ΟΣΙΟΥ
ΝΙΚΟΔΗΜΟΥ ΤΟΥ ΑΓΙΟΡΕΙΤΟΥ
ΑΟΡΑΤΟΣ ΠΟΛΕΜΟΣ
La guerra invisible, san Nicodemo el Aghiorita
PRIMERA PARTE
Capítulo A. 34: Algunas
gnosis-conocimientos que son útiles para que venzamos los pazos
y logremos nuevas virtudes.
Capítulo A. 35: Las virtudes deben ser
adquiridas gradualmente, primero debemos ocuparnos de una y después
con la otra.
Capítulo A. 36: Con qué medios se
adquieren las virtudes y cómo debemos gobernarnos para que estemos
ejercitándonos por algún tiempo sólo en una virtud.
Capítulo A. 37: Debemos progresar siempre
con esmero y cuidado al ejercicio de la virtud.
Capítulo A. 38: Teniendo obligación a
luchar siempre por las virtudes, no debemos evitar aquellas cosas que
nos son motivos y causas para adquirirlas.
Capítulo A. 39: Debemos amar todos los
motivos que provocan la adquisición de las virtudes y más aquellos
que traen más dificultades.
Capítulo A. 40: Cómo podemos en distintas
cuestiones y motivos utilizar el ejercicio de la una y misma virtud.
Capítulo A. 41: El tiempo que debemos poner
para el ejercicio de cada virtud; y sobre los puntos de nuestro
progreso.
Capítulo 34
Algunas
gnosis-conocimientos que son útiles para que venzamos los pazos
y logremos nuevas virtudes.
Aunque hasta ahora te he dicho muchas
cosas, mostrándote el método para vencer el sí mismo y armarte de
las virtudes, sin embargo es necesario anunciarte y pedirte todavía
algunas otras cosas demás.
1) Hermano mío, si quieres obtener
las virtudes, no sigas el orden que algunos utilizan y hacen
ejercicios los siete días de la semana, un ejercicio para una virtud
y otro para otra, no; sino que el orden tuyo de ejercicio que sea
hacer la guerra contra los pazos que son contrarios a las
virtudes, y que siempre te molestan y perjudican y continuarán
molestando, sino lo máximo que puedas, que estés adornándote de
las virtudes opuestas a tus pazos. Porque cuando logres estas
virtudes, las que son contrarias a los pazos que te molestan,
por supuesto que todas las demás virtudes las realizarás con
facilidad y las obtendrás con pocas praxis-acciones, cada una en su
debido tiempo y su acostumbrada causa; porque siempre las virtudes
están juntas y conectadas y el que ha logrado una totalmente, todas
las demás las tiene fácilmente a mano en la puerta de su corazón.
2) No aplaces nunca el tiempo para la
adquisición de las virtudes, ni días, ni semanas, ni años. Pero
casi siempre que luches como si entonces te hayas nacido; y como
soldado nuevo, guerrea continuamente y camina a la altura del
perfeccionamiento de las virtudes sin parar ni un momento. Porque si
en el camino de las virtudes y del perfeccionamiento paras, no es
como cuando respiras y tomas fuerza, sino para retroceder atrás o
debilitarte más.
Lo de parar, yo creo, es creerte que
has logrado totalmente la virtud y que busques las pequeñas faltas
que aún quedan, o las causas y motivos que te llaman en praxis para
otra virtud nueva. Por lo tanto, que seas siempre gnóstico
(conocedor), ardiente y hábil para no perder ni la más mínima
causa y motivo de virtud. Ama todos los motivos y causas que te
incitan a la virtud, sobre todo aquellas causas que te son más
difíciles para vencerlas. Porque también las praxis que se hacen
para vencer las dificultades para las virtudes, crean más rápido
las costumbres de las virtudes y con raíz más profunda. Pero
aquellas causas que te pueden incitar a la tentación carnal, con
toda diligencia y rapidez evítalas, como antes te dije.
3) Que seas prudente, sereno y
distintivo en aquellas virtudes exteriores que pueden producir
perjuicio y enfermedad al cuerpo, como son el castigar exageradamente
el cuerpo con ayunos, vigilias, estudios y otras cosas parecidas;
porque las virtudes, como te dije, se adquieren poco a poco y con sus
grados, como diré más abajo. Porque las otras virtudes que son
totalmente interiores y psíquicas, como son, el amar a Dios,
despreciar al mundo, lo de hacerte humilde ante tus ojos, lo de odiar
a los pazos y el pecado, el que tengas paciencia, apacibilidad
y perseverancia, el amar a todos y al que te perjudica y todas las
cosas similares, esta virtudes, te digo que no te hace falta que las
adquieras poco a poco, ni subir a la perfección de ellas en grados y
escalones, sino que apresúrate hacer para ellas todas praxis y a
medida de lo posible, lo más rápido que puedas.
