Φιλοκαλία - Δ΄
τόμος
Άγιος Γρηγόριος
ο Σιναΐτης
Filocalía
tomo 4º
San
Gregorio el Sinaita
Que
consideres que la gnosis (conocimiento) de la verdad increada es
principalmente la percepción y el sentimiento de la χάρις
(jaris, gracia energía increada).
1. Cumplir las edades de Cristo
2. La alteración maliciosa o apasionada.
3. La buena alteración
4. Diez capítulos sobre
oración e hisijía,
y sobre indicios de la jaris
(gracia energía increada) y el engaño
5. Como encontraremos la
energía (increada) del Espíritu
6. Quince capítulos
sobre la hisijía
y sobre los dos modos de la oración
7. Como tenemos que
activar, operar la oración
8. Sobre la respiración
9. Como debemos decir la
bendición de Jesús u oración del corazón.
10. Como debemos retener
y disciplinar el nus
11. Como tenemos que
expulsar los loyismí
(pensamientos, reflexiones, ideas y fantasías)
12. Sobre lectura y varios consejos
para principiantes
13. Sobre engaño, error y varias cuestiones
1. Cumplir las edades de Cristo
Todo aquel que se ha bautizado en el
nombre de Cristo, debe pasar por todas las edades de Cristo. Porque
en el bautismo ha recibido todas las fuerzas en potencia, y a través
de los mandamientos de Cristo realizarlas y conocerlas. En la
concepción de Cristo corresponde el compromiso o garantía del
Espíritu Santo; en Su nacimiento, la energía del gozo; en Su
bautismo, la fuerza y energía increada catártica (sanadora y
purificadora); en Su metamorfosis la zeoría-contemplación de la
divina luz increada; en Su crucifixión, la mortificación del fiel
en relación a sus pazos; en Su entierro, la posesión del
divino eros en el corazón; en Su resurrección, la elevación de la
psique o despertar espiritual; en Su ascensión, el éxtasis
(extensión) hacia el Dios y arrebatamiento del nus.
El que ha pasado estas edades de Cristo y no las siente, es todavía
un niño, tanto en el cuerpo como en la psique, aunque sea
considerado como contemplativo y práctico.
2. Los pazos
padecimientos-pasiones de Cristo dan la vivificación mortificante en
aquellos que le han imitado en todos los pazos, padecimientos,
porque la razón por la que padecemos junto con el Cristo es para que
seamos glorificados o deificados junto con Él (Rom 8,17). Los pazos
voluptuosos o hedonismo traen la mortificación mortal en aquellos
que los operan. Por eso uno padece voluntariamente los padecimientos
de Cristo, que es crucifixión de la crucifixión y la mortificación
de la necrosis.
3. Lo de padecer uno por Cristo, es
aguantar con paciencia las pruebas que le suceden. La pedagogía del
Señor, para los que son irresponsables se concede a causa de la
envidia de los demonios y se hace motivo de beneficio; pero para
nosotros los responsables por nuestros pecados, se hace inspección
que nos llama en retorno y nos abre los oídos; “El Señor Dios
me ha abierto el oído y yo no he resistido, no me he echado atrás”
(Is 50,5). Por eso el Dios ha prometido corona eterna en aquellos que
tienen paciencia; “Dichoso el hombre que soporta la prueba;
porque si la ha superado, recibirá la corona de la vida que Dios ha
prometido a los que le aman” (Sant 1,12). Doxa-gracias y gloria
a nuestro Dios Trinitario para todo.
2. La alteración maliciosa o
apasionada.
4. La acedia es un pazos difícil
de vencer, languidece y flojea el cuerpo. Y cuando el cuerpo flojea,
lo hace también la psique. Cuando flojean los dos, alteran el
temperamento del cuerpo con el hedonismo, la sensualidad. Y el
hedonismo trae el apetito, el apetito trae el ardor, y el ardor la
excitación. La excitación mueve la memoria, la memoria la fantasía,
la fantasía trae el ataque, asalto del loyismós. El asalto
trae la combinación; la combinación conduce a la praxis o acción
de varias cópulas o uniones carnales. Así el hombre es vencido y
cae.
3. La buena alteración
De la paciencia en cada obra buena nace
la valentía, el valor. De la valentía nace la buena disposición.
De la buena disposición, nace la esperanza; de la esperanza la
intensificación del trabajo; la intensificación serena la
incontinencia del cuerpo, carne y doma el deseo del hedonismo o
voluptuosidad; el deseo mueve el anhelo; el anhelo mueve la agapi;
de la agapi nace el celo; del celo el calor; del calor el
impulso; del impulso el estudio; del estudio la oración; de la
oración, la hisijía; de la hisijía nace la
zeoría-contemplación; de la zeoría, la gnosis
(conocimiento); de la gnosis, el entendimiento de los misterios; y
finalmente de la gnosis de los misterios nace la teología verdadera
ortodoxa (no la intelectual de universidades). Fruto de la teología
es la perfecta agapi. De la agapi, la humildad; de la
humildad la apacia (sin pazos); de la apacia la
previsión, la profecía y la prognosis. Porque ninguno tiene las
virtudes perfectas desde aquí, sino que poco a poco con el
crecimiento de la virtud se va reduciendo la maldad y resulta
totalmente inexistente.
7. Aquel que practica la hisijía
en aislamiento y es alimentado por las donaciones de la agapi
de los demás, debe aceptar la caridad de siete maneras: 1) pedir
siempre las cosas imprescindibles; 2) tomar siempre las
imprescindibles; 3) aquellas cosas que le dan que las reciba como si
se le fueran dadas por el Dios; 4) tener confianza en Dios y creer
que Él es el que paga el salario; 5) que sea obrero de los
mandamientos; 6) que no derroche y abuse de las cosas que le regalan
y 7) que no sea tacaño, sino mesurado, que regale también él a los
demás y sea caritativo. Aquel que en este tema se comporta así,
tiene alegría mientras piensa que las cosas no le son dadas por los
hombres sino por el Dios.
4. Diez capítulos
sobre oración e hisijía,
y sobre indicios de la jaris
(gracia energía increada) y el engaño
Estimado Loguine,
deberíamos decir, como el gran maestro (se refiere a San
Crisóstomo), que no deberíamos tener necesidad de las Escrituras u
otros logos patrísticos, sino ser zeodidactos
(por Dios enseñados) de acuerdo con lo dicho: "enseñará a
todos el mismo Dios” (Is 54,13 Jn 6,45), de manera que aprendamos
de Dios y por medio de ÉL todas las cosas que nos benefician y nos
son útiles.
No sólo nosotros
sino también cada creyente, de modo que la ley del Espíritu sea
escrita en las capas, placas de nuestros corazones (Heb 8.10) y que
nos dignemos -cosa exquisita- a conversar con el Cristo mediante la
oración pura, lúcida y clara de manera inmediata, de la misma forma
que los querubines.
