ΑΡΧΙΜΑΝΔΡΙΤΟΥ
ΓΕΩΡΓΙΟΥ ΚΑΘΗΓΟΥΜΕΝΟΣ
ΤΗΣ
ΙΕΡΑΣ ΜΟΝΗΣ ΟΣΙΟΥ ΓΡΗΓΟΡΙΟΥ ΑΓΙΟΝ ΟΡΟΣ
En
Español
+Archimandrita
Yeorgios
Yérondas
del monasterio de San Gregorio
Santo
Monte Athos
NOTA
DEL TRADUCTOR EN ESPAÑOL
Existen
cinco palabras Helénicas, que provienen de la época de los grandes
filósofos de antes de Cristo, y con las que los Helenos de
nacimiento seguimos creciendo y educándonos, y por lo tanto tenemos
bien discernidas en nuestra conciencia. Son: Ψυχή
-Psique - alma – ánima; – Νοῦς
Nus; Λόγος
– Logos; Διάνοια
–Diania – menteintelecto; y Θέωσις-Zéosis.
Me siento apenado al ver las traducciones que aquí en occidente,
donde llevo ya llevo 32 años, se hacen de estas divinas palabras.
Χριστός
’Αληθινός
Θεός
Cristo Verdadero Dios, ἕως
ἄν
παρέλθῃ
ὁ
οὐρανός
καί
ἡ
γῆ,
ἰῶτα
ἕν
ἤ
μία
κεραία
οὐ
μή
παρέλθῃ....
mientras se mantiene y no se destruye el cielo y la tierra ni una
sola i o coma desaparecerán de la ley hasta que todo se cumpla”
(Mt.5.18) Se me estremece el corazón ante esta divina parábola de
nuestro Kírios. Me sobrecoge un temor sagrado, en mi guerra
invisible, por si traduciendo he cambiado muchas yotas (i) en esta
obra divina. En mí se hace realidad lo dicho por los latinos que la
traducción es una traición de la obra original, pues llevo dos años
y medio con esta obra y aún tengo mis dudas. Espero que mis queridos
lectores perdonen mis faltas y me ayuden a rectificarlas. χ.Χ
NOTA
DEL TRADUCTOR EN INGLES
(Padre
Damianós, monje del Monasterio San Gregorio del Monte Atos, heleno
nacido y educado en Inglaterra.)
La
belleza de este libro consiste en su simplicidad. En términos claros
y sencillos expone la finalidad principal de la vida Cristiana, que
es la Zéosis. La idea de la Zéosis resulta poco familiar en la
mentalidad Occidental, aunque no resulte un concepto nuevo en el
Cristianismo. La Zéosis es el principal mensaje de Cristo para la
Humanidad. Cuando Nuestro Señor dijo: “Arrepentíos, porque la
Realeza de los Cielos ha llegado” (Mat 4:17), no se trataba
meramente de una llamada para vivir una vida virtuosa, sino más bien
una vida santa, de Zéosis, para unirse y convertirse en dioses a
través de la Jaris (gracia como energía increada de Dios).
La
Zéosis es una comunión personal con Dios, una vivencia personal y
profunda con el Mismo. Para la mente occidental esta idea puede
parecer incomprensible, e incluso sacrílega, pero deriva
incuestionablemente de las enseñanzas de Jesucristo. El Mesías con
sus naturalezas: humana y Divina fue la culminación del sueño
mesiánico de la raza Judía. Su misión fue la de conectarnos con la
Realeza de Dios la cual que no es de este mundo. Cuando Jesucristo
dijo: “Vosotros sois dioses” (Jn 10:34), o “sed perfectos como
vuestro Padre en el Cielo es perfecto” (Mat.5:48), o “ los justos
brillarán como el sol en la Realeza de mi Padre...” (Mat 13:48),
se ha de tomar literalmente. A través de la metania
(arrepentimiento) y de la confesión somos llamados a convertirnos en
dioses por la Jaris. Este es el mensaje primordial de Cristo para la
Humanidad. Sobre este tema podemos encontrar evidencias Bíblicas en
los textos siguientes: Levítico 11: 44-45; 20:7-8; Deuteronomio
18:13; Salmo 82: 1,6 ; 1ª Corintios 3:16-17; 2ª Pedro 1:2-4.
Los
seguidores de Cristo, aquellos judíos con inclinación espiritual,
fueron llamados más tarde Cristianos. Esto fue así porque la
Iglesia, la gente propia de Dios, es el “Nuevo Israel”, el
“Israel espiritual” que se afana por la Realeza de los Cielos.
Aquellos primeros cristianos se dieron cuenta de que la Realeza de
Dios no equivalía a un estado judío, ni a una gente elegida, sino
que era algo para toda la Humanidad. A través de la metania nosotros
somos llamados al verdadero Éxodo, hacia la Nueva Jerusalén, tal
como Cristo dijo, “no penséis que he venido a abolir la Ley o los
Profetas. No he venido a destruir sino a completar” (Mat:17).
Vivimos
actualmente en una época donde la civilización Occidental vive y
actúa contrariamente a esta herencia cristiana, aunque crea conocer
a Cristo y a su Iglesia. Occidente no aprecia que 1000 años lo
separan de esta Tradición. Hasta las palabras que usa han cambiado
tanto de significado que ya no comunican los conceptos originales.
Como resultado, la percepción y el entendimiento Occidental de
Cristo y la Iglesia se han nublado.
El
mensaje de Cristo fue tan profundo y revolucionario que se podría
decir que la Humanidad falló en darse cuenta de su magnitud y
simplicidad. De hecho, Cristo vino a unirnos con Dios, a hacernos
dioses por la Jaris (Gracia).
La
Zéosis viene de esta Tradición en que la Iglesia primitiva, el
Cristianismo Tradicional y la Ortodoxia resultan sinónimas. La
Iglesia Ortodoxa ha retenido el mensaje original de Cristo de forma
inmutable. Es por esta razón que la Iglesia Ortodoxa es a la vez el
“Cuerpo de Cristo” y la Novia fiel la que así se ha mantenido a
su Novio. Cristo y el Espíritu Santo están siempre presentes en la
Iglesia, guiando e iluminando una Tradición siempre viva. La Iglesia
Ortodoxa no es una religión, sino la auto-revelación y
manifestación de Dios.
Como
este libro fue inicialmente concebido para una audiencia helena,
había mucho en común entre la obra y su audiencia. Esta traducción
ha tratado de guardar la simplicidad presente en el original y
mantener el mensaje central lo más claro posible. Poca explicación
ha sido añadida para adaptarlo al pensamiento Occidental, ya que
podría cambiar el verdadero contenido del mismo.
No
se podría haber llegado a los conceptos cristianos tradicionales y
modos de pensamiento, sólo basándose en los textos antiguos. Ello
Implicaría demasiada especulación e interpretación por nuestra
parte, y se acabarían proyectando nuestros propios conceptos del
siglo XXI sobre la Iglesia inicial. Sin embargo, afortunadamente,
Cristo ha sido fiel a su discurso: “...entonces, yo estaré con
vosotros siempre, hasta el fin del mundo”. (Mat. 28, 20)
Con
el objetivo de entender la enseñanza central de Cristo tenemos que
afrontar ciertas palabras clave y conceptos desde una nueva
perspectiva, no según el uso del Español contemporáneo. Tendremos
que analizarlos con mente abierta como si los examináramos por
primera vez. Será necesario volver a los conceptos básicos y así
ver qué significaba Cristo y su camino para los primeros cristianos.
Así pues, las palabras bíblicas claves como: “psique”,
“corazón”, “metania” y “nus” serán contempladas como si
fuera la primera vez que las escuchadas. Un ejemplo de esto es el
“nus”, un órgano de la “psique”, que siendo intuitivo es
capaz de aprehensiones directas de realidades espirituales que no
tiene un equivalente Occidental. Por esta razón se decidió escribir
las palabras y conceptos claves en Elénico y suministrar un glosario
para definirlas.
A
través de los siete Concilios Ecuménicos, el de San Fotios del año
867 y los Palamitas del siglo XIV, el Cristianismo Tradicional formó
la expresión y definición de su Teología. Se ha de tener bien
presente que estos Concilios de la Iglesia tomaron expresiones y
definiciones de una Teología ya existente que estaba totalmente
presente en la misma desde el día de Pentecostés. También fueron
los responsables de compilar y aprobar los diversos libros que hoy en
día se conocen como el Nuevo Testamento.
A
la Teología Ortodoxa le corresponden la tareas de definir y proteger
las enseñanzas de Jesús Cristo referentes a Dios y el camino de la
experiencia de la Zéosis para que no sean distorsionadas. Como puede
verse la Teología es mucho más que el conocimiento sobre Dios
adquirido mediante un estudio académico. Es la revelación de Dios
al hombre. Esto implica una participación activa y consciente en las
realidades espirituales. El Cristianismo es una fe viva fundada en la
Revelación nacida del Espíritu Santo dando a los estimados, dignos
y merecidos, la experiencia de un Dios Trino y de realidades
espirituales. Aunque es empírico no intenta definir a Dios ni el
camino hacia Él con el método de las ciencias naturales. Es así
porque el camino queda más allá del raciocinio y la imaginación,
más allá del lenguaje intelectual y sensitivo inadecuado para esta
esfera de experiencia. Todas las tentativas de entender el mensaje de
Cristo desde un punto de vista puramente racional seguirán siendo
parciales e incompletas.
Dentro
de la Iglesia cuando hay fe, humildad, obediencia a la Ley, oración,
ascesis (ejercicio espiritual) y se combinan con la adoración se
produce el acercamiento del participante a una más íntima relación
con Dios. La más alta expresión de esto es la agapi (amor). Ello
puede verse en los seres honrados de Dios a través de la Jaris. Los
santos se parecen a Dios y muestran el amor desinteresado e
incondicional tanto para Dios como para toda la creación, reflejando
así su Gloria.
La
Zéosis es la experiencia directa y participación en la Realeza de
Dios incluso en este mundo. Es la “Perla de Gran Precio” a que se
refirió Cristo (Mat. 13, 45-46). Mediante la Jaris puede convertirse
en una realidad actual para aquellos que están dispuestos a seguir
el camino y por lo tanto no es una experiencia postmortem. Con la
Zéosis se transciende la muerte. San Pablo alude a esto cuando dice
:”Ya no soy yo quien vivo, es Cristo que vive en mí” (Gal.2,20).
¡San Esteban, el primer mártir, siendo lapidado hasta la muerte, se
ofreció a Cristo y rezó a Dios para que sus perseguidores fueran
perdonados! También nos lo enseña el canto de la Pascua, “¡Cristo
ha resucitado de los muertos, por su muerte venció la muerte, y a
los que están en las tumbas les regaló la vida!”.
Espero
que este pequeño libro nos ayude a todos a esforzarnos en aquella
única cosa que necesitamos, aquella que no nos pueden quitar.
PRÓLOGO
Es muy atrevido
hablar de la zéosis, cuando uno no la ha saboreado. Nos hemos
atrevido pues y nos impulsa un poder superior, esperanzados en la
caridad y afecto de nuestro gran Señor Jesucristo, Dios y Salvador.
Para
no ocultar a nuestros hermanos Cristianos Ortodoxos el altísimo y
definitivo propósito divino para el cual hemos sido creados.
Para
dejar claro que sólo la pastoral ortodoxa es pastoral que conduce a
la zéosis y no lo son, en cambio, las propuestas morales de
perfeccionamiento humano, sin contar con la increada energía Χάρις
(jaris) de Dios, como sugieren los occidentales.
Para
anhelar y luchar por conseguir todos cuotas superiores y objetivos
altos, ya que sólo éstos facilitan y hacen posible el profundo
descanso del alma por la sed y el anhelo hacia el Absoluto, el Dios
Trinitario.
Para
inundarnos de agradecimiento hacia nuestro Hacedor y Creador por Su
gran regalo, nuestra zéosis por la Χάρις
(jaris).
Para
percibir y sentir que nuestra Santa Iglesia, en esto insubstituible,
solamente ella, sobre la faz de la tierra, es capaz de darnos a
conocer y conectar con la zéosis.
Para
percatarse de la grandeza y verdad de nuestra Fe Ortodoxa, que
solamente ella educa y proporciona la zéosis a sus miembros.
Para
que se consuelen y se alivien nuestras almas, que por muy envenenadas
y nubladas que estén, por las pasiones, fracasos y errores,
angustias, tormentos y defectos, ansían la luz del rostro de
Cristo.
Señor
Caritativo, haznos crecer en tu inmenso amor y haznos dignos de
entrar en el camino de la zéosis, antes de abandonar nuestro mundo
temporal.
Señor Caritativo,
guía la búsqueda de la zéosis de nuestros hermanos Ortodoxos que
no están felices ni alegres, porque ignoran la grandeza de su
llamada como "llamados a ser dioses"
Caritativo
Señor, guía también los pasos de los Cristianos no ortodoxos al
conocimiento de Tu Verdad para que no se queden fuera de tus bodas,
privados de la Χάρις
(jaris) de la zéosis.
