ΟΣΙΟΥ
ΝΙΚΟΔΗΜΟΥ ΤΟΥ ΑΓΙΟΡΕΙΤΟΥ
ΑΟΡΑΤΟΣ ΠΟΛΕΜΟΣ
La guerra invisible,
san Nicodemo el Aghiorita
PRIMERA PARTE
Capítulo 21: La corrección de los
sentidos externos y de qué manera uno puede pasar a través de ellos
a la zeoría (contemplación) y a la doxología (alabanza) de Dios.
Capítulo 22: Si las mismas cosas
sensibles que hemos dicho pasan por el estudio del Logos encarnado y
de los misterios de Su vida y pazos-pasión, nos
son útiles como medios e instrumentos para corregir nuestros
sentidos.
Capítulo 23: Cómo debemos
rectificar nuestros sentidos con otras maneras cuando se nos
presentan sus objetos visibles.
Capítulo 21
La corrección de los sentidos
externos y de qué manera uno puede pasar a través de ellos a la
zeoría (contemplación) y a la doxología (alabanza) de Dios.
Para que sean gobernados y corregidos
nuestros cinco sentidos externos hace falta un gran pensamiento y
ejercicio permanente; es decir, la vista, el oído, el olfato, el
gusto y el tacto. Porque el deseo insensato del corazón que es como
capitán de nuestra naturaleza corrupta, declina con exageración
pidiendo siempre deleites y reposos y no pudiendo por sí solo,
utiliza los sentidos del cuerpo como soldados y órganos naturales
para captar de los objetos externos; es decir, de las cosas sensibles
de las cuales pasan las imágenes agradables y las fantasías, las
toma y las marca en la psique y después de esto continua el
agradable deleite. Este deleite causa del parentesco que existe entre
la psique y el cuerpo, se reparte en todas aquellas partes que caben
en los sentidos; y de esto ocurre (por desgracia) la inmortal muerte
(espiritual); y se cumple lo que se ha escrito: “Por las
ventanillas subió la muerte” (Jer 9,20). Es decir, a través de
los sentidos, que la psique los tiene como ventanas para disfrutar de
las cosas sensibles.
Ves, pues, hermano mío, qué gran daño
se te provoca por los sentidos físicos. Ten cuidado para sanarlos,
es decir, ocúpate bien con diligencia y no dejes que tus sentidos
vayan por donde ellos quieren, ni tampoco utilizarlos sólo para el
deleite de los placeres sensibles o el hedonismo, y sólo se muevan
para un propósito y fin bueno, necesario y útil. Ahora bien, sin
conocer estas cosas y tus sentidos se han dado enteramente en los
deleites, de aquí en adelante lucha lo que puedas para retornarlos
atrás y gobernarlos tan bien, de manera que allí donde estaban
antes sometidos miserablemente en los placeres vanos y destructores
de la psique, después adquieran de toda creación y objeto sensible
conceptos útiles y los introduzcan en el interior de la psique;
dentro de estos conceptos la psique puede recogerse en sí misma y
con sus potencias inmateriales estar subiendo al estudio y alabanza
de Dios; (38) Por
eso aquel gran Agustino decía que “las creaciones que se
encuentran en el mundo, hablan con los hombres virtuosos con una
lengua realmente muda y silenciosa pero muy energética, la que se
escucha y se entiende fácilmente de ellos y los incita más a la
agapi
a Dios y de todo encuentran motivos para tener buenos y piadosos
loyismí”.
Y san Gregorio el Teólogo dice: “Todas las cosas glorifican a
Dios con voces inenarrables; porque el Dios con todo se agrada a
través de mí; y así el himno de estas se hace nuestro, de las que
yo tomo el himno” (Logos en el Nuevo Domingo). Y los tres jóvenes
en su himno se inspiraron de todas las creaciones para alabar a su
Creador.