Como somos niños
cuando nos bautizamos, durante nuestra regeneración por el bautismo,
no comprendemos la energía (increada) jaris-gracia, ni percibimos
nuestra renovación, más bien ignoramos la eminente gloria y el gran
honor que recibimos, y que tenemos la obligación de crecer psíquica
y espiritualmente mediante los mandamientos, y ver con nuestra mente
y espíritu aquello que hemos recibido (por el bautismo). Por eso por
nuestra negligencia y el hábito patológico (vicioso), la mayoría
caemos en la insensibilidad y en la anestesia, en la ceguera mental y
espiritual y al oscurantismo.
Y así no conocemos
si existe el Dios, ni quiénes somos, ni quiénes nos hemos
convertido por el bautismo, a pesar de que nos convertimos en hijos
de Dios, hijos de la luz increada y miembros de Cristo.
Si por otro lado,
nos bautizamos mayores, sentimos sólo
el agua y no el Espíritu. Y si nos renovamos espiritualmente,
tenemos solo una fe típica, que está muerta, no operativa, decimos
que nos encontramos en dudas. Y así somos carnes y vivimos según
nuestra carne, cuerpo.
Y si ocurre que nos
arrepintamos, comprendemos y practicamos sólo corporalmente los
mandamientos y no espiritualmente. Y si después de mucho esfuerzo la
energía increada Χάρις (jaris,
gracia) por filantropía, nos gratifica con algunas de sus
manifestaciones, la tratamos como engaño o estafa. Si por otro lado
escuchamos que la jaris increada opera en otros, por envidia la
consideramos engaño. Así pues, permanecemos muertos
(espiritualmente) hasta la muerte, sin la vida y las energías
(increadas) de Cristo.
Y como dice la
escritura, “porque al que tiene se le dará y le sobrará;
pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”
(Mt 25,29), aquello que tenemos, durante el tiempo de nuestra muerte
o del juicio nos será quitado a causa de nuestra incredulidad,
desesperación y angustia. No entendemos que los hijos deben ser como
semejanza del padre, o sea, que sean dioses de Dios, y espíritus
nacidos del Espíritu, tal y como dice el Cristo: ”Aquello que
nació del Espíritu, es espíritu” (Jn 3,6).
Nosotros aunque nos
hemos convertido en creyentes y celestiales, como somos cuerpos y
carnes, por eso el Espíritu de Dios no permanece en nuestro
interior, (Gén 6,3.) Esta es la razón por la que el Dios concedió
calamidades, cautiverios y muchas matanzas, quizás queriendo
arreglar, cortar o sanar la maldad con fármacos más fuertes.
2. Con la ayuda de
Dios que otorga fuerza al logos de los que evangelizan semejantes
bondades (Sal 67.12,) examinemos primero, cómo uno encontrará o más
bien cómo ha encontrado a Cristo, que tiene, ya que Le recibió
espiritualmente con el bautismo, tal como dice el Apóstol Pablo:
“¿No sabéis que Jesús Cristo habita en vuestros corazones? ”
(2Cor 13,5). Luego diremos de qué modo uno progresará, y a
continuación cómo conservará aquello que encontró.
La mejor manera y
corta es describir brevemente el medio y los extremos, ya que el tema
es muy extenso. Porque son muchos los que lucharon hasta encontrar lo
que buscaban, pero detienen sus deseos y ganas hasta aquí, no les
importa avanzar más, sino que se conforman con haber encontrado el
comienzo del camino. Pero encontrando impedimentos y saliendo sin
darse cuenta en bifurcaciones, creyendo que andan por la ruta buena,
avanzan en vano fuera del camino.
Otros, mientras
llegaron a la mitad de la iluminación se cansaron y por negligencia
y falta de coraje no siguieron hasta el final, volvieron atrás en su
conducta y estado indiferente y otra vez vuelven al comienzo.
Finalmente, otros
que llegaron al perfeccionamiento, terminación, caen en descuidos y
por causa del engreimiento, vuelven atrás y se convierten igual en
su obra con los que están a la mitad del camino o con los inexpertos
principiantes.
Ahora bien, lo que
conviene a los principiantes inexpertos es la energía y acción del
Espíritu, a los del medio la iluminación, y a los perfectos o de
finalización, la κάθαρσης (kázarsis,
sanación, limpieza, purificación) y resurrección de la ψυχή
(psique, alma.)
5. Como
encontraremos la energía (increada) del Espíritu
3. La energía
increada del Espíritu, la cual hemos recibido místicamente en el
bautismo, la encontramos de dos maneras.
a) Generalmente la
donación se "apokalypta",
se revela con la aplicación de los logos de Cristo y el trabajo
(práctica) de los mandamientos con mucha lucha y tiempo, tal como
nos dice san Marcos el Ermitaño. Y a medida que trabajamos los
mandamientos, tanto más aparece y resplandece en nuestro interior su
luz radiante e increada.
b) Aparece y se
manifiesta dentro en la vida de obediencia con la invocación
metódica y continua del Kírios (Señor) Jesús, o sea, por la
memoria o recuerdo de Dios.
Con la primera
manera tardamos más, la segunda es más corta, por supuesto con la
condición de que uno tiene que aprender a escarbar la tierra con
esfuerzo y perseverancia para encontrar el oro.
Si queremos pues
encontrar y conocer la verdad sin engañarnos, busquemos tener sólo
la energía del corazón completamente, sin forma, ni dibujo, sin
buscar con la fantasía formas y caras de Santos o supuestas luces.
Porque el engaño, el error tiene por su naturaleza, sobre todo en
los comienzos, engañar y burlar el nus
y la diania (mente, intelecto) de los inexpertos con este tipo de
falsas ilusiones, fantasías y con fantasmas. Pero, luchemos por
tener sólo la energía de la oración dentro en nuestro corazón, la
cual calienta y deleita nuestro nus
e ilumina la psique para la inexpresable agapi-amor
a Dios y a los hombres. Así, podemos ver que, por la oración, se
produce mucha humildad, mucha contrición y mucho quebrantamiento. Ya
que la oración es para los principiantes, movimiento continuo de la
energía increada del Espíritu Santo, al principio brota como fuego
placentero desde el corazón y, al final, opera como luz que perfuma
con divina energía (increada).
4. Ahora diremos los
indicios y los signos del comienzo de la energía del Espíritu para
aquellos que buscan de verdad y no como si quisieran probar o tentar
a Dios, de acuerdo con la Sofía-Sabiduría que dice que "se
encuentra por los que no la tientan y se presenta en aquellos que no
son incrédulos sobre ella” (S. Sol 1.2). En algunos se manifiesta
como luz de aurora; en otros como gozo o exultación mezclada con
espanto o temblor; en otros como alegría; en otros a veces como
alegría mezclada con temor;
En otros se
manifiesta con lágrimas y temor; es decir, la psique se alegra por
la visita de Dios, de Su caridad y misericordia (increada), pero por
Su presencia a la vez teme y tiembla, porque se siente responsable de
sus múltiples pecados. En algunos al principio produce una
contrición y un dolor inexpresable en la psique, semejante al dolor
de la mujer a la hora del parto, tal como dice la escritura, (Is
26,12). Porque el vivo y activo Logos, o sea, Jesús, se introduce
hasta el fondo, hasta allí donde se separa la psique y el cuerpo, el
hueso y la medula, como dice el Apóstol (Heb 4,12,) para fundir,
suprimir con violencia todos los encerrados y pegados πάθος
(pazos,
patologías, pasiones, padecimientos, emociones, vicios) de todas las
partes de la psique y del cuerpo.