Caritativo
Señor, ten piedad de nosotros y de tu mundo, Amén.
+Archimandrita
Georgios
Yérondas
del monasterio de San Gregorio
del
Santo Monte Athos
CAPÍTULO 1
Η
ΖΕΩΣΙΣ
LA ZÉOSIS o GLORIFICACION
COMO
FINALIDAD DE
LA VIDA HUMANA
El
tema del destino de nuestra vida es muy serio, porque concierne al
asunto más importante del hombre: saber la razón y finalidad por la
cual nos encontramos sobre la tierra. Si el hombre se sitúa y se
orienta bien sobre este tema, si encuentra su verdadero destino,
entonces se sitúa correctamente en los objetivos parciales y en los
asuntos diarios de la vida, como son sus relaciones con los demás,
estudios, profesión, matrimonio, nacimiento y educación de los
hijos. Pero si no se sitúa correctamente en este concepto básico,
entonces fracasará en las cosas parciales del ámbito cotidiano.
Pues ¿qué valor pueden tener los objetivos parciales del hombre
cuando la totalidad de la vida carece de significado?
Ya
desde el primer capítulo de la Sagrada Escritura se manifiesta la
finalidad de nuestra vida, cuando el autor sagrado nos dice que Dios
creó al hombre como a Su "imagen y semejanza". Comprobamos
así, el gran amor que tiene el Dios de la Trinidad respecto al
hombre. No lo quiere simplemente
como un ser con algunos, talentos, algunas cualidades, alguna
superioridad del resto de la creación, sino que lo quiere dios por
la Χάρις
(jaris-gracia, increada energía).
Exteriormente
el hombre se ve como una simple existencia biológica, como otros
seres
vivos, los animales. Es ciertamente animal, pero "animal que
hacia Dios inclina la cabeza por señas contemplándolo" como
dice San Gregorio el Teólogo (Logos en Teofanía, MPG 36,13). Es el
único ser que destaca de toda la creación, el único que puede
hacerse dios.
Cuando
decimos " como imagen" significa los o dones que ha dado
Dios sólo al hombre, opuestamente al resto de los seres creados por
Él, de forma que se constituye en imagen de Dios. Estos dones son:
el nus,
la lógica, la conciencia, autogobierno (o libre voluntad,
independencia) o sea la libertad, la creatividad, el ’Ερως
(eros) amor y el anhelo de lo absoluto y de Dios, la autoconciencia
personal y cualquier otra cosa que hace al hombre superior al resto
de la creación de los seres vivos y le convierte en ser humano con
personalidad. Así pues, lo que hace al hombre prósopon,
persona y rostro, son los -dones "de cómo imagen".
Siendo
"cómo imagen" el hombre es llamado a adquirir "cómo
semejanza", o sea, la zéosis.
El Creador, Dios por naturaleza, llama al hombre a hacerse dios por
la Χάρις
(Jaris).
Los
dones del "cómo imagen" fueron dados por Dios al hombre
para llegar muy alto y conseguir así su semejanza con su Dios y
Creador, para no tener una relación externa ética y moral con Él,
sino una unión personal con su Creador.
Quizás
sea muy atrevido aún hablar y pensar que la finalidad de nuestra
vida es que nos hagamos dioses por la Jaris. Pero la Santa Escritura
y nuestros Santos Padres no nos lo han ocultado.
Desgraciadamente
existe ignorancia en las personas, tanto fuera como dentro de la
Iglesia. Porque piensan que la finalidad de nuestra vida es, en el
mejor de los casos, una sencilla mejora personal ética y moral, el
hacernos mejores personas. Pero en el Evangelio, en la Tradición de
la Iglesia Ortodoxa y en los Santos Padres, se nos entrega que el fin
de nuestra vida no es éste, es decir, que sólo mejore todavía
aquello que ya es el hombre, más ético y moral, más justo, más
autocontrolado, más cuidadoso. Todo esto se debe hacer, pero no es
el gran objetivo, el fin definitivo por el cual nuestro Creador y
Hacedor hizo al hombre. ¿Cuál es este objetivo o fin? La zéosis,
la unión del hombre con Dios, no de una manera exterior o sensible,
o emocional, sino esencialmente, realmente, ontológicamente.
Tan
alto coloca al hombre la antropología ortodoxa. Si comparamos los
sistemas de todas las filosofías, sociologías, psicologías, con la
antropología ortodoxa nos daremos cuenta, y acreditaremos
fácilmente, qué pobres son, puesto que no se corresponden al
profundo anhelo del hombre hacia algo tan grande y verdadero en su
vida.
Ya
que el hombre es "llamado a ser dios", es decir, ha sido
creado para convertirse y hacerse dios, si no se encuentra en el
camino de la zéosis,
siente un vacío interior y que algo no anda bien. No se alegra, ni
siquiera cuando intenta tapar este vacío con otras actividades.
Puede narcotizarse él mismo, construir un mundo imaginario y
fantasmagórico pero a la vez pobre, pequeño, limitado, y
encerrarse, enjaularse, encarcelarse a sí mismo dentro de él.
Puede organizar así su vida, de forma que nunca permanezca sereno y
tranquilo, solo consigo mismo. Puede, con los ruidos, la intensidad,
la televisión, la radio, la información continua sobre cualquier
cosa, intentar de la misma forma que los narcóticos, las drogas, el
alcohol… olvidar, no pensar, no preocuparse, no acordarse que no
marcha bien, que se extravió de su propio fin.
Finalmente
no descansará el hombre contemporáneo pobre y fatigado, hasta que
no encuentre ese algo más, lo superior que existe realmente en su
vida, lo verdaderamente bello y creativo.
¿Puede
el hombre unirse con Dios? ¿Puede entrar en comunión, conectar,
comunicarse con Él? ¿Puede hacerse dios por la increada energía
Χάρις
(Jaris)?
CAPÍTULO 2
LA
HUMANIZACION DE DIOS, CAUSA
DE
LA ZEOSIS DEL HOMBRE
Dicen
los Padres de la Iglesia que Dios se hizo hombre para convertir y
hacer al hombre en dios. El hombre por si solo no podría conseguir
la zéosis
si Dios no hubiera tomado cuerpo humano.
En
los tiempos que precedieron a la venida de Cristo aparecieron muchos
hombres sabios y virtuosos. Por ejemplo, los antiguos Helenos habían
llegado a un nivel muy elevado de filosofía sobre el bien, la bondad
y sobre Dios. Su filosofía contenía semillas, gérmenes de verdad,
el llamado "logos espermático, principio, raíz" * Además
eran hombres muy religiosos, no eran en
absoluto ateos, como algunos contemporáneos intentan presentarlos al
no conocer bien las cosas. Ciertamente no conocían al verdadero
Dios, eran idólatras, pero muy devotos, temerosos y respetuosos con
dios o los dioses. Por eso algunos educadores, maestros, políticos,
gobernadores, intelectuales, irrespetuosos con las memorias y origen
de la raza Helénica, se empeñan en sacar de las entrañas de la
psique
de nuestro respetuoso pueblo su fe en Dios, particularmente sin el
consentimiento del pueblo, ellos tienen el valor de cometer la
''hibris" (injuria) * con el significado antiguo de la palabra.
Esencialmente se atreven a la desehelenización del pueblo, si la
Tradición de los Helenos, de nuestra antigua y nueva historia, es
Parádosis (Entrega y Tradición) de devoción y respeto a Dios,
sobre la cual se basó y sigue basándose, toda la cultura universal,
que es una aportación del Helenismo.
En
la filosofía de los antiguos Helenos se distingue una nostalgia para
el Dios desconocido, para la experiencia de Dios. Eran devotos,
creyentes, dios-céntricos pero no tenían el correcto e íntegro
conocimiento de Dios, faltaba
la κοινωνία
(kinonía) - comunión con Dios. No era posible la zéosis.
En
el Antiguo Testamento también aparecen hombres justos y virtuosos.
Pero la completa unión con Dios, la zéosis,
se hace posible con la encarnación del Logos
de Dios.
Este
es el propósito
de la Humanización de Dios. Si la finalidad de la vida del hombre
hubiera sido solamente la mejoría ética o moral, no sería
necesaria la venida de Cristo al mundo ni toda la historia de la
divina Economía
de la encarnación de Dios, su crucifixión, su muerte, la
resurrección del Señor, todo en cuanto creemos los Cristianos que
se hizo a través de Cristo. Porque también los Profetas, los
hombres justos, los filósofos y los maestros podrían enseñar a la
raza humana para que se hiciera mejor éticamente.
Sabemos
como Adán y Eva fueron engañados por el diablo y quisieron hacerse
dioses, pero sin la colaboración de Dios, sin humildad, amor, ni
obediencia, sino basándose en su propia voluntad y fuerza egoísta y
autónoma. Es decir, que la esencia de la caída es el egoísmo. Así
adoptando el egoísmo y la autosuficiencia se separaron de Dios y en
vez de conseguir la zéosis,
lograron justo lo contrario: la muerte espiritual.
Tal
como dicen los Padres de la Iglesia, Dios es vida. Quien se separa de
Dios, se separa de la vida. Entonces, la muerte y la necrosis
espiritual, es decir, la muerte espiritual y natural, fue el
resultado de la desobediencia de los primer creados.
Todos
conocemos las consecuencias de la caída. La separación de Dios
arrojó al hombre a la vida materialista, animal o carnal y
demoníaca. La brillante creación de Dios, cayó enferma de
gravedad, casi muerta. Lo de "como imagen" se oscureció.
El hombre después de la caída no tiene los fundamentos y premisas
que tenía antes de errar, pecar, para avanzar hacia la zéosis.
En esta situación de grave enfermedad cercana a la muerte, ya no
puede reorientarse hacia Dios. Se necesita una nueva raíz en la
humanidad. Se necesita un hombre nuevo que sea sano y que pueda
orientar otra vez la libertad humana hacia Dios.
Esta
nueva raíz, el hombre nuevo es el Zeánzropos,
(Dios – hombre), es Jesucristo, el Hijo y Logos
de Dios, que se encarna para constituir la nueva raíz, el nuevo
comienzo, el nuevo alimento de la humanidad.
Con
la encarnación, sárkosis del Logos,
como escribe san Gregorio el Teólogo, se realiza una segunda
comunión de Dios y los hombres. La primera comunión fue la del
paraíso. Ésta se malogró. El hombre se separó de Dios. Dios, la
suprema bondad, propuso una segunda comunión, o sea una unión de
Dios con los hombres, para que no pudiera desunirse más. Porque esta
segunda alianza de Dios con los hombres se hace en el prósopon,
la persona y rostro de Cristo.
El
Zeánzropos
Cristo, el Hijo y Logos
de Dios y del Padre, tiene dos naturalezas perfectas: la divina y la
humana. Estas dos naturalezas se unen, "inmutablemente,
inconfundiblemente, indivisiblemente, inseparablemente" en la
Persona de Cristo, según el ilustre canon del 4º Santo Sínodo
Ecuménico de Calcedonia, que en sinopsis, constituye la armadura
teológica de nuestra Iglesia Ortodoxa contra todo tipo de sectas
Cristológicas de todos los tiempos. Así pues tenemos un Cristo, con
dos naturalezas: la divina y la humana.
Ahora
ya la naturaleza humana y la naturaleza divina, por la unión
hipostática (base fundamental, esencial, subsistencial) de ambas
naturalezas en el prósopon
rostro y persona de Cristo quedan definitivamente unidas para
siempre, porque Cristo es eternamente Zeánzropos
(Dioshombre).
Como Zeánzropos
ascendió a los Cielos. Como Tal se sienta a la derecha del Padre y
vendrá a juzgar el mundo en su segunda Venida. De esta manera la
naturaleza humana está entronizada en el seno de la Santa Trinidad.
Nada puede separar ya la naturaleza humana de Dios. Por eso ahora con
la Encarnación del Señor, por mucho que los hombres fallemos,
erremos y pequemos, por mucho que nos apartemos de Dios, si queremos,
mediante la μετάνοια
(metania) podemos unirnos de nuevo con Dios, unirnos junto a Él,
hacernos dioses por medio de la Χάρις
(jaris).
*
Logos
espermático:
Semilla, germen de verdad que sembró Dios en todos los hombres, en
cambio toda la verdad la dio con el Cristo.
*
Hibris:
Para los antiguos Griegos era, injuria contra la voluntad divina y el
orden natural.
CAPÍTULO 3
LA
CONTRIBUCION DE LA ZEOTOKOS
EN LA ZEOSIS DEL HOMBRE
El
Señor Jesús nos da esta posibilidad para unirnos con Dios y
retornar al objetivo inicial que había prometido para el hombre. Por
eso se anuncia en la Sagrada Escritura como el Camino, la Puerta, el
Buen pastor, la Vida, la Resurrección y la Luz. Es el nuevo Adán
que rectifica el error del primer Adán: el primero nos apartó de
Dios con su desobediencia y su egoísmo; el segundo Adán, Cristo,
nos reintegra de nuevo a Dios con Su Amor y Su obediencia al Padre,
obediencia hasta la muerte, "muerte en la cruz". Orienta
otra vez nuestra libertad hacia Dios, de manera que ofreciéndola a
Él nos vamos uniendo con Él.