Esto tú lo puedes hacer de la
siguiente manera. Por ejemplo, cuando con algún sentido externo te
encuentres en algún objeto sensible, sea visible, sea oído, sea
olfateado, saboreado o tocado con las manos, separa tu loyismós
de la cosa material que tiene el espíritu inmaterial, es decir, la
energía increada del Espíritu Santo; y piensa que esto por sí solo
no puede tener su existencia u otra cosa de lo que se encuentra en
esto; sino su existencia entera es obra de Dios, quien con su
espíritu invisiblemente le da aquello que es, aquella bondad y
belleza, aquella fuerza y sabiduría y cualquier otra cosa que tiene
en su interior. Entonces aquí que se alegre tu corazón, porque sólo
el Dios es la causa y el principio de tantas cosas exactas, distintas
y admirables y que él con superioridad las contiene todas en sí
mismo; y que estas perfecciones de las creaciones sensibles, no son
más que un grado pequeñísimo o una sombra de las infinitas y
admirables perfecciones divinas.
Y así pues, tú de esta manera te
acostumbrarás a ver las creaciones y no permanecerás al exterior y
sólo al fenómeno o lo que se ve, sino que con tu nus
traspasarás a la oculta belleza interior; (porque según san
Dionisio el Areopagita, las iconas-imágenes de las cosas
concebibles o intelectuales son las cosas sensibles); entonces la
belleza externa como insignificante y material, la despreciarás y
pasarás a la oculta potencia y energía increada del Espíritu
Santo, y fijarás tu nus alabando a Dios.
Así viendo los cuatro elementos, el
fuego, el agua, el aire, la tierra y reflexionando sobre la esencia,
la potencia y la energía que tienen con gran agrado dirás hacia al
perfecto Creador que las ha creado de esta manera; ¡oh divina
esencia! ¡oh infinita Potencia y energía increada muy deseada,
cuando me alegro porque tú eres único principio y causa de toda
esencia creada de los entes y todo energía y potencia! (39).
Según san Máximo el Confesor, la esencia de
las cosas existentes tiene como imagen al Padre, la potencia del Hijo
y la energía del Espíritu Santo, así que de cualquier manera pone
uno a Dios como creador, no sólo que es uno sino Tres.
Así que cuando veas los cuerpos
celestes, el sol, la luna y las estrellas y pienses que han recibido
la luz y la luminosidad de Dios, gritarás: ¡oh luz increada, que
supera toda luz, por el que se ha creado cada luz inmaterial y
material; oh admirable luz increada, el primer objeto de alegría
para los Ángeles y el deleite de los santos, en el cual se nublan
los querubines al ser contemplada por ellos, y en comparación con
esta luz increada todas las luces sensibles se ven como oscuridad
profunda, por eso te canto himnos, te glorifico y te alabo; “oh
verdadera luz increada que iluminas a cada hombre que viene en el
mundo” (Jn 1,9) ), hazme digno para verte espiritualmente y se
alegre perfectamente mi corazón”.
Así cuando veas los árboles, las
hierbas y varias otras plantas y piensas cómo viven, cómo se
alimentan, crecen y paren a sus semejantes y cómo por sí solas no
tienen vida ni todo lo que tienen, sino que son vivificadas sólo por
el Espíritu Santo que tú no ves; así puedes decir: “¡He aquí
está la verdadera vida, de la que, en la que y por la que viven, se
alimentan y crecen todos; oh terapia viva de mi corazón!”.
Semejante también es la elevación de tu nus a Dios por la
forma de los animales, que da en ellos sentido y pueden moverse de un
lugar a otro, diciendo: ¡oh primer motor, el que a pesar de moverlo
todo, permanece inmóvil, eres inmóvil a ti mismo; oh cuándo me
alegro y deleito por tu inmovilidad y estabilidad!
Y otra vez viéndote a ti mismo o los
demás humanos y pensando que sólo tú de los demás animales tienes
forma derecha en pie, eres lógico y correcto y que eres una unión y
un lazo entre las creaciones inmateriales, intangibles y materiales,
tangibles, muévete en doxología, alabanza y agradecimiento a tu
Dios Creador y di: “¡oh Trinidad suprasustancial, Padre, Hijo y
Espíritu Santo seas glorificada por los siglos; Cuánto debo
agradecerte siempre, no sólo porque me has creado de la tierra y me
has hecho rey de todas las creaciones terrenales, porque me has
honrado con mi naturaleza y las has hecho como imagen tuya con nus,
logos y espíritu o psique vivificante de mi cuerpo (40),
pero también porque me has dado la fuerza con mi libre voluntad y
predisposición adquirir las virtudes a semejanza tuya, para que
pueda así disfrutar de ti en los siglos!”. (40)
Ver también en Filocalía el capítulo 38 de
los capítulos físicos y teológicos del gran Santo de Tesalónica,
Gregorio Palamás, que dice: “el vivificante Espíritu del cuerpo,
es un eros-amor espiritual, el cual proviene del nus
y del Logos, y que existe en el nus
y en el logos y en este está el logos y el nus;
y que según este Espíritu vivificante, la psique noerá (espiritual
humana) y lógica es más a imagen de Dios que los Ángeles, porque
los ángeles no tienen este tipo de Espíritu vivificante, porque no
tienen cuerpo el cual da vida.