En otros se
manifiesta como una agapi-amor
hacía todos y una paz indecibles. En otros como una exultación y
estremecimiento, el cual los Padres lo han llamado "skírtima"
sobresalto o pulsación, que es movimiento repentino del corazón
vivo y fuerza, potencia del espíritu. Esto también se llama latido
o suspiro inefable del espíritu que intercede por nosotros ante el
Dios con indecibles gemidos o suspiros (Rom 8,26); Isaías lo llama
“nacimiento de justicia de Dios” (26,18). Efrén el magno lo
llama pinzamiento; en cambio para el Señor
es «ύδωρ
αλλόμενον είς ζωήν αιώνιον,
idor alómenon is zoín eónion,
fuente de agua para la vida eterna»
(Jn 4,14), agua llama el espíritu, -la jaris, la energía increada-
que brota, sobresalta e hierve por la intensidad de su potencia en el
corazón.
5. Debes de conocer
que el sobresalto, exultación, o sea, el gozo, es de dos tipos: el
sereno y bello, que se llama también latido, vibración, suspiro e
intercesión del espíritu (Rom 8,26); y el otro es el gran salto del
corazón, que se llama sobresalto y movimiento emocional, es decir,
vuelo del corazón vivo hacia el divino éter.
Porque la psique,
mientras retoma las alas por el divino eros-amor y se libera de las
cadenas de los pazos,
prueba volar hacia arriba incluso antes de la muerte en su deseo de
separarse del peso de su cuerpo.
Esto se llama
también agitación, sacudida del espíritu, o sea, hervor y
movimiento del espíritu, como en la frase: “Jesús se rabió,
perturbó y estremeció espiritualmente, se movió con fuerza y
reteniendo su emoción, clamó: ¿dónde le habéis puesto?” (Jn
11,34). Sobre la diferencia del grande y del pequeño sobresalto o
movimiento, David lo muestra diciendo que “las cordilleras saltaron
como carneros y los montes como pequeños corderos” (Sal 113,4).
Con esto se refería a los avanzados, perfeccionados y a los
principiantes. Si se refiriese a cordilleras y montes naturales,
sería innecesario decir que se mueven y saltan, puesto que no tienen
vida.
6. Debemos de
conocer que el divino temor no contiene temblor, (temblor me refiero
no aquel que proviene de la alegría, sino de la divina ira, o sea,
la instrucción por el abandono de Dios); pero tiene goce atemorizado
que se produce de la oración con el fuego del divino temor. Y temor,
miedo me refiero no el que se produce por la divina ira, o sea, el
castigo, sino el temor de la divina sabiduría increada, el cual
temor se llama también principio o inicio de la sabiduría (Prov
1,7). El temor se divide en tres (aunque los Padres han dicho dos),
el introductor y el finalizador o perfeccionador más el temor de la
ira de Dios, al que se debe llamar principalmente temblor, es decir,
conmoción, contrición y quebrantamiento.
7. El temblor es de
muchos tipos. Uno es de ira, otro es de alegría y otro de la parte
irascible o emocional de la psique, (se hace cuando hierve
excesivamente la sangre alrededor del corazón), y otro es aquel
temblor que viene por la vejez, otro el del pecado, o sea, del error
y del autoengaño, otro el de la maldición, que fue dado al género
humano mediante Caín (Gén 4,12.) Sin embargo al luchador al
comienzo le combate el temblor de la alegría y este del pecado.
Pero no ocurre en
todos así lo mismo. Señales en estos dos tipos de miedo o temblor
son: del primero la atemorizada alegría y goce, donde con mucho
deleite y con lágrimas, la jaris-gracia (energía increada) consuela
la psique. En cambio del segundo, es producido por la calentura
anormal, la exaltación y el corazón duro que incendian y
sobrecalientan la psique y los órganos sexuales hacía la unión
corporal, erotismo y con la fantasía hacen interiormente este acto
indecente, con el consentimiento a estos loyismí-pensamientos
o reflexiones.
8. De dos tipos es
la energía que opera en cada principiante y con dos maneras opera al
corazón y separada una manera de la otra. Una energía proviene de
la Jaris (gracia increada) y la otra del engaño (energía desgracia
creada). San Marcos el Asceta nos afirma: "Existe energía
espiritual y energía satánica, el inexperto no las distingue".
Y repite: "De tres clases es el calor que se enciende de la
energía en el interior de los hombres: primera es de la jaris
(gracia, energía increada), segunda del autoengaño y error o sea
del pecado y la tercera por exceso de sangre, la cual san Thalasio el
Africano la llama crasis
temperamento (temperamental) y aconseja que la suavicemos, regulemos
y apacigüemos con la ενγράτεια (engratia)
continencia, auto-dominio, moderación, restricción y ayuno.
9. La energía
(increada) de la jaris es una llamarada de fuego del espíritu que se
mueve en el corazón con alegría y gozo, y fortifica, calienta,
limpia y sana la psique, cesa temporalmente los loyismí
y anula, mortifica provisionalmente el movimiento del cuerpo. Las
señales y frutos que aparecen e indican su autenticidad son
lágrimas, contrición, templanza, humildad, engratia-autodominio,
silencio, paciencia, esconderse de los demás y otras cosas parecidas
de las cuales sin duda nos aseguramos con certeza.
10. Energía
demoníaca del engaño (desgracia creada) es la exaltación del
pecado que opera encendiendo la psique con falso placer
(hidoní-voluptuosidad),
emoción y excita, estimula el deseo ansioso dentro del cuerpo para
la unión sexual con otros cuerpos. Es totalmente indecisa y
desordenada, según San Diadoco. Proporciona alegría irracional
incontrolable, engreimiento vanidoso, perturbación y deleite áspero
y atrofiado; sería justo decir que influye sobre todo en la parte
anhelante (volitiva) de la psique como falsa hidoní
(placer) templada. Como material para incendiarse, se aprovisiona de
las hidonés
(placeres carnales) y tiene como cooperador la insaciable panza
(estómago). Desde ella absorbe, excita y estimula la totalidad de la
carne del cuerpo y de ella toma el pretexto para cooperar e incendiar
la psique y arrastrarla hacia sí mismo, de modo que el ser humano
adquiere el hábito apego-adictivo en la voluptuosidad patológica
(hidonopazia,
hedonismo) y poco a poco expulsa la χάρις (jaris
gracia energía increada) de su interior.
