ΚΑΤΑ
ΙΩΑΝΝΗΝ
ΕΥΑΓΓΕΛΙΟΝ
El
Evangelio de San Juan
Capítulo
18
(En
letra normal traducción más literal del texto original en griego
clásico y en letra cursiva en griego moderno ampliando un poco el
sentido de cada frase, por memorable Panagiotis Trémpelas,
teólogo y catedrático, cualquier error por favor avisarnos).
1-12
Detención de Cristo en Getzsimaní. 13-18 Cristo ante Anás. 19-24
Ante Caifás y los consejeros. 25-27 La negación de Pedro. 28-32
Cristo ante Pilatos, primer interrogatorio.
1
Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos al otro
lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto, en el cual
entró con sus discípulos.
2
Judas el traidor, conocía el sitio, porque muchas veces concurría
allí Jesús con sus discípulos.
3
Judas, pues, tomando una compañía de soldados del ejército Romano
con su jefe y los alguaciles de los sacerdotes y los fariseos, fue
allí con linternas, antorchas y armas.
4
Conociendo Jesús todo lo que iba a sucederle, salió y les dijo: «¿A
quién buscáis?»
5
Aquellos le contestaron: A Jesús el Nazareno. Jesús les dijo: «Yo
soy.» Estaba también con ellos Judas el traidor.
6
Cuando les dijo: «Yo soy», ellos dominados por el miedo,
retrocedieron y cayeron en tierra.
7
Otra vez les preguntó: «¿A quién buscáis?» Ellos dijeron: A
Jesús el Nazareno.
8
Respondió Jesús: «Ya os dije yo soy; y si me buscáis a mí, dejad
ir a éstos.»
9
Esto lo dijo para proteger a sus discípulos y se cumpla el logos que
había dicho antes a su Padre: «No se ha perdido ninguno de los que
me diste y los he protegido, tanto de los peligros físicos, como
de los espirituales.»
10
Entonces Simón Pedro que tenía una espada, la desenvainó e hirió
a un siervo del sumo pontífice, cortándole la oreja derecha. Este
siervo se llamaba Malco.
11
Entonces inmediatamente Jesús dijo a Pedro. «Mete tu espada en la
vaina; el cáliz que el Padre me ha dado ¿no he de beberlo?»
12
Entonces la compañía de los soldados, el tribuno y los alguaciles
de los judíos detuvieron a Jesús y le ataron.
13
Y le llevaron primero a Anás, hombre muy fuerte que había sido
prelado y también era suegro de Caifás. Caifás era el sumo
pontífice de aquel año.
14
Caifás era el que había aconsejado a los judíos: que convenía que
muriera un solo hombre por el pueblo; Por consiguiente, Caifás ya
había decidido y deseaba la muerte de Cristo.
15
Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús, (es decir, Juan.)
Este discípulo era conocido del pontífice, por eso entró con Jesús
en el patio del sumo sacerdote.
16
Mientras que Pedro, como desconocido, se quedó fuera, junto a la
puerta, porque no se permitía la entrada. Entonces salió el otro
discípulo, el que era conocido del pontífice, habló a la portera e
introdujo a Pedro.
17
Entonces la portera viendo a Pedro le dijo: ¿Eres tú acaso también
de los discípulos de este hombre? Él dijo: No soy.
18
Los siervos y los alguaciles del pontífice habían preparado un
brasero, porque hacía frío, y se calentaban, y Pedro también
estaba en pie calentándose con ellos.
19 Y el
sumo pontífice interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su
enseñanza.
19.
Y el pontífice interrogó a Jesús sobre sus discípulos, quiénes
eran, por qué le siguieron, y después sobre su enseñanza,
examinando si estaba de acuerdo con la ley y las tradiciones.
20
Respondió Jesús: «Yo he hablado públicamente a todo el mundo;
siempre he enseñado en las sinagogas y en el templo, donde siempre
concurría multitud de judíos, no hablé ni enseñé nada a
escondidas y en secreto.
21
¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído, qué
les he dicho; ellos saben lo que yo he dicho y enseñado.»
