ARJIMANDRITA
YEORYIOS
KAZIGÚMENOS
DEL SANTO MONASTERIO SAN GREGORIO
SANTA
MONTAÑA ATHOS
LA
ORACION DEL KIRIOS- SEÑOR
«
Ὁ
οὐρανός
καί
ἡ
γῆ
παρελεύσωνται,
οἱ
δέ
λόγοι
μου
οὐ
μή
παρέλθωσι...
el
cielo y la tierra pasarán, pero mis logos no pasarán...
Luc.21,33»
"Dios
Padre nuestro ilumina mi nus y mi diania con tu
Jaris
para
poder traducir la bella oración entregada por tu Hijo Logos Cristo
verdadero Dios, para aprender a hacer Tu voluntad, vivir y sentir Tus
increadas energías tanto en la tierra como en el Cielo”.
PRÓLOGO
Las
enseñanzas, los significados y los logos
del Evangelio están escritos en Espíritu Santo; y por eso tienen
valor perenne y a la vez perspectiva eterna.
Cada
enseñanza, parábola, narración, descripción, cada palabra...,
contenido en el Evangelio de Cristo “es una antena” que tiene un
significado muy profundo. No se agotan sólo con una interpretación
superficial que nuestras pobres capacidades mentales e intelectuales
puedan percibir.
Todo
esto es válido también para nuestra conocida oración del "Padre
nuestro", la cual, el mismo Kirios
Señor, entregó a su Iglesia como ejemplo de oración para todos
nosotros.
Nuestros
Santos Padres vivieron el Evangelio de Cristo y cumplieron Sus Santos
Mandamientos. Sus vidas, pensamientos, palabras y sus logos
se hicieron extensión del Evangelio y sus experiencias del Espíritu
de Dios
enriquecen la Santa Tradición de la Iglesia. Descubren el gran fondo
de los
logos
sanadores y salvadores del Cristo Soberano, manifiestan y demuestran
que Sus mandamientos "no son pesados" sino que pueden
cumplirlos los cristianos de cada época, vigilando nuestra poca fe,
pereza y negligencia.
Teniendo
a los antiguos y nuevos Santos Padres como intérpretes de la Oración
del Señor examinamos y palpamos su fondo elevándola hacia el
Señor.
Suplicamos
al Salvador y sanador Jesucristo que nos dé también a los
cristianos contemporáneos su
increada energía Χάρις
(Jaris, Gracia),
de modo que nuestra vida en Él se fundamente en la oración como
comunión y conexión con el Dios vivo. Pero a la inversa también,
que sea nuestra oración una expresión de la presencia viva de Dios
en nuestra vida y que emane de ella. Con otras palabras, la oración
ha de ser nuestra propia vida, la cual por otro lado, profundizará e
intuirá a la vez los logos,
pensamientos expresados y hablados que dirigiremos a nuestro Santo
Dios.
LA ORACIÓN DEL KIRIOS-SEÑOR
Nuestra
santa Fe Ortodoxa no es una de las ideologías o filosofías más, o
una de las religiones de este mundo.
El
Dios de los ortodoxos no es el Dios de los filósofos, es decir, una
idea, o un altísimo principio impersonal, ni tampoco un valor
religioso en el que nos elevamos a partir de principios inferiores.
Los
Ortodoxos creemos en un Dios personal, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Éste, el Trinitario Dios se nos descubre apocalipta
revela, mediante su Segunda Persona, nuestro Señor Jesucristo.
Jesús
Cristo se encarna, proclama el Evangelio, realiza milagros, es
crucificado, resucita de entre los muertos, asciende a los Cielos y
nos envía el Paráclitos (Espíritu Santo) para restablecer la
perturbada relación con Él y facilitarnos un encuentro de unión
personal en comunión con Dios Padre.
Puesto
que Dios es personal, no podemos conocerlo fuera de la relación
amorosa con Él, la cual cultiva la oración. Si Dios fuera idea,
podríamos conocerlo con pruebas y demostraciones lógicas
intelectuales. Ora y a la vez ama a Dios para conocerlo, podríamos
decirle aquel que lo busca. El que ora es teólogo y el buen teólogo
es el que ora, según San Nilos el Ascéta, Filocalía..
Por
la oración el inaccesible Dios se hace accesible, de desconocido
pasa a ser conocido. El Dios ajeno se convierte en huésped, familiar
y amigo.
Esta
vía, camino, nos la indicó el Zeántropos
(Dios
hombre) nuestro Kirios (Señor). El Kirios Jesús Cristo oraba a
menudo siendo nuestro modelo para seguir sus huellas.
Nos
enseñó que debemos orar con humildad, sin resentimientos y con
paciencia. Nos dejó también el ejemplo de oración conocida por
todos los Cristianos como la "Oración del Kirios", el
"Padre Nuestro".
El
valor de esta oración es humanamente incalculable, primero, porque
nos fue entregada por Dios, segundo, porque con ella rezaron y se
santificaron nuestra Παναγία
(Panayía
Todasanta),
los santos Apóstoles, Mártires, Padres y los dignos cristianos de
todos los siglos, tercero, porque resume todo el Evangelio y dogmas
de nuestra fe.
Según
San Máximo: "Esta oración contiene la solicitud de todo lo que
causó con su Kénosis (vaciamiento) durante la encarnación del
Logos de Dios, y nos enseña a buscar y desear aquellos bienes, los
cuales sólo Dios Padre, mediante la intervención natural del Hijo,
concede verdaderamente por el Espíritu Santo". Estos regalos
son siete: " Teología, adopción como hijos de Dios por la
increada energía Jaris, igualdad con los ángeles, participación en
la Vida Eterna, restablecimiento de nuestra naturaleza que vive sin
pasiones, emociones, apegos
hacia si mismo, abolición de la ley del pecado, y anulación de la
tiranía del malvado astuto que dominó en nosotros por engaño"
( San Máximo el Confesor, interpretación del Padre Nuestro).
Es
por excelencia la oración de la Iglesia. En los oficios litúrgicos
de día y noche se recita16 veces y en la Gran Cuaresma 22 por día.
Resulta
también una forma de resumen o sinopsis de la
Divina
Liturgia.
Por
eso consideré necesario en la homilía de esta noche llamaros a
profundizar y gozar en sus divinos y salvadores significados, como
enseñan nuestros santos Padres, de forma que la recemos con más
deseo y conciencia
«Πάτερ-
Padre»
La
oración del Señor empieza con esta invocación en la que nos enseña
el Señor a nombrar a Dios “Padre”.
