólogo y Profesor
El primer Domingo
después de
la Resurrección
nuestra Iglesia venera la
memoria del
apóstol Tomás
y se lee
en las iglesias
el pasaje sobre
la palpación
del Señor
por él. No es
casual esta
elección. Sirve
para confirmar,
junto con tantos
otros testimonios,
que el Señor
realmente ha
resucitado de los muertos. Tomás
por divina
concesión pidió
tener experiencia
palpable de la
Resurrección de Cristo. Poner las
manos sobre “las
señales de las heridas” y
creer al
acontecimiento sobrenatural.
Su
nombre en la lengua aramea es “Teoma” y
significa gemelo. En el santo
Evangelio efectivamente
se le da el nombre de “Gemelo” (Jn 11,16). Las informaciones
hagiográficas sobre Tomás son relativamente pocas, por eso se han
alzado sobre su persona interpretaciones arbitrarias. Intentaron
localizar de quien era gemelo hermano o hermana. Algunos le
identifican como hermano de Judá que se refiere san Mateo (13,55).
Los contrarios escritores
de Cristo sostienen que
él fue el hermano gemelo del Señor, a pesar de los
testimonios contrarios de los Evangelistas, queriendo hacer daño a
la humanización sobrenatural del Logos de Dios.
Una antigua
tradición que nuestra Iglesia acepta que Tomás era hermano de una
Lidia o Lisia. Otra tradición refiere que era hermano de un tal
Eleazar.
El
origen de Tomás
era de Antioquia,
al contrario con
la mayoría
de los discípulos
que eran galileos (Jn 21,2). Fue llamado por el Señor a seguirlo y
él obedeció (Mt 10,3 Mr 3,18 Lc 6,15). Generalmente fue
el más entregado
de los discípulos
y se distinguía por su valentía y coraje. Cuando los otros
discípulos trataban de prevenir y desviar a Cristo para que no fuera
a Betania a resucitar a Lázaro, por el miedo que le maltratasen los
judíos fanáticos, Tomás desafiando el peligro les dijo: “vamos
también a morir con él” (Jn 11,16).
¡Es la
primera vez que
se escucha de
un discípulo de Cristo
pedir morir junto con el Señor! Simultáneamente era
también muy
racionalista. Eln
la Cena Mística
no dudó en
preguntar al
Señor: “Señor,
no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos conocer el camino?”
(Jn 14,5). También
era escéptico
y desconfiado. Para creer en la
Resurrección de Cristo pidió tener confirmación palpable, palpar
con sus propias manos las llagas de su maestro. Después de palpar
las heridas confesó con entusiasmo y espontaneidad: “Mi Señor
y mi Dios” (Jn 20,28).
Una
antigua tradición dice que predicó el Evangelio en Persia y en la
lejana e inmensa India. Hasta hoy es considerado el iluminador de
estos países. El final de su vida fue martírico. Los
fanáticos
idólatras le
dieron la muerte
por punción.
Su memoria se
festeja el 6 de
Octubre.
En
el nombre de
Tomás se
han salvado tres
textos apócrifos del
siglo 2º dC. Se trata sin
duda de unos
textos falsos de los antiguos herejes los
gnósticos, quienes queriendo dar prestigio a sus alabanzas y
opiniones heréticas, los atribuyeron al apóstol Tomás. Estos
textos contienen serios engaños, falsedades y cacodoxías, por eso
los creyentes no deberán confiar en estos, porque los utilizan los
enemigos del cristianismo para dañar y desacreditar la fiabilidad de
la enseñanza cristiana y especialmente la Persona Divina de nuestro
Redentor Cristo.
Muchos
llaman al apóstol
Tomás infiel. No es correcta esta calificación.
Tomás no fue infiel, sino desconfiado. Pedía demostraciones para
asegurarse y creer, y así se hizo. El Señor no le negó este deseo,
hecho que significa que nuestra fe en las enseñanzas de nuestra
Iglesia, no es, y no debe ser una situación pasiva, sin juicio y
razón, sino producto de nuestra libre elección. El apóstol
Felipe, cuando
habló a su amigo Nataniel sobre el Cristo le dijo
aquella magnifica frase: “Ven y lo
verás” (Jn 1,47), es decir, amigo
mío ven a comprobar con tus propios ojos lo que te digo para Aquel.
Por lo tanto no es malo investigar con buena fe. Lo malo es mantener
una posición de mala fe que finalmente nos mantendrá lejos de la
verdad. El apóstol
Tomás era hombre
de buena fe y por eso, mientras satisfizo sus sentidos,
confesó con valentía: “¡Mi Señor y mi Dios!” (Jn
20,28). ¡Cuántos
y cuántos grandes
hombres y mujeres en la historia se hicieron fieles por la
investigación! ¡Miriadas de científicos reales descubrieron su fe
dentro de la investigación científica; con sus admirables
conclusiones han visto las energías increadas de Dios las creativas
y las cohesivas que están presentes en el cosmos! Al
contrario existen
otros científicos que
no los toca el hecho de la omnipresencia de Dios y no la admiten,
porque desde el principio son impulsados y conducidos por la ciega
incredulidad. ¡Estos no
encontrarán
jamás la
verdad ni
encontrarán nunca a Dios!
En
la oscura edad
media circuló un
slogan en
Occidente, lo
cual no tiene
el mínimo
fundamento en la
santa Escritura y
en la Tradición
de nuestra Iglesia Ortodoxa. Se trata del slogan: “Cree y no
investigas”, lo cual se hizo bandera de los enemigos del
cristianismo los últimos siglos. Al contrario la santa Escritura y
los Padres de nuestra Iglesia Ortodoxa nos exhortan: “Investigar
las Escrituras”
(Jn 5,39), y “actuad
y ocupaos con la educación y el
estudio”. (Sal
2,12). Nuestro criterio
debe ser el
acto de la
libertad como
condición
determinante de la
persona. El hombre libre es la imagen auténtica de Dios, conforme la
imagen de Dios por Cristo (Fil 3,23) ¡Esto hizo también el apóstol
Tomás!
Λάμπρος
Σκόντζος
Lambros Skontzos Fuente:
ΑΚΤΙΝΕΣ
Traducido
por: χΧ jJ
www.logosortodoxo.com
(En español)
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