Pero
la obra del nuevo Adán presupone la obra de la nueva Eva, la Παναγία
(Panayía)
Todasanta
María, quien también rectificó el error de la antigua Eva. Ella
indujo a Adán a la desobediencia. La nueva Eva la
Todasanta
contribuye
a la encarnación del nuevo Adán, quien conducirá a la raza humana
a la obediencia de Dios. Por eso nuestra Señora Madre de Dios –
Zeotokos
- aparece como la primera persona y rostro humano que consiguió la
zéosis - de forma excelente e irrepetible- y jugó un papel en la
obra de la salvación, no simplemente un papel básico, sino
necesario e insustituible.
Si
la Panayía, la Todasanta, con su obediencia, no hubiera ofrecido su
libertad a Dios, según San Nicolás Cabásilas, el gran teólogo del
siglo XIV, y no hubiera dicho "sí " a Dios, Dios no
hubiera podido encarnarse. Porque Dios, que dio libertad al hombre,
no podría forzarla ni encarnarse si no se encontraba una mujer tan
pura y casta, Todasanta, con psique
sin manchas, como la Zeotokos,
que ofreciese su voluntad, su libertad y todo su propio ser a Dios,
de manera que Le atrajera hacia sí y hacia nosotros.
Debemos
mucho a nuestra Panayía, Todasanta. Por eso la Iglesia la honra y es
tan respetuosa con la Zeotokos.
Por eso, San Gregorio Palamás, resumiendo la Teología Patrística,
nos dice que la Panayía, nuestra Señora ocupa el segundo lugar
después de la santa Trinidad, que es dios después de Dios, frontera
entre lo creado y lo increado. "Preside a los salvados"
como dice otro teólogo de nuestra Iglesia. San Nicodemo el Ayiorita,
la nueva estrella inconfundible y maestro de la Iglesia, nos informa
que las mismas legiones angelicales se iluminan con la luz que
reciben de la Panayía.
Por
eso nuestra Iglesia la alaba como "más honorada que los
Querubines y más glorificada que los Serafines". Por eso la
encarnación del Logos
y la zéosis
del hombre es un gran Misterio de nuestra Fe y de nuestra Teología.
Cada día lo vive nuestra Iglesia Ortodoxa con sus misterios, su
himnología, sus iconos, con toda su vida. También la misma
disposición arquitectónica de un Templo ortodoxo, lo testifica. La
cúpula de las Iglesias, en la cual está pintado el Pantocrátor
(Todopoderoso), simboliza el descenso del Cielo a la tierra y que el
Señor "inclinó los cielos y bajó", que Dios se hizo
hombre y "habitó entre nosotros" (Juan 1,14).
Puesto
que se hizo hombre a través de la Zeotokos,
la pintamos en la cavidad de la cúpula santa, para indicar que a
través de ella Dios viene a la tierra y a los hombres. Ella es el
"puente mediante el cual descendió Dios" y "La que
nos conduce de la tierra al Cielo", la más Amplia de los
cielos, el lugar de lo incontenible, inabarcable, que acogió dentro
de sí misma al Dios incontenible para nuestra sanación y salvación.
A
continuación nuestra Iglesia muestra las personas que adquirieron la
zéosis,
aquellos que se han hecho dioses por la Χάρις
(Jaris), porque Dios se hizo como nosotros. Por eso en nuestras
Iglesias ortodoxas podemos pintar no sólo a Dios encarnado, a Cristo
y a su Madre Inmaculada, la Señora Zeotokos,
sino también a todos los Santos alrededor y por debajo del
Pantocrátor. Todas las paredes están llenas de los efectos de la
encarnación de Dios: los hombres santos y glorificados que
consiguieron la zéosis.
Así
pues, entrando en un templo ortodoxo y viendo las bellas
hagiografías, iconografías, enseguida recibimos una experiencia:
aprendemos cual es la obra de Dios para el hombre, cual es la
finalidad de nuestra vida.
Todo
en nuestra Iglesia habla de la Encarnación de Dios y de la zéosis
del hombre.
CAPÍTULO
4
LA
IGLESIA, ESPACIO DE LA ZEOSIS DEL HOMBRE
Los
que quieren unirse con Cristo y por Jesucristo con Dios Padre,
conocen que esa unidad puede realizarse a través del cuerpo de
Cristo que es nuestra Santa Iglesia Ortodoxa. Unión, evidentemente
no con la divina esencia, sino con la glorificada naturaleza humana
de Cristo. Esta unión con Él no es externa, ni tampoco moral.
No
somos seguidores del Cristo, quizás como muchos hombres lo son de un
filósofo o de un maestro doctor o gurú. Somos miembros del cuerpo
del Cristo, de la Iglesia. La Iglesia con toda verdad, es el cuerpo
del Cristo, y no lo moral o ético, como equivocadamente han escrito
algunos teólogos que no han profundizado en el Espíritu de la Santa
Iglesia. El Cristo nos toma y acepta, a los cristianos, a pesar de
nuestras incapacidades, faltas y pecados y nos incorpora a Su
cuerpo. Nos convierte realmente en miembros de Su cuerpo, no
moralmente. Como dice San Pablo "miembros somos de su cuerpo, de
su carne y de sus huesos" (Ef.5,30).
De
acuerdo con su estado espiritual los cristianos, algunas veces, son
miembros vivos del cuerpo de Cristo y otras veces muertos. Pero aún
muertos no dejan de ser miembros de Su cuerpo. Por ejemplo, un hombre
que está bautizado se ha convertido en miembro del cuerpo de Cristo.
Si no se confiesa, si no comulga, si no vive una vida espiritual, es
un miembro muerto del cuerpo del Cristo. Cuando asume metania
introspección, confesión y arrepentimiento, enseguida recibe la
vida divina. Ella lo penetra y lo hace miembro vivo del Cuerpo de
Cristo. No necesita bautizarse de nuevo. En cambio el no bautizado no
es miembro del cuerpo del Cristo, aunque viva una vida moral según
la vida de los hombres. Necesita bautizarse para ser miembro vivo del
cuerpo de Cristo, para incorporarse a Cristo.
Puesto
que somos miembros del cuerpo del Cristo, se ofrece la vida del
Cristo y se hace nuestra vida. Así nos vivificamos, nos sanamos,
nos salvamos y nos hacemos con la zéosis. No podríamos hacernos con
la zéosis si Cristo no nos hiciera miembros de Su divino y santo
cuerpo.
No
podríamos sanarnos y salvarnos de no existir los divinos y santos
Misterios de nuestra Iglesia, que nos incorporan a Cristo, y según
los Santos Padres, nos hacen partícipes del mismo cuerpo de Cristo y
Sus consanguíneos, esto es, que seamos un mismo cuerpo y una misma
sangre con Cristo.
¡Que
bendición tan grande, comulgar los inmaculados Misterios! Cristo se
hace nuestro, Su vida es nuestra, Su sangre es nuestra sangre. Por
eso dijo San Juan Crisóstomo que Dios no da al hombre nada mejor que
la divina Eucaristía. Tampoco
el hombre puede pedir más a Dios que lo que recibe de Cristo en la
divina - Εὐχαριστία(Efjaristía
Comunión).
Así
pues bautizados, crismados o iniciados y confesados, comulgamos el
Cuerpo y Sangre del Señor, también nos hacemos dioses por la Χάρις
(Jaris) la energía increada, nos unimos con Dios, ya no somos más
extranjeros, sino Sus familiares.
Dentro
de la Iglesia, en la cual nos unimos con Dios, vivimos esta nueva
realidad que trajo el Cristo al mundo: la nueva creación, la nueva
obra. Ésta
es la vida de la Iglesia, del Cristo, que se hace también nuestra
como regalo y don del Espíritu Santo.
Todo
dentro de la Iglesia conduce a la zéosis.
La Divina Liturgia, los Misterios, la divina Adoración, la
proclamación del Evangelio, el ayuno, todos conducen allí. La
Iglesia es el único lugar de la zéosis.
La
Iglesia no es un establecimiento cultural, histórico, semejante a
otras entidades sociales del mundo. Ni tampoco es como otras
instituciones que existen en él. El mundo, quizá tenga bellas
instituciones, organizaciones, entidades y otras muchas cosas bellas.
Pero nuestra Iglesia Ortodoxa
es irrepetible, único lugar de conexión y comunión de Dios con el
hombre y de su zéosis. Sólo dentro de la Iglesia puede el ser
humano convertirse en dios, en ningún otro sitio. Ni en las
Universidades, ni en las entidades de servicios sociales, ni en
cualquier otro lugar por muy bueno y bello que tenga el mundo. Todas
estas cosas por muy buenas que sean, no pueden ofrecer lo que da la
Iglesia.
Por
eso aunque progresen mucho las instituciones mundanas y sus sistemas,
nunca podrán substituir en esta labor a la Iglesia.
Es
posible que nosotros, débiles, pecadores y falibles humanos, pasemos
por crisis y dificultades en un momento determinado dentro de la
Iglesia. Podría ser que ocurriesen escándalos en el seno de la
misma. Todo esto sucede porque en la Iglesia estamos en el camino de
la zéosis
y es natural que existan debilidades humanas. Nos estamos haciendo
dioses pero todavía no lo somos. Mientras tanto, si ocurren estas
cosas, nosotros no abandonamos la Iglesia donde tenemos la única
posibilidad de unirnos con Dios.
Cuando
por ejemplo, vamos al Templo para asistir a las Divinas Liturgias y
encontramos a algunos que no prestan atención y conversan entre
ellos y nos distraen momentáneamente, nos viene como un λογισμός
(loyismós, pensamiento, reflexión) como bondadoso, que nos dice:
"en definitiva ¿qué ganas con venir a la Iglesia? Es mejor que
te quedes en tu casa que tienes más tranquilidad y comodidad
exterior para hacer la oración"
Pero
nosotros debemos con
prudencia, rechazar este sospechoso loyismós:
-
Quizás tenga más tranquilidad exterior en mi casa, pero no tendré
la jaris de Dios para que me haga la zéosis y me santifique. No
tendré al Cristo, que está presente en Su Iglesia. No tendré Su
Santo Cuerpo y Su honrada Sangre que está en Su Templo Sagrado,
sobre el Santo Altar. No participaré en el banquete Místico de la
Divina Liturgia. Estaré separado de los hermanos del Cristo con los
que, juntos, formamos Su Cuerpo.
Así
pues, pase lo que pase, nosotros no nos iremos de la Iglesia, porque
solamente en ella encontramos el camino de la zéosis.
CAPÍTULO
5
LA
ZEOSIS ES POSIBLE
POR
LAS INCREADAS ENERGÍAS DE DIOS
En
la Iglesia Ortodoxa de Cristo el hombre puede conseguir la zéosis,
porque la jaris de Dios, de acuerdo con la enseñanza de la Sagrada
Escritura y de los Padres de la Iglesia, es increada. Dios no es sólo
sustancia o esencia como creen los occidentales, sino también
energía. Si Dios fuera sólo esencia, no podríamos unirnos y
comunicarnos con Él, porque la esencia de Dios es terriblemente
poderosa e inaccesible para el hombre, "porque no puede verme el
hombre y seguir viviendo" (Ex.33,20).
Pongamos
un ejemplo relativo a lo que acabamos de decir. Si cogemos un cable
eléctrico pelado, de alto voltaje, moriremos, pero si lo unimos a
una bombilla nos iluminará. La energía de la corriente eléctrica
la vemos, nos alegra, nos ayuda. La esencia no la podemos tocar. Algo
semejante, si nos permiten la comparación, ocurre con la increada
energía
jaris de Dios.
Si
pudiéramos unirnos con la οὐσία
(usía, esencia, sustancia) de Dios, también nos haríamos dioses en
esencia. Es decir, todo resultaría ser dios, la confusión sería
total, y nada sería esencialmente dios; en pocas palabras, lo que
creen las religiones orientales, por ejemplo el Hinduismo, donde dios
no es una existencia personal sino, una fuerza confusa y dispersa por
el cosmos - universo, así en las personas como en los animales y en
las cosas, (Panteísmo-tododios).
Además
si Dios tuviera sólo la divina esencia incomunicada e increada sin
Sus energías, quedaría en un dios autosuficiente, un dios encerrado
en si mismo e incomunicado con sus criaturas.
Dios,
según la contemplación teológica ortodoxa, es Unidad en la
Trinidad y Trinidad en la Unidad. Como dicen especialmente San Máximo
el Confesor y San Dionisio el Aeropayita y otros Santos Padres, Dios
está lleno de un Santo Amor, un divino eros - enamoramiento por Sus
criaturas. De este inmenso y extático amor Suyo sale de Si mismo y
busca la unión con ellas. Esto se manifiesta y se realiza con su
energía o mejor con Sus energías.
