QUE
ES EL CRISTIANISMO ORTODOXO
1.
+Yerontas
Atanasio Mitilineos
2.
Protopresbítero Gheoryios Metalinós
1.
Qué es el cristianismo
Resumen
de diez homilías de media hora sobre el tema.
+Yerontas
Atanasio Mitilineos, el profeta del siglo XX.
En
principio el cristianismo no es religión, como todas las religiones
que se mueven de abajo hacia arriba,
como una búsqueda de Dios
ο
por invención, es decir, el hombre que busque a encontrar a Dios. Si
el hombre busca a Dios se llama religión y si Dios busca al hombre
se llama cristianismo. “Declinó los cielos y bajó”, “la
oveja perdida”,
e.t.c.
Además,
el cristianismo ortodoxo no es un sistema filosófico, como una
creación humana de la lógica o logos humano.
Tampoco
es un sistema ético que viene a mejorar la vida del hombre siempre
por el logos humano.
No
es cultura el cristianismo. Está claro que la cultura intenta
mejorar las condiciones de vida.
El
cristianismo ortodoxo no es un sistema social que se cuida del
reparto de los bienes materiales y su disfrute.
El
cristianismo ortodoxo
es: “El logos se hizo sarx (cuerpo y carne)” Jn,1,2. El Dios se
hizo hombre, es decir, la encarnación, humanización de Dios que se
revela, apocalipta en los hombres, esto que dice el Apóstol Pablo:
“El Dios se reveló, apareció y se manifestó en sarx (cuerpo y
carne). El cristianismo ortodoxo es apocálipsis (revelación) de
Dios, no busca el hombre a Dios, el Dios busca al hombre. Es
movimiento de arriba hacia abajo.
Aún
más, los nombres del cristianismo que revelan su contenido, sus
cualidades se llaman: fe, como correspondencia al Dios que se
apocalipta, revela.
Se
llama: esperanza, como esperanza de salvación.
Se
llama: paz, como intercambio de Dios y los hombres en Jesús Cristo.
Se
llama: camino como superación y derrota del pecado, de la muerte y
la materialidad, en la persona de Cristo camino hacia el cielo.
Se
llama: piedad, como regreso al único Dios verdadero.
Se
llama: creación nueva y nuevo hombre, como renovación ontológica
del universo, pero también renovación espiritual y ontológica
también del hombre, puesto que el hombre resucitará. Salvación
ontológica que
es la salvación del hombre entero, del cuerpo y de la psique.
Se
llama: Jerusalén de arriba, porque nuestro gobierno o legislación
está y existe en el cielo, como dice el Apóstol Pablo.
Se
llama: Realeza (increada), porque es nuevo gobierno o régimen,
nuevas relaciones, nueva vida, vida eterna, zeoría (contemplación)
de Dios, doxa-gloria y gracia del hombre, vida del hombre a la vida
(increada) de Dios. El cristianismo ortodoxo es: apocálipsis
(revelación) del verdadero Dios, del único Santo Dios Trinitario,
una esencia y tres hipostasis (bases subsistenciales o substanciales)
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
El
cristianismo ortodoxo es: la apocalipsis en Espíritu Santo y
vivencia, experiencia en Cristo Jesús.
El
cristianismo ortodoxo es: imitación de la Santa Trinidad, en la
unidad de la esencia y la libertad de la persona-hipostasis. Es
decir, kinonía-verdadera comunión, unión y conexión. Esta
imitación se consigue en la imitación de Cristo según la medida de
la humanización, es decir, a semejanza de Cristo, como rendimiento,
prestación o correspondencia a Cristo, como imágenes de Él. Por
eso el cristianismo es vivir en Cristo, según san Ignacio de
Antioquía.