Ahora vengo en los cinco sentidos y te
digo; hermano mío, si eres atraído por la belleza de las
creaciones que ven tus ojos, separa con tu nus aquello que ves
con el espíritu de ellas que no ves y piensa que toda aquella
belleza que se ve externamente es del único espíritu invisible y
bellísimo del cual toma forma aquella belleza externa; y pleno de
agradecimiento y deleite di: “¡He aquí los riachuelos de la
fuente increada; he aquí las gotas del infinito océano de toda
bondad y todo bien; oh cuánto me alegro en lo más profundo de mi
corazón pensando en la eterna e infinita belleza de mi Creador, que
es el principio y la causa de toda belleza creada! ¡oh cuánto me
deleito pensando en la inefable e inenarrable belleza de mi Dios del
cual tiene el principio toda belleza!”
Cuando escuches alguna voz dulce o una
armonía de sonidos y canciones, gira tu nus hacia el Dios y
di: ¡oh Señor mío, armonía de las armonías!, ¡cuánto me
deleito con tus infinitas perfecciones! Porque todas juntas te rinden
y componen armonía supraceleste; y unidas aún con los Ángeles en
los cielos y con todas las creaciones, crean una gran sinfonía;
Señor mío, cuándo vendrá la hora de escuchar con mis oídos tu
dulce voz a decirme: “te doy mi paz; la paz de mis pazos-pasiones;
porque tu voz es deleite”, según el Asma (2,14).
Por otro lado, si hueles alguna aroma o
flor perfumada, pasa de la fragancia externa a la fragancia oculta
del Espíritu Santo y di: “he aquí las fragancias del todo
fragante flor y de aquella mirra insaciable, la que fue dada a todas
sus creaciones; según el Asma: “yo soy la flor y el lirio del
campo” (2,10); y otra vez: “tu nombre es mirra que se esparce”
(1,2). Según san Dionisio el Areopagita: “he aquí la fragancia
que emana y se transmite de fuentes divinas y que en abundancia
inunda los soplos divinos de los purísimos Ángeles hasta las
últimas creaciones y las hace todas a perfumar” (Jerarquía
Eclesiástica cap. 4); en relación con la fregancia, Isaac dijo a su
hijo Jacobo: “la fragancia de mi hijo es como el campo fértil que
el Señor ha bendecido” (Gen 27,27).
Por otro lado, cuando comes y bebes,
piensa que el Dios es aquel que da en todas las comidas sabor y sólo
con esto debes estar agradecido y decir: “Que te alegres psique
mía, puesto que fuera de Dios no hay ningún reposo, así que fuera
de Él no hay ningún sabor o dulzura. Por lo tanto sólo en Él
puedes estar disfrutando, como te incita David diciendo: “Probad y
ved cuan bueno es el Señor” (Sal 33,8). Y Salomón te informa
diciendo en relación a esto: “Su fruto es dulce en mi garganta”
(Asma 2,3).
Cuando muevas tus manos para hacer
alguna obra, piensa que el Dios es la primera causa de aquella obra y
no tú, y que tú no eres más que un órgano vivo de él; y elevando
tu loyismós, di así: “¡Altísimo Señor mío del
universo, cuánta alegría pruebo en mi interior, porque sin ti no
puedo hacer ninguna cosa; realmente eres el creador primero e inicial
de toda cosa!”
