ΚΑΤΑ
ΙΩΑΝΝΗΝ
ΕΥΑΓΓΕΛΙΟΝ
El
Evangelio de San Juan
Capítulo
11
(En
letra normal traducción más literal del texto original en griego
clásico y en letra cursiva en griego moderno ampliando un poco el
sentido de cada frase, por memorable Panagiotis Trémpelas,
teólogo y catedrático, cualquier error por favor avisarnos).
1-44 La
resurrección de Lázaro. 45-46 Los resultados del milagro. 47-57 La
ira del consejo.
1
Había un enfermo llamado Lázaro, de Betania, de la aldea de María
y de su hermana Marta.
2
María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue aquella que ungió
al Señor con mirra y le enjugó los pies con sus cabellos.
3
Las hermanas enviaron personas para avisar a Jesús: Señor tu amigo
que tanto amas está enfermo.
4
Jesús al enterarse, dijo: «Esta enfermedad no es para muerte, sino
para que resplandezca la doxa (gloria, luz increada) de Dios, para
que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
5
Jesús amaba mucho esta familia, es decir, a Marta, a su hermana
María y a Lázaro.
6
Aunque oyó que Lázaro estaba enfermo, permaneció en el lugar en
que se hallaba dos días más.
7
Pasados los dos días, Jesús dijo a los discípulos: «Vamos otra
vez a Judea.»
8
Los discípulos le dijeron: Rabí los judíos hace poco te buscaban
para apedrearte, ¿y vuelves allí?
9
Respondió Jesús: «¿No son doce las horas del día? El que camina
de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; (El día de
la luz de mi vida aún sigue y yo avanzo hacia mi obra con seguridad
y certeza).
10
Pero si anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él. (Igual
tropezarán y caerán los que no permanecen en la luz del hijo de
Dios. En la oscuridad del desconocimiento y del engaño caminan todos
aquellos que persisten en no tener fe y no quieren recibir la luz que
yo les ofrezco.)»
11
Dicho esto, después añadió: «Nuestro amigo Lázaro ha dormido y
voy a despertarle.»
12
Pero los discípulos, (como creyeron que se trataba de dormir
natural), le dijeron: Señor si se ha dormido, esto es señal que
va mejor y se sanará.
13
Pero Jesús hablaba sobre la muerte de Lázaro. Pero ellos creyeron
que hablaba de reposo del sueño.
14
Entonces Jesús les dijo claramente: «Lázaro ha muerto;
15 y me
alegro por vosotros, porque este acontecimiento os hará creer más.
Pero vayamos donde él.
15.
Me alegro por vosotros de yo no haya estado allí durante su
enfermedad para darle salud, esto os hará creer más. Pero me voy
ahora que está muerto para resucitarle y así veréis otro gran
milagro que sostendrá vuestra fe.»
16
Entonces Tomás, el llamado Gemelo, dijo a sus condiscípulos: Vamos
nosotros también a morir con él, (puesto que quiere volver allí
donde le esperan sus enemigos para matarle.)
17
Vino, pues, Jesús y encontró que Lázaro llevaba ya cuatro días al
sepulcro.
18
Betania estaba cerca de Jerusalén como unos quince estadios,
19
y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para
consolarlas por su hermano.
20
Marta, pues, cuando oyó que Jesús llegaba, salió a su encuentro y
María se quedó en casa.
21
Dijo, pues, Marta a Jesús. Señor si hubieras estado aquí, mi
hermano no habría muerto;
22
pero también sé que Dios te concederá todo lo que le pidas.
23
Jesús le Dijo: «Tu hermano resucitará.»
24
Marta le dijo: sé que resucitará durante la resurrección de aquel
gran ésjato-último día.
25
Le dijo Jesús: «YoSoY la resurrección y la vida.
26 El que
cree en mí, aunque muera, vivirá. Y todo el que vive y cree en mí
no morirá para siempre. ¿Crees en esto?
26.
Aquel que cree en mí aunque muera físicamente vivirá
espiritualmente y volverá a tomar su cuerpo resucitado,
incorruptible y eterno. Y cada uno que vive en la vida presente y
cree en mí, no morirá jamás, estará viviendo espiritualmente en
el siglo y su muerte física o somática será el puente que le
trasladará a la eternidad, ¿crees en esto?»
27
Le contestó Marta: Sí, Señor, yo he creído que tú eres Cristo,
el Hijo de Dios quien vendría al mundo, (de acuerdo con las
profecías para sanarlo y salvarlo. Por eso creo en todo lo que
dices.)
28
Dicho esto, fue y llamó a María su hermana, y le dijo al oído: El
Maestro está aquí y te llama.
29
Ella cuando lo oyó, se levantó al instante y salió al encuentro de
Jesús.