“Padre”,
porque es nuestro Creador y Hacedor, el que nos
da nuestro ser, la vida.
“Padre”,
porque para nosotros los cristianos es a la vez el donante del bien
estar y ser de la vida espiritual, de la adopción, la cual nos la
regaló por
Jesucristo.
Antes de Cristo, a causa de nuestra apostasía, deserción, de
nuestro Padre Celestial, no sólo estábamos separados de Él, sino
que estábamos como enemigos. El Hijo de Dios, de la misma naturaleza
que Dios Padre, por su Encarnación y muerte en la cruz, nos
reconcilió con Él y nos hizo hijos Suyos por la Jaris. Ésta
increada energía, la Jaris, la recibimos mediante el santo Bautismo.
Así nos
convertimos
también en hermanos de Cristo, que es el primogénito entre la
multitud de hermanos.
Es
Padre porque nos da la vida; y no sólo la vida, sino Su misma vida
en Cristo.
Tal
como nos dice San Juan Crisóstomo: "Porque el que dice Padre a
Dios procura la absolución de los pecados, esquiva el infierno y
consigue la filiación del Hijo Primogénito y recibe a la vez la
concesión del Espíritu, sólo por una invocación compasiva y
amorosa", (comentario a San Mateo, homilía 19, tomo19).
Proclamando
al santísimo y omnipotente Dios y Creador del todo como “Padre”,
confesamos todo aquello que hizo por nosotros, Sus hijos indignos, y
sobretodo mediante nuestro Kirios Jesús Cristo en Espíritu Santo.
Así la invocación "Padre" nos eleva al Dios Trino.
Escribe
San Máximo el Confesor en la Filocalía: “Debidamente el Kirios
nos enseña a los que oramos a empezar inmediatamente por la
teología; y a la vez, nos introduce al misterio que muestra la Causa
esencial por la cual Él creó a los seres, Dios, que es por esencia
este principio de los mismos. Porque, los logos de la oración
contienen la revelación del Padre, su Nombre y su Realeza para que
aprendamos inmediatamente desde el principio a respetar y adorar la
unidad Trinitaria. Porque, nombre de Dios y Padre en hipostasis
base
substancial es el Hijo Unigénito; y la realeza de Dios y Padre en
hipostasis
base substancial es el Espíritu Santo (Filocalía pág. 256).
El
infinito amor y amistad de Dios por el hombre nos permite e incita a
llamarlo Padre nuestro.
Esto
produce gran emoción en el nus del hombre piadoso.
Escribe
San Gregorio de Nisa: “¿quién me dará alas como la paloma para
poder elevarme, por encima de todo lo visto, de las transformables
cosas al Intransformable y con imperturbable estado de psijí
alma familiarizarme con Él, primero con mi libre voluntad y
predisposición y después con íntima invocación decir: "Padre"
¿Qué
psijí
debiera tener el que así hablara a Dios; cuánto ánimo, qué
conciencia?”. (“En la oración, capítulo 2º, E.P.E. Tomo 8º,
pag. 43).
Es
un inestimable regalo. Tantas veces que queramos, podemos dirigirnos
a Dios y llamarle Padre nuestro.
Y
aún, cuando el cristiano se hace digno y recibe sentimentalmente la
Jaris, la increada energía del Espíritu Santo, entonces siente
también en el corazón la paternidad de Dios y su adopción. Percibe
el amor tierno de hijo hacia el Dios Padre sintiéndose como Su amigo
e hijo.
El
mismo Espíritu Santo clama en nuestro corazón ¡Aba!, (¡Padrecito!)
creando este tierno amor hacia Dios. "Puesto que sois hijos,
mandó Dios el Espíritu de su Hijo a vuestros corazones, clamando,
¡Aba! ¡Padre!".
A
imagen del Padre Celestial podemos también nosotros los humanos
convertirnos y hacernos verdaderos padres espirituales o biológicos.
San Gregorio Palamás enseña que no llamamos a Dios Padre en
relación con los padres humanos, sino los humanos padres a imagen
del Dios Padre." De ahí según san Pablo que toda paternidad
celeste se diga también en la tierra" (2º Logos contra
Grigorá).
Si
los padres terrenales reflejan la jaris y la bendición del Padre
Celestial, entonces son verdaderos padres. Sin esta jaris no pueden
hacerse padres verdaderos y auténticos y no consiguen ofrecer algo
esencial para sus hijos. Cuando los hombres se alejan del Padre
Celestial no pueden hacerse padres auténticos y correctos.
¿Cuántas
personas sufren hoy porque no han conocido un verdadero y cariñoso
padre espiritual?
Un
heterodoxo cristiano que se aproximó a la Ortodoxia, dijo que se
convirtió a ella porque sólo en la Ortodoxia encontró padres
espirituales, c-jarisma que se perdió en el cristianismo occidental.
Me
acuerdo del caso del escritor rumano Virgil Georgíu que, tal como el
mismo nos cuenta, en el rostro de su padre, pobre pero santo
sacerdote, vio el prósopon (rostro) de Dios. Esa visión no le dejó
nunca alejarse del Mismo a lo largo de su agitada vida.
Dirigiéndonos
a Dios Padre reconocemos su Providencia paternal para nosotros. No
somos huérfanos, no existimos porque así lo quiera alguna suerte o
ciego destino. Somos criaturas de su amor y nos encontramos siempre
bajo su paternal vigilancia y cuidado. Aún, detrás de las pruebas
de la vida se encuentra el instructor y sanador amor de Dios.
El
amor paternal de Dios nos recuerda San Cosme de Etolia que dice:
"Primero tenemos el deber de amar a nuestro Dios, porque nos
regaló esta tierra tan grande, amplia, en la que vivimos
provisionalmente con tantas miríadas de vegetales, árboles,
fuentes, ríos, pozos, peces, el mar, el aire, el día, la noche, el
fuego, el cielo, las estrellas, el sol, la luna. ¿Todo
ésto para quién lo hizo? Para nosotros. ¿Nos
debía algo? Nada, todo es regalado. Nos hizo humanos y no animales,
respetuosos y ortodoxos cristianos y no heréticos e indignos. A
pesar de que pudiéramos pecar miles de veces, cada hora nos
compadece como Padre y no nos mata ni arroja al Infierno, sino que
espera nuestra μετάνοια
(metania),
conversión y arrepentimiento,
con sus brazos abiertos y que paremos de hacer el mal para obrar el
bien, y arrepentirnos, rectificarnos para abrazarnos y ponernos en el
Paraíso a fin de alegrarnos para siempre. ¿Ahora
bien, un
Dios tan dulce como Éste, no debiéramos también nosotros amarlo
derramando nuestra sangre, si fuera necesario, miles de veces por Él,
tal como lo hizo ÉL por amor hacia nosotros?
