Ευαγγ.Ανάγνωσμα:
Μαρκ. 15, 43 – 16, 8
Lectura
Evangélica Mrc 15, 43 – 16, 8 Domingo de las Mirroforas
15,
43 José de Arimatea, diputado, miembro noble del concilio, que
también esperaba la realeza de Dios y había creído a Cristo, vino
y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
44
Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al
centurión, le preguntó si ya estaba muerto.
45
E informado por el centurión, dio el cuerpo a José,
46
el cual compró una sábana, y quitándolo, lo envolvió en la
sábana, y lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, e
hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
47
Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían.
16,
1 Cuando pasó el sábado día de reposo, María Magdalena, María la
madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a
ungirle.
2
Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro,
ya salido el sol.
3
Pero decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la
entrada del sepulcro?
4
Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande.
5
Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado
derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron.
6
Mas él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que
fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en
donde le pusieron.
7
Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de
vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.
8
Y ellas se fueron huyendo del sepulcro, porque les había tomado
temblor y espanto; ni decían nada a nadie, porque tenían miedo.
Domingo de las
Mirriforas – «Buscáis a Jesús nazareno, el que fue
crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde
le pusieron»
Hoy, tercer Domingo de
Pascua, nuestra Iglesia venera dos grupos de personas: el
primero es
constituido de
dos hombres, José
de Arimatea y Nicodemo.
El segundo grupo
son las mujeres
mirroforas (o portadoras de mirra o perfumadoras).
José de Arimatea y Nicodemo son testigos reales de la verdadera
muerte de Jesús Cristo y de su entierro; y las mirroforas son el
mensaje alegre de la Resurrección de Cristo que a continuación
tuvieron experiencia inmediata de la Resurrección del Señor
Resucitado.
La
Resurrecciónn del Θεάνθρωπος
(Zeánzropos,
Dios y hombre)
Jesús Cristo
es la victoria
de la vida
sobre la muerte;
el Cristo con
su muerte derrotó
la muerte y nos ha regalado la vida eterna. «Muerte ¿dónde está
tu aguijón? Cristo ha resucitado y a ti te ha humillado; Cristo
ha resucitado, y
los demonios han
caído; Cristo
ha resucitado y los ángeles se regocijan; Cristo ha resucitado y
reina la vida…» (San Juan
Crisóstomo, “Domingo
de Pascua”).
El
Θεάνθρωπος (Zeánzropos,
Dios y hombre)
con su
pazos-padecimiento,
la crucifixión
voluntaria y Su
resurrección,
definitivamente ha
redimido a
nosotros los
hombres de la
desesperante corrupción
y la muerte, regalándonos la vida eterna. «El
Jesús
resucitando de la
tumba, tal como predijo, nos
ha regalado la
vida eterna y
la gran
misericordia (increada)»
(Maitines del Domingo de Pascua). El Señor
da vida a
todos aquellos
que estaban
condenados a
permanecer en las
tumbas y asegura
la resurrección de
todos los muertos. Además esto se ve claramente en el himno del
período de Pascua: «Cristo ha resucitado de los muertos, con su
muerte pisoteó la muerte y los que están en las tumbas les ha
regalado la vida». El resucitado
Señor transfunde en nosotros la inmortalidad y la incorrupción para
siempre. Con la luz increada de Su Deidad disuelve la oscuridad de
la cárcel
de las psiques
y vivifica las psiques de los difuntos. Así el
acontecimiento de
la muerte se
constituye en un
pase o transición
de la vida
temporal a la eterna.
Por supuesto que,
por nuestra naturaleza humana, casi es
imposible no asustarse, sufrir y
llorar ante el acontecimiento de la muerte, porque
inicialmente era algo totalmente ajeno a nosotros. El mismo Señor
como hombre perfecto llora ante la muerte de Su amigo Lázaro (Jn
11,35) y le domina una agonía cuando se va acercando la detención y
la crucifixión de Él: “Y estando en agonía, oraba más
intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían
hasta la tierra” (Lc 22,44). También
por la muerte
del Señor
Sus discípulos lloran
(Lc 23,17) y las mujeres mirroforas también (Jn19,11).
Sin
embargo, a causa de la certeza de la Resurrección, el dolor ante el
acontecimiento de la muerte no nos conduce a la desesperación, sino
que está vinculada con el consuelo divino. El Metropolita de Mesogia
Nikólaos dice característicamente: «Sin el Dios se explicaría la
muerte. Con error sobre Dios tampoco te consuelas. ¡Qué
tremenda es que
nuestra Iglesia,
predica a Dios
Crucificado! ¡Tan
honrado y tan verdadero! ¡Qué revolucionario y subversivo para
nuestro pensamiento! Confiesa a Dios
que para los
helenos es
tontería y
para los judíos
escándalo.
Un Dios voluntariamente vencido, que la recta lógica humana no
aguanta. Un Dios que es confesado con el sacrificio de tantos y
tantos mártires y triunfa. Un Dios que al ser perseguido vivifica y
mortificado resucita» (“Allí donde el Dios se ve, pag 212-213)”.
El Jesús Cristo, el Hijo
del Dios vivo, es aquel que de la inexistencia nos ha creado.
Intentemos pues, acercarnos a abordar la luz increada de la
Resurrección. Saboreemos junto con la Mirroforas y los Apóstoles la
experiencia de la nueva vida e incorruptibilidad. Intentemos hacernos
partícipes de la eternidad a través de la Iglesia y sus misterios*,
para tener la certeza de la Resurrección incluso durante la Segunda
Presencia del Señor. ¿Así sea!