Con
éstas energías increadas, Dios creó el cosmos y sigue
manteniéndolo. Da contenido e hipóstasis
(fundamento básico subsitencial) a todo nuestro cosmos-mundo, con
Sus esenciadoras, generadoras energías. Está presente en la
naturaleza y mantiene el universo con Sus energías de mantenimiento.
Ilumina al hombre con Sus energías iluminadoras. Lo santifica con
Sus energías santificadoras. Finalmente le hace con la zéosis con
Sus energías glorificadoras. Así pues con Sus energías increadas
el santo Dios entra en la naturaleza, en el cosmos, en la historia,
en la vida de los hombres.
Las
energías de Dios son energías divinas. Son también Dios sin ser Su
esencia. Son Dios, por eso glorifican al hombre. Si las energías de
Dios no fueran divinas, increadas energías, entonces no serian Dios,
ni podrían hacernos la zéosis y unirnos con Él. No existiría un
puente de la distancia entre Dios y los hombres. Pero por tener Dios
divinas energías y con ellas unirse a nosotros, podemos comunicarnos
y comulgar con Él uniéndonos con su Jaris, sin identificarnos con
Dios tal como sería, si nos uniéramos con Su οὐσία
(usía, esencia, sustancia) .
Nos
unimos a Dios, pues, a través de las energías divinas e increadas y
no por Su esencia. Éste es el gran misterio de la Fe Ortodoxa y de
nuestra vida.
Esto
no pueden aceptarlo los herejes occidentales. Como son racionalistas
no distinguen, no hacen discernimiento entre οὐσία
(usía, esencia, sustancia) y energías de Dios, y dicen que Dios es
sólo esencia. Por eso no pueden hablar sobre la zéosis
del hombre. Porque para ellos, ¿cómo se hará la zéosis en el
hombre, si no aceptan las energías divinas increadas y las califican
de construidas o creadas las divinas energías? Y ¿cómo puede algo
construido, creado, es decir, fuera del mismo Dios, hacer la zéosis
o glorificar al creado hombre?.
Para
no caer en al panteísmo (todo-dios) no hablan nada de la zéosis.
Y entonces, para ellos ¿cuál es la finalidad de la vida del hombre?
Simplemente, un mejoramiento moral. Es decir, que si el hombre no
puede adquirir la zéosis
por la divina Jaris, por estas energías divinas, ¿qué finalidad
tiene su vida? Simplemente que sea moralmente mejor. Pero el
perfeccionamiento moral es muy poco para el hombre. No basta que nos
hagamos mejores que antes y realizar acciones moralmente buenas.
Nosotros tenemos como objetivo y meta final la unión con el santo
Dios. Esta es la finalidad de la creación del universo. Eso
queremos. Ésta es nuestra alegría, felicidad, integridad y
perfeccionamiento progresivo e interminable.
La
psique
del hombre creado como imagen y semejanza de Dios anhela y ansía a
Dios, así como la unión con Él. Por muy moralista que sea el
hombre, por muy bueno que sea, por muy buenas acciones que haga, si
no encuentra a Dios, si no se une a Él, no descansa. Porque el mismo
Buen Dios puso dentro de él esa divina sed, el divino amor - eros,
el anhelo de unión con Él, la zéosis.
Tiene la fuerza, energía amorosa dentro de sí mismo, que recibe de
su Creador, para amar y enamorarse de verdad, con fuerza, sin buscar
el provecho propio, desinteresadamente de la misma manera que su
Santo Creador ama y se enamora de Su mundo, de todos Sus seres. Que
ame y se enamore con este santo ímpetu y fuerza amorosa a Dios. Si
el hombre no tuviera dentro de él la imagen de Dios, no podría
buscar su prototipo o modelo (primera imagen, el original). Cada uno
de nosotros somos imagen de Dios, y Él es el prototipo. La imagen
necesita y busca su prototipo y sólo cuando lo encuentra descansa en
él.
En
el siglo XIV hubo una gran perturbación en la Iglesia que provocó
el escolástico monje occidental Barlaam. Supo lo que los monjes de
la Santa Montaña Azos hablaban y predicaban acerca de la zéosis.
Se enteró que después de muchos sufrimiento y lucha, después de
mucha - catarsis
- de las
pasiones
–
pazos
-
y de mucha oración, llegaban a ser merecedores de la unión con
Dios, de vivir la experiencia de Dios, de contemplar a Dios (con el
ojo psíquico: nus).
Oyó que veían la luz increada que vieron los Santos Apóstoles
durante la Metamorfosis - Transfiguración - del Salvador Jesucristo
en el monte Tabor.
Pero
Barlaam, siguiendo el espíritu occidental, francolatino,
racionalista, desviado, no podía concebir y percibir la auténtica
realidad de esas divinas experiencias de los humildes monjes, y así
empezó a acusar a los monjes del Monte Azos de equivocados, herejes
e idólatras. Decía que era imposible que uno viera la jaris de
Dios, porque él no conocía nada sobre el discernimiento entre la
esencia y la energía increada de Dios.
Entonces
la χάρις
(jaris) de Dios destacó un gran e iluminado maestro de nuestra
Iglesia, el Ayiorita San Gregorio Palamás, Arzobispo de Salónica.
Él con mucha sabiduría e iluminación de Dios y también con su
experiencia personal, dijo y escribió mucho y enseñó según la
Santa Escritura y la Divina Tradición de la Iglesia, que la luz de
la Χάρις
(Jaris) de Dios es increada energía divina. Que efectivamente, ven
esta luz los hombres que adquirían la zéosis, como experiencia
altísima y superior de la zéosis
y son vistos dentro de esta luz de Dios. Esto es la gloria de Dios,
Su esplendor, luz del Tabor, luz de la Resurrección del Cristo y de
Pentecostés, la nube luminosa del Antiguo Testamento. Realmente luz
increada de Dios y no simbólica, como fraudulentamente creía y
predicaban Barlaam y sus colegas
A
continuación, toda la Iglesia, con tres grandes Sínodos en
Constantinopla, dio la razón a San Gregorio Palamás y proclamó que
la vida en Cristo no es simplemente educación ética y moral del
hombre sino zéosis,
que significa participación en la Δόξα
(Doxa-Gloria) de Dios, visión, expectación, contemplación de
Dios, de Su Χάρις
(Jaris), de Su Luz increada.
Debemos
un grandísimo agradecimiento a San Gregorio Palamás, porque con la
iluminación que recibió de Dios, con su experiencia
y su teología nos entregó la enseñanza y la eterna experiencia de
la Iglesia respecto a la zéosis
del hombre. El Cristiano no es Cristiano porque sencillamente pueda
hablar de Dios. Es Cristiano porque puede tener experiencia de Dios.
Y tal como cuando amas de verdad a una persona conversas y compartes
con ella, la sientes, te alegras, así ocurre también en la
comunión del hombre con Dios. No hay simplemente una relación
exterior, sino una unión mística de Dios y el hombre en el
Espíritu Santo.
Hasta
hoy los Occidentales consideran creada la divina Jaris, la energía
de Dios. Esto también, desgraciadamente, es una de las muchas
diferencias nuestras, que se debe de tener en cuenta seriamente, en
el diálogo teológico con los Romano - católicos. No son sólo el
filioque,
la jefatura del poder, la "infalibilidad" del papa y el
celibato sacerdotal, las diferencias básicas entre la Iglesia
Ortodoxa y los Papistas. Es también todo lo anterior. Si los Romano
- católicos no aceptan que la Jaris de Dios es increada no podemos
unirnos con ellos, aunque acepten todo lo demás. Porque si no fuera
así, ¿quién efectuaría, energizaría la zéosis,
si la divina Jaris es obra, creación y no energía increada del
Espíritu Santo?
CAPÍTULO
6
REQUISITOS
Y PREMISAS PARA LA ZEOSIS
Dicen
ciertamente los santos Padres que dentro de la Iglesia podemos
conseguir la zéosis.
Pero la zèosis es don y regalo de Dios. No es algo que lo
conseguimos nosotros solos. Naturalmente debemos querer luchar y
prepararnos, así nos haremos dignos, merecedores y receptivos para
recibir y guardar este gran regalo y don de Dios, puesto que Él no
quiere hacer nada sin nuestra libertad. Sin embargo, la zéosis
es regalo de Dios. Por eso los santos Padres dicen que nosotros por
un lado la anhelamos y por otro Dios energiza, opera la
zéosis.
Distinguimos
unos indispensables requisitos en el camino del hombre hacia la
zéosis.
a)
LA HUMILDAD
Según
los Santos Padres el primer requisito para la zéosis
es la humildad. Sin la bendita humildad el hombre no puede ponerse en
la órbita de la zéosis,
aceptar y recibir la divina χάρις
(jaris), unirse con Dios. Y sólo con reconocer que la finalidad de
su vida es la zéosis,
se necesita humildad. ¿Por qué, cómo sin la humildad reconocerás
que la razón y finalidad de tu vida está fuera de ti mismo, es
decir, está en Dios?
Mientras
el hombre vive de manera autónoma, egocéntrica,
antropocéntricamente, y se coloca a si mismo como centro y finalidad
de su vida, cree que puede autoperfeccionarse, autodefinirse,
autoglorificarse. Además éste es el espíritu de la actual
civilización, filosofía y política contemporánea. Que hagamos un
mundo que sea mejor, más justo, pero autónomamente. Un mundo que
tendrá al hombre como centro, sin ninguna mención y relación con
Dios, sin reconocer que Él es la fuente de cada bien. Ese error
también lo cometió Adán, que creyó que con sus propias fuerzas
podía hacerse Dios, perfeccionarse y completarse solo. El error de
Adán lo cometen todos los humanismos de todos los siglos. No
consideran indispensable la comunión y la unión con Dios para la
integración completa del hombre.
Todo
lo ortodoxo es Zeoantropocéntrico, tiene como centro al Θεάνθρωπος
(Zeánzropos,
Dios-hombre) Cristo.
Todo lo no ortodoxo, papismo, protestantismo, masonería, milenarismo
tipo testigos de Jehová, ateísmo o cualquier otra cosa, fuera de la
ortodoxia tiene este denominador común: el centro es el hombre. En
nosotros el centro es el Zeántropos
Cristo,
Χριστός
(Jristós). Por eso es fácil convertirse uno en hereje, sectario,
milenarista, masón, o cualquier otra cosa, pero es difícil hacerse
Cristiano Ortodoxo. Para hacerse Cristiano Ortodoxo tienes que
aceptar que el centro del mundo no eres tú, sino Cristo.
Por
consiguiente, el principio del camino para la zéosis
es
la humildad, es decir, reconocer que el propósito y finalidad de la
vida está fuera de nosotros mismos, está en nuestro Padre, nuestro
Hacedor y Creador.
Se
necesita aún mucha humildad para ver que somos enfermos, llenos de
pazos-debilidades
e impotencias, pasiones y apegos.
Por
otro lado, aquel que empieza el camino de la zéosis,
debe de tener la humildad continua para mantenerse continuamente en
esta vía. Porque si acepta el pensamiento de que con sus propias
fuerzas se las arregla bien y progresa, entonces se introduce dentro
de él el orgullo. Pierde lo que ha ganado y otra vez necesita
empezar de nuevo, aceptar la humildad, ver su debilidad e impotencia,
su enfermedad humana y no basarse y fiarse de si mismo. Necesita
basarse en la Jaris la increada energía
de
Dios, para poder encontrarse continuamente en el camino de la zéosis.
Por
eso en la vida de los Santos nos impresiona su gran humildad.
Mientras estaban cerca de Dios, brillaban dentro de la luz de Dios,
eran milagrosos, mirovlitas-perfumadores, al mismo tiempo se creían
de ellos mismos que estaban muy abajo, muy lejos de Dios, que eran
los peores de los hombres. Esa humildad era la que los hacia dioses
por la Jaris.
B)
ÁSKISIS.
Nos
dicen también los Padres, que la zéosis
tiene etapas. Empieza de lo más bajo y avanza hacia lo más alto.
Teniendo la humildad, empezamos por aceptar la metania (μετάνοια)
y mucha paciencia en la lucha diaria en Cristo, en el ejercicio de
aplicación de sus santos mandamientos, para limpiarnos -
katartizarnos
- de los pazos.
Dicen los santos Padres que dentro de Sus mandamientos se esconde el
mismo Dios, y cuando el Cristiano por amor y fe al Cristo los aplica,
practica y cumple, entonces se une a Él.
Ésta,
según los santos Padres, es la primera etapa de la zéosis
o glorificación,
la cual se llama también "praxis" (acción, hecho). Es la
educación práctica, el principio del camino hacia la zéosis.