Cuando en los demás ves bondad,
sabiduría, justicia y otras virtudes, haciendo con tu nus una
separación, di a tu Dios: “¡oh riquísimo tesoro de la virtud,
cuánta es mi alegría; porque sólo de ti y por ti proviene todo
bien; oh Dios te agradezco por esto y por todo bien que has hecho a
mi prójimo; pero acuérdate, Dios mío, también de mi pobreza y de
la gran necesidad que tengo para la virtud”.
Y por hablar generalmente, las veces
que veas en las creaciones alguna cosa que te gusta, no pares en
ello, sino que pasa con tu loyismós a Dios y di: “¡oh
Dios mío tus creaciones son tan buenas, tan alegres y tan queridas ,
y me pregunto, cuán bello, alegre y dulce serás tú el Creador de
todas estas!”
Si tú, amigo mío, actúas así podrás
estar disfrutando de Dios mediante tus cinco sentidos, así subiendo
siempre de las creaciones al Creador, de modo que la formación de la
creación se te convierta en una teología y aún encontrándote en
este mundo de los sentidos, estate imaginando aquel mundo conceptual.
Porque es verdad, todo el mundo, toda la creación y toda la
naturaleza, no son otra cosa que una ley y un instrumento bajo del
cual se encuentra invisiblemente el Creador y artista, actuando y
mostrando con su arte, con las cosas vivibles y las materiales
proyecta las perfecciones y sus energías increadas invisibles e
inmateriales. (41)
Por eso Salomón dijo: “por el tamaño y la belleza de las
creaciones recibimos la idea análoga de la creación de estas”
(Sab 13,5). Por otro lado, san Pablo dice: “Porque las cosas
invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente
visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de
las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Rom 1,20).
Añadimos aquí que para este propósito fueron creadas todas las
creaciones con logos y con sabiduría por un lado, y por otro lado,
los hombres fueron enriquecidos con fuerza y energía lógica,
estudiando los logos-razones o causas de las creaciones de modo que
con esta potencia y energía lógica suban a la gnosis-conocimiento
del pre-eterno y enhipostasiado-substanciado logos que por Él se
hizo todo: “Todo fue hecho por él y sin él no se hizo nada de
todo lo creado” (Jn 1,3). Porque de las causas conocemos los
resultados, y de todo que sigue lo qué precedió; de modo que basta
que uno solo conozca pensar correctamente, enseguida encuentra la fe
dentro en la creación y de los logos-causas de las creaciones que ha
estudiado percibe y entiende sin duda que existe Dios.
Capítulo 22
Si las mismas cosas sensibles que
hemos dicho pasan por el estudio del Logos encarnado y de los
misterios de Su vida y pazos-pasión, nos son
útiles como medios e instrumentos para corregir nuestros sentidos.
Antes te he mostrado cómo nosotros
podemos elevar nuestro nus a la zeoría-contemplación
de Dios; ahora aprende otra manera para elevar tu nus al
estudio del Logos encarnado, pensando en los santísimos
misterios de Su vida y pazos-padecimiento. Todas las cosas
sensibles del universo pueden ayudar en este estudio y contemplación,
si primero reflexionas que en estas, tal como dijimos antes, al
Eminente Dios como la única y primera causa que las ha dado la
existencia, la fuerza, la belleza y todas las otras bellezas que
tienen; y si después de esto piensas cuánto grande e infinita fue
esta bondad del mismo Dios; el cual realmente siendo el principio y
Señor de toda creación, quiso caer tan bajo, hacerse hombre,
padecer y morir para el hombre, permitiendo sus enemigos armarse
contra él para crucificarle.
Pues, cuando tú ves, o escuchas, o
tocas las armas, cuerdas, palizas, columnas, espinas, clavos,
martillos y otras cosas parecidas, reflexiona con tu nus que
todas estas cosas fueron los instrumentos del pazos de tu
Señor.
Otra vez, si ves o habitas en hogares
pobres, que venga en tu memoria la cueva y el pesebre de tu Soberano.
Si ves que llueve, acuérdate aquella lluvia sangrienta del sudor que
caía por el cuerpo santísimo de nuestro dulcísimo Jesús en el
jardín remojando la tierra. Si ves el mar y los barcos, acuérdate
cómo tu Dios caminó corporalmente encima de ella, y cómo estaba de
pie en los barcos enseñando la multitud. Las piedras que verás te
recordarán aquellas piedras que fueron aplastadas en su muerte; la
tierra te recordará aquel seísmo que hizo entonces en su
pazos-padecimiento.
