ΟΣΙΟΥ ΝΙΚΟΔΗΜΟΥ ΤΟΥ
ΑΓΙΟΡΕΙΤΟΥ
ΑΟΡΑΤΟΣ
ΠΟΛΕΜΟΣ
La
guerra invisible, san Nicodemo el Aghiorita
PRIMERA
PARTE
Capítulos
Α. 7. 8. 9
Capítulo A. 7: Cómo debemos instruir
nuestro nus para protegerle de la ignorancia.
Capítulo A. 8: Por qué no discernimos
correctamente las cosas y de qué manera podemos conocerlas.
Capítulo A. 9: Cómo debemos vigilar
nuestro y proteger nuestro nus de las acciones
polifacéticas y de la curiosidad.
Capítulo A. 7
Cómo debemos
instruir nuestro nus para protegerle de la
ignorancia.
Pero la desconfianza
en nosotros mismos y la esperanza en Dios que son tan imprescindibles
para esta guerra, si estas dos se quedan solas, no sólo no
venceremos sino que caeremos en muchos males. Por esta razón, junto
con estas se necesita también ejercicio (práctica) que es la
tercera cosa que hemos mencionado al principio, y que se debe hacer
primero con el nus y con la voluntad. Con el nus
debemos protegernos de la ignorancia, la cual es muy adversa al nus,
debido a que oscurece y embota al nus y le impide del
conocimiento (gnosis) de la verdad que es su propio objetivo. Por eso
es necesario ejercitar al nus de modo que se convierta lúcido
y limpio para poder discernir aquello que nos hace falta para la
catarsis, sanación de nuestra psique de los pazos y adornarla
con virtudes.
Esta lucidez del nus,
podemos obtenerla de dos maneras. Primeramente y más necesaria es la
oración, con la que rogamos al Espíritu Santo esparcir su divina
luz increada y energía en el interior de nuestros corazones, que por
supuesto lo hará si realmente lo pedimos sólo de Dios, si hacemos
su santa voluntad y si sometemos cualquier cosa nuestra al consejo y
pregunta a nuestros Padres experimentados y espirituales.
La segunda manera es
un profundo ejercicio del pensamiento y estudio de las cosas, para
conocer qué cosas son buenas y qué son malas, no como juzgará
equivocadamente el sentido y el mundo, sino tal y como juzgará el
logos correcto y el Espíritu Santo; es decir, la verdad de las
Escrituras inspiradas de Dios y de los Padres y Maestros de nuestra
Iglesia los que son portadores del espíritu divino o de la divina
energía y luz increadas. Porque cuando este pensamiento y estudio se
hace correctamente y como es debido, entonces nos hace conocer
claramente que deberemos considerar nada (cero), vanas y falsas todas
aquellas cosas que ama y busca de varias maneras este mundo corrupto,
falso y ciego.
Es decir, los honores,
el hedonismo, los placeres y la riqueza de este mundo no son otra
cosa que vanidad y muerte (espiritual) de la psique; y que los
desprecios, calumnias e insultos que nos hace el mundo, nos producen
doxa (gloria) verdadera y los sufrimientos o tristezas, alegría; con
perdonar a nuestros enemigos y hacerles el bien, es magnanimidad y
una de las mayores similitudes con el Dios; y vale más que uno
desprecie al mundo que sea el dominador o soberano de todo el mundo;
y obedecer, a uno le hace diligente y bien dispuesto, más bien es
una praxis de psique valiente y magnánima que en vez de someter y
mandar grandes reyes.
Puesto que el
conocimiento humilde de nosotros mismos, debe ser preferido más que
todas las grandezas de las ciencias y el vencer y mortificar nuestras
voluntades y apetitos por muy pequeños que sean, es digno de mayor
elogio que combatir y vencer muchos castillos y ejércitos enemigos
con armas en la mano y hacer milagros o resucitar muertos.
Capítulo A. 8
Por qué no discernimos correctamente las cosas y
de qué manera podemos conocerlas.