Naturalmente
esto no es nada fácil, porque la lucha es grande para desarraigar
los pazos
de nuestro interior. Es necesaria mucha labor, así poco a poco
nuestro árido campo interior se irá limpiando de las espinas y
piedras de las pasiones y se cultivará espiritualmente, de forma que
pueda caer la semilla del logos
de Dios y fructifique. Se requiere un grande y continuo ímpetu por
nuestra parte, en nosotros mismos, para conseguir todo esto. Por eso
el Señor dijo que "la realeza de Dios se fuerza y los hombres
que lo fuerzan, los rebeldes, la arrebatan". (Mateo11, 12). Y de
nuevo los santos Padres nos enseñan: "Da sangre y recibe
Espíritu", es decir, no puedes recibir el Espíritu Santo si no
das la sangre de tu corazón en la lucha por katartizarte, limpiarte
de los pazos, pasiones y apegos, para realmente confesarte (metania),
arrepentirte y de verdad adquirir los dones y las virtudes.
Todas
las virtudes, son aspectos de una gran virtud, la ἀγάπη
agapi-amor. Cuando el Cristiano adquiere esta agapi tiene todas las
virtudes. Este amor es el que expulsa la causa de todos los males y
las pasiones pazos
de
la psique,
y según los Padres es la causa de la φιλαυτία
(filaftía, excesivo amor a uno mismo y al cuerpo, egolatría). Todos
nuestros males interiores se originan por ella, que es un amor
enfermizo de nosotros mismos. Por eso nuestra Iglesia tiene la
áskisis.
Sin ella, no hay vida espiritual, ni lucha, ni prosperidad.
Obedecemos, ayunamos, nos cansamos en penitencias, nos agotamos, para
poder alcanzar la limpieza de nuestras pasiones y apegos, los pazos.
Si la Iglesia Ortodoxa deja de ser ascética, deja de ser Ortodoxa
(Verdadera),
deja de ayudar al hombre a liberarse de sus pazos
pasiones y apegos, y a convertirse y hacerse dios por la Χάρις
(Jaris).
Los
Padres de la Iglesia desarrollan una gran y profunda enseñanza
antropológica sobre la psique
y los pazos
del hombre. Para ellos, la psique
se
distingue en la parte logística y la parte pasional. La parte
pasional contiene la parte irascible o afectiva (ira, enojo, odio,
amor) y lo volitivo o anhelante (ansia, ilusión, deseo). En la parte
logística están las energías lógicas de la psique,
o sea los loyismí,
los
pensamientos.
A la irascible corresponden los positivos y negativos sentimientos,
emociones, el amor y el odio. En la parte anhelosa o volitiva están
los buenos deseos de las virtudes y los malos deseos de las
voluptuosidades, diversiones, avaricia, gula, culto al cuerpo, apegos
materiales en general, los pazos carnales del cuerpo. Si estas tres
partes de la
psique,
la logística, la irascible y la anhelante no se limpian o
catartizan, no puede el hombre recibir en su interior la Jaris de
Dios y conseguir la zéosis.
Lo logístico se katartiza con la sobriedad (νήψις
nipsis), que es continua vigilancia y examen de los loyismí
del nus,
aceptando y guardando los buenos, y rechazando los malos. La parte
irascible se katartiza con la agapi-amor. Y la anhelante con la
ἐγκράτεια
(engratia, contención, autodominio y ayuno). Todas se catartizan o
se limpian y se santifican con la oración.
C)
LOS SANTOS MISTERIOS Y LA ORACIÓN
Cristo
se instala en el corazón
del
hombre a través de los santos Misterios con el Bautismo, la
Crismación, el Perdón por la confesión o Metania, la Divina
Eucaristía. En los Cristianos Ortodoxos que están en comunión con
Cristo, Dios y Su Χάρις
(Jaris) está en su interior, en sus corazones,
porque están bautizados, crismados, confesados y comulgados.
Pero
los pazos
cubren la divina Jaris
como
la ceniza cubre la chispa de la brasa. Con el ejercicio
ascético
y la oración el corazón se limpia o catartiza de los pazos
y la chispa de la Jaris
se
reanima y el creyente siente a Cristo en su interior en el corazón
que es el centro de su existencia.
Cada
oración de la Iglesia ayuda a la kázarsis
interior del corazón.
Y particularmente ayuda mucho la oración de bendición u oración
noerá,
también llamada oración de corazón "Jesús Cristo Señor,
Hijo de Dios, compadécete de mí, o de nosotros,". Esta oración
que desde siempre nos la entrega el Santo Monte Azos, tiene la
siguiente ventaja: como es monóloga, es decir, sólo una frase, nos
ayuda a concentrar nuestro nus
fácilmente. Así pues, concentrando nuestro nus, lo sumergimos
interiorizándolo en nuestro corazón
y
cuidamos que allí no se ocupe ni preocupe de otras cosas y
pensamientos, ni buenos, ni malos, sólo de Dios.
El
ejercicio ascético de esta oración de corazón,
que con la Jaris
de
Dios se puede hacer con el tiempo de manera continua, es toda una
ciencia sencilla, un arte sagrado que los Santos de nuestra Fe
describen detalladamente en sus escritos, como también en una gran
colección de textos patrísticos, la Filokalía
(Amistad a la bondad y la belleza).
Esta
oración, pues, ayuda y alegra mucho al hombre. Cuando el Cristiano
avanza en esta oración y a la vez su vida está de acuerdo con los
santos mandamientos del Cristo y la Iglesia, entonces se hace digno
de recibir la experiencia de la divina Jaris. Empieza a saborear la
dulzura de la comunión con Dios, conocer por experiencia el
"saboread y ved qué bondadoso es el Señor" (salmo, 33,9).
Para nosotros los Ortodoxos, Dios no es una idea, algo que sólo
pensamos o sobre lo que opinamos, discutimos o leemos, sino también
es Prósopon
Persona y Rostro, con el Cual entramos en comunión viva y personal,
algo que vivimos y del Cual recibimos experiencia.
Entonces
comprendemos la grande e inefable felicidad que es tener a Cristo en
nuestro interior y ser Cristianos Ortodoxos.
A
los Cristianos que estamos en este mundo, es de gran ayuda, en medio
de los trabajos y preocupaciones de cada día, encontrar al menos
unos minutos de serenidad y tranquilidad para ejercitarse en esta
oración.
Por
supuesto santifican a las personas también los actos y las
obligaciones hacia Dios, cuando se hacen con humildad y amor. Pero
también se necesita la oración. En una habitación tranquila
(quizás sería mejor después de una lectura espiritual, tras haber
encendido incienso y una candil con aceite delante de un icono
ortodoxo), cuanto más lejos posible de ruidos y ocupaciones,
mientras nos serenamos y tranquilizamos el nus de pensamientos
ajenos, sumergiéndonos en lo más hondo de nuestro corazón
diciendo: "Jesús Cristo Señor, Hijo de Dios, compadécete de
mí, o de nosotros,". ¡Cuánta paz y fortaleza absorben y
reciben las psijes
con
esta serenidad y tranquilidad en Dios! ¡Cuánta fuerza en el resto
de las horas del día para que se mantengan pacíficas sin tensiones,
sin nervios, ni ansiedad y tengan así todas sus fuerzas en unión y
armonía!
Algunos
buscan un poco de tranquilidad y serenidad psíquica, con medios
artificiales y dentro de otros campos engañosos y demoníacos, como
las llamadas religiones orientales. Intentan encontrar una
tranquilidad y serenidad con ejercicios externos, dialogismos - yogas
meditaciones, etc. para conseguir algo de equilibrio en su
psique
y en su cuerpo. El error es que con todo esto el hombre, al
esforzarse por dejar de lado diversos pensamientos y el mundo
material, esencialmente no dialoga con Dios sino que mantiene un
monólogo consigo mismo. Y vuelve pues otra vez al antropocentrismo -
egocentrismo y fracasa.
CAPÍTULO 7
EXPERIENCIAS
DE LA ZEOSIS
Las
experiencias de la zéosis
son análogas a la kázarsis
del hombre. Cuanto más se katartiza éste de los pazos pasiones y
apegos, mayor experiencia recibe de Dios, contempla a Dios porqué
como se dijo "Bienaventurados los καθαροί
(kazarí, catartizados, limpios) de corazón,
porque ellos verán (contemplarán con el nus) a Dios" (Mt´5,4).
Cuando
el hombre empieza en la μετάνοια
(metania) a arrepentirse, a confesarse- y a llorar por sus errores y
angustias, recibe las primeras experiencias de la χάρις
(jaris) de Dios. Tales experiencias son primeramente las lágrimas de
metania, que traen a la psique
una inexplicable continua alegría, después sigue una paz profunda.
Por esto, esta pena aflicción por nuestros errores, debilidades y
fallos, los pecados, se llama "pena - alegre", como también
dijo el Señor en Sus Bienaventuranzas "Bienaventurados los
afligidos (apenados por sus pecados y el mal que reina en el mundo)
porque ellos serán consolados por Dios" (Mt. 5,4).
Después
avanza a etapas superiores, como es la divina iluminación, en la
cual se ilumina el nus
y ve con otra gracia al mundo, y a las personas.
Entonces
el Cristiano ama más a Dios. Y vienen otras lágrimas superiores,
que son las de agapi-amor a Dios, el divino eros - amor. No por los
pecados, porque tiene ya la certeza que Dios los perdonó. Estas
lágrimas que traen mayor felicidad, alegría y paz a la psique, son
una mayor experiencia de la zéosis.
Después
el hombre obtiene la apácia,
impasibilidad, sin pazos, el desapego, la imperturbabilidad o
ataraxia, la vida sin pazos perversos, sin debilidades que inducen a
errores y pecados. Así se convierte en pacífico e imperturbable
ante los ataques u ofensas exteriores, liberado del orgullo, odio,
ira, resentimientos, apetencias corporales y materiales.
Ésta
es la segunda etapa de la zéosis del hombre, llamada θεωρία
(zeoría), visión de Dios, contemplación en la cual el hombre
catartizado ya de los pazos
las pasiones y apegos se ilumina por el Santo Espíritu, se alumbra y
se hace con la zéosis, se glorifica. Sin embargo, para que uno pueda
ver a Dios tiene que ser hombre con zéosis. Entonces zeoría de Dios
significa también zéosis.
Sobre
todo, cuando el hombre se ha catartizado
completamente y se entrega totalmente a Dios recibe la mayor
experiencia de la divina Jaris, que para los santos Padres es la
vista de la luz increada de Dios. Esta luz la ven los que van muy
adelantados en la zéosis,
muy pocos en cada generación. La ven los santos de Dios y se ven
dentro de esta luz, tal como figuran en sus santos iconos con las
aureolas.
Por
ejemplo, en la vida de san Basilio el Magno, se nos dice que cuando
rezaba en su celda los demás le veían - naturalmente los que podían
verle - que resplandecía todo él y su celda dentro de esta luz
increada de Dios, la luz de la divina Jaris. En las vidas de muchos
Neomártires Santos de nuestra Fe, leemos que cuando los turcos,
después de horrorosos tormentos y castigos, colgaban sus cuerpos en
las plazas de las ciudades para asustar al resto de los Cristianos,
muchas veces por las noches aparecía una luz a su alrededor. Y tan
clara e intensamente brillaba esta luz, con tanta grandeza se
manifestaba nuestra Fe, que los mismos enemigos ordenaban bajar los
cuerpos por la vergüenza que sentían ante los Cristianos, los
cuales veían como Dios glorificaba Sus Santos Mártires.
La
Jaris de la zéosis
también mantiene incorruptibles los cuerpos de los Santos, sus
santas reliquias siguen perfumando y haciendo milagros. Como dice San
Gregorio Palamás, la Jaris de Dios cuando se une primero a las
psijes
de los Santos, después vive en sus Santos cuerpos y los llena de
Jaris. Y no sólo en sus cuerpos sino en sus sepulcros, en sus iconos
y en sus templos. Entiéndase pues, porqué rezamos, nos
prosternamos, peregrinamos y besamos los iconos, las reliquias, las
tumbas, los templos de los Santos. Porque todos tienen algo de la
Jaris de Dios que poseía el Santo en su psique,
debido a su unión con Dios, a causa de su zéosis.
Por
esto dentro de la Iglesia disfrutamos de la Jaris de la zéosis,
no sólo con la psique
sino
también con nuestro cuerpo, el cual además colabora con la psique
y se co-jarifica, co-glorifica con ella como templo que es del Santo
Espíritu.
Ella,
la Jaris, emanando
del Santo Señor, el Zeántropos
Cristo, se desborda en nuestra Παναγία
(Panayía, Todasanta María), en los Santos y llega también a
nosotros los humildes.