Andreas
Papamijail, teólogo
de Mitrópolis
de Konstantía. Fuente:
ΑΚΤΙΝΕΣ
*Misterio
y vida mistiríaca Μυστήριο
(mistirio, misterio, sacramento). Del Gran Léxico, autor y
traductor χΧ jJ
www.logosortodoxo.com
«Y
conozco al tal hombre, si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé;
Dios los sabe, que fue arrebatado al paraíso, donde escuchó logos,
verbos inefables, que no le es dado al hombre expresar» (2ªCor
12,3-4).
La
palabra Helénica misterio significa “iniciación”, “secreto”
y “revelación y secreto”. El Cristianismo heredó este concepto
y por extensión es “apocálipsis-revelación de Dios”.
Los
Misterios son a la vez símbolo y Misterio. Mientras el misterio
permanece oculto a los rituales, está en el nivel de lo simbólico e
iconográfico. Pero cuando es recibido y la jaris (increada energía)
energiza, entonces los Misterios revelan las cosas que están detrás
del “velo”. Misterio lleva doble significado, es decir, de algo
que está oculto y se revela y a la vez enigma y
apocálipsis-revelación.
Pero
dentro de la Iglesia los misterios son interminables. Porque dentro
de ella todas las cosas liturgizan, funcionan de una manera
misteriosa, para que revelen la realeza (luz y energía increada) de
Dios. La terapia ascética conecta y se asocia inseparablemente con
los Misterios de la Iglesia.
La
terapia ascética ortodoxa conecta y se asocia inseparablemente con
la vida mistiríaca de la Iglesia. Se trata de la catarsis
(sanación), la iluminación y la zéosis o glorificación, que
encontramos en toda la enseñanza patrística de la Iglesia. Es
dificil que uno crea en la vida Mistiríaca de la Iglesia, si antes
no entiende primero, qué significa la palabra “Misterio”.
Misterio es algo que vemos que se celebra o realiza, pero es difícil
para el espíritu y mente humana entender como se celebra. Si
comprendiésemos el modo de realización del Misterio entonces no
sería Misterio, sino una praxis-acción acostumbrada de la vida
diaria.
Por
ejemplo: decimos que el Dios es Trinitario. Os pregunto: ¿quién de
nosotros entiende el Misterio de la Santa Trinidad? ¡Tres Personas
dentro de una esencia! Este Misterio juzgado o razonado por la lógica
humana es paradójico. Pero si uno lo ve con la dimensión de la Fe,
entonces entiende que no es paradójico, sino superlógico. Quién
puede entender, qué es Dios. Es decir, ¿cuál es la esencia de
Dios? ¡NADIE! Y a pesar de eso, creemos en Dios. No porque le
entendemos, sino porque sentimos místicamente Su presencia y
saboreamos con el corazón Su agapi (amor como energía increada). Es
decir, podemos entender las increadas energías de Dios, pero no Su
Esencia, tal como, muy bien, han teologizado los grandes Padres de la
Iglesia Ortodoxa. Veamos en la Escritura lo que dijo Dios a Moisés,
cuando pidió de Dios que le enseñase su Doxa-gloria: “…yo
pasaré delante de ti mi gloria… no puede el hombre verme, ver mi
rostro y quedar con vida….” (Ex 33 18-20).
Lo
mismo ocurre también con todos los temas de la fe que superan las
leyes naturales. Los “vemos sin verlos”, “los conocemos sin
conocerlos, comprenderlos”, porque todos están enrollados dentro
del “divino gnofos”, (san Gregorio de Nicea). (Gnofos, luz que
supera toda luz”. Los vivimos y participamos en ellos sólo con la
fuerza de la Fe. Si insistimos en creer sólo a lo que entendemos con
nuestra lógica limitada, estrechamos inimaginablemente nuestro
horizonte espiritual y finalmente no podemos ser Cristianos. Porque,
en definitiva, “fe es la hipóstasis (base substancial) de la
esperanza de cosas que se esperan y no se controlan y la prueba de
aquellas que no se ven, (Heb 11,1). Y es cierto que la fe verdadera
presupone humildad, con la cual atraemos la jaris (increada) de Dios.
Porque “el Dios resiste, se contraria a los orgullosos, en cambio a
los humildes los da Jaris” (Sant 4,6). El humilde que confía a
Dios más que a su lógica, con la jaris (gracia, energía increada)
de Dios puede entender los Misterios de la Iglesia.
Así,
entendemos que, una cosa es el misterio y otra el dogma. Cuando los
santos llegan a la experiencia de la doxa-gloria de Dios, viven
y ven que Dios es luz, pero entonces también Dios permanece
misterio, ya que no pueden llegar a la unión por esencia. La unión
del santo con Dios durante la experiencia es mediante la energía
increada y no por esencia. Por eso la Santa Trinidad aún en esta
experiencia permanece misterio. Aquello que se puede hacer
comprensible lógicamente, es el dogma sobre el misterio de la Santa
Trinidad. Así los santos Padres la co-participación a la doxa
increada de Dios, la cual permanece misterio, también durante la
zeoría-contemplación, la expresan con terminología y la hacen
dogma que se puede entender. Una cosa es el misterio y otra el dogma
sobre el misterio de la Santa Trinidad. Por eso los Padres hacen uso
diferente de la terminología de cada época. Pero cuando en un
Sínodo ecuménico se determina el significado concreto de la
terminología, entonces permanece invariable.
Por lo tanto, el dogma
expresa y formula la experiencia de la apocálipsis (revelación),
pero nunca la comprensión del dogma significa que paralelamente se
entiende el misterio de la Santa Trinidad, que es inexplicable e
incomprensible aún hasta su manifestación. Los Padres dicen que los
santos ven invisiblemente y escuchan inescuchablemente, y
coparticipan in-participadamente y entienden incomprensiblemente a
Dios.
Traducido
χΧ jJ
www.logosortodoxo.com
(en español)
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