Por
la fe en la invocación de Dios como Padre nuestro, nace un
sentimiento de seguridad que elimina toda inseguridad, fatiga y
ansiedad.
Gran
honor resulta el llamar a nuestro Dios “Padre”, pero también una
gran responsabilidad para nosotros que debemos vivir dignamente como
quiere nuestro Padre Celestial. Vamos a recordar las palabras de
nuestro Kirios: "Sed compasivos como lo es vuestro Padre"
(Lucas 6:36). "Haceos perfectos como vuestro Padre es perfecto"
(Mat. 5:48).
San
Nicodemo el Ayiorita escribe al respecto: "Por eso nuestro
Kirios nos pide la clase de oración que debemos hacer
cuando
oramos a nuestro Padre, que lo es por la increada Jaris, para
protegernos siempre debajo de la energía jaris de su
ahijamiento-adopción, hasta el final; es decir, que seamos hijos de
Dios no sólo por el renacimiento y el bautizo, sino también por
nuestras obras y praxis, hechos. Porque aquel que no hace obras
espirituales dignas del renacimiento superior, sino más bien que las
realiza por energías demoníacas o satánicas, no es digno de llamar
Padre a Dios, al contrario su dios sería el Diablo, según el logos
de nuestro Kirios: " Vosotros tenéis como padre al Diablo y
deseáis cumplir los deseos de vuestro padre (Juan 8:44). Nos manda
llamar Padre nuestro, primero: para informarnos que hemos nacido
verdaderamente como hijos de Dios mediante el renacimiento del divino
Bautizo, segundo: Que debemos guardar a la vez las señales, o sea,
las virtudes de nuestro Padre, avergonzándonos, por decirlo de
alguna manera del parentesco que tenemos con Él" (Sobre la
comunión continua, Atenas 1887, pag. 24).
«Ἡμῶν
(imón) Nuestro»
Resulta
extraordinario el que nuestro Señor nos enseñe a llamar a Dios no
sólo “Padre”, sino “Padre nuestro” y no “Padre mío”.
Así nos desvía de una relación egoísta con Dios. Existe Dios y
nosotros y no Dios y yo. Así nuestro corazón se abre a nuestros
prójimos, que son por naturaleza hermanos a causa de nuestra
procedencia común de Dios Padre. Y todos los cristianos ortodoxos, a
causa de nuestra fe común y nacimiento del mismo vientre espiritual
de la Iglesia, por la santa pila del bautismo, son además por la
Jaris y por el Espíritu, nuestros hermanos.
¿Cómo
puedes tener a Dios por Padre sin aceptar tus prójimos como
hermanos, sobre todo a los de la misma fe?
Escribe
San Juan Crisóstomo que: ”El Señor nos enseña a orar por todos,
a mencionar en nuestras peticiones por el cuerpo común de la Iglesia
sin buscar el interés individual, sino más bien el del prójimo.
Así también, se
reduce la enemistad, la insensatez, se sofoca la envidia,
introduciéndose la agapi (amor, madre de todas las bondades),
exiliando las irregularidades humanas e indicando que es muy grande
la igualdad del rey con el pobre, puesto que todos participamos en lo
supremo y necesario.
Al
aceptar llamarse Padre de todos, nos regaló una amable procedencia,
y por tanto, la igualdad. Así todos estamos unidos y nadie tiene más
que el otro, ni el rico sobre el pobre, ni el gobernante sobre el
súbdito, ni el señor respecto al esclavo, ni el rey sobre el
soldado, ni el filósofo sobre el bárbaro, ni el sabio hacia el
analfabeto” (Comentario a San Mateo, homilía 19).
Tal
como veremos más adelante, las restantes peticiones de la oración
del Señor nos ayudan a superar también nuestro enfermizo
individualismo y nuestro egocentrismo, la filaftía
(egolatría), que es un excesivo amor a sí mismo y del cuerpo, y a
entregarnos a Dios Padre y a nuestros hermanos adquiriendo la
filozeía
(amistad con Dios), que está conectada y unida indivisiblemente con
la filantropía
(amor al prójimo) y filadelfía
hermandad.
«Ὁ
ἐν
τοῖς
οὐρανοῖς
(o en tis uranís)
Que estás en los Cielos»
Dios
Santo es Padre nuestro y el único en los Cielos. Puntualiza San Juan
Crisóstomo: "lo
de los
Cielos,
cuando se dice no significa que se limite a Dios en el Cielo, sino
que se eleva al que ora desde la tierra a lugares superiores”
(Comentario a San Mateo, homilía 19).
No
expresa pues, un lugar concreto, sino más bien la Santidad del Dios
Padre que está presente en todo.
Así
la Teología de San Gregorio de Nisa nos dice al respecto: "Porque
la dimensión entre lo divino y lo humano no es local, de manera que
se necesitara un artificio o invención para trasladar el cuerpo
pesado carnal a la actitud o conducta espiritual e incorpórea. Como
la virtud es espiritualmente separada del mal, entonces depende sólo
de la preferencia
y
predisposición del hombre, el que esté con aquello que inclina su
deseo" (En la oración, capítulo 2º, E.P.E. Tomo 8º, pag.
51).
San
Nicodemo el Aguiorita nos presenta la consecuencia ética y práctica
de la frase: “que estás en los Cielos” y nos dice al respecto:
"Como nuestro Padre está en los Cielos, debemos mirar con
nuestra mente hacia el Cielo, allí donde está nuestra Patria, la
Jerusalén Celestial, y no hacia la tierra como los cerdos, sino a
nuestro Dulcísimo Salvador y Soberano en las bellezas Celestiales
del Paraíso. No sólo en el tiempo de la oración, sino en cada
momento, debemos tener nuestra mente en el Cielo para que no se
disperse aquí abajo en las cosas provisionales y corruptibles"
(Sobre la comunión continua, Atenas 1887, pag. 28).