Si
hacemos un resumen del resumen, si tuviéramos que decirlo en dos
palabras qué es el Cristianismo ortodoxo, diríamos: El cristianismo
es el Cristo. No tenemos en un lado a Cristo y a otro el
cristianismo. Muchas veces hoy en día dejamos a Cristo, tomamos el
Evangelio y hablamos sólo de algunas cosas, hablamos de agapi, de
pobres, etc, pero Cristo no nos hace falta. El Cristianismo es el
Cristo, es la aparición, manifestación y revelación de Dios en
sarx (cuerpo, sangre y carne), es lo que formula la Santa Escritura:
“El Logos se hizo sarx para que la sarx se haga Logos, es decir, el
Dios se hizo hombre para que el hombre se convierta y haga Dios por
la Jaris (energía increada), esto es el cristianismo ortodoxo.
San
Gregorio de Nicea dice: “el cristianismo es la imitación de la
divina naturaleza tal como se nos ofrece. Saben que en la misma
naturaleza encontramos una usía-esencia increada, una energía
increada y tres hipostasis-personas.”
Πρωτοπρεσβυτέρου
Γεωργίου Μεταλληνού
Ομοτίμου
Καθηγητού Θεολογικής Σχολής Πανεπιστημίου
Αθηνών
Protopresbítero
Gheoryios Metalinós
Catedrático
de la Universidad de Teología de Atenas.
ΤΙ
ΕΙΝΑΙ
ΟΡΘΟΔΟΞΙΑ;
Qué
es
Ortodoxia.
Hablando
sobre la Ortodoxia no debemos repetir el error de Pilato, cuando
preguntó a Cristo: “Qué es la verdad” (Jn
18,38). Lo correcto, lo ortodoxo es: “Quién es la verdad”.
Porque la verdad no es una idea, una teoría, un sistema, sino
persona, la Santísima Persona del Humanizado Logos de Dios, del
Jesús Cristo. Lo mismo tenemos que preguntar sobre la Ortodoxia,
porque se identifica con la tentrópina (divino-humana) Persona del
Logos de Dios. Él, como Θεάνθρωπος (Zeánzropos, Dios y
hombre), es nuestra Ortodoxia, nuestra Verdad entera.
- Si quisiéramos definir convencionalmente el Cristianismo como Ortodoxia, diríamos que es la experiencia de la presencia del Increado (Dios) dentro de la historia y el poder de lo creado (el hombre) convertirse y hacerse Dios “por la jaris, energía increada”. Con la presencia continua, entregada de Dios en Cristo en la realidad histórica, el Cristianismo ofrece al hombre el poder de la zéosis, tal como la ciencia médica le proporciona la posibilidad de mantenimiento o apocatástasis (restablecimiento) de su salud, pero en los dos casos dentro de un proceso y una forma de vida concreta.
El
objetivo único y absoluto de la vida en Cristo es la Zéosis, es
decir, la unión con Dios, de modo que el hombre participando de la
energía increada de Dios, se convierta y haga “por la jaris “
esto que el Dios es por su naturaleza (sin principio ni fin, eterno e
interminable.) Esto es el concepto cristiano de salvación. No se
trata de una mejora ética del hombre y de la sociedad, sino sobre la
renovación, recreación del hombre en Cristo, de la relación
existente y existencial con Cristo, el Cual es la manifestación
encarnada de Dios en la historia. Esto expresa la frase de Pablo:
“Por lo tanto, si uno vive en Cristo…” (2ª
Cor
5,17)
El
que está unido con Cristo es una nueva creación. Por eso
cristianamente la encarnación del Logos de Dios, la introducción
redentora de lo Eterno y Supremo del tiempo dentro en el tiempo
histórico, es el principio de un nuevo mundo, literalmente una nueva
época o era (New Age) que continua hasta el final de los siglos y en
las personas de los auténticos cristianos, es decir, de los Santos.
La
Iglesia, como “Cuerpo de Cristo” y sociedad en Cristo, está en
el mundo para ofrecer la sanación y salvación, como adhesión del
hombre y la sociedad en este proceso renacentista. Esta obra concreta
salvadora de la Iglesia se realiza esencialmente en la Iglesia,
actuando en la historia como un Hospital universal. Por san Juan el
Crisóstomo (+407) la Iglesia se llama: “Hospital espiritual”. A
continuación
se
dará
una
respuesta
a
las
preguntas:
1)
Cuál es la enfermedad que terapia, sana la Ortodoxia cristiana.