El sol te recordará la oscuridad que
entonces oscureció; las aguas te recordarán aquel agua que corrió
de su santa costilla, cuando la traspasó el soldado con su lanza. Si
bebes vino u otra bebida, acuérdate del vinagre que dieron a tu
Soberano. Si estás atraído de las fragancias, corre conceptualmente
al mal olor que sentía Jesús en el monte Gólgota, el cual fue el
lugar de condena donde cortaban las cabezas de los hombres y por eso
estaba sucio y olía mal (42). Por
dos logos-razones la colina de Gólgota fue llamada lugar de Cráneo;
primero, según san Basilio, san Crisóstomo y san Teofilacto, es por
la tradición que dice que allí estaba enterrado el cuerpo de Adán.
Y el monje Epifanio en su libro sobre Siria y Jerusalén dice: “En
el Gólgota está la pequeña casa o templo de Adán con su cráneo,
por eso se llama lugar de Cráneo”; la segunda opción es de
Coresio y otros historiadores, es que de allí no faltaban los
cráneos esparcidos de los malhechores que les cortaban la cabeza y
por eso se llamó lugar de Cráneo.
Cuando te vistes, recuerda que el
eterno Logos se ha vestido de carne del hombre para vestirte a ti con
deidad. Si por otro lado, te estás desvistiendo, piensa que el
Cristo permaneció desnudo para ser azotado y clavado en la cruz a
cuenta tuya. Si te aparece alguna voz dulce y sabrosa pasa a la agapi
(amor, energía increada) de tu Salvador, de quien se derramó la
jaris (gracia, energía increada), según el Salmo: “Se
derramó la jaris de tus labios” (Sal 44,3); y de la dulzura
de su lengua estaba suspenso el laós-pueblo, según el Evangelista
Luca: “el pueblo estaba suspenso oyéndole” (Lc 19,48). Si
escuchas tumultos y gritos del pueblo, piensa en aquellos gritos
ilegales de los judíos: “aprisa, aprisa, como sea, crucifíquenle”,
que se escucharon fuertemente en sus oídos divinos. Si ves algún
rostro guapo, recuerda que el bellísimo Jesús que está por encima
de todos los hombres, se deformó y fue despreciado y deshonrado sin
ninguna belleza encima de la cruz para tu agapi. Cada vez que
toca el reloj, que venga en la memoria de tu nus aquella
lipotimia del corazón que sintió Jesús cuando en el jardín
comenzó a temer la hora de su pazos-padecimiento y de su
muerte que se acercaba; o creer que escuchas aquellos golpes duros
que se escuchaban por los martillos cuando clavaban los clavos en la
cruz. Y por decir simplemente, en cada tribulación que te encuentre
o encuentra a otros, piensa que no es nada cada aflicción y prueba
en relación y similitud con las increíbles pruebas que lesionaron y
aplastaron el cuerpo y la psique de tu Señor.
Capítulo 23
Cómo debemos rectificar nuestros
sentidos con otras maneras cuando se nos presentan sus objetos
visibles.
Cuando ves cosas bonitas y tierra
fértil, piensa que todas son insignificantes y como abono en
comparación con las bellezas y las riquezas del cielo, las cuales
disfrutarás después si desprecias todo el mundo; y girando tu
mirada entera hacia el sol pensando que tu psique es más brillante
que él, si te quedas en la jaris (gracia, energía increada)
de tu Creador; de lo contrario la psique está tenebrosa y repugnante
por la oscuridad infernal.