Vale
la pena señalar, claramente, que todas las posibles experiencias del
Cristiano, no son con seguridad vivencias de zéosis
y espirituales. Muchos se han engañado con experiencias psicológicas
y demoníacas. Por eso, para que no exista peligro de errores,
autoengaños y efectos demoníacos, debemos comentarlas todas,
humildemente, a nuestro Yérontas-Guía espiritual quien, con la
iluminación de Dios, distinguirá la autenticidad o no de dichas
experiencias, y de esta manera guiará la psique
que le ha consultado y confesado. Además la obediencia a nuestro
Guía del espíritu es el factor más importante y del todo
imprescindibles en el camino espiritual, porqué de esta manera,
adquirimos espíritu eclesiástico, de aprendizaje en Cristo y
aseguramos así el legítimo ejercicio que nos conducirá a la unión
con Dios.
Un
elemento muy particular de la zéosis,
siempre dentro de la Iglesia, es la vida monástica, donde los
santificados monjes reciben altas experiencias de unión con Dios.
De
esta manera los desapegados monjes que participan de la zéosis
y de la santificación, ayudan también a toda la Iglesia. Tal como
creemos los Cristianos siguiendo a lo largo de los siglos la Santa
Tradición de la Iglesia, la lucha de los monjes liberados tiene
influencia positiva en la lucha de la vida de cada creyente que está
dentro del mundo. Por esto en nuestra Ortodoxia el pueblo de Dios
tiene gran respeto y devoción a la vida monástica.
En
nuestra Iglesia, además coparticipamos en la comunión de los
Santos, tenemos la experiencia y la alegría de nuestra unión con
Cristo. Por esto entendemos que dentro de la Iglesia no somos
personas aisladas sino una unidad, una hermandad, una comunión de
hermanos. Y no sólo entre nosotros sino también con nuestros Santos
de Dios que viven aún entre nosotros o con los que ya duermen el
sueño eterno, ya que con la muerte los Cristianos no se separan. La
muerte no los puede separar porque están unidos todos al cuerpo
resucitado de Cristo.
Por
esto cada domingo, cada vez que se oficia la Divina Litúrgia,
estamos en ella todos presentes, junto con los Ángeles y los Santos
de todos los siglos. Están también nuestros parientes que ya
murieron, evidentemente si están unidos con Cristo. Todos estamos
juntos y en comunión mística entre nosotros, no de manera exterior
sino en Cristo.
Y
esto también se manifiesta en la Exposición de los Santos Dones de
la Eucaristía, los Santísimos Cuerpo y Sangre de nuestro Señor
Cristo, cuando, alrededor del Cordero de Dios se colocan unas formas
significando, una la Panayía, otra los Santos y otra los Cristianos
vivos y difuntos. Todas las formas han sido bautizadas, en sagrado
sacrificio, en la sangre de Cristo, después de la santificación de
los Santos Dones.
Ésta
es la magnífica bendición de la Iglesia, de la que somos sus
miembros y podemos comunicarnos y comulgar no sólo con Dios, sino
también entre nosotros como miembros del Cuerpo de Cristo.
La
cabeza de este Cuerpo Sagrado y místico es el mismo Cristo. La vida
viene de la cabeza al cuerpo. El cuerpo naturalmente, tiene miembros,
de ellos unos están sanos, otros, en cambio, no tienen la misma
vitalidad, no todos poseen una salud perfecta. Así somos la mayoría
de nosotros. Pero del mismo Cristo y sus miembros sanos procede la
vida, la sangre sana, de forma que los miembros que tienen poca salud
se recuperen y se fortalezcan también poco a poco. ¡He aquí,
porque hemos de estar dentro de la Iglesia! Para recibir salud y
vida, ya que fuera del cuerpo de la Iglesia no existe la posibilidad
de recuperarnos y vivificarnos.
Todo
esto naturalmente, no sucede enseguida. Toda la vida tiene que
practicar y luchar el Cristiano Ortodoxo para poder con la Jaris de
Dios, dentro de la Iglesia, con la humildad, con el arrepentimiento,
la oración, los santos Misterios, santificarse, glorificarse y
conseguir la zéosis.
Esta
es la finalidad de nuestra vida, el gran objetivo y meta. No tiene
demasiada importancia donde podremos llegar exactamente. Nuestro
esfuerzo tiene valor, Dios bendice abundantemente el tiempo actual,
nuestro siglo y el venidero.
CAPÍTULO 8
EL
FRACASO DE MUCHOS PARA LLEGAR A LA ZEOSIS
Mientras
hemos sido llamados a este gran propósito de unirnos con Dios,
hacernos dioses por la increada energía Jaris y disfrutar de esta
magnífica bendición que nos ha hecho nuestro Creador, muchas veces
vivimos como si no fuera cierto este gran y extraordinario objetivo.
De esta manera llenamos de fracasos nuestra vida.
Dios
Santo nos creó para la zéosis.
Entonces, si
no
hacemos la zéosis, toda nuestra vida será un fracaso.
Vamos
a referirnos a algunas causas de éste fracaso:
A)
DEDICACION Y APEGO A LAS PREOCUPACIONES MUNDANAS.
Puede
ser que hagamos cosas buenas y bellas: estudios, profesión, familia,
fortuna, filantropías, caridades, etc. Si miramos y tratamos el
mundo con gratitud, como regalo de Dios, entonces todas las cosas se
enlazan y conectan con Él y nacen los caminos de unión junto con el
Buen Dios. Pero si no nos unimos con Dios, fracasamos y todo es
inútil.
Normalmente
los hombres fracasan, porque son arrastrados por estos fines
secundarios. No ponen como primera y principal finalidad la zéosis
de su vida. Se absorben y deslumbran por las cosas bellas de este
mundo, se olvidan y pierden las eternas. Se entregan totalmente a las
secundarias y olvidan que "sólo una es necesaria" (Luc.10,
42).
Existe,
sobre todo hoy, una continua ocupación, continuas actividades -
quizá se trate de un truco y manejo del diablo para engañar incluso
a los elegidos - a causa de las cuales descuidamos nuestra sanación
y salvación. Por ejemplo, en este momento hemos de estudiar, hacemos
un curso, hemos de leer, no tenemos tiempo de orar, ir a la Iglesia,
confesar, comulgar. Mañana tendremos reuniones, congresos,
responsabilidades personales y sociales, ¿cómo encontrar tiempo
para Dios? Pasado mañana boda, obligaciones y ocupaciones
familiares; imposible ocuparnos de lo espiritual. Continuamente
repetimos también a Cristo: "No puedo ir; dispénsame por
favor..."(Luc.14, 19-20).
De
esta manera también pierden su merecido valor estas bellezas
encantadoras y leales. Todo esto tiene valor real y esencial cuando
se hace con la Jaris de Dios, o sea cuando intentamos hacerlo todo
para la gloria de Dios. Pero cuando no dejamos de añorar y tratar de
lograr lo que está más allá de los estudios, más allá de la
profesión, más allá de la familia, más allá de cualquier
responsabilidad, o actividad buena y sagrada, tenemos que anhelar la
zéosis.
Entonces todas estas cosas encuentran su significado real, sus
eternas perspectivas y nos benefician.
Dice
el Señor "pedir primero la realeza de Dios y todo lo demás se
os dará por añadidura" (Mt.6,33). La realeza de Dios es la
zéosis,
es recibir la increada energía Jάρις
del Espíritu Santo. Cuando la Jaris venga y reine dentro del hombre,
éste será gobernado por Dios. Y a través de los hombres que
consiguen la zéosis viene la Jaris de Dios también a las demás
personas y a la sociedad. Pero como enseñan los Padres en la oración
del Domingo: "venga a nosotros tu realeza" significa "que
venga a nosotros la Jaris del Espíritu Santo", que al llegar
aporta la zéosis.
B)
EL MORALISMO
Desgraciadamente
el espíritu moralista que antes comentábamos, que consiste en
reducir la vida Cristiana a una mejora en este campo, ha influido
negativamente bastante, también en nuestra tierra, en el respeto y
la espiritualidad de los Cristianos. Debido a esta influencia
teológica occidental muchas veces dejamos de aspirar y pretender la
zéosis.
Pero
la mejora de la educación en el terreno moral es antropocéntrica,
se centra sólo en el hombre. En ella prevalece el esfuerzo humano y
no la Jaris de Dios.
Parece ser que lo que nos salva es nuestra moral y no la Jaris de
Dios. Por
eso, con esta forma de vida, no se tienen verdaderas experiencias de
Dios y la psique
no descansa realmente ni apaga su sed. Esta educación que fue
examinada y fracasó, no representando el auténtico espíritu de la
Iglesia de Cristo, es en gran parte la responsable del ateísmo y la
indiferencia por la vida espiritual de muchos seres humanos, sobre
todo jóvenes.
Los
padres, los profesores, los clérigos y todos los servidores de la
Iglesia, en lugar de hablar, en nuestras reuniones, catequesis y
homilías o en cualquier parte, de una estéril mejora del hombre,
conviene que eduquemos a los Cristianos hacia la zéosis,
tal y como es el auténtico espíritu y la experiencia de la Iglesia.
De todas formas las virtudes por muy grandes que sean, no constituyen
la finalidad de nuestra vida Cristiana, pero sí los medios y maneras
que nos preparan para recibir la zéosis,
la Jaris del Espíritu Santo, como nos enseña de forma muy concisa
San Serafín de Sárof.
C) EL HUMANISMO EGOCENTRICO
El
humanismo autónomo como sistema filosófico-social, separado e
independiente de Dios, conduce a una cultura ególatra y sin salida
para el hombre contemporáneo. Quiere apartarnos de nuestra Fe
Ortodoxa en nombre del provecho, dignidad y libertad del hombre.
¿Existe mayor provecho, dignidad y libertad para el ser humano que
la zéosis?
CAPÍTULO 9
CONSECUENCIAS
DE
LA EDUCACIÓN DE LA ZEOSIS
La
educación que da nuestra Iglesia Ortodoxa con el Culto Divino, la
teología Patrística, la vida Monástica, es educación de la
zéosis,
educación “zeantropocéntrica”, dioscéntrica, teniendo como
centro al Zeánzropos, (Dios-hombre), Cristo.
Ésta
da gran alegría a nuestra vida cuando conocemos el gran destino que
tenemos, la felicidad y la bienaventuranza que nos espera.
Cualquier
dolor, cada prueba y angustia de la vida se dulcifican con la
perspectiva de la zéosis.
Cuando
luchamos con la perspectiva de la zéosis,
evidentemente mejora nuestra actitud hacia nuestros semejantes. Es
decir, cuando nos vemos el uno al otro como candidatos iguales a ser
dioses. ¡Cuánto se profundiza y gana en esencia entonces también
la educación que damos a nuestros hijos! ¡Con cuánto gusto divino
aman entonces y respetan el Padre y la Madre a sus hijos, que con la
Jaris de Dios trajeron al mundo, sintiendo la responsabilidad y la
santa misión que tienen que cumplir con ellos, ayudarles a conseguir
la zéosis,
su finalidad y propósito de la vida! Y naturalmente, ¿cómo los
ayudarán si no se dirigen ellos mismos a este fin, la zéosis? Pero
también ¡cuánto aprecio y autoestima tendremos hacia nosotros
mismos, sin nuestro egoísmo y orgullo que son contrarios a lo
divino, cuando sintamos que estamos creados para esta gran finalidad!
Los
santos Padres y los teólogos de la Iglesia dicen sobre todo que
superando la filosofía antropocéntrica del egoísmo y egolatría,
nos hacemos realmente personas, verdaderos humanos. Encontramos a
Dios con respeto y amor, y a nuestros semejantes con verdadero
aprecio y dignidad, viendo en ellos no objetos de emoción, de
placer y explotación, sino como imágenes de Dios predestinados a
la zéosis.
Mientras
estamos cerrados en nosotros mismos, en nuestro yo, somos individuos
y no personas. En cuanto salimos de nuestra cerrada existencia
individualista y empezamos, de acuerdo con la educación de la zéosis
- con la Jaris de Dios pero también con nuestra cooperación,
sinergia - a amar, a entregarnos más y por encima de todo a Él y a
nuestro prójimo, nos hacemos personas verdaderas. Esto es cuando
nuestro yo encuentra el Tú de Dios y el tú del hermano, en aquel
momento empezamos a recobrar nuestro yo perdido. Y es que dentro de
la comunión de la zéosis,
para la cual hemos sido creados, podemos abrirnos, comunicarnos,
alegrarnos los unos a los otros de verdad y no de manera ególatra y
egoísta.
He
aquí la moral de la Divina Liturgia, en la cual aprendemos a superar
el camino estrecho del interés personal, egoísta, hacia el que nos
empuja el diablo, el pecado y nuestros pazos,
faltas y errores, pasiones y apegos y así abrirnos, en comunión de
sacrificio y amor en Cristo.
Esta
sensación y sentimiento de tan magnífica llamada, es decir la
zéosis,
hace
descansar real e íntegramente al hombre.
El
humanismo ortodoxo de nuestra Iglesia se basa en esta gran llamada
del hombre y por esto valora hasta lo máximo todas las fuerzas del
hombre.