2)
Cuál es el método terapéutico que aplica.
3)
Cuál es la identidad del auténtico Cristianismo que le diferencia
radicalmente de las declinaciones heréticas y de cada forma de
religión.
2.
La
enfermedad de la naturaleza humana es el estado de caída o caótico
del hombre y junto toda la creación que gime, padece y sufre
conjuntamente con él. Este diagnóstico concierne a cada hombre,
independientemente si es cristiano o no, si cree o no, a causa de la
unidad natural del conjunto de la humanidad. (He
17,26). La
Ortodoxia cristiana no se encierra en unos límites estrictos de una
religión, que se interesa sólo para sus seguidores, sino tal como
el Dios, “quiere que todos los hombres se sanen, se salven y
lleguen al conocimiento de la verdad” (1ªTim 2,4); puesto que el
Dios es “sanador y salvador de todos los hombres” (1ªTim 4,10).
La enfermedad, pues, de la que habla el cristianismo es de toda la
humanidad, “…en todos los hombres vino la muerte, puesto que
todos pecaron, (olvidaron su camino hacia la zéosis), (Rom 5,12).
Tal como la caída (enfermedad) es de toda la humanidad, lo mismo
también la salvación-terapia depende del funcionamiento interior de
cada hombre.
La
experiencia de los Santos conoce un sistema memorial, la memoria
noerá (espiritual humana) del corazón, que funciona al corazón
(psicosomático) y que la medicina lo ignora. El corazón, en la
tradición ortodoxa, no funciona sólo naturalmente, como una bomba
de agua para el movimiento de la sangre. Porque más allá del
funcionamiento físico tiene también un funcionamiento sobrenatural.
Bajo unas condiciones se convierte el espacio de la kinonía
(comunión, unión y conexión) con el Dios, es decir, con Su energía
increada. Está claro que esto se percibe dentro de la experiencia de
los Santos, los verdaderos Cristianos y no con la función lógica o
la teologización intelectual.
San
Nicodemo el Aghiorita, en su obra “Manual de consejos”,
recapitulando toda la tradición patrística, llama el corazón
centro natural y sobrenatural y también contranatural cuando su
funcionamiento sobrenatural es inactivo a causa de los pazos que
dominan el corazón. El funcionamiento sobrenatural del corazón es
la condición indispensable para la terminación, consumación,
perfección del hombre, es decir, su zéosis, como plena integración
de la en Cristo comunión.
El
funcionamiento sobrenatural del corazón se convierte y se hace en el
espacio de la energetización del nus. En el código lingüístico de
la Ortodoxia el nus –en el N. T. se llama espíritu del hombre y el
ojo de la psique-, es la energía de la psique con la cual el hombre
conoce a Dios, llegando a la visión, expectación de Dios, la
Zeoptía (avistamiento divino o visión de Dios). Está claro que
debemos aclarar que la gnosis de Dios no significa gnosis de la
divina esencia in-participable e invisible, sino de la energía
increada. El discernimiento entre esencia y energía en Dios es
esencialmente la diferencia de la Ortodoxia de cualquier otra
interpretación del cristianismo. La energía del nus dentro del
corazón se llama “noerá liturgia (funcionamiento) del corazón.
Aclaramos otra vez que Nus y Logos (Lógica) ortodoxamente no se
identifican, porque la lógica se energiza y opera al cerebro, en
cambio el nus al corazón.