La causa que no
discernimos correctamente todas estas cosas que hemos dicho y muchas
más, es porque no pensamos lo qué son en su profundidad, sino que
tomamos la agapi-amor, cariño o el odio hacia ellas e
inmediatamente las estudiamos de sus formas y apariencias exteriores.
Así que cuando la agapi o el odio hacia estas cosas se
anticipan y oscurecen nuestro nus, entonces no puede discernir
correctamente cómo son de verdad. Por eso san Gregorio el Teólogo
de acuerdo con esto dice que la verdad acostumbra a ser robada de la
agapi o del odio; no hay nada más agradable a los hombres que
hablar sobre las cosas ajenas, y sobre todo cuando están afectados e
influenciados por el odio o la simpatía a alguien a causa de los
cuales desaparece la verdad (Logos apologético). Así que hermano
mío, si no quieres que este engaño tenga sitio en tu nus,
presta mucha atención, y cuando con una ojeada ves o estudias con tu
nus alguna cosa, detén y aguanta lo que puedas tu voluntad y
no dejes que esta cosa sea amada ni odiada, sino obsérvala solamente
con tu nus.
Pero ante todo, piensa
tranquilamente que si esta cosa es lamentable y opuesta a tu
tendencia natural, entonces eres inducido por tu odio a rechazarlo.
Pero si esta cosa te produce agrado, entonces eres inducido por la
agapi-amor para quererla. Porque cuando el nus no está
mareado por el pazos, entonces está libre, lúcido y limpio y
puede conocer la verdad y traspasar a la profundidad de la cosa y ver
dónde está escondido el mal, si está bajo un falso agrado o si el
bien está cubierto bajo una superficie del mal.
Pero si la voluntad se
ha anticipado en querer, amar u odiar esta cosa, el nus ya no
puede conocer bien ni como es debido; porque aquella disposición, o
mejor dicho, aquel pazos que entró al medio como una pared,
marrea al nus tanto que cree una cosa distinta de lo que es
verdaderamente y siendo así la traspasa al deseo, el cual en cuanto
va por delante quiere u odia más aquella cosa, tanto que el nus
se va oscureciendo más y más y así vuelve aparecer otra vez el
deseo de aquella cosa y se hace más que nunca amada u odiada. Así
que si no se cumple la regla anterior que he dicho y que es muy
necesaria para todo este ejercicio, es decir, que detengas y aguantes
tu deseo de la agapi o del odio a esta cosa, estas fuerzas de
la psique que son el nus y la voluntad, progresan siempre
malamente, como en un círculo, de la oscuridad a más profunda
oscuridad y del error a mayor error.
Pues, amigo mío,
vigílate y protégete con todo tipo de atención y cuidado de la
apasionada agapi u odio de cada cosa, por la que no llegaste a
investigar bien anteriormente con la luz del nus y el logos
correcto, con la luz increada de la santas Escrituras y con la luz
increada de la Jaris-gracia, la oración y el juicio de tu
padre espiritual, para que no te equivoques y consideres lo
verdaderamente bueno como malo y lo verdaderamente malo como bueno.
Puesto que esto suele ocurrir sobre todo en algunas obras que por sí
mismas parecen buenas y santas, pero solamente en casos concretos; es
decir, se hacen fuera del tiempo y de tal manera que provocan mucho
daño y perjuicio, ya que conocemos muchos que han peligrado en
semejantes obras admirables y santísimas.
Capítulo A. 9
Cómo debemos
vigilar nuestro y proteger nuestro nus de las
acciones polifacéticas y de la curiosidad.
Como es necesario que
vigilemos y protejamos nuestro nus de la ignorancia, como
hemos dicho antes, así lo mismo es necesario que nos protejamos de
los actos polifacéticos o múltiples conocimientos mundanos, que son
los contrarios de la ignorancia. Porque cuando llenamos el nus
con muchos loyismí vanos, desordenados y perjudiciales,
entonces le debilitamos y no puede entender aquello que conviene a
nuestra verdadera mortificación y perfección. Por eso, debes estar
muerto totalmente a cada investigación u ocupación en cosas
terrenales, aunque sean permitidas, pero que no son necesarias. Y
recogiendo tu nus en tu interior, a medida de lo posible,
hazle ignorante de todas las cosas de este mundo.