4) Todo tu pensamiento, corazón y
deseo que no piense otra cosa sino sólo cómo vencerás aquel pazos
que combates y te combate y que logres la virtud que es contraria al
pazos; esto que sea para ti todo tu mundo, el cielo y la
tierra; esto que sea tu tesoro y propósito, para con esto seas
gustado a Dios; cuando comes, cuando bebes, cuando estás en ayuno,
todo lo que haces cuando estás en casa y cuando estás fuera, ten
cuidado de las piedades, devociones y trabajos manuales, todos estos
pues, que se dirijan y tengan como resultado a dominar y vencer aquel
pazos y lograr la correspondiente virtud.
5) Que seas
enemigo común de todos los placeres y gozos terrenales. Porque de
esta manera serás menos atacado de las demás maldades, las que
tienen como raíz el hedonismo. Cuando el hedonismo es cortado con el
aborrecimiento a nosotros mismos, entonces las maldades pierden su
fuerza. Porque si por un lado quisieras luchar contra alguna maldad,
digamos de un placer parcial, y por otro lado vigilar los otros
placeres terrenales, aunque no sean mortales sino ligeros y
perdonables, tu guerra será dura, sangrienta y muy incierta y a
continuación tu victoria será muy difícil. Por eso debes acordarte
siempre de aquellas divinas decisiones y decretos: “25 El que ama
su psique (vida) la perderá; y el que aborrece su psique (vida) en
este mundo la conservará para la vida eterna. 25. El que ama su
psique (alma o vida) y evita sacrificarla cuando el deber se lo
exige, éste perderá la eternidad de la realeza increada. Y aquel
que gracias a su deber no le importa su psique-vida en este mundo,
éste conservará y disfrutará la realeza increada aquí y en la
vida eterna” (Jn 12,25). Y “así que, hermanos, deudores
somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne y sus
deseos; porque si vivís conforme a la carne y sus deseos, moriréis;
mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne y sus
deseos, viviréis“ (Rom 8,12).
6) Y por último te pido que lo mejor y
quizá necesario para la adquisición de las virtudes es hacer
primero una confesión general con todas las maneras que es debido,
para que te asegures más que te cubre la jaris (gracia,
energía increada) de tu Dios, del cual esperas todos los carismas,
todas las virtudes y las victorias.
Capítulo 35
Las virtudes deben ser
adquiridas gradualmente, primero debemos ocuparnos de una y después
con la otra.
Aunque el verdadero soldado de Cristo,
el que ama llegar a la plenitud del perfeccionamiento, no tratará de
poner nunca su progreso en algún período del tiempo, pero con un
poco de discernimiento deben ser sujetados aquellos calores
exagerados del espíritu, los cuales se encienden sobre todo al
principio con un gran deseo, pero después de esto se apagan y nos
dejan a la mitad del camino. Por lo tanto, no sólo las virtudes
exteriores y corporales deben ser adquiridas poco a poco, como en
grados y escalones, como hemos dicho, sino también las virtudes
interiores y psíquicas deben ser adquiridas de esta manera. Porque
de esta manera, lo poco, rápidamente se hace mucho y permanece. Por
ejemplo, para lograr la virtud interior de la paciencia, no puedes
inmediatamente alegrarte o desear los insultos, desprecios y las
demás cosas contrarias que uno te provocará, porque la alegría de
estas y el deseo, son grados de paciencia altos, superiores. En estos
grados no deberás subir, si antes quizá no pases primero de los
grados y escalones inferiores de esta virtud. Estos escalones son:
que tú primero te desprecies y desestimes a ti mismo; el que no te
consientas a tomar venganza y similares (ver capítulo 13).
Aún te aconsejo que no te ejercites
principalmente en todas las virtudes, ni en muchas, sino primero sólo
en una y después de todo esto en la otra. Porque así más fácil se
siembra la costumbre virtuosa en la psique y se hace más estable.
Porque con el incesante ejercicio para una virtud corre también más
fácilmente la memoria y tu nus se afina siempre más para
encontrar nuevas maneras y causas para adquirirla; y tu voluntad se
declina más fácilmente y con mayor disposición hacia ella. Todo
esto, por supuesto, no te resultará ni sucederá si te ocupas de
muchas virtudes.