6. Quince
capítulos sobre la hisijía
y sobre los dos tropos,
modos de la oración
Existen dos tropos,
modos y maneras de unión o mejor una doble entrada de la oración de
corazón o noerá que el espíritu activa u opera en el corazón.
Con estos tropos,
(modos, formas o maneras) primero el nus
se encuentra en el corazón antes de la oración adhiriéndose,
uniéndose al Señor, (1Cor 6,17) (contacto
consciente en el corazón con el nombre Señor Jesús…) según
la escritura; y el segundo es que la energía de la oración,
mientras se mueve progresivamente en un fuego gozoso, atrae el nus
y lo liga y compromete a la invocación del Señor Jesús y a la
unión con Él.
Porque aunque el
espíritu opera en cada uno como le place (1Cor 12,11), tal como dice
el Apóstol, a pesar de esto, a veces en algunos una forma precede la
otra, con los tropos,
modos o formas que antes nos hemos referido.
Y otras veces la
energía opera en el corazón, mientras se van reduciendo los pazos
con la continua invocación de Jesús Cristo y reaparece el divino
calor, “porque nuestro Dios es fuego abrasador”, que abrasa los
pazos, dice
la escritura (Heb 12,29 Deut 4,24).
A veces, el Espíritu
atrae el nus
hacía sí mismo, delimitándole en la profundidad de su corazón y
le impide de sus acostumbrados rodeos e idas y venidas por ahí
fuera. Entonces ya no está conducido como preso por los Asirios,
lejos de Jerusalén, sino que regresa admirablemente de Babilonia a
Sión de forma que diga también él junto con el Profeta: "A ti
se te deben himnos, Dios mío, en Sion y te ofreceremos nuestra
promesa en Jerusalén (Sal 64,2)" y “Cuando el Señor devuelva
los presos en Sión, se complacerá Jacob y se regocijará el Israel”
(Sal 125,1 y 52,7).
Con estos nombres se
sobreentiende el nus
practico y el "zeoritikos",
contemplativo, quien con la ayuda de Dios vence los pazos
mediante la práctica y ve a Dios con la zeoría
divina-visión, contemplación, a medida de lo posible. Entonces el
nus, como
está llamado al rico banquete, disfruta con el divino goce y canta
con salmos: “Me preparas una mesa ante mis enemigos
que me afligen y me entristecen, -es
decir, de los demonios y los pazos-
y perfumas con ungüento mi cabeza y me llenas la copa a rebosar”
(Sal 22,5).
7. Como tenemos
que activar, operar la oración
2. Dice
Salomón:"Siembra,
desde la mañana tu grano
- se refiere de la oración - y por la
tarde-noche no cese tu mano” (Ecl
11,6), para que no cese la continuidad de la oración y quizás
pierdas la hora que serás escuchado. “Porque
- continua Salomón- no conoces qué va
a prosperar, esto o aquello”.
Y mientras te
sientas en un taburete corto desde por la mañana, limita la energía
de tu nus
y tu mente con tu lógica en el corazón y mantente allí,
esforzándote, y con dolor en el pecho, los hombros y el cuello,
clama con perseverancia psíquicamente o espiritualmente el "Kirie
Jesús Cristo, compadécete de mí". Porque dice la Escritura:
“Los que me comen tendrán más hambre”. La misma comida de los
tres nombres “Señor, Jesús, Cristo” se come continuamente.
Después, como es angustioso y laborioso, quizás pesado por la
repetición, gira con tu nus
y mente o la atención de tu nus
a la otra mitad de la oración y di: "hijo de Dios, compadécete
de mí o ten misericordia, compasión de mí, soy pecador”, (o
estoy enfermo en sentido espiritual). Y diciendo la mitad de muchas
maneras, no debes de cambiarlo continuamente por pereza o indolencia.
Porque no se arraigan las plantas si continuamente las trasplantas.
Más, retenga el
aliento de la respiración para que no respires con facilidad, porque
la brisa de las respiraciones o las tempestades, subiendo desde el
corazón, oscurece el nus,
agita el aire de la diania
(mente, intelecto), alejando el nus
y su energía del corazón. Entonces le entrega cautivo al olvido, o
le hace repasar y estudiar otras cosas por otras y se encuentra sin
darse cuenta en aquellas cosas que no debe ni necesita.
Ahora si ves las
suciedades de los malos astutos espíritus, o sea, de los loyismí
que se presentan y cambian de forma en tu nus
y tu mente, no te asombres ni te desconciertes y si te aparecen
pensamientos, nociones y conceptos de cosas bondadosas no hagas caso,
no prestes atención a estos. Sino que reteniendo tu expiración, a
medida de lo posible, (apretando un poco los dientes), concentrando y
cerrando tu nus
y tu mente en el corazón (el centro interior, al fondo donde nace la
vocecita) y activando la invocación del Kírios-Señor
Jesús continuamente con persistencia, entonces a estos los quemas
rápidamente y los delimitas, azotándoles latigazos invisiblemente
con el divino nombre. Porque dice Juan el Sinaíta, en la Escalera:
“Con el nombre de Jesús fustiga latigazos a los enemigos, no hay
un arma más fuerte que esto en la tierra y en el cielo".
8. Sobre la
respiración
3. Cómo debes
detener la expiración, testigo es Isaías el Anacoreta que habla de
esto y muchos otros Padres. Uno dice: “contenga y disciplina tu nus
que es incontenible e indisciplinado”, es decir, la fuerza de la
energía satánica es la que le empuja, le dispersa y le trastorna,
es la que por nuestra negligencia, después del bautizo, regresó en
la psique indolente y descuidada junto con otros espíritus más
malignos, e hizo esta última situación peor que la primera, como
dice el Señor (Mt 12,45).
Otro dice que el
practicante debe tener la memoria de Dios en el lugar de la
respiración; otro, que la agapi-amor
de Dios debe retener la expiración.
San Simeón el Nuevo
Teólogo dice: “Limita y comprime también la respiración, para
que no puedas respirar cómodamente”.
San Juan Sinaita, el
de la escalera: "une con tu respiración el recuerdo de Jesús y
entonces conocerás el beneficio de la hisijía
(serenidad y paz interior de nus,
corazón y psique)".
Y Apóstol Pablo
decía que ya no vivía él, sino Cristo dentro de él (Gal 2,20),
quien operaba y le inspiraba en la vida divina.
Y el Señor dijo que
“el espíritu por donde quiere sopla” (Jn 3,5), tomando Su
ejemplo por el sentido del soplo del aire. Con el bautismo pues, nos
hemos purificado, limpiado y recibimos el compromiso (las arras) del
Espíritu y el "intimo, interno logos inherente" que dice
Santiago (1,21), como grano que se sembró y se juntó en nuestro
interior diríamos, en una participación no mezclada, el cual logos
nos efectúa la zéosis
(o nos deifica, glorifica) sin que el mismo sea disminuido o
restringido, y por bondad nos une con el completísimo Dios.