La
liturgia o funcionamiento
noeró
(o del nus),
se realiza como “oración incesante” (1ªTes 5,7) del Espíritu
Santo al corazón (Gal 4,6 Rom 8,26 1ªTes 5,19). El hombre teniendo
al corazón la memoria a Dios, tiene sentido que Dios habita en su
interior (Rom 8,11). San Basilio el Grande en su 2ª Epístola dice
que la memoria de Dios permanece incesante, cuando no es interrumpido
de las preocupaciones terrenales, sino que el nus sale hacia Dios, es
decir, está en kinonía-comunión, conexión con Dios. Pero esto no
significa que el creyente energizado de la divina energía increada
evita las ocupaciones necesarias de la vida, permaneciendo en la
apraxia, inactividad o en algún éxtasis, sino de la liberación del
nus de las ocupaciones aquellas que se ocupa la lógica. Utilizaremos
un ejemplo que nos toca de cerca. Un científico que ha conseguido el
funcionamiento noeró (o espiritual humano), con la lógica de la
mente se ocupa de sus problemas, en cambio su nus dentro de su
corazón, mantiene la memoria de Dios incesante. Este es
ortodoxamente el hombre saludable, el normal, (el Santo.)
El
no funcionamiento o sub-funcionamiento de la8noerá
energía del hombre es la esencia de la caída hombre. El célebre
“pecado original” es exactamente el olvido del hombre, aún en el
principio de su presencia histórica, salvar la memoria de Dios, es
decir, la kinonía-comunión, unión y conexión con Dios en su
corazón.
En
este estado enfermizo participan todos los descendientes de los
primeros en ser creados, porque no es un pecado ético, personal,
sino enfermedad de la naturaleza del hombre, (por el pecado se
enfermó nuestra naturaleza, observa san Cirilo de Alejandría +444)
y se transmite de hombre a hombre, tal como exactamente la enfermedad
de algún árbol se transmite en otros que provienen de este.
La
inactividad del funcionamiento de la memoria de Dios y su confusión
con el funcionamiento del cerebro, tal como sucede en todos nosotros,
esclaviza al hombre en la ansiedad, la angustia, en el ambiente y en
la búsqueda de bienestar entre el individualismo y la
insociabilidad. En este estado de enfermedad por la caída, el hombre
utiliza a Dios y al hombre para consolidar su seguridad individual y
su bienestar. La
utilización de Dios se hace con la “religión”, (el intento del
hombre de arrebatar la fuerza de lo Divino) que puede degradarse en
autodeificación del hombre, (me convertía en auto-ídolo, dice san
Andreas de Kreta en el Gran Canon). El uso del prójimo y por
extensión de la creación se hace con la explotación de cualquier
manera posible. Esta es, pues, la enfermedad que el hombre busca
sanar, incorporándose íntegramente en “la clínica terapéutica
espiritual” de la Iglesia.
3.
El
propósito de la presencia de la Iglesia en el mundo como
kinonía-comunión en Cristo es la terapia del hombre para su
restablecimiento de la comunión, conexión del corazón con Dios, es
decir, el funcionamiento noeró (espiritual, del espíritu humano).
Según el bienaventurado Padre y catedrático Romanidis: “La
tradición patrística no es una filosofía social, ni un sistema
ético, tampoco un dogmatismo religioso, sino una instrucción
terapéutica. En este punto se parece mucho con la Medicina
principalmente con la psiquiatría. La energía noerá (espiritual
humana) de la psique, que ora noeramente (con el nus)-espiritualmente
e incesantemente en el corazón, es un órgano fisiológico que todos
lo tienen y que necesita terapia. Ni los filósofos, ni ningún
tratado de las ciencias sociales positivas pueden terapiar, sanar
este órgano. Por eso el hombre no terapiado, no sanado por costumbre
ni siquiera conoce que existe este órgano.
La
necesidad de terapia del hombre, según las anteriores afirmaciones,
es una cuestión de todo ser humano, relacionado primero con el
restablecimiento (apocatástasis) de cada hombre en su existencia
natural por la re-energetización y también del tercer
funcionamiento memorial, el noeró (o espiritual humano). Pero se
extiende también en la presencia social del hombre. Para que el
hombre pueda estar en comunión como hermano con su prójimo, es
necesario que el interés propio, que finalmente funciona como
filaftía (egolatría, excesivo amor a sí mismo y al cuerpo),
convertirse en desinterés del sí mismo o en altruista, “la agapi…
no busca lo suyo” (1ªCor 13 4-8). Desinteresada es la agapi de
Dios Trinitario (Rom 5,8 1ªJn 4,7), que lo da todo sin recompensa.