Además, las praxis de una sola virtud,
siendo realmente las virtudes similares entre ellas, se hacen lo
mismo con similar ejercicio y con menos esfuerzo y cansancio. Porque
la una llama y ayuda la otra, su similar y a causa de esta similitud
se imprimen aún mejor en nosotros, al encontrar el trono de nuestro
corazón ya preparado y dispuesto a recibir aquellas nuevas praxis,
acciones que volveremos hacer, puesto que ya de antes ha recibido y
aceptado también las otras, sus similares.
Estos métodos, que hemos dicho, tienen
tanta fuerza y verdad, que por supuesto conocemos con certeza que
aquel que se ejercita bien en una virtud, aprende junto con lo demás
también el método para ejercitarse en la otra virtud y así con el
aumento de una se aumentan todas juntas, por la inseparable unión
que tienen entre ellas; porque todas las virtudes son rayos que
provienen de la una y misma divina luz increada.
Capítulo 36
Con qué medios se
adquieren las virtudes y cómo debemos gobernarnos para que estemos
ejercitándonos por algún tiempo sólo en una virtud.
Para la adquisición de las virtudes
hace falta que haya una psique valiente y grande y una voluntad no
enferma ni blanda, sino decisiva y fuerte, con segura presuposición
de que tenemos que pasar por muchas cosas contrarias y duras, aún
tenemos que tener especial tendencia y amor hacia ellas; si
reflexionamos lo que podemos adquirir es cuánto gustan a Dios estas
virtudes y cuánto afables y excepcionales son por sí mismas y
cuánto necesarias y beneficiosas son. Porque cada perfección y
progreso nuestro, de ellas tiene el principio y fin.
Por lo tanto, cada mañana nosotros que
tomemos decisiones drásticas e intenciones para estar ejercitándonos
en cuantas causas de virtud posiblemente nos puedan ocurrir en aquel
día; por la noche debemos examinarlas si las hemos utilizado bien; y
la mañana siguiente renovar otra vez las mismas decisiones y deseos
con más vigor, sobre todo en ejercitar aquella virtud que tenemos en
nuestras manos. Similarmente también los ejemplos de los Santos,
nuestras oraciones y los estudios de la vida y del Pazos de
Cristo, todo esto que es tan necesario en cada ejercicio por las
virtudes espirituales; pero principalmente que se hagan por aquella
virtud que queremos practicar; pero por muchos motivos y causas que
nos ocurren aquel día, aunque sean distintos entre sí, sin embargo
todos deben ser tratados, a medida de lo posible, para la adquisición
de aquella virtud que deseamos (ver capítulo 40).
De esta manera debemos esforzarnos a
acostumbrarnos hacer las praxis-acciones virtuosas, interiores y
exteriores, con el mismo y mucho ánimo y facilidad que antes
hacíamos las contrarias maldades, o mejor dicho con la facilidad que
se hacen los deseos naturales de nuestro corazón; tanta costumbre
debemos conseguir en las virtudes, que deberán ser incorporadas y
activas como naturales. Cuando más dificultades encontramos en
ellas, como dijimos, antes, tanto más rápido y más profundo
pondrán y sembrarán la buena costumbre en nuestra psique.
Los lemas adecuados de la Divina
Escritura, cuando se dicen por nosotros con voz o con el nus,
tienen una fuerza admirable para ayudar al ejercicio de la buscada
virtud, porque dice Salomón: “¿Qué vas a cumplir y aplicar, hijo
mío? Pues, los logos de Dios” (Prov 31,2). Por eso, tengamos a
mano y en nuestra memoria muchos lemas para la virtud que nos estamos
ejercitando, los cuales se hacen praxis y que se digan durante el
día, sobre todo si por casualidad el pazos contrario de
aquella virtud nos ataca.