30
Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que seguía aún
en el lugar donde Marta le había encontrado.
31
Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, viendo que
María se levantaba con prisa y salía, la siguieron, pensando que
iba al sepulcro para llorar allí por su hermano.
32
María cuando llegó a donde estaba Jesús, viéndole, se postró a
sus pies, diciendo: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no
habría muerto.
33
Jesús viéndola llorar y que lloraban también los judíos que
habían venido con ella, se estremeció su espíritu y conteniendo su
emoción,
34
dijo con voz calmada: «¿Dónde lo habéis puesto?»
35
Le dijeron: Señor, ven a verlo. Jesús lloró, (compadeciendo la
profunda tristeza de las dos hermanas.)
36
Los judíos cuando vieron estas lágrimas, decían: ¡Mirad cómo le
quería!
37
Algunos de ellos dijeron: Éste que abrió los ojos del ciego, ¿no
podía impedir que Lázaro no muriera?
37.
Algunos de ellos manifestaron su disconformidad por la muerte de
Lázaro y dijeron: ¿Porque aquí no ha hecho el milagro sanando la
enfermedad de su amigo? ¿Acaso habrá perdido su fuerza?
38
Jesús otra vez estremecido y conmocionado, imponiéndose en su
interior para que no se manifestara su emoción, viene hacia el
sepulcro, que era una cueva tapada con una piedra,
39
y dijo Jesús: «Quitad la piedra.» Le dijo Marta la hermana del
difunto: Señor, ya huele, lleva muerto cuatro días.
40
Jesús le dijo: «¿No te he dicho que si crees verás, contemplarás
la doxa (la gloria, luz increada) y la grandeza de Dios?»
41
Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el difunto, y
Jesús alzando los ojos hacia el cielo dijo: «Padre te doy gracias
por haberme escuchado, (y estoy seguro que se hará también este
milagro.)
42
Yo sabía que siempre me escuchas; pero lo dije por la gente que me
rodea, para que escuchen y crean que tú me has enviado.»
43
Y habiendo dicho esto, clamó muy fuerte: «Lázaro, sal fuera.»
44
Enseguida salió el muerto. Estaba atado con ventas en pies y manos y
el rostro envuelto en un sudario. Jesús le dijo: «Desatadlo y
dejadle ir libre (hacia su casa, sin la ayuda de nadie.)»
45
Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, y vieron
lo que hizo Jesús, creyeron en él.
46
Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron con
detalles lo que Jesús había hecho.
47
Entonces los principales sacerdotes y los fariseos convocaron el
consejo y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace cosas
sobrenaturales y grandes milagros.
48 Si le
dejamos que siga así, todos creerán en él, y vendrán los romanos
y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación.
48.
Si le dejamos libre que siga así, seguirá haciendo milagros y todos
los judíos creerán que es el Mesías y el rey de ellos. Por
consiguiente, es seguro que se levantarán en revolución; y entonces
vendrán los romanos contra nosotros, ocuparán Jerusalén y
destruirán el lugar santo del templo y nosotros como nación
perderemos totalmente nuestra independencia.
49
Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote o pontífice de aquel
año histórico, les dijo: Vosotros no sabéis nada (de todo lo
que pasará;)
50
ni comprendéis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo y
no perezca toda la nación.
51
No dijo esto por sí mismo, sino que, como era pontífice o sumo
sacerdote de aquel año, profetizó, sin que nadie sepa, que
Jesús había de morir, según el plan de Dios, para el bien y
la salvación del pueblo;
52 y no
sólo para el pueblo, sino para reunir en uno todos los hijos de Dios
que estaban dispersos por la tierra.
52.
Y no sólo para la salvación del pueblo judío, sino para reunir en
un rebaño y cuerpo todos los nacionales de buena voluntad dispersos
por la οικουμενη (icumeni, tierra, mundo), los cuales con la
fe en él en el futuro se convertirían hijos de Dios.
53
Desde aquel día, que Caifás dijo esto, los miembros del consejo
tomaron la decisión de matarle.
54
Por eso Jesús desde aquel día ya no andaba en público entre los
judíos, sino que se alejó de allí y se fue a una región contigua
del desierto, a una ciudad llamada Efrén; y se quedó allí con sus
discípulos.
55
Se acercaba la pascua de los judíos; y muchos subieron de aquella
región a Jerusalén, antes de pascua, para purificarse de las
manchas del pecado con distintas celebraciones y sacrificios.
56
Y buscaban a Jesús en el templo y se preguntaban unos a otros. ¿Qué
creéis? ¿Vendrá o no vendrá a la fiesta?
57
Pues los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes para
que, si alguno supiese dónde estaba, lo notificara para detenerle.
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