ΚΑΤΑ
ΙΩΑΝΝΗΝ
ΕΥΑΓΓΕΛΙΟΝ
El
Evangelio de San Juan
Capítulo
17
(En
letra normal traducción más literal del texto original en griego
clásico y en letra cursiva en griego moderno ampliando un poco el
sentido de cada frase, por memorable Panagiotis Trémpelas,
teólogo y catedrático, cualquier error por favor avisarnos).
1-26
La oración sacerdotal del Señor
1 Estas
cosas dijo Jesús a sus Discípulos, luego alzando sus ojos al cielo,
dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu hijo, para que tu
hijo te glorifique a ti.
1. Así
habló Jesús a sus discípulos. Luego alzando sus ojos hacia el
cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora de la pasión y el
sacrificio que tu sabiduría ha definido; Glorifica a Tu Hijo también
sobre su naturaleza humana, quien como hombre camina hacia su
sacrificio, para que tu Hijo te glorifique junto con las innumerables
multitudes, quienes por mi sacrificio redentor creerán en ti y se
salvarán.
2
Y por el poder que tú le has dado sobre todos los hombres, él dé
también vida eterna a todos los que le has dado.
3 Y esta
es la vida eterna: que los hombres te conozcan a ti, único verdadero
Dios y al que tú has enviado, Jesús Cristo.
3 Esta es la
vida eterna, que los hombres te conozcan a ti, único verdadero Dios
con tres hipostasis-personas y al que tú has enviado Jesús Cristo
con dos naturalezas y voluntades, física y divina. Y con esta gnosis
progresen espiritualmente, disfrutando de tus infinitas perfecciones,
en comunión y colaboración estrecha con la agapi-amor hacia ti, y
también conozcan a Jesús Cristo al cual tú has enviado al mundo;
4 Yo te
he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me has
encomendado realizar.
4. Yo con mi
vida y mi obra te he glorificado en la tierra. He dado a conocer tu
nombre a los hombres y por mi sacrificio que dentro de poco ofreceré
en la cruz, la obra que me has encomendado realizar la he llevado a
cabo.
5
Y ahora, Padre, glorifícame tú a mí como hombre a lado
tuyo, con la gloria que tenía a tu lado, antes que el mundo fuese.
6
He revelado tu nombre a los hombres que de este mundo me has dado
como discípulos míos. Tuyos eran, y tú me los confiaste; y
ellos han guardado la enseñanza de tu logos que yo les revelé.
7
Ahora ya conocen perfectamente que todo lo que me has dado procede de
ti.
8
Porque les he comunicado los logos y las enseñanzas que tú me
diste, y ellos las han aceptado. Ahora conocen con toda certeza que
yo nací y salí de ti al mundo, y ya están convencidos que tú me
enviaste.
9
Yo ahora especialmente, (como gran sacerdote y mediador,) te
ruego por ellos; No te ruego para el mundo (el pecaminoso e
infiel), sino para los que me diste, porque no dejan de ser
tuyos.
10
Además, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y yo he sido
glorificado en ellos, y ellos mis discípulos eran tuyos y se
hicieron míos y siguen siendo tuyos y ellos me han conocido como
Hijo tuyo y Dios.
11
Yo ya no estaré entre ellos con mi cuerpo en este mundo, pero ellos
están en el mundo, para cumplir su gran misión y yo voy a
ti. Padre santo, a los que me has confiado, guárdalos en tu nombre
con tu poder y tu energía increada, para que sean unidos en uno, así
como nosotros, en un cuerpo espiritual.
12
Cuando yo estaba en el mundo con ellos, yo los protegía y guardaba
en tu nombre con tu poder y energía increada; tú me los confiaste,
y ninguno se perdió, sino sólo el hijo de la perdición, el Judas,
para que la profecía de la Escritura se cumpliese.
13
Pero yo ahora voy a ti, y digo estas cosas cuando todavía estoy en
el mundo para que ellos tengan en sí mismos la plenitud de mi
alegría y gozo.
14
Yo les he dado tu logos y la enseñanza de tu evangelio. Y el
mundo del pecado los odió, porque por sus conductas y virtudes ya no
son de este mundo pecaminoso, como tampoco yo soy de este mundo, y
no tengo ninguna relación con el mundo del pecado.
15
No te pido que los quites ahora de este mundo, sino que los protejas
del astuto malvado, quien inspira y domina al mundo pecaminoso.
16
Ellos ya no son del mundo, como tampoco yo soy de este mundo.
17
Santifícalos en tu verdad. Tu logos es verdad.
17. Con la
iluminación y renacimiento que regala y crea tu verdad en las
psiques, conságralos ya fijos en tu obra. El logos tuyo es siempre
la verdad absoluta y pura.
18
Como tú me enviaste al mundo, así también yo los he enviado al
mundo para continuar mi obra, por eso santifícalos.
19
Y yo por ellos me santifico, para que también ellos sean consagrados
en la verdad.
20
Pero no te ruego sólo por éstos, sino también por los que han de
creer en mí por las enseñanzas de los logos de ellos.
21
Para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, también
que sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has
enviado.
22 La
ilimitada doxa (gloria, luz increada) que me has dado como hombre, la
he dado a ellos, para que sean uno, así como tú y yo somos uno.
22. También
como hombre, me has glorificado, puesto que por mí naturaleza humana
les has revelado mi divina, como unigénito Hijo tuyo pleno de jaris
(energía increada) y verdad. Y esta gloria de filiación que también
diste a mi naturaleza humana, yo la he dado a ellos. Les he regalado
el poder de adopción y les he hecho coparticipes de nuestra vida
divina, para que entre ellos sean uno, como lo estamos nosotros.
23 Yo en
ellos y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el
mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como
también a mí me has amado.
23. Yo
viviendo dentro de cada uno de ellos, tal y como tú vives dentro de
mí, para que estén perfeccionados en un cuerpo espiritual y que el
mundo viendo este milagro de unidad, conozca y crea que tú me has
enviado al mundo y que a ellos les has amado como a mí.
24
Padre, quiero los que tú me has dado estén conmigo donde yo estoy,
para que vean y disfruten de mi doxa (gloria, luz increada), que me
has dado antes de los siglos, porque me has amado desde antes de la
creación del mundo.
25 Padre
justo, aunque el mundo no te ha conocido, yo sí que te conocí y
éstos, mis discípulos, han conocido que tú me has enviado.
25. Padre
justo, a pesar de que el mundo no te ha conocido a causa de su
maldad, pero yo te he conocido claramente hasta el punto que ningún
otro hombre te ha conocido ni te conocerá. Y estos, mis discípulos
escuchando mi enseñanza y viendo mis obras son informados ya
claramente y han creído que tú me has enviado al mundo. Por eso son
dignos de tu paternal agapi y protección.
26 Y les
he dado a conocer tu nombre, y lo seguiré dando a conocer aún, para
que la agapi-amor con que me has amado esté en ellos y yo en ellos.
26. Y yo les
he dado a conocer tu nombre y mediante la infusión del Espíritu
Santo haré que sea aún más conocido; de modo que la infinita
agapi-(amor divino y energía increada) que me has amado esté dentro
en la psique de ellos y sientan claramente que yo estoy dentro de
cada uno de ellos y en todos juntos, de manera que constituyan un
cuerpo espiritual conmigo.
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