Los mensajes, las
noticias nuevas y todos los cambios y alteraciones del mundo y de los
reinos, que sean para ti como si no existieran para nada.
Por eso san Basilio el grande aconseja que todas las
habladurías mundanas que sean para nosotros como un pequeño sabor
amargo. Y el profeta David, dice: “Los soberbios me han cavado
hoyos; Mas no proceden según tu ley Señor” (Sal 118,85).
Incluso si te las están ofreciendo por los demás, oponte a
todas estas cosas y aléjalas del corazón y de tu fantasía. Que
seas un amante cuidadoso en entender las cosas espirituales y
celestes, no queriendo conocer otra lección en el mundo que el
Crucificado, Su vida y muerte y lo qué quiere de ti; y por supuesto
que agradecerás mucho a Dios, el cual tiene como elegidos y amados
aquellos que le aman y se ocupan en hacer Su voluntad.
Debido a que cualquier
otro asunto e investigación es egoísmo y orgullo, cadenas y trampas
del diablo, quien como astuto, viendo que la voluntad de aquellos que
se cuidan de la vida espiritual es fuerte y potente, busca vencer el
nus de ellos con este tipo de curiosidades, para dominar de
esta manera lo uno y lo otro. Así que muchas veces acostumbra a
inspirar pensamientos supuestamente altos, finos y curiosos, sobre
todo a los ágiles de nus y en aquellos que son fáciles de
presumir y vanagloriarse.
Porque ellos
cautivados por el placer y la conversación de aquellos pensamientos
altos con los que falsamente creen que disfrutan de Dios, se olvidan
hacer la catarsis de sus corazones y se fijan del humilde
conocimiento de sí mismos y de la verdadera mortificación (de los
pazos); y así mientras son atados con la cadena del orgullo,
se convierten en ídolos de su propio nus, y a continuación,
poco a poco, sin darse cuenta llegan a creer que ya no tienen
necesidad de consejo ni instrucción de los demás, porque se han
acostumbrado en cualquier necesidad a correr detrás del ídolo de
sus propios juicios y razonamientos; cosa que es muy peligrosa y
difícil de sanarse; porque el orgullo o la soberbia del nus
es más peligrosa ya que aquella de la voluntad.
Debido a que por un
lado el orgullo de la voluntad, siendo claro en el nus, se
puede sanar fácilmente alguna vez, si se somete en aquello que debe.
Pero el nus cuando tiene opinión fija de que su juicio o
razón es mejor que el de los otros, ¿de quién podrá sanarse y
cómo se someterá al juicio de los otros aquel que no tiene tan buen
juicio o razón como el suyo? Si el ojo de tu psique que es el nus
con el que el hombre puede conocer y limpiar el orgullo de la
voluntad, el mismo nus está enfermo, ciego y lleno de
orgullo, ¿entonces después quién puede sanarlo? Y si la luz es la
oscuridad y la regla equivocada, ¿quién quiere y puede iluminar o
arreglar todo lo demás? Por eso debes resistir lo más rápido a
este peligroso orgullo del cerebro, antes de que traspase a la médula
del nus de tus huesos y así resistiendo, pon una brida en la
agudeza de tu nus y somete tu propia opinión en la opinión
de los demás y conviértete como niño tonto para la agapi de
Dios y serás más sabio que Salomón: “Que nadie se engañe. Si
uno se considera sabio según las reglas de este mundo y pasa por tal
entre vosotros, que se haga tonto y llegará a ser sabio” (1 Cor
3,18).
San Nicodemo el Aghiorita
Traducido por: χΧ
jJ www.logosortodoxo.com
(en español).
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