Por ejemplo, si nos ocupamos para la
adquisición de la virtud de la paciencia, podemos decir los
siguientes lemas y otros similares: “El hombre tolerante tiene
paciencia y prudencia; el hombre tolerante, paciente y magnánimo es
superior que el poderoso; y aquel que detiene y domina su ira es
superior de aquel que conquista una ciudad” (Proverbios). “La
paciencia de los pobres no desaparecerá” (Sal 9,19). “Ay de los
que han perdido la paciencia” (Sab Sir 2,15). “Con vuestra
paciencia sanaréis y salvaréis vuestras psiques” (Lc 21,19). “Con
la paciencia recorremos el camino de la lucha que tenemos ante
nosotros” (Heb 12,1). “Tened por bienaventurados y felices los
que muestran paciencia” (Sant 5,11). “Bienaventurado y feliz el
que acepta con paciencia las pruebas” (Sant 1,12). “Vuestra
paciencia debe durar hasta el final” (Sant 1,4). “Tenéis
necesidad de paciencia” (Heb 10,36). Igualmente podemos decir
también estas pequeñas oraciones: “Oh Dios mío, cuándo será
armado mi corazón con el arma de la paciencia; cuándo superaré
cada prueba con corazón sereno y reposado para dar alegría a mi
Dios”. “¡Oh queridísimas pruebas que me habéis hecho similar a
mi Señor Jesús Cristo que sufrió para mí; oh Jesús Cristo la
única vida de mi psique, ¿quizás yo viviré alguna vez sosegado y
tranquilo dentro de las miles de torturas y fatigas para la gloria
tuya?” “¡Bienaventurado yo que, aunque estoy en medio del fuego
de los sufrimientos me encienda del deseo de sufrir para ti mayores
fatigas!”
Estas pequeñas oraciones utilicémoslas
para progresar en las virtudes, incluso otras adecuadas para cada
virtud que estamos practicando, cuantas nos inspire el espíritu de
devoción y piedad. Estas pequeñas oraciones se llaman lanzas y
flechas, porque son como lanzas y flechas que atraen el cielo y
tienen gran fuerza para elevarnos a la virtud y llegar hasta los
oídos de Dios, aunque están acompañadas de dos cosas, como de dos
alas; un ala es la verdadera gnosis (conocimiento) de la alegría de
nuestro Dios, de la que recibimos para el ejercicio que hacemos en
las virtudes; y el otro ala es un ardiente deseo para adquirirlas y
gustan a Su divina majestuosidad (75).
El divino Agustino, no sólo el mismo amaba mucho en componer
oraciones lanzadoras y atractivas, sino que aconsejaba a su hija
espiritual Proba, a que lea y estudie semejantes oraciones.
Capítulo 37
Debemos progresar
siempre con esmero y cuidado al ejercicio de la virtud.
Entre aquellas cosas que son necesarias
y contribuyen en la adquisición de las virtudes, además de las que
hemos dicho anteriormente, son las siguientes; es decir, para estar
yendo siempre en adelante, si queremos llegar al propósito que
queremos aquí. Porque de otra manera si paramos, regresamos hacia
atrás; o sea que si paramos las praxis virtuosas, obligatoriamente
ocurre que mediante violentas caídas y declinaciones de la
disposición estética y de las demás cosas que nos mueven
exteriormente, sucede, digo, que nazcan en nosotros muchos pazos
desordenados, los cuales corrompen las virtudes o por lo menos las
disminuyen y así nos privan de muchas alegrías y favores que
progresando podríamos conseguir de Dios.
Por eso el camino espiritual es
distinto que el camino que hace el caminante en la tierra. Porque el
caminante de la tierra, cuando se detiene, no pierde nada de la
trayectoria que ha realizado; en cambio, en el camino espiritual, si
el caminante para la virtud se detiene, pierde cuantas virtudes ha
adquirido anteriormente; además, el caminante de la tierra cuando
más camina más se cansa, pero en el camino espiritual cuando uno
más camina más descanso, valor, fuerza y poder adquiere.
Porque con el ejercicio virtuoso, por
un lado, la parte inferior, es decir, el cuerpo que con la guerra que
hizo lo ha endurecido y esforzado en el camino de la virtud, por otro
lado, la parte superior en la que permanece la virtud, es decir, la
psique, se sostiene y se fortifica siempre más y más. Por lo tanto,
cuanto progresamos a la virtud y al bien, tanto disminuye y
empequeñece aquella prueba que sentimos al principio de la virtud; y
aún, una dulzura mística, la que proviene de Dios, se une con
nosotros y en cada hora se hace más grande. Y así caminando siempre
de virtud en virtud con más facilidad y fuerza, llegamos en la
última cima de la montaña, allí donde la psique se hace perfecta y
opera ya no con desgana sino con alegría y deleite especial. Porque,
ya que ha vencido y domado los pazos y ha sometido toda la
creación mediante la sumisión del cuerpo, vive feliz en Dios; y
allí esforzándose agradablemente, recibe reposo y sosiego.
Capítulo 38
Teniendo obligación a
luchar siempre por las virtudes, no debemos evitar aquellas cosas que
nos son motivos y causas para adquirirlas.