Mirando con tus ojos al cielo pasa con
los ojos de tu psique más alto, al cielo candente (43), y allí
concéntrate con tu loyismós como si el cielo te fuera
preparado para el feliz hogar eterno, cuando hayas vivido aquí en la
tierra con inocencia. Durante la primavera, escuchando los cantos de
los pájaros y otras canciones melódicas, eleva tu nus en
aquellos cantos melódicos del Paraíso y piensa que allí se escucha
incesantemente el Aleluya y otras doxologías-alabanzas angelicales
(44) y ruega a Dios hacerte digno de
alabarle para siempre junto con aquellos espíritus celestes;
“Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo,
que decía: ¡Aleluya! Salvación, honra, gloria y poder son del
Señor Dios nuestro” (Apo 19,1). (44)
Tres son las alabanzas y los himnos exquisitos
con los que alaban la Santa Trinidad las nueve órdenes y las tres
Jerarquías de Ángeles. La primera jerarquía Tronos, Querubín y
Serafín, es el mismo himno “Yel, yel” el cual sale de los
círculos de los Querubín según Ezequiel (1,13), y manifiesta
reciclaje, según san Dionisio el Areopagita (Jerarquías celestes
cap.15). De la Segunda Jerarquía, Dominaciones, Virtudes y
Potestades, el himno es “Santo, santo, santo (Is 6,3). Y de la
tercera Jerarquía, Principados, Arcángeles y Ángeles, el himno es
“Aleluya, aleluya, aleluya”, según Nikitas Stizatos (Filocalía
cap.3 cen.3).
Cuando percibes que vas a sentir
deleite por la belleza de las creaciones, piensa que allí un poquito
más allá del deleite está la serpiente infernal muy atenta y
dispuesta a matarte o herirte, y di contra la serpiente: “¡oh
maldita serpiente, cómo esperas así con tu trampa puesta para
devorarme!”; y después gira hacia el Dios y di: “¡Bendito eres
Señor que me has manifestado mi enemigo y me has liberado de su
rabiosa garganta y su anzuelo!”. Y después inmediatamente acuda a
las heridas del crucificado, concéntrate en ellas y piensa lo que ha
sufrido el Señor con su santísimo cuerpo para liberarte del pecado
y hacerte odiar los placeres de la carne, o el hedonismo.
Te recuerdo también una otra cosa para
que evites este peligroso placer y deleite de la carne o hedonismo y
es esta: piensa y ahonda bien con tu nus en reflexionar
después de la muerte qué pasará con aquella persona que entonces
te había gustado; es decir, se pudrirá y se llenará de gusanos y
suciedad; cuando caminas, en cada paso que haces, acuérdate que de
esta manera te vas acercando en la tumba. Cuando ves los pájaros del
cielo, o las aguas correr, piensa que tu vida con mayor velocidad va
hacia su final. Cuando en invierno se levantan vientos fuertes o hay
rayos y truenos en el cielo, entonces recuerda el terrible día del
Juicio; y doblando tus rodillas, reverencia a Dios y ruégale que te
administre jaris (gracia, energía increada) y tiempo para
prepararte bien para presentarte entonces ante la Suprema
Majestuosidad.
Si te ocurren varios acontecimientos
ejércete de esta manera; cuando por ejemplo, estás triste con algún
dolor o melancolía o tienes fiebre, resfriado o sufres cualquier
cosa lamentable, trae en tu nus la voluntad de Dios a quien le
pareció bien y para tu propio bien sufras con esta medida y en este
tiempo esta enfermedad y aflicción, por la que tu alegrado por la
agapi que te muestra el Dios, y por el motivo que te da para
que sirvas más aquellas cosas que gustan a Dios y di con tu corazón:
“He aquí, se cumple en mi la voluntad de Dios, la que ha mandado
Dios para sufrir con agapi este dolor; bendito sea siempre mi
Soberano”. Y si viene en tu nus algún loyismós
bueno gira otra vez hacia el Dios y conociendo que vino de Él,
agradécele.
Cuando lees, crea que ves a Dios bajo
estas palabras, y acéptalas como si vinieran de la boca divina. El
tiempo que ves que se está poniendo el sol y viene la noche recógete
y ruega a Dios que no caigas a la eterna oscuridad. Viendo la cruz,
piensa que es una bandera de tu expedición y tu guerra, y si te
alejas de él te entregarás en las manos de los enemigos, pero si le
sigues llegarás al cielo cargado de gloriosos premios.