Pero como hemos sido
negligentes y descuidados hacia los mandamientos, los cuales
contribuyen en la permanencia de la Jaris
(gracia, energía increada), pues, por este descuido nuestro recaemos
otra vez en los pazos.
Y en vez de la respiración del Espíritu Santo, somos colmados por
los soplos de malignos espíritus, y está claro, como dicen los
Padres, que de esto se originan el bostezo y el estiramiento. Porque
aquel que ha adquirido el Espíritu y se ha sanado, purificado por
él, se calienta e inspira la divina vida y habla, entiende y se
mueve, según el logos del Señor: “no sois vosotros los que
habláis, es el Espíritu de mi Padre que habla en vuestro interior”
(Mt 10,20). Igual también aquel que tiene el espíritu contrario y
está dominado por él, dice y hace las cosas contrarias.
9. Como debemos
decir la bendición de Jesús u oración del corazón.
Los Padres algunos
aconsejan decirla íntegramente: “Kirie Jesús Cristo, Hijo de
Dios, eléisonme,
compadécete o ten compasión, misericordia de mí que soy pecador”
(o enfermo espiritual). Otros aconsejan la mitad: “Jesús Hijo de
Dios, eléison
me”, que es más fácil para el nus
que es considerado débil. Porque nadie puede invocar por sí mismo
místicamente al Señor Jesús (1Cor 12,3) sin la energía increada
jaris del Espíritu Santo, -porque esto sólo con el Espíritu Santo
se hace lúcidamente y perfectamente- es como niño que aún murmura
o balbucea y no puede articular la oración completamente. Pero no se
debe cambiar continuamente las invocaciones de los nombres, por
pereza, sino ocasionalmente de forma dispersa, para asegurar la
perseverancia.
Otros enseñan decir
la oración oralmente con la boca, otros con el nus
(contacto consiente con la energía del corazón); yo digo con los
dos métodos. Porque unas veces diciéndola se debilita la boca por
cansancio y otras el nus
por pereza. Por eso debes orar con las dos maneras; con la boca
oralmente y con el nus,
pero debes estar sereno, tranquilo e imperturbable (con ataraxia),
para que no provoque confusión la voz en el sentido, sentimiento e
impida y distraiga la atención del nus.
Llegará el tiempo que el nus
se acostumbrará y progresará en esta obra y adiestrado así
recibirá la potencia y energía increada del Espíritu para orar
total, perfecta e intensamente. Entonces ya no necesitará hablar con
la boca –además, que no podrá- contentándose en hacer esta labor
en silencio exclusiva y totalmente con el nus
(la mente, cerebro y la energía del nus
en el corazón, contacto consciente con el Divino Nombre).
10. Como debemos
retener y disciplinar el nus
Debes saber que
nadie puede retener y dominar el nus,
sino le retiene y domina el Espíritu Santo. Porque el nus
es incontenible, no es que sea por su naturaleza inquieto, sino que
por nuestra negligencia se ha familiarizado y acostumbrado a
deambular, desde su origen, desde el principio. Es decir, con la
transgresión de los mandamientos dados por el Logos de Dios y Quien
nos ha regenerado y renacido, nos hemos separado de Dios y hemos
perdido el sentido espiritual y la unión que teníamos junto con el
Dios. Puesto que el nus
resbaló de allí y se separó de Dios, es descarriado y arrastrado
por todas partes como prisionero. El nus
no se puede parar y disciplinar de otra manera, sino se resigna y se
somete a Dios y le detenga y domine Aquel, uniéndose a Él con
regocijo, gozo, rogándole continuamente con persistencia, y
confesándole cada día mentalmente y de corazón todas sus culpas y
pecados. Dios perdona inmediatamente aquellos que piden e invocan
continuamente Su santo nombre con humildad, devoción y
quebrantamiento. Porque dice el Salmista: “Que confeséis al Señor
e invoquéis Su santo nombre” (Sal 104,1). (¿Cuándo
no perdona Dios? Cuando no se lo pedimos... dicen los Padres).
Pero también la
retención de la respiración y apretón de los dientes, retienen el
nus, pero
sólo parcialmente y otra vez se dispersa. Cuando deviene la energía
de la oración, entonces ésta realmente retiene y conserva el nus
y su energía cerca de sí y lo regocija, lo deleita, lo exculpa y lo
libera de la prisión. Pero a pesar de esto, sucede que algunas
veces, mientras el nus
ora y permanece inmóvil en el interior del corazón, la diania
(mente, cerebro, intelecto) deambula, vaga y estudia otras cosas.
Ella no se sujeta ni se somete a nadie, salvo a los perfectos por la
Jaris energía increada del Espíritu Santo, los cuales han llegado
al estado soñado con la dínamis,
fuerza y energía increada de Jesús Χριστός Jristós-Cristo.
11. Como tenemos
que expulsar los loyismí
(pensamientos, reflexiones, ideas y fantasías)
Ningún principiante
puede expulsar un loyismós sin que el Dios lo haya expulsado
primero. Sólo los fuertes pueden combatirlos y expulsarlos. Incluso
ellos, no los expulsan por sí mismos, sino que se mueven y combaten
contra los loyismí
con la ayuda de Dios, en realidad revestidos con la armadura de Dios.
En cuando a ti,
cuando te acosen los loyismí,
invoca intensa y persistentemente a Señor Jesús Cristo y ellos
huirán, porque sufren y no soportan el calor del corazón que
sobresalta por la oración, y se van como si los quemara el fuego.
“Con el nombre de Jesús, nos dice San Juan de Clímax, azota los
enemigos”. “Porque nuestro Dios es fuego devorador que quema la
maldad y la malevolencia de ellos” (Heb 12,29).
El Señor, que es
rápido en ayudar, enseguida se vengará de los enemigos o demonios
en lugar de los que claman hacía Él con toda su psique día y noche
(Luc 18,7). Por otro lado aquel que no tiene la energía de la
oración, los aplasta de otro modo, haciendo como Moisés, (Ex
17,11). Se levanta de pié y extiende los brazos con los ojos hacia
el cielo, y el Dios los ahuyentará; después vuelve a sentarse y
sigue la oración con persistencia. Esta manera la usa aquel que aún
no tiene fuerza para la oración.
Pero aquel que tiene
la energía de la oración, cuando se trata de pazos
del cuerpo, o sea, la acedía, pereza y lujuria, que son los pazos
duros y pesados, muchas veces se levanta y extiende las manos hacia
el cielo pidiendo ayuda. Pero esto lo hace pocas veces, por miedo a
engaño y otra vez se asienta en la oración, no vaya ser que el
enemigo taiga alguna fantasía de arriba, presentándole alguna
semejanza de algo como sí fuera de la verdad.