«Ἁγιασθήτω
τό
ὄνομά
σου
Santificado sea tu
nombre»
Es
la primera petición de la oración del Señor. "Santificado"
significa "glorificado”, “alabado”, “venerado"
según San Juan Crisóstomo. Claro está, que el Increado Dios no
tiene necesidad de ser glorificado por sus criaturas pero quiere que
lo glorifiquemos porque ello nos beneficia. Nos protege del peligro
de venerarnos a nosotros mismos con una falsa gloria que no nos
pertenece. La
filodoxía
(vanagloria),
es una hija de la filaftía
(egolatría).
Alabando
a Dios nos situamos correctamente en el mundo, reconociendo a Dios
como merecedor de alabanza porque es el Creador, Padre, Liberador,
Todosanto, Principio y Fin, Centro del Cosmos, mientras que nosotros
somos sus criaturas que existimos y vivimos porque Él quiere.
Alabándose
uno mismo se produce el autoengaño, pero alabando a Dios se reconoce
la propia naturaleza, el destino, o sea, que uno mismo no es el
centro del mundo, ni la fuente de la vida, ni tampoco de la santidad,
no se llega a ser por si mismo infinito e inmortal, en definitiva,
aceptas tus limitaciones.
Cuando
los hombres se alaban a sí mismos no pueden glorificar a Dios. Esto
es lo que les ha pasado a Adán y Eva. Les pasó a los maestros de
Israel, de los cuales habla el Señor en el Evangelio de San Juan:
"¿Cómo podéis vosotros creer, recibiendo como recibís
alabanza los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del
único Dios?” (Juan 5,44). Esto le sucede también a nuestra
contemporánea filosofía humanista, que desea y quiere poner como
centro del cosmos al hombre. Esta postura del hombre humanista la
resume muy bien el escritor ateo Sartre cuando dice respecto a Dios:
"Cuando existes Tú, no puedo existir yo. O Tú o yo".
Sin
embargo, el hombre se glorifica verdaderamente cuando glorifica a
Dios, cuando en Él puede hacerse no independiente de Dios, no un
pseudo dios, sino dios por la Jaris, sin principio ni fin, según San
Gregorio Palamás.
Los
recientes acontecimientos políticos en la Europa oriental, han
demostrado una vez más que cuando los hombres niegan la veneración
a Dios, pueden llegar a deificar a algún hombre alabándolo como
Dios. Pero, los ídolos caen y los que niegan la alabanza al
verdadero Dios, se encuentran en el caos.
Aún
más, el hombre que niega la adoración a Dios, en lugar de gloria
llegará a rodearse de desdicha y de inominables pazos
pasiones, emociones y maldades.
Los
cristianos pueden contribuir en
la glorificación
a Dios, cuando viven una vida santa. Recordemos las palabras del
Señor: "Así ha de lucir vuestra luz ante los hombres, para
que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre que
está en los cielos”(Mat.
5:16).
Mientras
que cuando no nos mantenemos un estado de conducta digno ante Dios,
en el cual creemos, "...el nombre de Dios por causa vuestra es
blasfemado entre las gentes y las naciones”(Rom 2:24), por eso la
oración "santificado sea tu nombre", significa finalmente
según San Juan Crisóstomo: "Dignificanos...así nosotros
hemos de vivir limpiamente, puramente de modo que seas alabado por
todos nosotros" (comentario a San Mateo, homilía 19, tomo19,
pág. 672).
Según
el mismo Santo, es una muestra de perfecta sabiduría mostrar a todos
los hombres el ejemplo de una vida inmaculada, de manera que, cada
persona que nos vea dé gloria a nuestro Kirios por eso.
El
nombre de Dios, se glorifica cuando los cristianos claman continuo
noerá
(espiritual-mentalmente) de corazón: “Kirios Jesús Cristo ten
misericordia
o compasión de mí, que soy pecador". Se dijo ya que el nombre
de Dios es Jesús Cristo. La invocación del Divino Nombre santifica
al ser humano. Cuando el hombre se santifica, se glorifica a la vez
el Padre Celestial.
Respecto
a esto quería expresar también que la monóloga oración "
Jesús Cristo, Señor, Hijo de Dios ten misericordia, compasión de
mí que soy pecador” es el resumen de la oración del Señor.
Así
se prepara al orador a decir con más ánimo, celo y sentido
espiritual el "Padre nuestro".
« Ἐλθέτω ἡ βασιλεία σου (elzeto i vasilía su) Venga tu realeza »
Cuando
Dios reina en el hombre, él se libera, pacifica, descansa
espiritualmente y se santifica, pero cuando no reina, él está
expuesto a la tiranía del diablo que le esclaviza por las pasiones,
la filaftía (excesivo amor a si mismo y al cuerpo) y le trae el
aburrimiento, vacío, soledad y convierte su vida en un infierno. El
mundo actual, que niega la realeza
de Dios, se tortura y sufre de horribles situaciones demoníacas como
la magia, supersticiones, drogas, crímenes, terrorismo, disoluciones
de las familias...
El
Kirios, Señor, nos enseña que pidamos que venga su realeza,
que según los Santos Padres es la Jaris, la increada energía del
Espíritu Santo. Escribe San Nicodemo el Ayiorita: "Como la
naturaleza humana, se esclavizó voluntariamente al homicida del
Diablo, por eso nuestro Señor nos pide que roguemos a Dios, para que
nos libere de la amarga esclavitud del Demonio. Esto se puede hacer
sólo cuando viene la realeza
de Dios a nosotros, es decir, el Espíritu Santo, para echar de
nuestro nus al tirano enemigo y reine Dios en nosotros. Por eso
debemos decir según San Máximo: "venga el Espíritu Santo,
para catartizarnos, totalmente en la psijí y en el cuerpo y así
convertirnos en
habitáculo digno de recibir la Santa Trinidad y que reine Dios en
nosotros, o sea, en nuestros corazones, tal como está escrito: "la
realeza
de Dios está dentro en vuestro interior” (Luc17:21).