Si quieres estar caminando siempre
delante del camino de las virtudes sin parar, debes tener cuidado a
que no se escape de tus manos aquello que puede ser la causa y motivo
para adquirir la virtud. Por tanto, piensan malamente aquellos que,
mientras puedan, evitan aquellas cosas contrarias que pueden
ayudarles para la adquisición de la virtud; por ejemplo, si deseas
adquirir el hábito de la paciencia, no es bueno evitar aquellas
cuestiones, praxis y loyismí que te promueven a la
impaciencia; por eso no debes evitar en participar en algunas praxis
que te son molestas. Pero relacionándote y conversando con
cualquiera que te produce rechazo y sufrimiento, que tengas siempre
tu voluntad preparada y dispuesta a sufrir cualquier cosa repugnante
que pueda ocurrir. Porque si operas de otra manera no te
acostumbrarás nunca a la paciencia.
Así similarmente debes hacer en
cualquier praxis que te produce repugnancia, sea por sí sola o a
causa de aquel que te ha provocado esta o a causa de aquel que te
impide de la otra que te gusta más; es decir, debes utilizar y
seguir aquella obra y praxis que te molesta y te perturba y que
podrías descansar si la dejas. Porque si no aprendes a sufrir, nunca
podrá ser verdadero el descanso y sosiego que buscas, cuando no
proviene de la psique sanada, psicoterapiada y purificada del
pazos de la filaftía (excesivo amor a sí mismo y
al cuerpo, egolatría) y adornada de la virtud.
Lo mismo te digo hacer también para
aquellos loyismí que algunas veces molestan, perturban y
confunden tu nus y tu mente. Estos no debes expulsarlos solo,
porque con la prueba que te dan a la vez te hacen acostumbrarte a
aguantar con paciencia las cosas contrarias. Y el que te dice lo
contrario de todo esto, y te aconseja evitar la prueba, por supuesto
que se equivoca.
Es cierto que, el soldado principiante
debe luchar con diligencia, cuidado y habilidad contrariamente con
los enemigos motivos que hemos dicho; y unas veces más y otras menos
despreciarlos y dejarlos según el progreso y la fuerza que adquiere
a la virtud. Pero no debe por esto doblegarse totalmente y retroceder
hasta el punto de abandonar por todo motivo de contrariedad que le
hubiera ocurrido. Porque si durante el pasado queríamos salvarnos
del peligro de la recaída mediante esta huída, sin embargo al
futuro estaremos peligrando más a ser vencidos de los ataques y
golpes de la impaciencia, puesto que no estaremos armados de antes
con el uso de la virtud contraria; es decir, la paciencia. Pero estos
silogismos, no tienen lugar en los pazos carnales, como hemos
dicho anteriormente sobre estos. Porque los causantes de estos
siempre y con perfección debemos evitarlos.
Capítulo 39
Debemos amar todos los
motivos que provocan la adquisición de las virtudes y más aquellos
que traen más dificultades.
No debes, amigo mío, de ninguna manera
evitar aquellas cosas que te son motivos para adquirir las virtudes;
al contrario, debes aceptarlos siempre con alegría, inmediatamente
que se te presenten y que consideres ya honestas aquellas cosas que
se presentan en tu sentido como más repugnantes e indeseables. Y
esto lo conseguirás con la ayuda de Dios, si imprimes bien en tu nus
los siguientes pensamientos.
Primero debes pensar que los motivos
son instrumentos necesarios y análogos para adquirir las virtudes.
Por lo tanto, si tú pides de Dios virtudes, es normal que pidas
también sus instrumentos y sus motivos; de otra manera, tu oración
será vana y sólo se hace para molestar o tomar el pelo a Dios.
Porque el Dios no acostumbra nunca dar la virtud de la paciencia sin
sufrimientos, los cuales son motivos e instrumentos de la paciencia;
ni da humildad, sin desprecios y deshonras; lo mismo también para
todas las demás virtudes.
Por eso, cuando más duros y fatigosos
son los instrumentos y los motivos de las virtudes, tanto más
gustados son. Porque las praxis que hacemos cuando nos ocurren estos
motivos son más valientes y fuertes y además mucho más fácil y
rápido nos abren el camino de la virtud. Pero no debemos
ejercitarnos sólo a los grandes motivos y contrariedades que nos
ocurren sino también a las pequeñas; por ejemplo, no debemos
soportar y tener paciencia sólo de los golpes e insultos que nos
ocurren, sino también aguantar una forma y mirada mala que alguien
nos hará o una palabra fea y dura que nos digan (76).