Viendo el icono de la Panayía
(Santísima Madre), dedica tu corazón a ella que reina al Paraíso y
agradécela, porque permaneció siempre preparada para la voluntad de
tu Dios, porque ha dado a luz, ha amamantado y criado al Redentor del
mundo, y porque en nuestra guerra invisible no falta la protección y
la ayuda de ella. Los iconos de los Santos que proyecten en tu nus
de que tienes tantos garantes y mediadores en Dios y que ruegan por
ti; estos tirando con fortaleza sus lanzas y mientras han caminado
abriendo el camino, te han abierto tu camino por el cual tú
caminando serás coronado también junto con ellos en la eterna doxa
(gloria, luz increada).
Cuando veas las Iglesias, entre otros
pensamientos devotos, piensa que tu psique es el templo de Dios,
según “vosotros sois templos del Dios vivo” (2Cor 6,16) y debes
mantenerla sana, limpia y pura. Pensando en la reverencia del Ángel
a la Virgen Madre de Dios, haz estos pensamientos: a) agradece a Dios
por aquel mensaje que envió del cielo a la tierra y fue el motivo de
nuestra sotiría (sanación, redención y salvación); b)
alégrate junto con la siempre Virgen María por la cantidad de sus
grandezas, en las que se elevó con su honor excepcional y su
profunda humildad; y c) reverencia junto con la Madre feliz y con el
Arcángel Gabriel el bebé divino, que inmediatamente fue concebido
en su vientre; esto debes repetirlo tres veces al día, por la
mañana, por el mediodía y por la noche.
En cambio, el jueves por la noche
piensa sobre el sufrimiento de la Zeotocos, por su sudor
ensangrentado que corrió de su Hijo amado en el Jardín que oraba,
cuando fueron los soldados con Judas y le captaron y sobre la
tristeza que tenía su Hijo toda aquella noche; por la mañana del
Viernes, piensa los sufrimientos, los dolores y las aflicciones que
sufrió por la presentación de su Hijo unigénito al Pilatos y al
Herodes, sobre la decisión de la muerte y sobre la elevación de la
reliquia de la Cruz; al mediodía hasta el Sábado piensa el dolor de
esta dignísima Señora que traspasó en su corazón como de una
espada por la crucifixión y la muerte de su unigénito hijo amado,
sobre el duro traspaso de la lanza en su santa costilla y sobre su
entierro, etcétera. Y en pocas palabras, que estés siempre
despierto, vigilante y cuidadoso en gobernar tus sentidos, y en todo
acontecimiento que te suceda, alegre o penoso, lucha para que te
muevas y vayas no detrás de las cosas terrenales por amor u odio,
sino sólo para la voluntad de Dios y estas cosas aceptarlas o
evitarlas tanto cuanto quiere el Dios.
Pues, sepas que las maneras anteriores
que te he presentado sobre el gobierno de los sentidos, no te las he
dado para que te ocupes continuamente con ellas; porque tienes
obligación casi siempre tener tu nus concentrado y recogido
en tu corazón para que estés junto con tu Señor, el cual quiere
que vigiles y venzas a tus enemigos y tus pazos, tanto con la
resistencia y refutación, como con las praxis para las virtudes
contrarias, como te he dicho al anterior capítulo 13; pero te lo he
interpretado para que conozcas a gobernarte a ti mismo, cuando alguna
necesidad lo precisa. Porque muchos ascetas antiguos y nuevos, y
otros con fantasías similares fueron engañados y perdidos por el
diablo, el cual conoce y acostumbra a metamorfosearse, transformarse
en ángel de luz para engañar al hombre, como ha dicho Pablo:
“Porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (Cor
11,14).
Sepas también esto que mientras del
sentido surge la fantasía, así viceversa de la fantasía surge el
sentido o sensación, es decir, que la fantasía se engorda tanto en
algunos hombres provoca las mismas energías y tiene los mismos
resultados que tiene el sentido. Por eso muchos hipocondríacos y
fantasiosos tienen el mismo miedo de sus fantasías como de sus
sentidos; incluso se endulzan y sufren y algunos mueren únicamente
de estas personas y cosas que fantasean, igual que si estuvieran
presentes, sensibles y reales. ¡Así pues, quién no ve el gran mal
que es la fantasía y cuánto debemos evitarla!
San
Nicodemo el Aghiorita
Traducido por: χΧ
jJ www.logosortodoxo.com
(en español)
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