Porque para que el
nus esté
arriba, abajo, en el corazón y en todas partes sin que se equivoque
de nada, esto es cualidad sólo de los kazarós
(sanados, limpios purificados) y los perfectos, quienes pueden
mantenerlo y guardarlo sin perjuicio ni avería.
12. Sobre lectura y varios consejos
para principiantes
11. Dice san Juan el Clímaco, puesto
que tú eres obrero, debes leer y preferir las lecturas de prácticas
y acción. Porque el trabajo de los practicantes hace innecesaria la
lectura de otras cosas. Leer y releer siempre los que tratan con la
hisijía y la oración, como por ejemplo San Juan el Sinaita
el de la Escalera, a san Isaac el Sirio, a san Máximo el confesor, a
san Simeón el Nuevo Teólogo y a su discípulo a Nikita Stizatos,
san Hesiquio, a Filoteo el Sinaita y todos los similares. Los
restantes déjalos de momento; no es que sean innecesarios y
rechazables, sino que no te ayudan a tu propósito o fin que
persigues sino que desviarán tu nus de la oración hacia la
lectura de las cosas que exponen.
El practicante debe hacer la lectura
solo, no como demostración con voz orgullosa, ni con elocuencia
rápida y torneada, o con elegancia de logos o melodía hedónica,
sensual para que seas robado inconscientemente por la malicia, y leas
para gustar en algunos como si estuviesen delante de ti. Tampoco con
codicia, porque “todo a su justa medida o con mesura es perfecto”;
ni áspera y con indiferencia, sino modesta e humildemente, como es
debido, con prudencia, sensatez y armonía con el nus, la
psique y la lógica. Con todo esto el nus se fortifica y
adquiere vigor y hábito para orar con fuerza y ganas. Pero si hace
la lectura con todos los opuestos, que hemos mencionado antes,
entonces le traerá oscurecimiento, languidez, debilitamiento y
angustias, de modo que tenga dolor en su nus y en su cerebro y así
viene la desgana y la debilidad para la oración.
Este pazos, que es la vanagloria, no
deja al practicante prosperar en la virtud; porque mientras sufre y
hace todos estos esfuerzos y labores, al final se encuentra sin
fruto. Porque la vanagloria se presenta siempre en los tres, es
decir, al principiante, al mediano y al perfecto, y les desvía y
despoja de la labor por las virtudes.
13. Diré algo de mi experiencia. Sin
las virtudes siguientes, el practicante no progresa nunca; es decir,
ayuno, continencia, vigilia, paciencia, valor, hisijía,
oración, silencio, luto (según Dios) y humildad. Estas virtudes
generan una la otra y las guardan. Del ayuno se marchita el deseo y
nace la continencia; de la continencia nace la vigilia; de la vigilia
nace la paciencia; de la paciencia el valor; del valor la hisijía;
de la hisijía la oración, de la oración el silencio; del
silencio el luto y del luto nace la humildad. De la humildad a la
inversa nace el luto, y a continuación encontrarás las hijas que
generen las madres una por una. Esta inter-nacimiento entre una y
otra es también la mayor virtud. Por otro lado, las contrarias están
claras en todos.
14. Aquí debemos referirnos también a
los esfuerzos y los dolores del trabajo espiritual y exponerlos con
claridad, cómo debemos practicar cada trabajo, no vaya ser que
alguno por sólo escuchar y no practicar, no consiga el objetivo y
acuse, reproche a mí u otro de que las cosas no son tal y como las
hemos dicho. El ejercicio esforzado y doloroso del corazón y la
fatiga corporal está demostrado que hacen obra verdadera, y
manifiestan la energía (increada) del Espíritu Santo, la que te fue
concedida mediante el bautismo, como también cualquier otro fiel.
Esta energía (increada) está cubierta
de los pazos por el descuido de los logos-mandamientos, y espera con
su infinita misericordia nuestra metania, para que al final
por nuestra esterilidad siendo infructuosos no escuchemos: “Quitadle,
pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que
tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que
tiene le será quitado” (Mt 25, 28-29), y seamos enviados al
infierno, castigándonos eternamente en la gehena.
Porque todo trabajo o ejercicio
corporal y espiritual que no tiene dolor y esfuerzo nunca trae fruto
en aquel que lo ejerce. Y la Realeza increada de Dios se conquista
con violencia y los violentos la arrebatan, como dice el Señor (Mt
11,12); violencia entiende el cansancio y el esfuerzo físico del
cuerpo en todo.
Porque muchos quizás han trabajado por
muchos años sin esfuerzo ni disposición ardiente del corazón, por
eso están vacíos de pureza y no partícipes del Espíritu Santo,
puesto que han evitado la rudeza de los esfuerzos. Porque aquellos
que trabajan con negligencia, relajamiento y languidez, quizás según
su opinión se esfuerzan mucho; pero nunca recogen frutos,
precisamente porque no se han esforzado y en el fondo no ha sentido
dolor.
Testifica sobre esto uno de los santos
Padres, diciendo: “Aunque todas nuestras manifestaciones de nuestro
ejercicio son interesantes, todas estas serán falsas e inútiles si
nuestro corazón no está lleno de sufrimiento, aflicción o pena”.
Quizás aún, cuando vivimos relajados, sin esfuerzo, ni dolor y nos
empuja la acedia en distracciones inútiles, así nos oscurecemos
creyendo que en estas encontraremos comodidad, pero esto no puede
ser. Simplemente nos atamos en sucias cadenas invisibles y nos
hacemos inmóviles e inactivos para toda obra buena, mientras que en
nuestro interior aumenta la languidez y el relajamiento, sobre todo
cuando somos principiantes.
Porque para los perfectos todo es útil
cuando se hace con mesura. Esto testifica el gran Efrén diciendo:
“Lucha con los esfuerzos ascéticos, para evitar los esfuerzos
vanos”. Porque según el profeta Isaías: “Por eso están llenos
de convulsiones mis riñones; soy preso de dolores, como los dolores
de mujer en parto; la angustia me aturde, el espanto me ciega. Mi
corazón se marea, el terror me sobrecoge; el crepúsculo que
anhelaba se me ha hecho un horror (Is 21,3-4), si no pasa todo esto
no pariremos “espíritu de sotiría sanación, redención y
salvación” (Is 26,18) en la tierra del corazón como has oído…
Pero al estar tiempo en el ejercicio de la hisijía creemos
que somos algo y por eso presumimos. Pero en la hora de la muerte sin
duda entenderemos bien todos qué tipo de fruto tenemos.
15. No es posible para uno aprender
solo la ciencia de las virtudes, aunque algunos tuvieron la
experiencia como maestro. Porque indica presunción, engreimiento,
cuando uno actúa solo y no con el consejo de aquellos que han
progresado en la virtud; más bien produce la presunción y el
engreimiento. Es decir, el Hijo no hace nada por sí mismo, sino tal
y como le ha enseñado el Padre así hace (Jn 8,28), y el espíritu
no hablará por sí sólo (Jn 16,13); ¿quién es aquel que ha subido
en tanta altura de virtud de modo que no tenga necesidad de alguien
que le instruya (mistagogiza)? Se ha equivocado el que cree que tiene
virtud, mientras lo que tiene es arrogancia. Por eso debemos obedecer
a los que conocen los esfuerzos de la práctica de la virtud y así
ejercitarla.