Porque las praxis que se hacen por estos pequeños motivos ocurren
más a menudo y a continuación nos acostumbran a soportar más fácil
también los grandes. 76 Por
eso el apóstol Santiago nos pide que nuestra paciencia no sea
imperfecta e incompleta, teniendo paciencia para unas cosas y para
otras no: ”Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis
perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. Y si alguno de
vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a
todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Sant 1.4-5).
Segundo, pensar que todas aquellas
cosas que nos ocurren, provienen de Dios para beneficio nuestro y
para que saquemos fruto de estas. Aunque algunas de estas cosas, a
pesar de ser faltas nuestras o de otros, no puede uno decir que
provienen de Dios, el cual no quiere el pecado; sin embargo, se dice
que son de Dios, pese a que él concedió que sucedan y aunque podía
impedirlas no las impide. Además todos los sufrimientos, tristezas y
fatigas, cuando vienen por falta nuestra o por la maldad de otros, se
dice que son de Dios y del Dios; porque quiere que nos sucedan y nos
fatiguemos para el bien de la virtud que podemos ganar de estas cosas
y para otras razones de Dios que por supuesto nos son
incomprensibles, pero justos y benditos, como dice el divino
Agustino; (Ver capítulo 41).
Por tanto, nosotros estando realmente
seguros que el Dios quiere que soportemos voluntariamente todo tipo
de molestias que provienen de nuestras obras injustas o de otros, el
decir, (con excusa de su desesperación muchos dicen), que el Dios no
quiere y sobre todo se repugna por los males que se hacen, no es otra
cosa que estamos cubriendo y excusando nuestras faltas con un vano
pretexto, evitando la cruz de los sufrimientos, lo cual no podemos
negar que es gustado a Dios y que el mismo manda que soportemos
nuestra cruz. De hecho yo digo que el Dios ama mucho más que
soportemos con paciencia aquellas pruebas que provienen de la vileza
y mala astucia de los hombres y sobre todo de aquellos que han sido
beneficiados por nosotros, que de las fatigas y tormentos que vienen
por otros acontecimientos tristes y desagradables. Porque de estas
cosas naturalmente nuestra naturaleza orgullosa se hace más humilde
y recogida; además sufriendo estas cosas voluntariamente, nos
sanamos, psicoterapiamos y alabamos más a nuestro Dios, al
estar colaborando con él en una obra admirable, en la que brilla su
omnipotencia e inenarrable bondad. Y esto es, el estar sacando del
veneno del pecado, fruto y miel de virtud y belleza.
Por eso, el Dios, apenas vea que
tenemos verdaderamente el deseo vivo y ardiente y que le rogamos como
es debido, para una gloriosa adquisición del bien de este tipo, nos
prepara el cáliz de las tentaciones más feroces y los más duros
motivos, para recibirlos y aceptarlos en su debido tiempo adecuado.
Por tanto, nosotros conociendo su
agapi-amor hacia nosotros y nuestro propio interés, debemos con los
ojos cerrados este cáliz aceptarlo y beberlo todo hasta el fondo,
con buen ánimo y seguridad; porque es medicinal y terapéutico, que
se ha dado de una mano que no se equivoca y está constituido de
hierbas tan beneficiosas para la psique, por muy amargas que sean por
sí mismas.
Capítulo 40
Cómo podemos en
distintas cuestiones y motivos utilizar el ejercicio de la una y
misma virtud.
Como hemos dicho más arriba, el
ejercicio, para la una y única virtud el que se hace en poco tiempo,
es más fructífero y beneficioso que el ejercicio que se hace para
muchas virtudes. Y que de acuerdo con esto serán gobernados también
los motivos que nos ocurren, aunque sean distintos entre sí, por eso
ahora estate atento en aprender el método o manera que se puede
hacer esto muy fácilmente.
Muchas veces sucede que en uno y mismo
día u hora, que alguien nos controle sin motivo por una
praxis-acción que es buena, o que no nos haga el favor que hemos
pedido o cualquier otra cosa que nos suceda, que sin causa da una
supuesta imagen mala para nosotros, o que se nos produzca algún
dolor de nuestro cuerpo, o que un superior nos mande alguna cosa que
no nos gusta, o que nos sucedan cosas difíciles y duras de soportar
de las cuales la vida tormentosa del hombre está llena. En esta gran
variedad, digo, de similares u otros acontecimientos, podemos
proyectar varias praxis de virtud; pero para mantener la regla que se
ha definido, debemos ejercitarnos con praxis que todas son del mismo
tipo y similares con la virtud que entonces tenemos en nuestras
manos.