Por eso también el ideal social de la Ortodoxia cristiana no es la
propiedad común, sino “sin propiedad, pobreza o la insolvencia”,
como auto-desprendimiento de cada exigencia excesiva. Porque
sólo
entonces
es
posible
la
justicia.
El
método de terapia que se ofrece de la Iglesia es la vida espiritual,
como vida en Espíritu Santo. La vida espiritual se vive como
ejercicio (ascesis) y participación en la Jaris, energía increada,
entregada mediante los misterios (sacramentos). La ascesis es
esfuerzo de nuestra naturaleza autonomizada y mortificada, que camina
hacia la muerte espiritual o eterna, es decir, la separación eterna
de la Jaris de Dios. La ascesis aspira en la victoria sobre los
pazos, para que sea vencida la esclavitud interior de los focos
enfermizos del hombre y que participemos de la cruz de Cristo y de Su
Resurrección. El Cristiano ejercitándose bajo la conducción de su
Terapeuta-Guía espiritual, se convierte y hace receptivo de la Jaris
que recibe por su participación en la vida mistiríaca (sacramental)
del cuerpo eclesiástico. Cristiano sin ascesis no puede haber, tal
como no puede haber hombre terapiándose o sanándose que no cumple
la instrucción terapéutica que le ha definido su médico.
4.
Todo lo anterior nos conduce a unas realidades estables, que prueban
la identidad de la Ortodoxia cristiana:
a)
La
Iglesia
como
cuerpo
de
Cristo,
funciona
como
una
Clínica-Hospital.
De
otra manera no sería Iglesia, sino Religión. Los Clérigos al
principio se seleccionaban de los terapiados, sanados para que
funcionen como terapeutas de los demás. El funcionamiento
terapéutico de la Iglesia se salva hasta hoy, principalmente en los
Monasterios que aún aguantan y no están bajo la presión de la
secularización o mundanización, continuando la Iglesia de los años
apostólicos. Por eso los monasterios ortodoxos permanecen como
modelos o prototipos para las parroquias del mundo.
b)
Los
científicos
de
la
terapia
eclesiástica
son
los
que
están
terapiados,
sanados.
El
que no tiene la experiencia de la terapia no puede ser terapeuta.
Esta es la diferencia esencial entre ciencia terapéutica pastoral y
ciencia médica. Los científicos de la terapéutica eclesiástica
(Padres y Madres) instruyen y realizan otros terapeutas, tal como los
maestros de la Medicina instruyen y consagran a sus sucesores.
c)
La delimitación de la Iglesia en un simple perdón de los pecados,
para la introducción después de la muerte al paraíso, consiste en
una alteración y equivale como si la ciencia médica perdona al
enfermo, para que sea sanado después de la muerte. La Iglesia no
aspira en enviar a alguien al paraíso o al infierno. Además,
Paraíso e Infierno no son lugares, sino modos de existencia. La
Iglesia, terapiando, sanando al hombre, le prepara a ver a Cristo
eternamente dentro de Su Luz increada como paraíso y no como
infierno, es decir, “como fuego consumador” (Heb 12,29). Y esto,
naturalmente, concierne a cada persona, porque todos los hombres
estarán viendo eternamente a Cristo como “Juez” del mundo.