22
Al decir esto Jesús, uno de los guardias que estaba a su lado, le
dio una bofetada, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote?
23
Jesús contestó: «Si he hablado mal, demuéstralo y cuéntalo aquí
el mal ante el tribunal. Pero si he contestado bien y correctamente
¿por qué me golpeas?»
24
Entonces Anás le envió atado al sumo pontífice Caifás.
25
Entre tanto, Simón Pedro continuaba de pie calentándose y le
preguntaron: ¿No eres tú también de sus discípulos?
26
Él negó, y dijo: no soy. Entonces le dijo uno de los siervos del
Pontífice que era pariente de aquel a quien Pedro había cortado la
oreja: ¿Qué dices? Yo te he visto en el huerto con él.
27
Pedro lo negó de nuevo, y al instante cantó el gallo.
28
Después, llevaron a Jesús de casa de Caifás atado al pretorio. Era
por la mañana, y ellos no entraron al pretorio para no contaminarse
y así poder comer la cena de la pascua.
28.
Mientras que los sacerdotes y el consejo durante la noche le
condenaron a la muerte. Inmediatamente de madrugada llevaron a Jesús
atado de casa de Caifás al pretorio, a donde permanecía y estaba
juzgando el soberano romano. Era por la mañana. Ellos no entraron a
la sala para no contaminarse, para poder así comer la cena de
pascua. Ellos este lugar lo consideraban contaminado, porque allí
entraban idólatras y se juzgaban malhechores.
29
Entonces salió Pilatos fuera y les dijo: ¿Qué acusación traéis
contra este hombre?
30
Respondieron y le dijeron: Si no fuera malhechor, no te lo habríamos
entregado.
31.
Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra
ley. Le dijeron entonces los judíos: A nosotros no nos está
permitido dar muerte a nadie.
31
Entonces les dijo Pilato: Como no tenéis ninguna acusación concreta
y habláis vagamente, tomadlo vosotros y juzgadlo según vuestra ley.
Le dijeron entonces los judíos: A nosotros no nos está permitido
dar muerte a nadie, mediante la cruz, sin el permiso del soberano
romano.
32
Le dijeron todo esto para que se cumpliese plenamente el logos que
Jesús había dicho, dando a entender de qué muerte iba a morir.
(Porque los romanos condenaban a muerte por la cruz. En cambio los
judíos, de acuerdo con sus leyes y cuando estaban libres, como
pueblo, condenaban a muerte por apedreamiento. Mientras que los
judíos acusaron a Jesús que buscaba ser rey.)
33
Entró Pilato de nuevo al pretorio y llamando aparte a Jesús, le
preguntó: ¿Tú eres el rey de los judíos?
34
Jesús le respondió: ¿Dices esto por tu cuenta o es que otros te lo
han dicho de mí, como acusación contra mí?
35
Pilato contestó: ¿Acaso yo soy judío para meterme en los asuntos
de ellos? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí,
como culpable. ¿Qué has hecho?
36
Respondió Jesús: «Mi realeza y reino no proviene de este mundo. Si
mi realeza fuera de este mundo mis súbditos hubiesen luchado para
que yo no fuera entregado a los judíos. Pero el poder de mi realeza
no proviene de este mundo ni está basada en las armas, sino del
cielo.»
37
Le dijo entonces Pilato: ¿Luego tú eres rey? Respondió Jesús: «Tú
dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido
al mundo, para dar testimonio y predicar de la verdad. Y todo aquel
que siente la disposición y el anhelo por la verdad, escucha, acepta
y aplica mi enseñanza y así se convierte en copartícipe de mi
espiritual y celeste realeza increada».
38
Le dijo Pilatos: ¿Qué es la verdad y quién puede encontrarla? Y
cuando dijo esto, salió otra vez a los judíos y les dijo: “Yo no
encuentro en él ningún delito.”
39
Pero vosotros tenéis la costumbre de que os suelte un preso por la
pascua; ¿queréis que os suelte al rey de los judíos?
40
Entonces de nuevo gritaron, diciendo: ¡No a éste, sino a Barrabás!
Barrabás era un bandido.
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