Por ejemplo, si en tiempo desigual
vienen los motivos que se han dicho, nos estamos ejercitando en la
paciencia, haremos operaciones y actos para soportar todos estos
motivos voluntariamente y con placer de nuestra psique; si nuestro
ejercicio está en la humildad, hará de nuestro sí mismo conocer
que es digno de cada mal de todas estas cosas contrarias que nos han
venido; si nuestra lucha está en la obediencia, se someterá con
buen ánimo a la muy fuerte mano de Dios; y también para la propia
terapia, nos someteremos hasta en las creaciones lógicas, e incluso
en las que no tienen psique, de las que nos vienen estas fatigas y
sufrimientos.
Si por otro lado, nos ejercitamos en la
pobreza, debemos estar pacientes y agradecidos de todo consuelo de
este mundo, sea grande o pequeño. Si nuestro ejercicio está en la
agapi (amor desinteresado, energía increada), proyectaremos las
praxis de la agapi también hacia el prójimo, ya que él se nos ha
convertido en instrumento del bien que podemos adquirir, y también
hacia Dios puesto que es la primera y amada causa por la que se
permiten o provienen estos sufrimientos para nuestro ejercicio y
progreso espiritual. De todo esto que hemos dicho, está claro que
con un solo motivo de una enfermedad posible u otro sufrimiento que
pueda acompañarnos mucho tiempo, podemos hacer actos-praxis de
aquella virtud que estamos ejercitando.
Capítulo 41
El tiempo que debemos
poner para el ejercicio de cada virtud; y sobre los puntos de nuestro
progreso.
A lo que concierne la duración y
espacio del tiempo que debemos disponer para el ejercicio de cada
virtud, esto no lo debemos determinar nosotros. Por eso, uno debe
regular según su posición, el progreso que tiene en su vida
espiritual y de acuerdo con el discernimiento del Yérontas o Guía
Espiritual que nos conduce en esta vida. Pero si mostramos la
dirigencia real y utilizamos los métodos que hemos dicho, no hay
ninguna duda que en pocas semanas se produce un gran progreso. El
punto de que hemos tenido un progreso en la virtud es la continuación
permanente del ejercicio por la virtud. Y eso deberá estar
ocurriendo también en momento de enajenación, oscurecimiento y
tristeza de la psique, incluso durante el tiempo que por divina
economía o concesión, serán reducidos de nosotros los consuelos y
alegrías espirituales. (77) San
Isaak el Sirio en su logos 12, quiere que pongamos señales en cada
paso que hacemos para conocer nuestro progreso o el engaño del
enemigo. De hecho dice también los siguientes puntos; cuando ves que
tu nus
sin ninguna violencia sino libremente corre a los bondadosos loyismí,
esto es un punto que progresas. Similarmente cuando estás parado a
la oración y tu nus
no corre por aquí y por allá, sino que se corta, se detiene la
lengua en el versículo de tu salmo o frase y te viene silencio y
admiración sin que tú lo quieras. También cuando ves que en cada
recuerdo, cada loyismós
y cada estudio y contemplación que tienes, tus ojos se llenan de
lágrimas, sin violencia. Similarmente cuando ves que en algunos
espacios del tiempo todo tu nus
se sumerge en tu corazón, y allí permanece por un rato y después
de esto ves todos tus miembros agotados y reina paz en tus loyismí,
todas estas cosas dice el santo, son señales de nuestro progreso.
Un punto muy claro de nuestro progreso
es también la guerra que nos hace la carne para que proyectemos las
obras de la virtud. Porque, mientras y cuanto se debilita la guerra
carnal, debemos saber que hemos progresado en la virtud.
Así lo mismo, cuando no sentimos la
guerra de la parte estética o física e inferior, o cuando de
repente suceden posibles motivos y ataques (78),
esto es un punto de que hemos progresado en la virtud. Pero también
cuando nuestras praxis están acompañadas de mayor gana y deseo que
antes para hacerlas y también cuando hay alegría espiritual,
entonces podemos calcular que hemos progresado a la virtud.
78.
Pero cuando nos suceden de repente las causas
de los pazos, ni entonces debemos confiarnos si no hemos sido
perturbados. Porque supongamos que no hemos sido perturbados por una
o dos veces del día, realmente estando en buen estado, pero es
posible que con la cuarta o quinta vez seamos perturbados de los
pazos. Y hablando más simple, como el hombre por naturaleza es
alterable y puede en un momento a otro cambiar, y por un momento
encontrarse al paraíso y por otro al hades, por eso debe siempre
estar en alerta y tener temor en su corazón, tal como nos pide san
Pablo: “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Fil
2,12) y así en toda su vida nunca podrá tener confianza.