¿Qué
otro humanismo, por muy progresista y muy liberal que parezca, es tan
revolucionario como el humanismo de la Iglesia, que puede hacer al
hombre Dios? Sólo la Iglesia tiene este magnífico humanismo.
Por
eso especialmente en nuestros tiempos, cuando muchos intentan
engañar a los demás, y sobre todo a los jóvenes, promocionando sus
falsos humanismos, que esencialmente mutilan al ser humano, y no lo
integran ni lo completan, tiene especial valor y profundo significado
la insistencia y firmeza de esta educación de la Iglesia.
CAPÍTULO 10
CONSECUENCIAS
DE LA EDUCACION
QUE
NO CONDUCE A LA ZEOSIS
Hoy
en día los jóvenes buscan y piden experiencias. No tienen
suficiente con una vida materialista en una sociedad llena de egoísmo
y orgullo intelectual - racionalista, tal como se la entregamos los
mayores. Nuestros hijos, que son imágenes de Dios "llamados a
ser dioses", piden y buscan más que las formas lógicas y
razonables de una filosofía materialista y una instrucción y
educación ateas que les ofrecemos. Piden experiencias de la
verdadera vida. Desde luego, no les es suficiente solo oír hablar de
Dios. Desean Su experiencia, Su luz, Su (increada) energía Jaris. Lo
cierto es que muchos de ellos no conocen que la Iglesia tiene la
posibilidad de ofrecerles este descanso y tiene la experiencia de
esto buscan y anhelan; en vano buscan y se refugian en otros
substitutos de ínfimo valor, tratando de encontrar algo fuera de lo
razonable y algo superior a toda lógica.
Unos
se entregan en misticismos orientales, tipo yoga. Otros en apócrifos
saberes ocultos, o caen en el gnosticismo y últimamente, por
desgracia, abiertamente en el satanismo.
Lo
cierto es que tampoco la ética y moral conocen barrera alguna, si
esta ética está separada y privada de la esencia y finalidad de
unirnos con el santo Dios, resultando totalmente sin ningún sentido.
Así
sobran y abundan patéticos fenómenos como el anarquismo y el
terrorismo, con los cuales muchos hombres jóvenes quieren satisfacer
un dinamismo que llevan en su interior y no se cumple profundamente
ni completamente su anhelo, porque no han tenido la suerte de ser
educados en la zéosis
y se entregan a cualquier clase de extremismos y violencias contra
sus conciudadanos.
La
mayoría de los jóvenes derrochan el precioso tiempo de su vida y
sus fuerzas, que Dios les dio para conseguir con éxito su zéosis,
y las malgastan en el estilo de vida consumista, culto al cuerpo y
egolatría; muchas veces por desgracia, con la tolerancia del propio
estado, se fabrican los ídolos actuales, los actuales falsos
"dioses" provocando así un gran desastre en sus cuerpos y
sus psijes.
Otros
viviendo sin ningún ideal, se desgastan en diversas ocupaciones
inútiles, perjudiciales y sin objetivo; otros se sienten muy a gusto
corriendo a grandes velocidades, desesperados, por las carreteras -
muchas veces con trágicos resultados de heridos y muertes -, otros
buscando falsas aventuras, se entregan definitivamente sin
condiciones, a la demoníaca dependencia de las drogas, alcohol,
tabaco... la nueva cólera y látigo de nuestro siglo.
Y
al final algunos, después de una vida relativamente corta, llena de
fracasos y desengaños, consciente o inconscientemente, ponen fin a
su martirio de vana búsqueda recurriendo por desgracia en una
extrema desesperación al suicidio.
No
son gamberros todos estos jóvenes que huyen y se refugian en esas
cosas ilógicas, absurdas y trágicas. Son jóvenes, hijos de Dios e
hijos nuestros, que desencantados del materialismo y de la sociedad
egocéntrica, autoritaria que les entregamos, no encuentran aquello
por lo cual han nacido y han sido creados, lo verdadero, lo eterno,
no se lo hemos dado y por eso lo ignoran. Desconocen la gran
finalidad de la vida del hombre, su zéosis.
Por eso, no encontrando descanso en nada, huyen y se refugian en la
desesperación, como hemos descrito anteriormente.
Hoy
hay bastantes pastores de nuestra Santa Iglesia, obispos, sacerdotes,
guías espirituales, y también hermanos laicos, que con amor
desinteresado, se esfuerzan desgastándose diariamente en conducir y
guiar a nuestros jóvenes hacia la finalidad de su zéosis.
Les estamos agradecidos por el sacrificio, entrega y ofrecimiento
divino y con gusto a esta obra, a través de la cual, por la Χάρις
(Jaris) la increada energía de Dios, se sanan, se divinizan, se
santifican y se salvan las psijes por las que murió Cristo.
El
Santo Monte Azos humildemente ayuda y colabora en este gran dolor de
la Iglesia. Nuestro Jardín de la Παναγία
Todasanta, es un lugar especial de divinidad y paz de Dios que
disfruta la bendición de la zéosis,
vive la comunión con Dios, tiene clarividente y lúcida la
experiencia de Su Jaris, de Su Luz. Por eso muchas personas, en su
mayoría jóvenes, se benefician, se refuerzan, renacen en Cristo, en
algún peregrinaje al Azos o manteniendo también sus lazos
particulares con él. Y así disfrutan y se alegran de Dios en sus
vidas y empiezan a comprender qué es la Ortodoxia, vida Cristiana,
lucha espiritual y ¡qué alegría y enorme significado dan estas
cosas a sus existencias! Saborean algo del gran regalo de Dios al
hombre, la zéosis.
No
olvidemos pues, todos los Pastores de la Iglesia, teólogos,
catequistas, la educación de la zéosis,
por la cual los jóvenes y todos nosotros los humildes, con la Χάρις
(Jaris) la increada energía de Dios, en la lucha diaria, la lucha
por la metania, confesión, aceptación y arrepentimiento, por el
cumplimiento de Sus santos mandamientos, anhelamos conseguir la
posibilidad de gozar esa bendición de Dios, la unión con Él,
alegrarnos enormemente en esta vida, pero ganar también la eterna
felicidad, la bienaventuranza.
Demos
gracias continuamente al Santo Señor por el regalo de la zéosis,
que es regalo de Su Amor. A Su Amor correspondamos con nuestro amor.
El Señor quiere y anhela nuestra zéosis.
Además, por esta razón se hizo hombre y murió en la cruz. Para que
ilumine como Sol en medio de muchos soles, como Dios en medio de
dioses. Así sea. Amén.
Glosari
o Miniléxico
Ἀμαρτία
amartía=
pecado,
del antiguo verbo amartano-pecar que es, fracasar, errar, fallar el
blanco. El fracaso del hombre, vivir auténticamente tal como Dios le
ha creado, se manifiesta como rebelión contra Él y Su voluntad,
infracción de Su ley con todo tipo de pensamiento, loyismós
y acción, se relaciona por el significado con autoengaño y se debe
leer teniendo presente esta interpretación.
Ἀπάθεια
apácia,
sin pazos,
impasibilidad, sin pasiones, sin padecimientos y afecciones. Es la
psique
inamovible hacia el mal. Es la liberación de la psique
de los movimientos antinaturales de la atracción de los pazos.
Es el final de la áskisis
del ejercicio espiritual. Apacia
es paz y serenidad enérgica activa del nus
y la psique.
No consiste en la paralización y desarraigo de las fuerzas yenergías
de la psique
como en la filosofía de los estoicos o las religiones orientales
(hinduismo, budismo), sino su metamorfosis, conversión,
transformación por las virtudes y su giro total hacía Dios. La
apacia
es
un regalo de Dios.
Ἄσκησις
áskisis
(ascesis)
ejercicio, práctica, en la terminología Ortodoxa se llama así a la
lucha continua del hombre para aplicar y cumplir los mandamientos y
el método que usa para corresponder a la llamada de Cristo para
entrar a su realeza, (cf. Mc. 8, 34, y Mt.11, 12). Son tres las
etapas, la katarsis
del
corazón, iluminación
del nus
y la zéosis
por
la energía increada, Jaris.
La
áskisis
es una tarea de toda la vida pero termina con el descanso de la
apacia.
Βασιλεία
τοῦ
Θεοῦ/τῶν
ουρανῶν
(vasilía
tu Zeú/ton uranón) Realeza
de Dios/de los cielos, el
nombre Reino no está en ninguno de los originales Elénicos. Realeza
(cualidad) es
el elemento básico de las enseñanzas de Jesús y el tema central de
los
libros
del Nuevo Testamento, donde con esta expresión se manifiesta una
nueva época que se inaugura con la obra de Χριστός
(Jristós) Cristo y en la cual domina en vez de odio el amor, en vez
de la oscuridad tinieblas luz, en vez de la incredulidad la luz de la
fe, en vez de la desesperación la esperanza. La nueva época se
anuncia ya como actual presente, pero también esperada por completo
en el futuro con la segunda advenida de Cristo. La realeza
de Dios es el predominio entero de la voluntad de Dios en la vida de
los hombres, tanto en la personal "la realeza
de
los cielos está dentro en vuestro interior" (Luc 17,21), como
en la vida social "que venga tu realeza
en nosotros, hágase tu voluntad en la tierra, tal como en el cielo,
Mateo 6,10". La realeza
de Dios, como realidad terrenal del presente, se materializa en las
personas por la vida santa de los cristianos, "los hijos de la
realeza”
(Mateo 8,12), entonces coincide con la institución de la Iglesia.
San Máximo el Confesor nos dice que la realeza
es el Espíritu Santo que percibimos su increada energía Jaris, la
cual hemos perdido por la desobediencia a Dios.
Porque, nombre de Dios y Padre en hipostasis
(base
subsistencial), es el Hijo Unigénito y la realeza
de Dios y Padre en hipostasis
es el Espíritu Santo procedente del Padre. (Filocalía).
Γνῶσις
Gnosis conocimiento,
en
su significado común el término expresa la sabiduría humana,
mundana, las gnosis o conocimientos creados. En la teología
Patrística Ortodoxa,
gnosis
es la experiencia personal de Dios, la contemplación “zeoría”
o
visión de Dios. Esta gnosis
es conocimiento más allá de todo conocimiento creado, es increada
gnosis (energía) y se adquiere con la oración, la participación en
la Divina Liturgia y la iniciación en los Misterios Ortodoxos.
Διάνοια
diania
mente,
intelecto, que
está en el cerebro o enkéfalos: “amarás a Kirios tu Dios con
todo tu corazón ... y con toda tu diania... Marc. 12,30”. διά
diá= dividido por, a través, para, por; y νούς-nus.
Diania
(de
dianús) es la menteintelecto o cerebro la parte de la energía del
nus que elige, parte, divide y analiza un loyismós,
pensamiento o reflexión. La capacidad lógica y intelectual del
hombre, función de la cual es la deducción de conclusiones o la
transformación y desarrollo de conceptos que resultan de los datos
que se facilitan en el nus por “apokálipsis”,
revelación
o descubrimiento, o mediante gnosis
y
percepción espiritual, o por observación de los sentidos, es decir,
todo lo que percibe el nus interior y exterior, la mente-diania o
cerebro lo desarrolla y exterioriza. La gnosis de la mente-intelecto
es, pues, inferior a la increada gnosis
espiritual.
La madre de todas las imperfecciones es el perfeccionismo intelectual
humano que conduce al orgullo, la soberbia intelectual y espiritual.
“...el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado diania para que
conozcamos al verdadero...1ª Jn. 5,20”.
Θεάνθρωπος
Zeánzropos Dios hombre
(Θεός=Zeós
Dios, ἄνθρωπος
= anzropos hombre, humano). Se refiere a las dos naturalezas de Jesús
Cristo, la divina y la humana. Estamos llamados zeantrópicamente a
ser y vivir, con centro en Cristo, Logos de Dios y después nosotros
siguiendo Sus enseñanzas podemos “metamorfosearnos”,
convertirnos, en hombres dioses y vivir tal como en el cielo también
en la tierra por la energía increada Jaris.
Θεοτόκος
Zeotocos
la
que
parió
a Dios. El término Zeotokos atribuye con exactitud la forma que la
Panayía (Todasanta) Virgen María coenergizó y cooperó al Misterio
de la encarnación de Dios Logos.
El Jesús Cristo, que nació de la Panayía Virgen, es el Hijo de
Dios (o sea el verdadero Dios) que se hizo hombre para nuestra
salvación y no un teóforo (portador de Dios) o deificado hombre.
Κάθαρσις
Kázarsis, catársis, limpieza,
purgación, purificación, terapia o sanación. Se refiere
principalmente a la psique,
en la teología patrística, para expresar el primer de los tres
estados. Es la expulsión del corazón de todo lo que no es natural,
de los loyismí
o tentaciones y de los malos deseos, ilusiones, ansias, la conversión
de los pazos,
a través del cultivo y apropiación de las virtudes en el lugar de
presencia de Dios, el corazón.