Es decir, el ayuno agotador, la
continencia sin hedonismo, la vigilia con persistencia, estar de pie,
oración alargada, humildad inconfundible, contrición y gemidos, el
bendito silencio y la paciencia en todo. Uno no debe estar en
comodidad continua, al no ser que por la edad o enfermedad esté
obligado. Porque dice la Escritura.”Serás alimentado de los
esfuerzos de tus virtudes” (Sal 127,2) y “La realeza increada de
Dios se da a los violentos consigo mismo…” (Mt 11,12). Aquel
pues, que con violencia y fatiga se esfuerza y realiza cada día los
ejercicios anteriores, con la ayuda de Dios, cuando venga el tiempo
adecuado segará también los frutos.
13. Sobre engaño, error y varias
cuestiones
Preste atención a lo qué quiero que
conozcas con exactitud sobre el error y el engaño; de modo que te
protejas de esto, no vaya ser que por ignorancia sufras algún daño
grande y pierdas tu psique. La independencia, voluntad o libre
albedrío del hombre fácilmente declina y tiende en comunión con
los demonios; sobre todo en aquellos hombres que son inexpertos, y
están como si estuvieran gobernados por estos.
Porque cerca y alrededor de los
principiantes, los excéntricos y los autosuficientes vagan los
demonios preparando trampas de loyismí y pozos de caídas,
provocando desastres y caos a través de las fantasías. Es decir, la
ciudad de ellos se encuentra bajo el poder de los bárbaros. No
debemos de extrañarnos si alguien engañado, haya perdido la razón
de su nus o aceptó y sigue aceptando el error o ve cosas
ajenas de la verdad o por inexperiencia e ignorancia dice cosas que
no debe.
Porque muchas veces alguno hablando por
ignorancia sobre la verdad, y diciendo sin entender unas cosas por
otras, no conoce decir las cosas correctamente y así muchas veces ha
perturbado muchos y con su estupidez provocó vergüenza y burlas
contra los hesicastas (o contra los que se psicoterapian,
se sanan con el método hisijasta). No es bueno que un
principiante después de mucho esfuerzo sea engañado; esto ha
ocurrido en muchos actuales y antiguos que buscaban a Dios.
El recuerdo o memoria de Dios, es
decir, la oración noerá o de Jesús, es el ejercicio más
alto de todos los trabajos espirituales. Esta es la cabeza de las
virtudes, porque es la agapi a Dios. Y aquel que quiere
acercarse a Dios con insolencia y descaro, y tiene prisa en
confesarle limpiamente y adquirirle en su interior, fácilmente es
atacado y asesinado por los demonios, si lo permite el Dios; porque
ha pedido con atrevimiento y descaro las cosas que no convienen con
su situación y ha buscado prematuramente con arrogancia conseguir
cosas.
Pero muchas veces el Señor, mientras
nos ve atrevidos para las cosas grandes y altas, tiene misericordia
de nosotros y no nos deja caer en la tentación, para que cada uno
perciba y entienda solo su orgullo y hacer la metania,
arrepentirse , confesar y convertirse antes que se convierta en burla
y risa de los demonios y digno que los hombres le tengan pena, y
sobre todo aquel que busca con magnanimidad y humildad, y lo más
grande, con obediencia y preguntas a los experimentados en esta obra
admirable, no vaya ser que sin darse cuenta en vez de segar trigo
siegue pinchos, en vez de dulzura, amargura y en vez de salvación
encuentre su perdición.
Porque sólo los fuertes y perfectos
pueden batir el duelo siempre con los demonios y elevar la espada del
Espíritu contra estos; es decir, “el logos de Dios” (Ef 6,17).
Los débiles y principiantes tienen como fortaleza la huida con
devoción y temor, evitando la guerra, no atreviendo antes de tiempo,
y así se salvan de la muerte (espiritual).
Tú pues, si sigues el método del
hisicasmo correctamente, esperando estar junto con el Dios,
nunca aceptes cualquier cosa que veas, sensible o espiritual,
exterior o interior; incluso alguna visión de Cristo, o supuesto
Ángel o figura de Santo o imaginar con tu nus alguna luz y
crear con el nus alguna forma, dibujo. Porque el mismo nus
por su naturaleza tiene la potencia de la fantasía y fácilmente
crea imágenes y formas de las cosas que desea, sobre todo en
aquellos que aún no le vigilan con exactitud, y provoca perjuicios y
daños también a sí mismo.
Incluso el recuerdo de los bienes o
males, acostumbra de repente dar forma en el sentido del nus y
conducir a la fantasía, entonces así uno en vez de hisicasta
por sí mismo se convierte en fantasiasta. Por eso ten cuidado, no
debes consentir ni creer algo, aunque sea bueno, antes de examinarlo
mucho y consultarlo a los expertos, para que no seas extraviado y
dañado. En esto que seas muy dudoso, manteniendo siempre tu nus
sin color, sin forma, ni figura.
Muchas veces algo que ha mandado el
Dios como prueba y como recompensa o corona, a muchos les ha
perjudicado. Porque el Señor quiere probar nuestro libre albedrío
(o independencia) hacia qué lado tiende a declinar. Aquel que ha
visto o ve alguna cosa con su diania (mente, cerebro) o con su
sentido, aún si proviene de Dios y lo acepta sin consultar la
opinión de los expertos, fácilmente cae o caerá al engaño, porque
es excesivamente complaciente, cándido o crédulo y acepta
fácilmente.
El principiante debe vigilar la energía
cordial o del corazón que es inconfundible, y todo lo demás no
aceptarlo hasta que sea pacificado de sus pazos. Porque el
Dios no se enfada contra aquel que vigila con exactitud el sí mismo,
aún aunque no acepte aquello que ha recibido es de Dios, sin
preguntar y examinar mucho; más bien le elogia como sabio, aunque
contra algunos se ha enfadado.
Pero no debe preguntar a todos, sino
solamente a uno que le habrán confiado ser el guía de otros y tenga
vida que brille por la virtud, pobre pero que hace ricos a los demás,
según la Escritura (2Cor 6,10). Porque muchos inexpertos han
perjudicado a muchos tontos, de los cuales no habrá misericordia
después de la muerte. No conviene a todos conducir a otros, sino
aquellos que se les fue dado el discernimiento, el cual por el
Apóstol Pablo se llama “discernimiento de espíritus” (1Cor
12,10) y separa lo peor de lo mejor con la espada del logos.