El
libro del Génesis, nos dice que durante la creación del mundo, la
oscuridad cubría el abismo y el Espíritu de Dios se cernía sobre
la superficie de las aguas. El Espíritu Santo separó las tinieblas
y dio forma al caos. Oscuridad y caos reinan también en el interior
del hombre. Sólo cuando el hombre deja que el Espíritu Santo habite
en su interior, se catartiza, se limpia, de los pazos
y se ilumina, encontrando su equilibrio interior y la unidad. Por eso
en la oración: "Rey de los Cielos" del Espíritu Santo que
es extensión del "venga a nosotros tu realeza"
decimos: " Rey de los Cielos, Paráclitos (Consolador), Espíritu
de la Verdad, ven y habita en nosotros, catartízanos de toda mancha,
sana y salva nuestras psijes, Tú que eres bondadoso".
Escribe
en relación a esto San Gregorio de Nisa: "Si pedimos que venga
a nosotros la realeza
de Dios, tenemos que suplicar al Padre con todas nuestras fuerzas y
energías, que nos exculpe y libre de la corrupción, de la muerte,
que nos afloje las ataduras del pecado, que no reine en nosotros la
muerte, que sea inactiva la tiranía de la maldad, que no nos venza
el enemigo ni aprisione el pecado; sino que venga Su realeza
para que se nos retire los pazos” (En la oración, cap.3, pág.69).
La
realeza
de Dios, está claro que no es un arreglo exterior del mundo, sino el
habitar del Espíritu Santo en nuestros corazones, que tiene como
resultado la metamórfosis
del mundo mediante los convertidos, metamorfoseados
hombres. Por eso, nuestra Iglesia Ortodoxa, nunca buscó conquistar
el mundo como el cristianismo heterodoxo occidental, sino su
metamórfosis en Cristo. El Ortodoxo monaquismo, no es activismo (de
las obras exteriores) sino hisijasta, es decir, paz y serenidad en
acción, sobre la oración y contemplación mediante la cual el
hombre se santifica y se convierte metamorfoseado en nueva creación.
San Juan Crisóstomo predicaba y pedía a los cristianos que vivieran
en perfecta vida cristiana, para que antes que pasaran a la Vida
Eterna vivieran la realeza
de los Cielos en la tierra, que se convierta la tierra en cielo.
Observa otra vez San Juan Crisóstomo (boca de oro) de nuestra
Iglesia: "puesto que nos ha traído en situación de agonía,
con el recuerdo del enemigo y cortó de raíz toda nuestra
indiferencia y negligencia, otra vez nos anima y estimula, dando alas
a nuestra conducta ética y recordándonos al Rey del cual somos sus
súbditos y presentando al más fuerte de todos dice “porque tuya
es la realeza,
la fuerza y la gloria.” Entonces si la realeza
es Suya no se debe temer porque no existe nadie que le resista y
reparta el poder y la fuerza junto a Él"(Comentario a San
Mateo, homilía 19, tomo19, pág. 683).
La
participación de los Santos en la luz increada de la Santa Trinidad,
es según San Gregorio Palamás participación en la realeza
de Dios, en su Gloria y Esplendor.
«Γεννηθήτω
τό
θελημά
σου
ὡς
ἐν
οὐρανῷ
καί
ἐπί
τῆς
γῆς
Hágase
tu voluntad
así en la tierra como en el Cielo»
La
voluntad egoísta separó al hombre de Dios, le apartó del paraíso
y se convirtió en la causa de todos los males. Si el hombre no
renuncia a su voluntad egoísta y no acepta la Santa Voluntad de
Dios, no puede sanarse de la grave enfermedad del egoísmo y la
filaftía
(que es excesivo amor a sí mismo y su cuerpo,
egolatría).
La
desobediencia de Adán y Eva a la santa voluntad de Dios fue
corregida por el nuevo Adán, Cristo, y la nueva Eva, la
Zeotocos (madre de Dios)
con sus completas obediencias.
Cristo
se hizo obediente respecto a la voluntad de su Padre y desde luego,
hasta la muerte en la cruz. Durante la agonía en Getsemaní el
Kirios-Señor se entregó totalmente a la voluntad de Dios Padre:
"...Padre mío, si es posible, pase de mí este cáliz; sin
embargo, no se haga como yo quiero, sino como quieres Tú” (Mateo
26,39).
Nos
abrió así el camino cerrado hasta ahora hacia Dios y mediante Su
obediencia, se hizo el primer Líder espiritual de la generación de
los obedientes hijos de Dios.
Cada
cristiano que renuncia al diablo antes del Santo Bautizo y se une con
Cristo, se compromete a entrar en su obediencia.
Con
esta petición pedimos la Jaris, para cumplir la voluntad del Kirios
tal como la realizan plenamente los santos ángeles. Interpreta San
Juan Crisóstomo al respecto: "...dignifícanos para que no
hagamos Tú voluntad a medias, sino siempre plenamente, como Tú
quieres. Y mandó Dios a nosotros que oramos, que tomemos el cuidado
sobre el universo. No dijo hágase tu voluntad en “mí” sino en
“nosotros”, pero en toda la tierra, de modo que se deshaga el
engaño, se siembre la verdad y se quite toda la maldad, volviendo la
virtud para que no haya ninguna diferencia entre el Cielo y la
tierra. Porque si se hace esto no tendrán ninguna diferencia las
cosas de arriba y abajo aunque físicamente son distintos.. ".
(Comentario a San Mateo, homilía 19, tomo19, pág. 674).
San
Juan Crisóstomo predicaba y pedía a los cristianos que vivieran en
perfecta vida cristiana, para que antes que pasaran a la Vida Eterna
vivieran la realeza de los Cielos en la tierra, que se convierta la
tierra en cielo.
Los
hombres cumplen los Mandamientos de Dios ya sea por temor de un
castigo, o para recibir a cambio un premio o por puro desinteresado
amor hacia Dios. En el primer caso operan como esclavos, en el
segundo como asalariados y en el tercero
como hijos. Hacia este último debemos de tender todos. O sea, que
hagamos la divina voluntad por puro agapi-amor a Dios. Ésta es la
muestra de la perfección. Así hacen también los santos ángeles en
el Cielo.
Mientras
el hombre cumpla su propia voluntad, no podrá encontrar el verdadero
descanso interior espiritual, pero cuando cumple la voluntad de Dios
se reconcilia con Él y se pacifica. Ésta es la paz de Cristo, la
superior, la de arriba, la que pedimos en la Divina Liturgia.
Dentro
de los Mandamientos se esconde el mismo Dios, según los Santos
Padres y por eso el que los cumple, se une con Él.
