LA VIRTUD DE LA VIRTUDES: “LA HUMILDAD”
POR LOS SABIOS Y SANTOS PADRES HELENO-ORTODOXOS
Cristo Dios dijo: “aprended de mí que soy humilde y apacible de corazón”.
El
egoísmo es una enfermedad de la personalidad, enfermedad del egó o yo.
Porque si yo no tengo autoconciencia, conciencia de mí mismo, es decir,
no tengo el yo o ego, entonces entendéis que la cosa es muy difícil y
seria. Es decir, no tengo personalidad, estoy loco. Por lo tanto el
egó-yo es lo que define la personalidad y el -ismo- es la enfermedad
psíquica y espiritual. Y esta enfermedad cómo se define, es muy difícil.
Es decir, cómo encontrarás el egoísmo, qué es aquello que hace el
egoísmo, qué elementos, no sé, qué puedo decir, me quedo perplejo. Ni el
mismo hombre puede entrar en esta pesadísima enfermedad que es la
primera, quizás la única consecuencia de la caída del hombre, del pecado
original. Por eso uno primero tiene que empezar obteniendo un
autoconocimiento, preguntarse quién soy. Y el mejor medicamento, fármaco
que destruye esta enfermedad es la HUMILDAD.
El modelo de humildad es el Cristo.
Humildad es parte de la deidad.
La humildad
es una anónima jaris (gracia, energía increada) en la psique que no se
puede nombrar sólo por aquellos que la probaron y la conocieron por la
experiencia. Es una riqueza inexpresable, un don, un nombre, una energía
increada y una donación de Dios.
La humildad es anónima, poliónima (multi-nombre) y multiforme.
Humildad es que uno se olvide inmediatamente de sus hazañas o de las obras buenas que ha hecho y el luto según Dios.
Humildad es una virtud que se relaciona y entrelaza directa e indirectamente con todas las demás virtudes.
Humildad significa negar el egoísmo.
Humildad es la sanación, apocatástasis, restablecimiento del egó o yo de la enfermedad del egoísmo.
Humildad es la metania, (introspección, conversión, arrepentimiento y confesión)
Humildad en la diania (cerebro, mente, intelecto) es la sencillez.
Humildad en la diania es conocer tus limitaciones y tu limitada razón.
Humildad en la diania es espíritu de aprendizaje.
Humildad del corazón es la comunión con las demás personas y con la creación entera.
Humildad
de corazón es ver a las personas como imágenes de Dios, no despreciar
ni rebajar a nadie, y no sentirte superior ni inferior a nadie.
Humildad de la voluntad es servir y amar al prójimo, y orar por él.
Humildad del cuerpo es vestir siempre decente, sencillo y limpio, no adornarse para impresionar.
Humildad según san Basilio es volver en tu propia realidad, valorar y estimar lo que realmente soy.
Humildad es el recuerdo de los pecados, porque el olvido de ellos provoca orgullo soberbia y engreimiento.
Humildad no es bajar la cabeza.
Humildad es considerarse a sí mismo como el último de los más grandes pecadores.
Humildad es concienciar y conocer con tu propio nus (espíritu) y mente tu propia enfermedad, debilidad e impotencia.
Humildad es adelantarse en las disputas y ser el primero en aplacar y disolver la ira y el odio al prójimo.
Humildad es conocer bien la jaris (gracia, energía increada) y la caridad de Dios.
Humildad es que uno sienta la contrición de su psique (por la continua metania) y la renuncia de su propia voluntad.
La humildad
es producto de la gnosis (conocimiento increado) y la gnosis es
producto de las tentaciones. En aquel que se ha conocido a sí mismo, se
le da la gnosis de todo, y en aquel que se ha sometido a Dios, se le
someterá todo, cuando haya dominado la humildad en sus miembros.
Humildad
es que uno por el conocimiento de su debilidad y de la ignorancia que
antes tenía, es que desconocía aquellas cosas que ahora ha aprendido, y
así hay muchas cosas más que quizás las aprenda más tarde, según san
Basilio el Magno.
Humildad
es que uno se ha reconocido a sí mismo que es una creación variable,
alterable y por nada presume, porque si tiene algo es por el Creador.
La humildad
pues, nace de la gnosis (divino conocimiento increado), y de la misma
nace el discernimiento del cual nace la clarividencia o perspicacia.
Humildad es fuente de la virtud o don del discernimiento.
La humildad es un techo divino que cubre nuestros ojos, para que no veamos nuestras hazañas.
La humildad es un abismo de pobreza y olvido de sí mismo, inmune e inaccesible a cualquier ladrón.
La humildad es “una torre fuerte frente al enemigo” (Sal 60,4).
La humildad es la puerta de la realeza increada celeste que introduce a los que se aproximan a ella.
¡Humildad y Agapi! (amor desinteresado, cariño y energía increada) ¡Pareja divina! Una eleva y la otra sostiene y mantiene a los que han sido elevados y no los deja que caigan jamás.
La
humildad es la enseñanza espiritual de Cristo, que se guarda de los que
son dignos, en cámaras místicas-secretas de sus psiques y no se puede
expresar en palabras.
La
humildad es un torbellino celeste que puede sacar la psique desde el
abismo del pecado y elevarla hasta las alturas del cielo. Una persona
una vez contempló en su interior la belleza de la humildad y quedando
atónito y alucinado preguntaba por el nombre del padre de ella. Ella con
una sonrisa luminosa y apacible le respondió: ¡Por qué quieres saber el
nombre de mi padre, puesto que él es anónimo? No te lo diré antes de
que alcances a tener a Dios en tu interior”. ¡A Él la doxa-gloria de los
siglos! Amín.
Traducido por: χΧ jJ www.logosortodoxo.com (en español)
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