Καρδία
kardía
Corazón:
para
la enseñanza de nuestra Iglesia, es el centro de las fuerzas
psicosomáticas de la existencia humana y está constituido por las
energías y fuerzas psíquicas. Constituye el espacio espiritual de
la psique
donde entran en conflicto la energía Jaris
de
Dios con los pazos,
pasiones
o emociones. Dentro del corazón se hace la lucha por la vida y la
muerte, la guerra invisible interior. Allí pues la increada divina
energía Jaris
intenta conducir al hombre a la bondad y a la virtud, y allí el
espíritu tránsfuga, el de la dispersión, se esfuerza por llevar al
hombre hacia obras oscuras de pecado.
Todos los bienes que hacen los justos provienen y salen "del
tesoro bondadoso de su corazón" y todos los males que hacen los
malvados e injustos "del malvado tesoro de su corazón” (Lc.
6, 45), y los que están "limpios del corazón, ellos
contemplarán – verán - a Dios” (Mt. 5, 8).
Λογική
loyikí Lógica:
es la energía y fuerza de la psique,
con la que adquirimos la conciencia del mundo que nos rodea y estamos
en relación con él. En las escrituras patrísticas la lógica no se
identifica con el nus.
Con
éste conseguimos la experiencia de Dios, y con la lógica
describimos cuando hace falta y a medida de lo que nos es posible,
esta experiencia.
Λογικός
Lógico: el
término conecta con el Logos y a través suyo con el divino Logos,
Segunda Persona e Hipóstasis de la Santísima Trinidad. El término
se refiere al nus
que da la posibilidad de adquirir increada gnosis
espiritual.
Cuando el término se usa en combinación con la psique
– psique lógica -
entonces significa divina belleza, dotada de lógica.
Correspondientemente, lo lógico, lo logístico o el loyismós
constituyen los principales elementos del nus
o de su función.
Λογισμós,
οί-
el Loyismós o los Loyismí:
en
la escritura patrística, se llaman los pensamientos simples,
razonamientos, reflexiones, concepciones o las tendencias conscientes
e inconscientes de la psique,
o vivencias enteras (en que actúan todas las fuerzas de la psique:
nus, menteintelecto, corazón, conciencia y voluntad). En el último
de los casos tenemos la forma total de los loyismí.
Éstos conectan con imágenes y con varios estímulos, que provienen
de los sentidos físicos y la fantasía. Sobre todo los loyismí
pecaminosos
(avaricia, gula, ira, vanidad, soberbia, pereza, lamentación,
lujuria). Mediante estos los loyismí
entran
en la psique
los
pazos
por el siguiente proceso: choque del nus
y el loyismós;
conversación del nus
con
él; aceptación por la psique;
cautiverio de la psique
por
el loyismós;
deseo, ansia y caída en el pecado, pazos.
Λογιστικό
Loyistikó o logístico:
es
una de las tres partes de la psique,
a la cual corresponden las virtudes de la lógica, sensatez,
coherencia y sabiduría. Sus fallos son ausencia de fe, herejía o
error, insulto, orgullo, vanagloria, etc. en cambio su sanación es
oración continua, estudio y agradecimiento a Dios.
Λόγος
(Logos)
Los Sabios Santos Padres Ortodoxos helénicos y todos los helenos,
según el contexto
en
general cuando el término está escrito con la “L” mayúscula
aludimos a Cristo. “Logos” significa el desarrollo del
pensamiento expresado con la voz propia del lenguaje, y también
causa, razón, motivo, relato, opinión, dicho, discurso, expresión,
tratado. Del logos provienen la lógica y λογισμοί
(los
loyismí) del verbo λέγω
(lego); “digo”, “hablo”, “expreso” y también λέξιs
(lexis); “palabra”, que poco tendrían que ver con el “logos”
que tan mal se ha traducido en Occidente,: es vergonzoso, traducen
”todo se hizo por Ella”,: Jn1,3) “sin Ella nada se hizo, de
todo de lo que está hecho”,es decir, llaman Ella al Logos de Dios,
Cristo.
En
la Iglesia Ortodoxa, Santa, Apostólica y Católica (no confundirlo
con el sentido que da a “Católica” con el romanocatolicismo del
César papa), el “Logos” es la Segunda Persona e Hipóstasis de
la Santa Trinidad. Es Providencia Divina en la que se concibió toda
la creación; así tenemos el Dios Trinitario: Nus,
Logos,
Pnevma,
(Νοῦς,
Λόγος,
Πνεῦμα),
“Nus,
Logos,
Espíritu”
sin principio ni fin, inseparables e increados, el Cual creó al
hombre dotado de libre voluntad, como imagen y semejanza del
encarnado Logos Cristo, el Zeántropos (Dios-hombre), confiriéndole
de nus,
logos,
pnevma,
(νοῦς,
λόγος,
πνεῦμα),
“nus,
logos
y espíritu”
igual que Él. La espiritual psique del hombre se compone de nus y
logos y son inseparables. El Logos,
como principio cósmico unificador, contiene todos los logos
(los principios, las esencias interiores, los pensamientos de Dios)
con los cuales se crean y desarrollan todas las cosas en el tiempo y
el espacio, más las formas que son dadas, conforme con las cuales
cada objeto contiene los principios de su propio desarrollo. Estos
son los logos
contenidos en el Logos,
y aparecen en distintas formas en el universo creado, constituyendo
la segunda etapa en la contemplación del universo. En el Evangelio
de San Juan empieza con un himno (Jn.1.1-5.9-12.14.16), el cual,
combinando representaciones que se habían transformado en el
pensamiento judaico con términos filosóficos helénicos de la
época, proclama la gloria y la obra sanadora y salvadora de Jesús
como "Logos de Dios". Con base al acontecimiento de la
encarnación o hecho hombre (1,14), se aclara totalmente en el
Evangelio de San Juan el carácter personal del Logos, el cual
preexistía en Dios (1,12. 10,30), todo se hizo por Él (1,2),. Al
contrario que el pensamiento de aquella época, en los que se refiere
el himno, las representaciones y los términos recalcan que el
"Logos", que se humanizó en Jesús, no es una creación,
sea el primero y mejor, sino el mismo Dios (1,2), que se hizo
realmente hombre.
Logos
de los seres:
constituyen medios de elevación del
nús
a Dios por la creación. Existen dos clases de logos de los seres, 1)
los logos increados e idénticos con Dios y 2) los logos creados y
naturales que se ven en las creaciones de Dios.
Μετάνοια
Metánia del
verbo μετά-νοώ, metá=después, con, y noó= concibo, percibo
con el nus como energía y el corazón como esencia. Quiere
decir giro del nus (metanús), introspección y conversión de la
conducta del hombre y sobre todo giro, cambio de
mentalidad y
actitud de la vida en pecado y del mal por la vida en Cristo. El
nuevo Testamento empieza y acaba con la metania (Mt,
3,2
Lc
24,47).
Metania
se llama también uno de los Misterios de nuestra Iglesia Ortodoxa,
con el cual se facilita la absolución y perdón de los pecados,
aceptación, confesión, arrepentimiento, rectificación, terapia y
sanación. También se llama así a un gesto reverente que se
acostumbra hacer en la veneración Ortodoxa. Hay dos
metanias-genuflexiones distintas: una es un simple movimiento de la
cabeza hacia abajo y otra grande reverencial, arrodillándose.
Νοῦς
nus
o
(νοερά
ενέργεια
noerá energía)
los
usan
los Padres con varios significados; no se debe confundir con la
diania.
En castellano es el espíritu del hombre o energía humana creada, en
helénico los Padres lo llaman nus o noerá energía para no
confundir con la increada energía Jaris del Espíritu Santo o el
Paráclitos. Cuando el nus
queda preso o apegado en la diania
y en la fantasía o imaginación es cuando viene nuestra caída y el
nus
tiene que estar alerta, vigilante y sobrio para impedir la entrada en
la psique
de los malos loyismí,
no caer en esta trampa. El nus
constituye la fuerza y energía más alta del hombre es el "principal
ojo de la psique.
El estado natural del nus,
en el hombre creado por Dios, es la permanencia por la oración y la
alabanza en la memoria
de
Dios,
más la expulsión de los loyismí
del corazón.
Porque esta es exactamente la práctica ascética ortodoxa, el
regreso y estancia del nus
al corazón, el cual por causa de la caída del hombre se pierde y se
esclaviza, se convierte en idólatra o se autodeifica y alaba sus
propias creaciones en vez de agradecer y alabar a Dios.
Πάθος
pazos,
padecimiento,
pasión,
emoción, costumbre afectiva; En la terminología patrística se
llama así a todo movimiento anormal, en el sentido de no natural, de
las fuerzas de la psique.
Todos los pazos
que nacen de algún pecado
que se repite, y así se consolida en la psique
una tendencia pecadora o apego, adictiva, que con el tiempo llega a
ser una segunda "naturaleza", influyendo los pensamientos y
decisiones, dominando la voluntad y sellando toda su “psijosíntesis”.
Es preferible reeducarlos, convertirlos, que oprimirlos reprimiéndose
y finalmente se usarán de forma fructífera y no negativa.
Πνεῦμα
Θεοῦ
pnevma
zeú, Espíritu
de
Dios.
El término significa "aire","soplo respiro" y
expresa el portador con el cual Dios transmite la vida en sus
creaciones. Según el contexto también es la increada energía Jaris
de Dios Trina. El Espíritu de Dios a veces actúa en los hombres
moviéndolos a actos concretos apoderándose de profetas,
transportándolos a otro lugar.
Φωτισμός
τού
(tú)
νοῦ
(nú)
Iluminación del nus
: es la segunda etapa, después de la catarsis
del corazón,
de
la
vida
espiritual. En esta etapa el nus
ya
ha expulsado los apasionados loyismí,
y se hace templo del Espíritu Santo, tal como estaba antes de la
caída lleno de increada energía Jaris, y adquiere plegaria
incesante en la memoria de Dios. Por eso la iluminación del nus se
enlaza estrechamente con la oración noerá o de corazón.
Χάρις
τού Ζεοῦ
(jaris tu Zeú) Gracia
de Dios " (Jn. 1.14,16,17)
es energía divina increada, innata e inherente riqueza de la Deidad.
Especialmente en el campo de la redención, la Jaris
es en particular el don de Dios, que se derramó del sacrificio de la
Cruz de Cristo, y funcionando dentro en la Iglesia, envuelve al
hombre débil y pecador, lo santifica (cuando colabora libre y
voluntariamente) y le hace conseguir la zeosis. De la palabra Jaris
viene c-jarísma
don que es regalo de Dios en todos los hombres sin excepción alguna.
No se puede exigir como "recompensa" por obras buenas. Pero
se atrae especialmente con la ταπεινοφροσύνη
(tapinofrosini, con actitud sensata y humilde en la menteintelecto),
por la
metania
y el corazón
quebrantado (cf.1P 5. 5). La divina Jaris
se da con los santos Misterios ortodoxos de nuestra Iglesia. Esencia
y energía están relacionadas; no hay esencia sin energía ni
energía sin esencia. San Gregorio Palamás nos dice apofaticamente
"No de la esencia conocemos a Dios sino de Sus energías y de
increada esencia tenemos increada energía y de la creada esencia
creada energía". Los heterodoxos están muy confundidos y
oscurecidos sobre éste tema.
Ψυχή
(psijí)
psique,
alma,
ánima,
el término viene desde la antigüedad y se usa igual hasta hoy. En
el Nuevo Testamento y los santos Padres, se usa a menudo en vez de la
palabra anzropos, humano, hombre, (Rom.13,1). A veces en la Sagrada
Escritura significa simplemente la vida. (Mat.2,20. Juan10,11.
Rom.16,4), Pero psique se dice sobre todo del elemento espiritual, no
material de nuestra existencia (Mt 10,28); es un componente de las
dos partes de nuestra naturaleza ; el otro es el soma, cuerpo. Los
hombres tienen psique con esencia y energía, por eso tienen nus,
logos (lógica) y espíritu, el cual espíritu, es la increada
energía Jaris que vivifica el conjuntado cuerpo; nus y logos están
unidos e inseparados de la psique después de la muerte física; los
animales tienen la por energía psique por eso no tienen nus y logos
(lógica). Traducido por x.X,
Jristos Jrisulas.
La
Ortodoxia
no es una religión, es fe en apocalipsis,
revelación. La columna vertebral de la Ortodoxia es catarsis,
iluminación
y zéosis,
más el discernimiento entre esencia y energía increadas y creadas;
es la auténtica psicoterapia y “fe energizada por la agapi-amor”
(Gal.5,6), la increada energía amor de Jristós, energizada por la
energía Jaris increada (gracia) del Dios Trina. En nuestra Iglesia
se sana el hombre físicamente y psíquicamente como dice la divina
liturgia, “Jristós el médico de nuestros cuerpos y psiques”,
sanación del hombre enfermo a causa del obscurecimiento de su nus
por el movimiento de la energía maligna de su propia voluntad
egoísta y orgullosa y del mal-astuto. “Ven y lo verás”.
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