A
pesar de que hayamos cumplido todo lo querido por Él, nos sentiremos
como "servidores innecesarios"
según el logos del Kirios, porque no nos salvamos por nuestras
buenas obras, sino por la Jaris de Dios. La farisaica autojusticia
(autojustificación, moralismo) no tiene nada que ver con la humilde
ética cristiana ortodoxa. Tal como enseñó también San Serafín de
Sarov, nuestras buenas obras son condición para que recibamos la
Jaris de Dios, pero también su fruto. Nunca pueden ser la finalidad
de la vida cristiana, que es siempre la
adquisición
de la
Divina Jaris (increada energía).
El
cumplimiento de los Mandamientos de Dios, que en el fondo expresan el
contenido del don de la
agapi
(amor), conduce a la verdadera libertad, la libertad de la agapi-amor
que libera al hombre del egoísmo. La libertad del egoísmo es
libertinaje, es falsa, un autoengaño. Los cristianos escogiendo la
obediencia a Dios eligen la libertad de la agapi,
que presupone la crucifixión y sacrificio de nuestro egoísmo.
Es
eso lo que dicen los Santos Padres dentro de su lucha y experiencia:
"obediencia es vida, desobediencia es muerte".
«Τόν
ἄρτον
ἡμῶν
τόν
ἐπιούσιον
δός
ἡμῖν
σήμερον
El
pan nuestro substancial danos hoy»
Según
San Juan Crisóstomo, respecto a nuestra conducta moral en nuestra
vida, el Kirios nos dice que la pidamos con comportamiento angelical
y que cumplamos lo que los ángeles cumplen. Puesto que somos hombres
de cuerpo y
carne,
nos enseñó que pidamos las cosas necesarias para el cuerpo, pero de
forma espiritual. Que no pidamos lujos ni placeres, sino el pan
básico y necesario sobre todo "hoy", sin angustia, "para
que no nos destroce la preocupación y la angustia para más días”
(Comentario a San Mateo, homilía 19, tomo19, pág. 672).
Con
esta petición según los Santos Padres pedimos no sólo el pan
material, sino el esencial, principalmente el pan espiritual que es
Cristo. Él se ofrece a nosotros con Su logos, Cuerpo y Sangre. En
cada Divina Liturgia se hace este ofrecimiento. En la primera parte
de la misma en las Antífonas, se ofrece el logos de Dios con versos
del Antiguo Testamento, a continuación la lectura Apostólica y el
Evangelio. En el santo monte Athos se psalmodean también los
macarismos, (bienaventuranzas).
En
la segunda parte de la Divina Liturgia participamos en el sacrificio
de Cristo y comulgamos su crucificado y resucitado Cuerpo. Por eso
antes de la Divina Comunión rezamos la oración del “Padre
nuestro” mientras se ha recitado anteriormente: “Y haznos dignos,
Soberano, de atrevernos con confianza y sin incurrir en condena, de
llamaros Padre, a Tí, el Dios del Cielo y decir Padre nuestro...”
Esta oración conecta directamente con la divina Ευχαριστία
(Efjaristía) y nos conduce al uso
efjarístico
(estado de gratitud, agradecimiento) del mundo. Pidiendo a Dios los
bienes. Le reconocemos como único Dador de cada bien y todos los
regalos de la vida los reconoceremos como regalos suyos. Además nos
ayudará a tener humildad y gratitud hacia Dios. "Agradecemos al
Señor" "Digno y Justo" "Por todo esto te
agradecemos...de los visibles e invisibles beneficios que nacen en
nosotros...los que conocemos y los que no"...
Aún
esto nos ayuda ofrecer a Dios Sus regalos, diciendo: "De lo tuyo
lo
nuestro te ofrecemos en todo"(fragmentos de la Divina Liturgia
de San Juan Crisóstomo).
Ahora
podemos mantener la actitud correcta frente a los regalos de Dios,
personas y cosas, porque como son regalos suyos no debemos
despreciarlos, deshonrarlos o explotarlos. Así podremos hacer uso
correcto y efjarístico (de gratitud) del mundo, evitando la
catástrofe espiritual originada por un mal uso y abuso. Si
hubiésemos adoptado la forma efjarística de vida, respetaríamos la
creación que nos rodea y no hubiéramos llegado a la actual y
terrible catástrofe ecológica.
Hemos
de tener cuidado
también esto: El
contemporáneo modo de vivir de consumismo, que viene a ser
totalmente contradictorio con el espíritu de esta petición. No es
efjarístico (de agradecimiento), sino ingrato. No es fraterno, sino
individualista, egoísta. No ama la austeridad, lo esencial, sino que
busca la insensatez del derroche y del lujo. Todos conocemos que
nuestra sociedad súper consumista, se va convirtiendo finalmente en
nuestra tumba y la causa de muchas injusticias y males sociales.
Resulta
digno de observar que no pedimos el pan esencial para nosotros solos,
como en las anteriores peticiones, sino para todos nosotros. No
puedes olvidar a tus hermanos, cuando pides a Dios los bienes
materiales y espirituales.
En
el "nosotros" de esta petición se basa la sociología
ortodoxa, la hermandad y la filantropía. Nos recuerda la
multiplicación del Kirios de los cinco panes y dos pescados en el
desierto, para que comiera todo el pueblo; como la propiedad común
en los primeros cristianos de Jerusalén y los contemporáneos
monasterios de vida monástica común, κοινόβιον
(kinóvion,
cenobios).
En
esto se basa también la sagrada misión ortodoxa. ¿Cómo puede no
dolernos y no interesarnos la transmisión del Pan Celestial a
aquellos que espiritualmente están sufriendo y pasando hambre?
«Καί
ἄφες
ἡμῖν
τά
ὀφειλήματα
ἡμῶν
ὡς
καί
ἡμεῖς
ἀφίεμεν
τοῖς
ὁφειλέταις
ἡμῶν
Y
perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros
deudores»
Mientras
el hombre vive egocéntricamente, no puede perdonar a su prójimo,
porque su egoísmo picado o orgullo herido no le deja, pero cuando
decide iniciar la μετάνοια
(metania,
giro de la mente introspección, conversión y arrepentimiento)
y vivir Diocentricamente, teniendo a Dios como centro, entonces
perdona a los que le han perjudicado, angustiado y le han sido
injustos. La liberación de los resentimientos requiere lucha porque
el egoísmo oprime y domina al hombre interior. Por eso nuestro Señor
nos enseñó, a que pidamos nuestro perdón a Dios con la condición
de que nosotros también perdonemos a los que nos han perjudicado.