Pero a pesar de todo esto, nunca
debemos tener la certeza de que hemos adquirido las virtudes o hemos
vencido totalmente algún pazos, aunque después de largo
tiempo y muchas guerras no hemos sentido ya sus movimientos, porque
aquí puede ser que esté escondida la astucia y la energía del
diablo y nuestra naturaleza que nos engaña. Así algunas veces esta
maldad que por algún orgullo escondido se presenta como virtud y
además de esto, si pensamos en la perfección en la que nos está
llamando el Dios, incluso aunque hubiésemos progresado mucho en la
virtud, otra vez no podemos pensar que hemos entrado al principio y
en las primeras fronteras (79).
79.
Por eso también los Padres y sobre todo san
Juan el Clímaco, esta perfección de los perfectos, la llamaron
interminable, imperfecta y deficiente: “el interminable
perfeccionamiento de los perfectos”, dicen los santos Padres. Y
Pablo define esta perfección como correr siempre hacia adelante y no
volver hacia atrás, y en creer que no hemos logrado nada: “No que
lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por
ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo
Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una
cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome
a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos
perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también
os lo revelará Dios” (Fil 3, 12-15). 79. Es decir, la perfección
es creer que nunca hemos llegado a la perfección. Y esta es la
posición y actitud de la virtud, en no detenernos sino que corramos
siempre hacia ella, cosa que parece algo raro cuando se dice.
Además, en la profundidad de nuestro
corazón se encuentran tantos pazos finos y ocultos, que ni
siquiera conocemos que son pazos. Entonces pues, ¿cómo
podemos tener confianza en nosotros mismos de que nos hemos
“psicoterapiado” sanado y purificado de los pazos?
Y si aquellos ojos muy fuertes y proféticos de David, no podían
conocer estas cosas, ¿cómo nosotros podemos conocerlas? Por eso él
rogaba a Dios que le sanara y limpiara de estas: “Señor, sáname
y purifícame de los pazos ocultos de mi corazón”(Sal
18,13), así lo mismo también estamos obligados siempre a rogar para
la catarsis de semejantes pazos ocultos y finos. Porque
nosotros conocemos sólo las energías y los ramos de los pazos,
pero no podemos conocer sus fuerzas y sus raíces sin la iluminación
del Espíritu Santo. Por eso sólo cuando los pazos operan,
entonces comprendemos que tenemos pazos. Pero cuando estos
están tranquilos y quietos (80) creemos
que hemos llegado a la perfección.
80. ¿De
dónde comprenderemos que estos pazos
se tranquilizan en nuestro corazón? Del siguiente signo; cuando
hayamos encontrado algún motivo y sobre todo si de repente promueve
los pazos, entonces entendemos también nosotros que los pazos nos
perturban y nos remueven y nos sorprendemos cómo estaban escondidos
y han surgido. Por eso, es bonito el ejemplo que pone san Isaak el
Sirio, dice: “Cuando es invierno las hierbas desaparecen de la capa
de la tierra, sin embargo sus raíces quedan escondidas al fondo de
la tierra, e inmediatamente apenas huelan lluvias primaverales,
surgen y llenan la capa de la tierra, así ocurre también con los
pazos. Y para decirlo con otra manera más inteligente; igual que
aquella tierra maldita que saca cardos y espinas, así también
nuestra naturaleza, ya que es corrupta, cuando se siembra y concibe
con el pecado, naturalmente de una manera genera y nacen los pazos,
por eso uno nunca debe confiar.
Por eso, tú como principiante en la
guerra, y como un bebé que acaba de nacer para luchar y guerrear,
estate ejercitándote siempre con buen ánimo y ganas, como si aún
no hubieras comenzado a la virtud. Y mejor que te ocupes en progresar
en las virtudes en vez de examinar, buscar y pedir señales de tu
progreso espiritual.
Porque nuestro Señor, el verdadero
Dios y único controlador y examinador de nuestros corazones, algunos
les ilumina para que conozcan su progreso y algunos no les ilumina,
tal y como conoce que a causa de esta gnosis (conocimiento) puede
venir humildad u orgullo, y por un lado como Padre caritativo, impide
el peligro, y por otro lado, les da motivos para que aumenten la
virtud. Pero también aquel que no conoce su progreso, pues, que
continúe el ejercicio de sus virtudes y lo conocerá cuando le
parecerá bien a Dios; y eso para mayor bien suyo.
San Nicodemo el Aghiorita
Traducido por: χΧ
jJ www.logosortodoxo.com
(en español)
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