Cada uno tiene su propio conocimiento y
discernimiento, natural o por práctica o por aprendizaje, pero no
todos tienen el discernimiento del Espíritu. Por eso el sabio Sirac
decía: “Los amigos con los que te pacificarás que sean muchos,
pero tus consejeros uno de mil” (Sab. Sir 6,6). Y no es pequeña la
lucha para encontrar guía que no es engañado en las obras, en las
palabras y en los conceptos.
El guía inconfundible se ve de su vida
y su conducta si está de acuerdo con los testimonios de las
Escrituras divinas y si es modesto. Y no es poco el esfuerzo y la
violencia que hace falta para uno llegar a la verdad y ser limpiado y
sanado de lo que es contrario a la jaris (gracia, energía
increada). Porque el diablo acostumbra presentar su engaño con forma
de verdad, sobre todo en los principiantes, transfigurando sus
malignos planes en espirituales.
Por esta razón aquel que lucha para
llegar a la oración pura y lúcida, debe ir caminando en la hisijía
con gran temor, con luto y preguntar a los expertos para que le guíen
a llorar siempre por sus pecados, tener temor y miedo, no vaya ser
infernado y pierda a Dios y se separe de Él ahora y al futuro.
Cuando el diablo, pues, ve alguien que
está en luto no permanece allí, porque se acobarda por la humildad
que es producida por el luto (según Dios). Pero si uno se imagina
con orgullo de que llegará alto, teniendo deseo satánico y no
verdadero, entonces fácilmente es captado en las redes del diablo
como sirviente suyo.
Por eso es un arma muy grande que uno
mantenga la oración y el luto, para que no caiga de la alegría de
la oración en el orgullo, sino que prefiera la jarmolipi
(alegría y pena o pena-alegre) y así permanece imperturbable e
inocuo. Porque la oración perfecta o inocua, es decir, el calor
junto con la oración de Jesús, quien ha encendido fuego en la
tierra (Lc 12,49), es la que quema los pazos como pinchos
secos y provoca en la psique deleite y alegría, y esto no viene de
la derecha ni de la izquierda, ni de arriba tampoco de abajo, sino
que brota en el corazón como fuente de agua por el espíritu
vivificante. A esta oración sólo que desees encontrar y adquirir en
tu corazón, sin fantasías, sin conceptos ni pensamientos, y no
tengas miedo a nada.
Aquel que dijo: “animaos, YoSoY, no
tengáis miedo” (Mt 14,27). Él está con nosotros, a quien rogamos
para que nos defienda siempre, y no debemos acobardarnos o gemir
cuando imploramos a Dios.
Ahora bien, hay también algunos que se
han desviado y sus mentes han sido tocadas y dañadas, mira lo qué
les ha pasado por su autosuficiencia y su altanería. Porque aquel
que busca a Dios con obediencia y pregunta a los demás con humildad,
no será dañado nunca, con la jaris (gracia, energía
increada) de Cristo, Quien quiere que todos los hombres se sanen y se
salven (Tim 2,4).
Y si sucede alguna tentación, se hace
para ser probado y coronado, y empuja rápidamente a la ayuda de Dos
que la ha concedido, de las maneras que Él conoce. Aquel que vive
correcta e irreprochablemente y se aleja de la vanagloria y la
soberbia, aún aunque la legión de los demonios provoquen
innumerables tentaciones, no le perjudicarán ni dañarán, tal y
como dicen los Padres. Pero aquellos que caminan con descaro y de
acuerdo con su propia razón, estos fácilmente sufren daño.
Por eso el que sigue el método
hisijasta debe siempre guardar el camino real. Porque cada
exageración en alguna cosa, por costumbre la sigue la soberbia, la
que acaba de hacer daño. Que detengas un poco la respiración del
nus y aprietes un poco la boca, pero no la respiración por la
nariz como hacen algunos ignorantes.
Las virtudes de la hisijía son
las tres siguientes: auto-contención, silencio y auto-reproche o
auto-reprobación, es decir, la humildad; y debemos cumplirlas con
exactitud y estar en cada momento en la línea de estas, no vaya ser
que el olvido nos arrastre fuera de estas. Son virtudes entrelazadas
y sostienen una la otra, y de estas tres nace la oración y
continuamente crece.
El principio de la gracia en la oración
se presenta en algunos de varias formas y se observa de muchas
maneras y se reconoce la dación de los carismas del Espíritu Santo,
de acuerdo con Su voluntad, como dice el apóstol Pablo (Heb 2,4), de
manera que se ve también en nosotros, según el ejemplo del profeta
Elías (3RE 19, 11-12).
Es decir, en algunos viene como un
viento fuerte que disuelve las montañas de los pazos y
destruye las piedras, o sea, los corazones duros, de modo que por el
miedo, la carne, cuerpo se queda quieto, inmóvil y se mortifica. En
otros, al principio aparece como un seísmo, es decir, un deleite en
las entrañas, el cual los Padres lo han llamado también skírtima
sobresalto o pulsación, que es inmaterial y esencial, porque lo que
es sin esencia es sin base substancial e inexistente.
Finalmente en otros y sobre todo
aquellos que han progresado en la oración, el Dios opera como una
blanda y pacífica brisa o aura de luz, ya que en sus corazones ha
habitado el Cristo y se revela místicamente con la jaris
(energía increada) del Espíritu Santo, como dice el apóstol Pablo
(Ef 3,7). Por eso decía el Dios a Elías en el monte Corib que ”el
Señor no es viento fuerte ni seísmo (como algunas de las
operaciones a los principiantes), sino como una aurora de luz
blanda, allí está el Señor” (3RE 19, 11-12). Con esto nos ha
indicado la perfección de la oración.
¿Qué hará uno cuando el demonio se
presenta como ángel de luz (2Cor 11,14) y engaña al hombre.
Por eso hace falta tener el hombre
mucho discernimiento, para conocer la diferencia entre el bien y el
mal. No aceptes, pues, rápidamente los fenómenos con ligereza, sino
que permanezcas desconfiado y después de muchas pruebas, mantener el
bien y rechazar el mal (1Tes 5, 21-22). Debes probar y discernir las
cosas, y entonces creer.
Debes conocer que las energías
(increadas) de la jaris-gracia, por mucho que el demonio se
transforme en ángel de luz no te las puede dar. No da apacibilidad,
ni indulgencia, tampoco humildad, ni aborrece el mundo, ni cesa los
hedonismos y los pazos; estas cosas son actos y energías de
la jaris increada. La energía y operación del demonio es la
arrogancia, la soberbia, el engreimiento, la cobardía y todo tipo de
maldad. De la energía del acto pues, puedes aprender y saber si la
luz que ha resplandecido en tu psique es de Dios o del satanás.
La lechuga es semejante a la vista que
el cardillo y el vinagre semejante al color que el vino, pero la
garganta comprende y discierne la diferencia de estos por el sabor.
Así también la psique, si tiene discernimiento, reconoce por el
sentido espiritual los carismas del Espíritu Santo y las fantasías
del Satanás.
San Gregorio el
Sinaita
Traducido por: χΧ
jJ www.logosortodoxo.com
(en español).
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