Dice
San Juan Crisóstomo que el Kirios podría perdonarnos sin exigir
antes que nosotros perdonásemos a nuestros prójimos. "De esta
manera nos revela su filantropía,... quiere desde esta vida
beneficiarnos, dándonos múltiples motivos de autodominio y
filantropía, expulsando de nuestro interior las pasiones animales y
borrando la ira, uniendo las disgregaciones de sus miembros"
(Comentario a San Mateo, homilía 19, tomo19, pág. 680).
Con
el resentimiento y la enemistad, uno mismo se separa de su hermano
que es miembro suyo puesto que los dos son miembros de Cristo. Con la
absolución y reconciliación se vuelve a unir con su
miembro. ¿Cómo puedes descansar espiritualmente cuando un miembro
de tu cuerpo está separado? Sólo sería posible si no fueras
miembro vivo del Cuerpo de Cristo o si eres Su miembro muerto y así
no sentirías a tu hermano como miembro propio.
El
cristiano que vive teocéntricamente está
imitando
al Padre Celestial, si Dios perdona, él también perdona. ¿Además
cómo podría pedir a Dios el perdón propio si él mismo no perdona
las más ligeras faltas de su prójimo? Se parecería a la mala
astucia del servidor de la conocida parábola que mientras el
caritativo Señor le perdonó la gran deuda, él no perdona a su
compañero la pequeñísima cantidad que le debía.
Nos
ayuda además esta petición a mantener una posición
y conducta
humilde y
sensata,
porque nos recuerda no sólo nuestra debilidad y pecaminosidad, sino
a la vez también, la naturaleza humana a la cual acertadamente se
refiere San Gregorio de Nisa al decir: “Empecemos a contar desde
aquí los delitos de los hombres frente a Dios. Primero: el hombre se
hizo merecedor del castigo de
Dios porque se alejó de su Creador y se entregó voluntariamente a
las órdenes del enemigo, puesto que se hizo apóstata y tránsfuga
de su Kirios por naturaleza.
Segundo:
intercambió su independiente libertad por la desastrosa esclavitud
del pecado y prefirió en lugar de estar cerca de Dios, gobernarse
por la fuerza de la catástrofe.
¿Qué
mal podrá considerarse peor
que
el de no ver la belleza del Creador y girar la cara hacia la fealdad
del pecado? El desprecio a los divinos bienes y la preferencia hacia
los cebos del malvado ¿en qué grado de castigo se podrían
catalogar? La destrucción de la imagen y la desaparición del sello
que nos dejó durante nuestra creación inicial, la pérdida del
dracma (moneda),
y la partida de la mesa paternal y la costumbre a la sucia vida de
los cerdos y el excesivo derroche de la preciosa riqueza y tantos
otros delitos parecidos que podemos encontrar en la Escritura y
pensar con nuestra mente qué logos-intelecto los podrían enumerar?
Como en tales delitos es culpable el género humano frente a Dios y
debería recibir castigo, por ello creo que nos instruye el Logos
(Cristo) con los logos
de la oración, que debemos de tener mucha humildad en nuestra
conversación con Dios, como si tuviésemos la conciencia limpia,
pura y clara, incluso cuando uno sea más liberado de los delitos
humanos" (San Gregorio de Nisa, En oración, capítulo 5º,
pag.107)
«Καί
μή
εἰσενέγκῃς
ἡμᾶς
εἰς
πειρασμόν,
ἀλλά
ρῦσαι
ἡμᾶς
ἀπό
τοῦ
πονηροῦ
Y no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del astuto mal»
Hay
dos tipos de tentaciones según San Máximo. Los “enídonos”
y los “enódinos”,
los que traen “hidoní”
(placer)
y los que traen “odini”
(pena, dolor). Los primeros son voluntarios y de ellos nacen los
“pazos”.
Los segundos son involuntarios y expulsan los pazos. Los voluntarios
debemos evitarlos. Los involuntarios no intentemos evitarlos huyendo
porque somos débiles y podemos sucumbir. Cuando vengan podemos
resistirlos con valentía y paciencia como un “kazartirion"
de la psijí, (purgatorio de la psijí- alma).
Refiriéndose
a las tentaciones penosas, San Nicodemo el Ayiorita observa: "Dios
movido por su amor caritativo a causa de nuestros tormentos,
sufrimientos y de nuestras tendencias miserables, permite que seamos
tentados de diferentes maneras, a veces horribles para que nos
hagamos humildes y poder autoconocernos, aunque nos parezcan
inútiles, enseñándonos su Sabiduría y Bondad; aquello que nos
parece más perjudicial nos beneficia, porque nos hace más humildes,
que es lo más
necesario
para nuestra psijí-alma".
Instruyéndonos
el Kirios a que no persigamos las tentaciones, al respecto, dice San
Juan Crisóstomo que nos enseña a conocer nuestra debilidad y así
reprime la tentación del engreído, presumido “yo”, y la
soberbia. Cuando vienen las tentaciones sin que nosotros las pidamos,
entonces debemos enfrentarnos a ellas con fortaleza y valor, para
demostrar nuestra valentía sin vanidad.
Observa
aún San Juan Crisóstomo, que el Kirios nos exhorta a que no odiemos
a los hombres pecadores sino que rechacemos más bien al pecado y al
astuto diablo que lo promueve. Se le llama al “diablo” malastuto
y nos manda que tengamos guerra implacable contra él, para demostrar
que su maligna astucia no constituye una situación natural, sino el
resultado de su mala predisposición, preferencia y voluntad.
«Ὅτι
σοῦ
ἐστίν
ἡ
βασιλεία
καί
ἡ
δύναμις
καί
ἡ
δόξα»
(Oti
sú estín i vasilía ke i dínamis ke i doxa)
“Porque tuya es la realeza, la fuerza y la gloria”
Es
natural que acabe la Oración con la glorificación y alabanza a Dios
y no con la petición de librarnos del astuto mal. La última palabra
en el mundo lo tiene el Dios Todopoderoso, el Rey de los reinados y
Kirios-Soberano de los kirios–soberanos y no el diablo, que por
concesión de Dios muchas veces parece que mueve los hilos de la
historia. El diablo puede traer perturbación y trastorno, y a veces
predomina temporalmente en el mundo con
sus instrumentos, pero al final se hará la voluntad del Κύριος
(Señor).