d)
La
validez de la ciencia se demuestra de la consecución de sus
objetivos, por ejemplo, en la medicina por la terapia, sanación del
enfermo. Así se diferencia la auténtica medicina científica de los
curanderos matasanos. El criterio y la terapéutica pastoral de la
Iglesia es la consecución de la terapia espiritual, por su apertura
hacia la zéosis. La zéosis no se traspasa en la vida después de la
muerte, sino que se realiza en la vida del hombre en este mundo, aquí
y ahora. Esto se certifica por las reliquias de los Santos que vencen
la corrupción biológica, como por el ejemplo de los Eptanisos
(siete Islas del mar Jónico): San Esperidón, san Gerásimos, san
Diosnisio de Zakinzo y santa Teodora. Las santas reliquias
incorruptas son para nuestra tradición las pruebas indiscutibles de
la zéosis, es decir, la consumación de la terapéutica de la
Iglesia. Rogaría al mundo científico que ponga especial atención
en las santas reliquias enteras, porque no sólo no han recibido una
intervención médica, sino que en ellas se manifiesta la energía
increada de la Jaris divina. Porque exactamente al momento que
empieza la disolución del sistema molecular, automáticamente se
transmite buen olor, aroma en vez de olor malo. Me limito en los
síntomas medicinales, y no me extiendo a los milagros, como
demostraciones de la zéosis, porque pertenecen a otra esfera.
e)
Finalmente, los textos sagrados de la Iglesia (Escritura, textos
sinódicos y patrísticos), no codifican alguna ideología cristiana,
sino que tienen carácter terapéutico, funcionando como los escritos
universitarios de la ciencia médica. Esto es válido también para
los textos litúrgicos, por ejemplo, las Bendiciones. La simple
lectura de una Bendición (oración), sin la paralela introducción
del creyente al proceso terapéutico de la Iglesia, no sería
diferente con el caso del enfermo con fuertes dolores que visita al
médico, y aquel en vez de intervenir drásticamente, se limita a
extenderle en la cama de cirugía y empieza a leerle el capítulo
relativo a su enfermedad.
Esta
es en pocas palabras la Ortodoxia. No tiene importancia que uno la
acepta o no. Por eso me dirijo a todos, y a los no cristianos y a los
desinteresados, pero también a los “cristianos” entre
paréntesis. Cualquier otra consideración sobre el Cristianismo
consiste en una tergiversación y perversión aunque quiera
proyectarse como Ortodoxia.
1.
Increado,
no constituido en el lenguaje popular es sólo el Dios Trinitario.
Creada es solamente la creación con puntal el hombre. El Dios no es
una fuerza o potencia universal, según el lenguaje de la Nueva Era
“todo uno, todos Dios”, porque como creador transciende el
universo, realmente en Su esencia “Algo” totalmente distinto.
Ninguna relación analógica existe entre lo creado y lo Increado.
Por eso lo Increado se conoce de Su auto-apocalipsis,
auto-revelación.
3.
Según el padre y catedrático Romanidis, granteólogo del siglo 20º,
es el cual debemos el regreso en la “filocálica”
terapio-ascetica consideración de nuestra Fe principalmente a nivel
académico, “religión” es toda identificación del increado con
lo creado, tal como ocurre con la idolatría. El hombre “religioso”
proyecta sus convicciones, reflexiones y pensamientos al espacio de
lo divino, constituyendo él mismo su Dios. Esto puede suceder
también en la “ortodoxia” no patrística. Su propósito es la
expiación o el sacrificio propiciatorio y finalmente la “utilización
de Dios para el beneficio propio, (relación mágica). Pero en
nuestra tradición, nuestro Dios, no tiene necesidad de nuestros
sacrificios propiciatorios, porque “Él primero nos amó” y sobre
todo desinteresadamente o de modo altruista. Lo da todo y no pide
nada de Sus criaturas. Por eso el desinterés o el altruismo es la
esencia de la agapi cristiana, que transciende a un trato de dar a
cambio de algo.
Πρωτοπρεσβυτέρου
Γεωργίου Μεταλληνού
Ομοτίμου
Καθηγητού Θεολογικής Σχολής Πανεπιστημίου
Αθηνών
Protopresbítero
Gheorgios
Metalinós
Catedrático
de la Universidad de Teología de Atenas.
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