El
poder del Anticristo es provisional. Χριστός
(Cristo)
es el Eterno Kirios y Rey. Un Santo, un Kirios- Señor, Jesucristo
para gloria de Dios Padre. Amén.
Por
eso y sólo al Dios Trinitario pertenece la gloria.
Observa
otra vez San Juan Crisóstomo (boca de oro) de nuestra Iglesia:
"puesto que nos ha traído en situación de agonía, con el
recuerdo del enemigo y cortó de raíz toda nuestra indiferencia y
negligencia, otra vez nos anima
y estimula,
dando alas a nuestra conducta moral y recordándonos al Rey del cual
somos sus súbditos y presentando al más fuerte de todos dice
“porque tuya es la realeza, la fuerza y la gloria.” Entonces si
la realeza es Suya no se debe temer porque no existe nadie que le
resista y reparta el poder y la fuerza junto a Él"(Comentario a
San Mateo, homilía 19, tomo19, pág. 683).
A
medida que nuestra debilidad y el tiempo limitado nos lo ha
permitido, hemos profundizado en los divinos logos
pensamientos
expresados y en
las lecturas de
la oración del Kirios-Señor.
Nuestra
psijí (alma) en plenitud rebosa de gratitud hacia el filántropos
Kirios-Señor, que nos entregó esta santa oración que es dínamis
fuerza, energía, luz y consuelo para el camino de nuestra vida.
Todas
las peticiones de la Oración del Kirios nos ayudan a liberarnos de
nuestra filaftía
(excesivo amor propio y al cuerpo) para que no vivamos egoístamente,
sino para nuestro Dios y nuestro prójimo. Cuanto más nos vaciamos
de nuestra
egolatría,
tanto más se introduce Dios en nuestro interior.
Permítaseme
expresar una reflexión muy atrevida, no de una experiencia personal,
sino de la experiencia de los Santos y de la Santa Montaña (Athos):
Si nos vaciamos enteramente de nuestra filaftía
(egolatría) y de nuestra voluntad egoísta, Dios vendrá a nuestro
interior. Lo dice el mismo Kirios: "Si uno me ama, cumple mi
logos
palabra
y
también mi Padre le amará y a él vendremos y construiremos un
templo" (Jn. 14,23). Entonces el hombre podrá alegrarse y
disfrutar del descanso espiritual y de la más verdadera alegría;
aquella alegría que prometió el Kirios a sus discípulos y nadie
podrá quitársela.
Es
triste y penoso que muchos hombres hoy en día no rezan o no quieren
orar la Oración del Kirios. Nos informan que muchos maestros en la
hora en que se recita la Oración del Señor en los colegios no salen
al patio a orar conjuntamente con los alumnos o bien esperan con las
manos atrás para indicar que no hacen algo en lo que no creen.
Aquellos
que niegan a Cristo y su Oración, consciente o inconscientemente,
aquellos que viven filaftikamente
(egolátricamente, excesivo amor a sí mismo y su cuerpo), dicen otra
oración:
--
No dicen: " Padre nuestro que estás en los cielos" sino
que dicen: mío yo, a ti tengo como Dios en la tierra.
--
No dicen: " Venga tu realeza" sino, venga mi realeza
--
No dicen: " Hágase tu voluntad" sino, hágase mi voluntad.
--
No dicen: "El pan nuestro, el substancial danos hoy" sino,
los bienes materiales con derroche y lujo yo aseguraré hoy para mí
mismo.
--
No dicen: " Perdona nuestras deudas como nosotros también
perdonamos nuestros deudores" sino, no pido disculpas ni perdono
a nadie.
--
No dicen: " No nos dejes caer en la tentación y líbranos del
malvado" sino pido todos los lícitos e ilícitos placeres y
odio todo pesar y sufrimiento.
--
No dicen: "Tuya es la realeza, la fuerza, la energía y la
gloria" sino mía es la realeza, la fuerza, la energía y la
gloria.
No
solo los que niegan a Cristo, sino que ocurre a veces que también
nosotros, los cristianos, tenemos tentaciones y recaídas en esta
vida egocéntrica, atomista
individualista y diabólica.
Este
egocentrismo es el que hace hoy nuestra vida sin salida y conduce al
vacío.
La
crisis que padece hoy nuestra patria y el mundo, en la política, en
la educación de los jóvenes, en las relaciones interpersonales, en
la economía, me parece que se debe a esto.
Hemos
negado el espíritu de Cristo, el espíritu de la oración del
Kirios.
Si
no hay μετάνοια
(metania,
conversión)
de gobernantes y gobernados, no veo salida de la sin salida y vacío
en que nos encontramos.
Ningún
partido y ninguna ideología puede sanarnos y salvarnos.
Habrá
solución y luz si queremos, los nuevos Elenos y los nuevos
Cristianos en general, en todo el mundo, volver a decir humildemente
"Padre nuestro" y aún más, si queremos adaptar nuestro
camino al espíritu de esta oración.
Y
aunque no quieran hacerlo la mayoría, luchemos por hacerlo nosotros,
el pueblo fiel y eclesiástico. Porque no es pequeño el peligro que
nos dejemos arrastrar nosotros también del sofocante peso del
ateismo individualista que nos rodea, presionándonos sin darnos
cuenta a sustituir el amor a Dios y al prójimo filozeía
y filantropía, por la egolatría o filaftía,
(el excesivo amor a sí mismo y al cuerpo).
Esta
es una gran tentación ante la cual, debemos de rogar: "Que no
nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del malastuto, porque
Tuya es la realeza, la fuerza, la energía y la gloria en los siglos.
Amén".
χΧ
«Κατευθυνθήτω
ἡ προσευχή μου ὡς θυμίαμα ἐνώπιόν σου”
(katefzinzito
i
prosefjí
mu
os
zimíama
enopión
su)
“dirigiendose
mi
oración
como
incienso
ante
Ti”
1ª imagen
y
“Μνήσθητι Κύριε τῶν
δούλων Σου-Acuérdate
Señor
de
Tus
siervos”
2ª imagen
y
3ª Panayía
la
Athonita.
http://logosortodoxo.wordpress .com/ (Ἱσπανικά)
Δεν υπάρχουν σχόλια:
Δημοσίευση σχολίου